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en él la condenacion de su sistema sobre el diluvio, tanto por la narracion de Moisés, como por la ciencia.- En seguida presentamos una teoría de las ullas, lignitas, sal gemma, yeso, etc.

Un extenso capítulo sobre la época postdiluviana viene á completar nuestra teoría geológica y la historia de las capas terrestres, á las cuales añadimos el terreno de transporte, resultado muy probable de la inmensa inundacion que debió tener lugar en tiempo de Josué, cuando fue suspendido durante un dia el movimiento diurno de la tierra: á este suceso prodigioso atribuimos, fundándonos en pruebas históricas y geológicas, la desaparicion del antiguo continente de la Atlántida, sumergido en los abismos del Océano.

Esta obra se termina con una disertacion sobre el fin del universo. Del punto de vista bíblico en que nos hemos colocado, ese drama supremo se desarrolla á nuestros ojos con todas sus terribles peripecias, sin menoscabar en nada la ciencia humana, antes bien, engrandeciéndola y confirmándola de la manera mas completa. Entre otros hechos de la última escena del universo, demostramos que los espantosos é incomprensibles fenómenos de la caida de las estrellas se adaptan perfectamente á nuestra teoría bíblica, y vienen á ser su necesario complemento. Así es como la ciencia procede de Dios y conduce á Dios, principio y fin de todas las cosas.

Concluirémos este prólogo con una observacion relativa á la necesidad de iniciar al clero en las ciencias fisicas y naturales. En el estado actual de las ciencias y en la general disposicion de los espíritus en Francia, ningun eclesiástico puede en adelante permanecer extraño al movimiento científico del siglo, y sobre todo, á los principios generales de la Cosmogonía y de la Geología bíblicas. Porque, de todas las ciencias físicas y naturales la Cosmogonía y la Geología son las que hoy opone con mas frecuencia el Racionalismo á los dogmas de la revelacion. Es, pues, un deber para todo sacerdote el armarse de todos los principios de esas ciencias restituidas á la ortodoxia mosáica y católica, á fin de defender la Religion contra los ataques de una ciencia incrédula é impía.

No hay necesidad, despues de lo que hemos dicho, de hacer

observar que un trabajo de la naturaleza del que ofrecemos al clero, es absolutamente necesario á los eclesiásticos, llamados á las conferencias cantonales que hoy dia tienen lugar en todas las diócesis de Francia; especialmente cuando todos los autores mas católicos de estos últimos tiempos, ignorando ó menospreciando los principios de la hermenéutica, se han desviado mas o menos de las verdades bíblicas y del gran principio de la unidad.

Está, pues, fuera de duda, que este libro se ha hecho indispensable para la enseñanza de los Seminarios, y que puede ser tambien muy útil á todos aquellos que tienen á su cargo la educacion y la instruccion de la juventud.

En fin, las ciencias humanas, es decir, concretándonos á nuestro objeto, las ciencias físicas y naturales, colocadas de nuevo sobre sus fundamentos divinos y bíblicamente reconstituidas, entrarán en la via del progreso continuo, para llegar á aquel grado de perfeccion que Dios les permite alcanzar.

Todo eclesiástico, y tambien todo láico medianamente instruido, si se halla iniciado en la nueva doctrina científica que contiene este libro, podrá refutar con ventaja todos los sábios que, bajo la apariencia de respeto á los Libros sagrados, no dejan de ofrecer sacrificios al ídolo del dia; podrá destruir fácilmente todas las objeciones de aquellos que se muestran hostiles á las verdades bíblicas, desafiándoles solemnemente, y dirigiéndoles poco mas ó menos estas palabras con el profeta Isaías:

« Vosotros todos, enemigos de la revelacion, sábios soberbios, «Racionalistas orgullosos, espíritus incrédulos, Materialistas, Pan«teistas, etc.; y vosotros inventores de teorías impías, fundado«res de sistemas antibíblicos, creadores de mundos sin número «y sin fin, reunios y coligaos contra la verdad, es decir, contra «la ciencia y la inefable filosofía de Dios; sí, uníos todos, y seréis « vencidos, congregamini et vincimini; y solo os quedará la pena y la « vergüenza de vuestras insensatas elucubraciones, de vuestras << teorías impías, y de vuestros sistemas ateos.» Congregamini populi et vincimini, et audite universae procul terrae: congregamini et vincimini, accingite vos et vincimini: inite concilium, et dissipabitur : loquimini verbum, et non fiet: quia nobiscum Dominus. (Isai., vIII, 9, 10).

