Imágenes de página
PDF
ePub

SII.-Tradiciones profanas.

Ahora comprendemos por qué Thalés de Mileto, que, segun Ciceron, fue el primero que se ocupó de la Cosmogonía, pretendió que todas las cosas visibles derivaban su origen del agua, á la que Dios dió la facultad productora. Thalés no era mas que el eco de la tradicion universal. Es sabido lo que los poetas latinos han dicho del cáos. Los hebreos y los caldeos lo representaban como un mar inmenso de materia universal. (Nicolaï, Diss. Gen., Lez. 4, tom. 1, pág. 332). Los Estóicos tambien consideraban el cáos como una materia acuosa. En el siglo pasado, Eller y Pierquin creyeron que todas las cosas creadas debian su orígen al agua, y Dikinson decia que aquellas aguas madres estaban compuestas de átomos. (Phys. vet. et ver., cap. 17).

Pero limitémonos á la antigüedad. Léese en el Padma-Pourana de los indios, y en las leyes que pretenden haber recibido de Menou: «El universo no existia sino en el pensamiento divino, de << una manera indefinible... Entonces la potencia existente por sí «misma creó el mundo visible con los cinco elementos, diversos <<principios de las cosas, extendió su idea, y disipó las tinieblas << sin disminuir su gloria.» (Rel. de l'antig. por Fed. Creuzer, 1827. Tom. 1, lib. 1).

Los persas sobre este punto nos ofrecen historias cuyo bosquejo parece está formado por la relacion de Moisés. Es verdad que los libros de los pueblos orientales son recientes en comparacion de la remota antigüedad que se les ha querido atribuir : tal vez no se remontan, segun dicen, mas allá del siglo XIII de nuestra era; así, solo las citamos por sus opiniones cosmogónicas. «< Ormusd, << principio de todos los seres, creó el mundo en seis tiempos. Pri<< mero hizo el cielo, despues el agua, la tierra, los árboles, los ani«males, etc.» (Analy. du Boundehesch, por Anquetil).

Los chinos poseen un pasaje del Laotseu, concebido en estos términos: «Antes del cáos que precedió al nacimiento del cielo y «de la tierra, existia un solo ser, inmenso y silencioso, inmuta«ble, que obraba siempre sin alterarse jamás.» (Mémoires de Mr. Abel Remusat sur les Chin.).

La tradicion de los egipcios, conservada por Diodoro de Sicilia, merece ser mencionada. « Al principio de las cosas, el cielo «y la tierra, confundidos entre sí, no presentaban mas que un as«pecto uniforme. En seguida, separáronse los cuerpos unos de «otros, y el mundo adquirió la forma que vemos en el dia.» (Bibliot. hist. de Diod. de Sicilia, traduc. de Mr. Hoefer, 1846. Tomo 1, pág. 7). El mismo autor refiere tambien la opinion cosmogónica consignada por Eurípides en su Melanippe: «Así el cielo y la tier«ra se hallaban confundidos en una masa comun, cuando fue se<< parado el uno de la otra. - Todo adquiria vida y salia á luz. » (Lib. cit.).

No menos explícitas las tradiciones de los tártaros y de los americanos, todas son mas o menos notables, en el sentido de que todas se refieren á la religion de los pueblos, y se remontan á su dispersion en las llanuras de Sennaar. Concluirémos, pues, con este pasaje notable del libro indou, el Shaster, extractado de la Historia universal (tomo LI, pág. 97): «Como el gran Dios estu«viese solo, y quisiese manifestar su excelencia y poder creando « el mundo habitado por seres inteligentes, empezó por crear cua<«tro elementos: la tierra, el aire, el fuego y el agua. Estos ele<«mentos estaban mezclados entre sí, pero Dios los separó sirvión<< dose de ellos para formar las diferentes partes de este mundo << visible. >>

Pero no insistamos mas sobre estos restos tradicionales mas ó menos alterados de la cosmogonía bíblica, y veamos de qué manera los entienden y comentan nuestros contemporáneos.

[merged small][ocr errors][merged small]

No tengo que hablar aquí de los sistemas de Leibnitz, de Descartes, de Buffon, de Franklin y de otros tantos que quedan para siempre destruidos. Prescindo tambien de las fábulas cosmogónieas nacidas en el colegio de Francia ó bajo su influencia, y euyos autores han empleado mucho mas talento y verdad en combatirse mútuamente, que en demostrar que la razon estaba de su parte. En una palabra, no quiero ocuparme de todos los sistemas abiertamente heterodoxos cuya falsedad es fácilmente conocida,

porque no están acordes con el autor del Génesis, cuyo relato, sin embargo, en su marcha silenciosa á través de los siglos, ha abatido sucesivamente todos los errores. Lleno de majestad y de verdad en medio de tantas ruinas, Moisés brilla con un resplandor siempre nuevo, y, gracias á recientes y memorables victorias, obliga á los sábios á que crean, en fin, que su amor propio está interesado á someterle sus sistemas y á inclinarse ante su nombre.

Solo debo parar por un momento la atencion en los sábios, que se han hecho un deber de consultar al escritor sagrado ó de seguir su relato. No puedo, sin embargo, hacer mencion de todos; seria un trabajo inmenso é inútil. No hablaré, por ejemplo, del sistema del señor abate Maupied que hace crear la tierra en el vacío, y alternar la luz con las tinieblas para formar los tres primeros dias por el poder del vapor. (Véase el Curso de Física sagrada del señor abate Maupied en la Universidad católica, 1842).

Tampoco tendria valor de mencionar el sistema de Buckland (Geol. y Mineral. en sus rel. con la Teol. nat.) si no hubiese hallado

numerosos ecos.

