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Monjas en los templos de los idolos.

y

ria de dos onzas; y bebian una escudilla de atole que es á manera de gachas ó puchas que suelen dar á los niños. No comian otra cosa, ni fruta, ni miel, ni cosa dulce; salvo de veinte en veinte dias, que eran sus dias festivales, como para nosotros el domingo. Entonces podian comer de todo lo que tuviesen. Y de año á año les daban una vestidura. Y este ayuno era comun á todos cuatro. Su ocupacion era estar siempre en la casa y presencia del demonio. Los dos de ellos velaban una noche entera sin dormir, y los otros dos la noche siguiente, y así se iban mudando ó trocando todos los cuatro años. Cantaban al demonio, y sacrificábanse de diversas partes del cuerpo, y más de las orejas, pasando por los agujeros que hacian en ellas, de veinte en veinte dias, sesenta cañas, unas gruesas y otras delgadas y largas como una braza poco mas ó menos: y todas ensangrentadas, las ponian en un monton delante los ídolos. Y al cabo de los cuatro años las quemaban. Y si alguno de estos ayunadores ó capellanes del demonio moria durante este tiempo, luego suplian otro en su lugar, decian que habia de haber gran mortandad, y que habian de morir muchos señores y principales. Y así en aquel año vivian atemorizados, como gente tímida y que miraba mucho en agüeros. Tenian tambien estos indios en su infidelidad una manera de monjas, y estas eran las mas de ellas vírgenes, y otras viejas que guardaban á las mozas, todas ellas ofrecidas de su voluntad al servicio del templo! Su aposento era una sala que para el efecto tenian á las espaldas de los principales templos. Estaban estas mujeres encerradas y muy guardadas, no con puertas materiales (que no las usaban), sino con puertas vivas de mujeres viejas, por la parte de dentro, y de hombres viejos por la de fuera. El tiempo que allí estaban era segun el voto que habian hecho, de un año, ó de dos ó tres, y lo mas ordinario era el de cuatro años, como el de los capellanes ya dichos. Algunas se ofrecian por toda la vida. En entrando allí, luego las tresquilaban. Dormian vestidas por mas honestidad, y por estar mas prestas al servicio de los ídolos, y todas en un dormitorio donde se veian las unas á las otras. A la media noche iban con su maestra, y echaban encienso en los braseros que estaban delante de los ídolos, y las guardas mirando por ellas con mucha vigilancia. En las fiestas principales iban todas en procesion, y por la misma órden salian los Papas ó sacerdotes, y llegaban los unos y las otras concertadamente delante de los ídolos en lo bajo de los templos, y todos ofrecian y echaban encienso en los braseros que estaban delante de los ídolos; y ellos y ellas iban con tanto silencio y recogimiento y mortificacion,

que ni hablaban palabra ni alzaban los ojos. Y si algun desacato se sentia en alguno, era castigado con mucho rigor. Si en alguno de ellos ó de ellas (residiendo en el templo) era hallado el pecado de la carne, por el mismo caso moria. La ocupacion de estas mujeres era coser, hilar, y tejer mantas de labores y colores para servicio de los templos. Ayunaban todo el tiempo que allí estaban, no comiendo hasta medio dia. La madre ó maestra que tenian, á tiempos las congregaba y tenia capítulo, y á las que hallaba negligentes penitenciaba, al modo con que se hace y usa en las religiones; y si alguna se reia contra algun hombre, dábale mayor penitencia. Sustentábanse del trabajo de sus manos ó por sus padres y parientes. A estas llamaron los españoles monjas.

CAPÍTULO XIX.

De muchos agüeros y supersticiones que los indios tenian.

No se contentaba el demonio, enemigo antiguo, con el servicio que

estos le hacian en la adoracion de cuasi todas las criaturas visibles, haciéndole de ellas ídolos, así de bulto como pintados, sino que demas de esto los tenia ciegos en mil maneras de hechicerías, execramentos y supersticiones. Y hablando primero de los execramentos que ordenó en su iglesia diabólica, en competencia de los santos Sacramentos que Cristo nuestro Redentor dejó instituidos para remedio y salud de sus fieles en la Iglesia católica; por el contrario, para condenacion y perdicion de los que le creyesen, dejó el demonio estotras sus señales y ministerios que pareciesen imitar á los verdaderos misterios de nuestra redencion. Entre los cuales el primero era á manera de baptismo, y hacíase de esta manera: cuando nacia Baptismo que tuel niño o niña, dende á ciertos dias llamaban una vieja, y en el patio de la casa, ó donde le parecia, rociaba ó lavaba el niño ciertas veces con vino de lo que usaban y usan en esta tierra, y otras tantas lo lavaba con agua, y poníanle el nombre, y con la tripa del ombligo hacian ciertas ceremonias. Estos nombres tomaban de los ídolos ó de las fiestas que en aquellos signos caian, y á veces de aves y animales y de otras cosas insensatas, como se les antojaba. Mas ya cuasi del todo han dejado estos nombres antiguos, despues que se baptizan con nombres de santos para ser cristianos. Circuncision usaron

vieron los indios.

