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poderoso, la futura morada del rey de la creacion, que debia hacer las delicias de Dios: Deliciae meae esse cum filiis hominum. (Proverbiorum, vIII, 31).

Sin embargo, la tierra es todavía una cosa vana y vacía: inanis et vacua; es decir que aun no existe sino en sus elementos y en la idea de Dios, de suerte que el escritor sagrado no designa realmente por este nombre sino la materia universal y elementar: «Rerum quippe substantia simul creata est, dice san Gregorio el « Grande, sed simul formata non est; et quod simul extitit per sub« stantiam materiae, non simul apparuit per speciem formae.» (Moral., lib. xxxII, c. 12). San Gregorio de Nisa habia dicho: «Por <«< cielo y tierra debe entenderse el cáos universal, esto es, una «sustancia única é incompuesta, con la que debian ser formados « todos los cuerpos celestes y todos los elementos. »> (Citado por Cornel. Aláp., Com. in gen. c. 1). San Agustin (De gen. ad litt. 11), afirma tambien que la materia fue creada primeramente en el estado confuso y elementar, de donde debian salir los astros y la tierra. Esta es igualmente la opinion de santo Tomás: «Per terram « intelligitur materia prima.» (1 pars, quaest. 69). Y estos recomendables varones tenian razon. ¿Por ventura el mismo Moisés no nos manifiesta que las palabras tierra y cielo son únicamente una anticipada designacion de la materia del cáos, cuando á continuacion dice: Vocavitque Deus firmamentum coelum (v. 8), Vocavitque Deus aridam terram (v. 10), Congregationesque aquarum appellavit maria? (v. 10). Luego estas cosas no existian antes como tales... Despues de la creacion de la luz es cuando los cuerpos aparecen, y cuando las formaciones tienen lugar y se completan.

Et tenebrae erant super faciem abyssi. El ilustre obispo de Hipona se expresa así sobre estas palabras: « Ex illo ergo tenebrae esse coe«perunt, ex quo confusa moles coeli esse coepit et terrae.» (Cont. adv. leg., lib 1-11, t. 8). Estas tinieblas, este abismo, confirman de un modo palpable la idea que nos hacemos del cáos.

Et Spiritus Dei ferebatur super aquas. Veamos primero lo que debe entenderse por estas aguas. Santo Tomás, hablando de la obra del tercer dia, ni siquiera supone que existiese agua enteramente formada: «Non oportet dicere, quod terra primò esset cooperta aquis, « et postmodum congregatae, sed quod in tali congregatione fuerint pro

«ductae.» (1 pars, quaest. 69, concl. ad 2). Es evidente que aquellas aguas del cáos, que no vacilaríamos en llamar generadoras, se toman por la materia elementar, materia en estado de difusion y de disgregacion, flúida ó vaporosa, á nada parecida, y que tenia mas bien la apariencia de agua que de cualesquiera otra cosa. Semejante estado es sin duda incomprensible; nosotros, que vivimos en el seno de la vida y de la luz, no tendrémos jamás de él una idea exacta. Las tinieblas, que son un carácter distintivo de aquel estado, anuncian la ausencia de toda propiedad, ó al menos una ley de órden desconocido y enteramente diverso de la que rige el universo actual, si es que el cáos ha podido tener otra propiedad que la de la pura y simple existencia que le separaba de la nada. Esto es lo que parece muy probable cuando se considera la progresion que plugo á Dios seguir en sus obras.

Fabricio, en su Teología del agua, suponiendo el aire de una naturaleza particular, ha dicho que Moisés no habló de él, porque su fluidez puede hacerle comparar al agua. (Lib. 1, c. 1, 1741). Ahora bien; la fluidez tenebrosa ó sin vida era comun á toda la materia; y el argumento de Fabricio, admitido por los comentadores mas cautelosos y por el mismo P. Nicolaï, debe ser aceptado relativamente á la materia en general.

Citemos, en fin, la opinion de san Agustin 1. Hé aquí cómo se expresa en su libro del Génesis contra los Maniqueos: aquí no son las aguas y la tierra formadas como las que hoy vemos y tocamos, sino la materia elementar, universal, etc. ...