El sábio geólogo inglés sienta que la creacion actual se hizo sobre un antiguo mundo naufragado, y que las capas terrestres fosiliarias son anteriores al primer dia de la época hexamérica. Desdouits prestó á este sistema todo el prestigio de su talento en las Veladas de Montlhéry, y en la Universidad católica (tomo 3). Halla muy cómodo, para la geología, el trasladar mas allá de las épocas mosáicas la historia de nuestro planeta y la formacion de los terrenos que componen su corteza conocida ; pero al momento se le opuso la Biblia y una multitud de hechos: esto debia ser así. Los Sres. Blainville, A. Brongniart, Constant-Prévost, etc..., refutaron por otra parte victoriosamente este sistema antihexamérico.

Jehan, el apologista mas moderno de esta extraña doctrina, procura apoyarla con la autoridad de muchos graves personajes de la época y con la de los santos Padres, de los cuales sin embargo no cita ningun pasaje que le favorezca. Su nota de la página 358 de la obra citada mas abajo, es tambien capaz de sorprender á los que están versados en el estudio de los Padres.

Aquellos escritores ciertamente comprendieron la necesidad de

tomar los dias de la creacion en la acepcion natural de la palabra, con tanto vigor expresada por el autor del Génesis; pero, para evitar las dificultades de los hechos geológicos, que hacen recurrir á nuestros sábios á las épocas indeterminadas, colocaron el desarrollo de las capas terrestres en una época anterior al universo actual.

Pero hay otro defecto en este sistema, que el lector mismo conocerá fácilmente leyendo el siguiente pasaje del Nuevo tratado de las ciencias geológicas, por Jehan (2.a edicion): «Cuando, digo, de << tales leyes (atraccion, etc...) que hicieron de la tierra una mo<< rada permanente y llena de armonía; cuando el Criador hubo <«como ensayado, en diversos períodos y en escala progresiva«mente elevada, las formas de la vida en el seno de diferentes << medios en que debian desarrollarse, y hubo de este modo prelu<diado la creacion de la obra maestra, que debia ser como la con<«<clusion de aquella larga série de fenómenos preparatorios, en<tonces extiende su brazo, y, en la noche de un cáos temporal, «borra sus primeros esbozos, así como un pintor rasga un bos« quejo que representa incompletamente su idea...» (Pág. 376) 1.

Este cáos temporal viene á propósito para dar un colorido bíblico á la hipótesis antihexamérica; pero como se encuentran huesos de nuestra especie y restos de su industria en ciertos terrenos que fueron resultado de los esbozos borrados, no sabemos si es menester hacer intervenir una escena de juicio final en el mundo que finió entonces. Un sábio moderno hubiera podido prevalerse de esto para hacer, de los elegidos y de los réprobos de aquel mundo naufragado, los Ángeles buenos y malos del mundo actual; pero él niega la existencia de los Ángeles como á inteligencias de un órden superior al de las almas humanas.

2

El autor hubiera podido expresarse con mas respeto hablando del Criador. Si aquí censuro una inconveniencia de expresion ó de lenguaje del Sr. Jehan, debo con todo hacer justicia á este apreciable autor. Su obra es uno de los mejores tratados elementales de geología que pueda ponerse en mano de los jóvenes. Está compuesta con buen talento y con formas atractivas. Es leida con fruto y placer.

• Véase la Teoria de los seres inmateriales en el Universo explicado por la revelacion, por Chaubard, en 8.o, París, 1841.

Separadamente de los autores de este sistema, los sábios del dia admiten todos el estado de difusion, de extrema division de la materia primitiva. Sin embargo, hay un punto que me parece inexacto y contradictorio, y es el punto esencial: suponen aquella materia en estado gaseoso, en otros términos, sometida á la accion del calórico. Pero el estado gaseoso no se concibe sin el calórico, así como este no se concibe sin la luz, que tampoco existia aun. Hubiera sido necesario, en la hipótesis del estado gaseoso, que el cáos no fuese cáos, que no existiesen las tinieblas, y que hubiese allí alguna combinacion; hubiérase, en fin, necesitado alguna propiedad en dicha materia (hablo de las propiedades del mundo actual), pero estas son cosas que no podemos admitir. Creemos que aquí está la piedra de escándalo de todos los cosmógonos, y vamos á demostrarlo.

De algunos años á esta parte, se ha abandonado la idea del cáos tal como la he representado, para adoptar otra segun la cual el universo vendria á ser el resultado de la aglomeracion de una inmensa nebulosa. Se ve que esta opinion no va mas allá de Herschell. El ilustrado Laplace la abrazó para construir una teoría, en. virtud de la cual el universo no fue desde luego mas que un conjunto inmenso de materia cósmica en estado gaseoso, y tal como nos la presentan las nebulosas. Desde entonces las nebulosas ya no fueron para la mayor parte de los sábios mas que el tipo del primitivo cáos, y nuevos universos en via de formacion; y las ideas de Herschell ya tan atrevidas fueron singularmente exageradas.

Pero hay un abismo insondable entre el estado de la materia tenebrosa del cáos bíblico y el de la materia de las nebulosas, es decir, de la materia del universo actual. La luz, resultado de la vida mineral dada á la materia por el Espíritu de Dios, se muestra en todas partes; y en el cáos primitivo, en ninguna parte existia. Lo`que voy á añadir hará todavía resaltar mejor esta diferencia. No hablaré expresamente de las nebulosas sino en el capítulo III.

Estoy léjos de participar de ciertos escrúpulos religiosos que, en 1572, impidieron á algunos astrónomos el admitir la opinion de Tycho-Brahe, sobre la estrella que acababa inopinadamente

« AnteriorContinuar »