Circuncision de algunos indios.

cian los indios.

los de una provincia llamados totonaques, en esta forma: que á los veintiocho ó veintinueve dias que habia nacido la criatura, la llevaban al templo, y si era varon, el sacerdote sumo y el segundo en dignidad lo tendian sobre una grande y lisa piedra ó losa que para el efecto tenian, y tomado el capullito del miembro viril se lo cortaban á cercen con cierto cuchillo de pedernal. Y aquello que cortaban quemábanlo y hacíanlo cenizas. Y á las niñas en lugar de circuncision, los dichos dos sacerdotes con sus propios dedos las corrompian, mandando á las madres que llegando la niña á los seis años renovasen con los dedos el mismo corrompimiento que ellos habian comenzado. Cosa abominable y indigna de oirse, y uso de gente más que Confesion que ha- bestial. Tambien tenian alguna manera de confesion delante de sus dioses: no porque pensasen alcanzar perdon ni gloria despues de muertos (porque todos ellos tenian por muy cierto el infierno), pero hacian este género de penitencia ante sus ídolos, porque no estuviesen enojados, ni en este mundo los maltratasen ó privasen de lo temporal, y porque no les descubriesen sus pecados, por donde cayesen en infamia con los hombres. Algunos (se dijo) que hacian penitencia para alcanzar su mal deseo carnal con la persona que les agradaba: y para esto hacian cierto hechizo de diversas flores, y lo ponian en cierta parte para conseguir su mal intento. Cerca del maMatrimonio que trimonio tenian en él sus ceremonias, atando las vestiduras del marido y mujer, y en el pedir de la moza con sus presentes. Ya que se la daban acompañada (segun era la persona), ciertos dias no habia de llegar á ella, sino que ayunaba y servia á sus ídolos, ante los cuales (durante el término de las bodas) hacian sus ofrendas. Y si llegaba á ella antes de los dias que acostumbraban abstenerse, tenian por cierto que les habia de suceder mal. Y para saber si habian de avenirse bien entre sí marido y mujer, recurrian al libro del calendario, mirando si cuadraban los signos en que ambos habian nacido. Los grados que guardaban para no casar, era con madre, hija, madrastra, hermana, y manceba del padre, y la hija de la tal: los demas Comunion de los no los evitaban. Tambien usaban alguna manera de comunion ó recepcion de sacramento, y es que hacian unos idolitos chiquitos de semilla de bledos ó cenizos, ó de otras yerbas, y ellos mismos se los recibian, como cuerpo ó memoria de sus dioses. Otros dicen que á una yerba que dicen picietl (y los españoles llaman tabaco,) la tenian algunos por cuerpo de una diosa, que nombraban Ciuacouatl. Y á esta causa (puesto que sea algo medicinal) se debe tener por sospechosa y peligrosa, mayormente viendo que quita el juicio y hace

usaron los indios.

indios infieles.

Culebra hembra.