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1 Hacemos uso de las obras de san Agustin, publicadas por los benedictinos de San Mauro, reimpresas en París en 1837, con sus retractaciones á la cabeza de cada libro. Hemos tenido cuidado de no citar ninguna opinion retractada. Non enim aqua sic appellata est hoc loco ( 2 v.) ut à nobis intelligatur quam videre jam possumus et tangere: quomodo nec terra quae incomposita et invisibilis dicta est, talis erat qualis ista quae jam videri et tractari potest. Sed illud quod dictum est, In principio fecit Deus coelum et terram, coeli et terrae nomine universa creatura significata est, quam fecit et condidit Deus... Informis ergo illa materia quam de nihilo Deus fecit, appellata est primò coelum et terram... Sed quia certum erat indè futurum esse coelum et terram, jam et ipsa materia coelum et terra appellata est. Isto genere locutionis etiam Dominus locutus est, cùm dicit, etc...

Eamdem ipsam materiam etiam aquam appellavit, super quam ferebatur

Así la tierra y el agua quedan confundidas en las expresiones, como realmente lo estaban en el cáos de la materia. Todo se hallaba en él en estado atomístico y elementar, y además puede probarse, por medio de la química, que los elementos constitutivos del agua forman la mas grande masa de capas terrestres. En efecto, el hidrógeno y el oxígeno componen toda la parte líquida del globo: así combinados, penetran todas las rocas, que contienen agua en cantidad notable, sea por imbibicion, sea por cristalizacion (hidratos). Sábese igualmente que el oxígeno, combinado con el silicio (sílice) y con algunos otros cuerpos, forma por sí solo los 3/100 de la corteza terrestre, y que constituye la quinta parte del aire ó de la atmósfera, sin hacer entrar en este cálculo el vapor de agua que forma una parte considerable de la misma.

Antes de pasar mas adelante, debemos hacer una observacion relativa á las diferentes versiones del Génesis. Las palabras hebreas Thou Bohu, que la Vulgata traduce por inanis et vacua, parecen verdaderamente intraducibles: su significacion literal puede decirse que es cási desconocida1. En el dia, los progresos de

Spiritus Dei, sicut superfertur rebus fabricandis voluntas artificis... Proptereà verò non absurde etiam aqua dicta est ista materia, quia omnia quae in terra nascuntur, sive animalia, sive arbores, sive herbae, et si qua similia ab humore incipiunt formari atque nutriri. Haec ergo nomina omnia, sive coelum et terra, sive terra invisibilis et incomposita et abyssus cum tenebris, sive aqua super quam Spiritus ferebatur, nomina sunt informis materiae: ut res ignota notis vocabulis insinuaretur imperitioribus... (De Gen. cont. Manich., lib. I, c. 9, etc.).

En otra parte la Escritura toma la palabra aqua en un sentido cási semejante. San Pedro dice: Latet enim vos hoc volentes, quod coeli erant priùs et terra, de aqua et per aquam consistens Dei verbo. ( II Petr., 11, 5). Esa agua de que habla el Príncipe de los Apóstoles no puede representar sino la materia universal que servia para formar el cielo y la tierra, porque es cierto que la tierra que habitamos no ha sido hecha con agua propiamente dicha. Una nueva prueba de que el agua del cáos no era el agua normal, es que aun no existia el calórico, supuesto que la luz que engendra el calórico no estaba creada todavía. Pero, como no es posible concebir el agua propiamente dicha sin calórico, y como este no podia existir aun, en la hipótesis de que la luz sea su principio, lo que, en nuestro concepto, es una certeza física y bíblical, segun se demostrará mas adelante en el capítulo de la luz, se deduce que el agua del cáos no pudo ser agua natural tal como la conocemos en el dia.

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L'ebraica lezione ha Thou et Bohu, le quali due voci insieme unite in

la ciencia nos dan á conocer el embarazo de los traductores antiguos, obligados á expresar en su idioma palabras que representaban un estado tan inconcebible de la materia. En cuanto á nosotros, conociendo el abuso que puede hacerse de las versiones no reconocidas por la Iglesia católica, así como las alteraciones que han sufrido, sobre todo en los manuscritos hebreos, nos atenemos simplemente á la Vulgata, que la autoridad competente ha declarado auténtica. Y, si fuese necesario alegar otro motivo de nuestra preferencia, diríamos que siendo la Vulgata la obra de los mas sábios filólogos y del trabajo mas concienzudo, ejecutado sobre el mayor número de manuscritos y de los mas correctos, ofrece por lo mismo todas las garantías apetecibles. Así, bajo todos conceptos, la Vulgata es el libro mas aprobado y mas perfecto.