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V

Dios ha realizado fuera de su esencia, pero no obstante siempre en sí, este universo visible sobre el tipo perfecto que en él existia desde toda eternidad, á fin de que por la contemplacion de sus obras nos elevásemos á su conocimiento y á su amor: Invisibilia enim ipsius, à creaturâ mundi, per ea quae facta sunt, intellecta conspiciuntur. (Rom., 1, 20). Así este universo-copia lleva en todas partes el sello de su Criador: Ut in constitutione mundi operatio Trinitatis eluceat. (S. Ambr.). En todas las criaturas, dice santo Tomás, se halla el vestigio de la Trinidad divina; pero en el hombre se encuentra su imágen: y esto debe ser así, pues que el hombre está hecho á imágen y semejanza de Dios ó de la santísima Trinidad.

Pero este universo, supuesto que ha tenido un principio, debe tambien tener un fin: «Todo este mundo visible no ha sido hecho « sino para el siglo venidero: todo cuanto pasa tiene sus secretas << relaciones con aquel siglo eterno en el cual no pasará nada: to<«do cuanto vemos no es mas que la figura y la espera de las co«sas invisibles.» (Massillon, Sur les affl.).

Nuestro intento ha sido tan solo recordar una verdad demasiado olvidada en nuestros dias. Entremos en materia.

SI.-El espacio.-La materia.

In principio creavit Deus coelum et terram. (Gen., 1, 1). Aquí no puede aludirse al cielo tal como lo vemos en el dia, pues que los astros no existian aun. Trátase únicamente del lugar donde fueron situados: In firmamento coeli. Otro tanto sucede con la tierra, que no estuvo acabada y no recibió su nombre hasta el tercero dia. Tampoco se trata, en este primer versículo, de un resúmen de todo el capítulo; el versículo inmediato destruye semejante conjetura, describiendo un estado particular de las cosas creadas, y muy diverso de lo que ellas fueron en seguida. De consiguiente, por las expresiones coelum et terram, debe entenderse el espacio y la materia que en él se contiene. Creo, dice san Gregorio de Nisa, que es evidente para todos que el criador de este universo preparó desde luego el espacio ó el lugar que debia recibir las cosas creadas. (Cont. Eunom., lib. 1). Pero ¿qué es el espacio? Mucho mejor sabemos lo que no es. Tampoco es mejor conocida en su esencia la materia; y hé ahí desde luego dos misterios que fuerzan á los mas intrépidos á una formal confesion de su ignorancia.

Es creible que en el primitivo estado de la creacion, antes del primer dia del Génesis, confundidos la materia y el espacio presentaban un aspecto semejante al de un océano inmenso. Esta es al menos la idea mas generalmente admitida por las tradiciones de los pueblos, y por la ciencia misma. Esto exige explicaciones; vamos á darlas despues de citar el segundo versículo de la Biblia, al que servirán de comentario:

Terra autem erat inanis et vacua, et tenebrae erant super faciem abyssi; et Spiritus Dei ferebatur super aquas.

Terra. La tierra, este es el principal objeto de la narracion de Moisés. Á dos partes reduce Moisés el universo entero: la una, el cielo, que es tan vasto, la otra, la tierra, que figura en él materialmente solo como un punto. Pero Moisés penetraba en el pensamiento del Criador: por esto se apresura á hablar de la tierra, el corazon del universo, el objeto de las complacencias del Todo

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