desatinar al que la toma. Comunion tenian tambien los totona-
ques, en esta forma: que de tres en tres años mataban tres niños, y
sacábanles los corazones, y de la sangre que de allí salia, y de cierta
goma que llamaban ulli, que sale de un árbol en gotas blancas y
despues se vuelve negra como pez, y de ciertas semillas, las pri-
meras que salian en una huerta que en sus templos tenian, hacian
una confeccion y masa. Esta tenian por comunion y cosa santísima,
con órden y precepto que de seis en seis meses los hombres de vein-
ticinco años habian de comulgar, y las mujeres de diez y seis. Lla-
maban á esta masa, Toyolliaytlaqual, que quiere decir: «manjar de
nuestra alma.» Tuvieron tambien una manera como de agua ben-
dita, y esta bendecia el sumo sacerdote cuando consagraba la estatua
del ídolo Uzilopuchtli en México, que era hecho de masa de todas
semillas, amasadas con sangre de niños y niñas que le sacrificaban.
Y aquella agua se guardaba en una vasija debajo del altar, y se
usaba de ella para bendecir ó consagrar al rey cuando se coronaba;
y á los capitanes generales, cuando se habian de partir á hacer alguna
guerra, les daban á beber de ella con ciertas ceremonias. No faltaron
en algunas partes conjuradores del granizo, que sacudiendo contra
él sus mantas, y diciendo ciertas palabras, daban á entender que lo
arredraban y echaban de sus tierras y términos. La carne de los sa-
crificados ante sus dioses, tenian en mucha veneracion, por poquito
que alguno de ella alcanzase. Brujos y brujas tambien decian que
los habia, y que pensaban se volvian en animales, que (permitién-
dolo Dios, y ellos ignorándolo) el demonio les representaba. Decian
aparecer en los montes como lumbre, y que esta lumbre de presto
la veian en otra parte muy lejos de donde primero se habia visto.
El primero y santo obispo de México, de buena memoria, tuvo
preso á uno de estos brujos ó hehiceros que se decia Ocelotl, y lo
desterró para España, por ser muy perjudicial, y perdióse la nao
cerca del puerto y no se supo mas de él. El santo varon Fr. An-
drés de Olmos, prendió otro discípulo del sobredicho, y teniéndolo
en la cárcel, y diciendo el mismo indio al dicho padre, que su maestro
se soltaba de la cárcel cuando queria, le dijo el Fr. Andrés, que se
soltase él si pudiese; pero no lo hizo porque no pudo. Verdad es
que despues remitiéndolo al dicho obispo santo, por no lo poner á
recado se soltó y desapareció. Viniendo á los agüeros que tenian,
digo que eran sin cuento. Creian en aves nocturnas, especialmente
en el buho, y en los mochuelos y lechuzas y otras semejantes aves.
Sobre la casa que se asentaban y cantaban, decian era señal que

Agua bendita usaron los infieles.

Conjuradores entre los indios infie

les.

Brujas que habia entre los indios.

Oceloti es tigre.

Agüeros y supersticiones.

presto habia de morir alguno de ella. Tambien tenian los mismos agüeros en encuentros de culebras y alacranes, y de otras muchas sabandijas que andan rastreando por la tierra, y entre ellas de cierto escarabajo que llaman pinauiztli. Tenian asimismo que cuando la mujer paria dos criaturas de un vientre (lo cual en esta tierra acontece muchas veces), habia de morir el padre ó la madre. Y el remedio que el demonio les daba, era que matasen á alguno de los mellizos, á los cuales en su lengua llamaban cocoua, que quiere decir «< culebras,» porque dicen que la primera mujer que parió dos, se llamaba Coatl, que significa culebra. Y de aquí es que nombraban culebras á los mellizos, y decian que habian de comer á su padre ó madre, si no matasen al uno de los dos. Cuando temblaba la tierra adonde habia mujer preñada, cubrian de presto las ollas ó las quebraban, porque no moviese. Decian que el temblar de la tierra era señal que se habia de acabar presto el maíz de las trojes. Si perdian alguna cosa, hacian ciertas hechicerías con unos maices, y miraban en un lebrillo de agua, y dicen que allí veian al que lo tenia, y la casa adonde estaba; y si era cosa viva, allí les hacian entender si era ya muerta ó viva. Para saber si los enfermos habian de morir ó sanar de la enfermedad que tenian, echaban un puñado de maiz lo mas grueso que podian haber, y lanzábanlo siete ó ocho veces, como lanzan los dados los que los juegan, y si algun grano quedaba enhiesto, decian que era señal de muerte. Tenian por el consiguiente unos cordeles, hecho de ellos un manojo como llavero donde las mujeres traen colgadas las llaves, lanzábanlos en el suelo, y si quedaban revueltos, decian que era señal de muerte. Y si alguno ó algunos salian extendidos, teníanlo por señal de vida, diciendo: que ya comenzaba el enfermo á extender los piés y las manos. Si alguna persona enfermaba de calenturas recias, tomaban por remedio hacer un perrillo de masa de maiz, y poníanlo en una penca de maguey, que es el cardon de donde sacan la miel, y sacábanlo por la mañana al camino, y decian que el primero que por allí pasaba llevaria la enfermedad del paciente pegada en los zancajos. Tenian por mal agüero el temblar los párpados de los ojos, y mucho pestañear. Cuando estaban al fuego y saltaban las chispas de la lumbre, temian que venia alguno á inquietarlos, y así decian: Aquin yeuitz, que quiere decir: << ya viene alguno, ó quién viene aquí?» Á los niños cuando los trasquilaban les dejaban la guedeja detras del cogote, que llaman ellos ypioch, diciendo que si se la quitaban enfermaria y peligraria. Y esto hoy dia lo usan muchos sin mala intencion, mas de por el uso que

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