Volvamos ahora á la última parte del segundo versículo: Et Spiritus Dei ferebatur super aquas. San Gerónimo traduce sencillamente Spiritus Dei por el Espíritu de Dios, y le representa sostenido sobre el cáos por su omnipotencia, é infundiendo calor á las aguas como una gallina que empolla sus huevos. La imágen es muy exacta, por mas que digan ciertos modernos, y uos conduce á la bella idea que algunos santos Padres se formaron de ese Espíritu de Dios que domina la materia para animarla. Hé aquí cómo se expresa santo Tomás: «Spiritus Dei aquis superferri dicitur, a non corporaliter sed sicut voluntas artificis superfertur materiae quam «vult formare.» (Sum. Theol., 1 p., quaest. 46, art. 1). En este Geremia (Tren. iv, 23) significano desolazione: Aspexi terram, et ecce vacua erat et nihili. I Settanta traducono Invisibilis et incomposita; Aquila e Teodozione, inane et nihil; Simmaco, strues sine motu; la paráfrasis Caldáica, Desolata el vacua. (Dissert. e Lez. di sac. scrit. A. Nicolaï, lib. del Gen. Lez. IV). En cuanto á la palabra Lux del versículo 3.o, aunque su significacion sea bien conocida, no hay conformidad, sin embargo, sobre el valor gramatical de la voz hebrea que á ella corresponde. El sábio Bergier dice que la palabra hebrea que se ha traducido por lux significa fuego lo mismo que luz. Mr. Chaubard la ha traducido por la palabra luz-calórico, afirmando que «< el sentido de calórico <«< y de luz está expresado en la Biblia por una sola y misma expresion, como <«< que son una sola y misma cosa (avor). » Pero, si buscamos la verdadera palabra hebrea, ballamos que unos la pronuncian or, otros aor, otros ur, en fin algunos avor. Estos dos ejemplos pueden justificar la preferencia que damos á la version latina de la Vulgata, destinada á juzgar sin apelacion el valor y significado de los términos de la Biblia.

notable pasaje, santo Tomás nos parece sublime. Muéstranos la materia bajo el influjo de la accion creadora que la sostiene en su incomprensible existencia y que va á organizarla. San Agustin lo habia ya hecho mucho antes que él, previniendo á los hombres contra cualquiera idea poco conforme con la inmaterialidad y la omnipotencia de Dios. «Cavendum ne quasi locorum spatiis Dei Spi«ritum superferri materia putemus, sed vi quadam effectoria et fabri«catoria... Sicut superfertur voluntas artificis rei subjectae ad fabri«candum.» (De Gen. ad litt. 16).

La opinion de todos los graves personajes que acabamos de reproducir es tanto mas aceptable, cuanto no fueron inducidos á emitirla por ninguna idea premeditada, ni por el deseo de apoyar ningun sistema, sino por la simple exposicion del relato de Moisés, y por la admirable progresion que el Criador sigue en sus obras. Primero crea la materia pura y simple, sin combinacion y sin propiedad, á lo menos conocida; despues se nos representa como aplicado á esta materia para animarla y organizarla; en fin, la organiza y perfecciona. Antes de indagar cuáles fueron las opiniones de los antiguos y las tradiciones profanas sobre el primer estado de la creacion, añadirémos que la misma santa Escritura nos ayuda á fijar nuestras ideas sobre aquel estado, y confirma lo que acabamos de decir: Qui vivit in aeternum creavit omnia simul. (Eccli., xvIII, 1). Todo fue hecho á un tiempo, es decir, que el cáos encerraba la materia de todas las cosas que componen este universo. Hé ahí las aguas del mundo, las aguas madres de la creacion, la materia elementar, disgregada, tenebrosa, acuosa, que la Sabiduría nos dice haber sido invisible: Omnipotens manus tua (Domine) quae creavit orbem terrarum ex materia invisa. (Sapientiae, xr, 18). Invisibilidad por atenuacion, por difusion de la materia elementar que sirvió para la formacion del globo terrestre, del agua, del aire y de todos los astros. Así, pues, la materia del cáos lo contenia todo, y no era ni un flúido, ni un líquido, ni un sólido, sino un conjunto informe de materia, un abismo de tinieblas y de moléculas elementales con que Dios iba á formar el cielo y la tierra.

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