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Por fin tras largas tribulaciones y peligros sin cuento, pudo D. Enrique considerarse seguro al avistar el mismo dia el castillo de Noreña, de donde se trasladó muy en breve á su villa de Gijon; lugar de mayor fortaleza, plaza en aquel entonces casi inespugnable, y donde reuniendo á sus parciales, se declaró en abierta rebelion, alzando banderas contra el rey, fortificando esta villa, la de Noreña y otros castillos y casas fuertes, que con la larga paz estaban yermos, abasteciéndolas de armas y municiones, y haciendo todos los preparativos necesarios á la magnitud de la contienda que se proponia sostener con su hermano el vengativo monarca. (1)

rique. Diego Menendez de Valdés, el Valiente, se refugió en el monasterio de San Vicente de Oviedo, y de allí, favorecido por un disfraz, fue al de Lemus en Galicia. Su torre fué mandada arrasar y que se sembrase de sal el suelo. Sin embargo, no se hizo mas que desmantelarla; pues aun está en pié à despecho de siete siglos de antigüedad y cinco de abandono.

(1) Mariana, Historia general de España; Lafuente, Historia de España; Carballo, Antigüedades de Asturias; Trelles, Asturias ilustrada; Caunedo, Album de un viaje por Asturias.

CAPITULO II.

Garcilaso de la Vega.-Se refugia en Gijon.-Animado aspecto de esta villa durante la residencia de Enrique.-Mejoras materiales.-Fiestas.-Amores del conde con doña Elvira Iñiguez de la Vega.-Nacimiento de D. Alfonso y doña Juana.-Entusiasmo de los gijoneses.-Preparativos de guerra.-Diego Menendez Valdés, el Valiente.-Ultimo periodo de su vida.

A las nuevas del alzamiento del conde de Gijon, corrian á refugiarse tras los fuertes muros de esta villa, la flor de la nobleza castellana, que con harta severidad diezmaba el rey D. Pedro: en virtud de una de sus terribles sentencias, fué dada atroz muerte á Garcilaso de la Vega, grande amigo de D. Alfonso XI; sospechó su viuda que D. Pedro intentaba igualmente deshacerse de su hijo el tiernísimo poeta de igual nombre, y el primero de esa ilustre descendencia, en la que pesando la fatalidad, vino á estinguirse dos siglos despues en las guerras del emperador Cárlos V: así que huyendo con el jóven Garcilaso de la córte, se vinieron a las Asturias de Santillana, al lugar de la Vega, su antiguo solar, y una de las mas nobles casas de la montaña: no conceptuándose aun seguros, fué el jóven poeta con un pariente suyo llamado Gonzalo Ruiz de la Vega, á Gijon, para que D. Enrique le amparase y defendiese. Grato recibi

miento le dispensó el conde, y para mejor obligarle asegurando de paso su posicion, casó con una principal y rica señora del valle de Jove á Gonzalo Ruiz de la Vega, que segun la mayor parte de las crónicas y antiguos testos, era hermano del padre de Garcilaso é hicieron juntos grandes proezas en la memorable batalla del Salado, pasando el rio con gran valor apesar de los esfuerzos de los moros. (1)

La llegada de este caballero y de otros muchos convirtió la residencia de D. Enrique, en una alegre y bulliciosa córte; la desairada villa que por espacio de luengos siglos permaneciera en el mayor abatimiento, tornó á adquirir la importancia de otras épocas. Su conde que anhelaba recompensar la cariñosa acogida que sus moradores le dispensaron, la otorgó señalados favores, reparando todos los edificios que testigos mudos de su antiguo esplendor se encontraban medio en ruinas: fué reedificado entre otros el castillo, las murallas y su puerto por donde esperaba recibir grandes auxilios de Francia. Tambien à mas de estos bienes materiales tenian lugar repetidas justas, torneos, saraos, revistas y otros mil espectáculos con que alhagados los gijoneses, sentian aumentarse el entusiasmo por D. Enrique hasta el estremo dejurar morir todos en su defensa.

En una de estas fiestas que se celebraban en el antiguo alcázar, y donde lujosas damas, poblaban sus anchurosos salones, sintió el conde apesar de la peregrina hermosura y virtudes de su esposa doña Juana, viva pasion por una señora llamada doña Elvira Iñiguez de la Vega, por apodo la Corita, segun la crónica del obispo de Búrgos D. Alonso de Cartagena: correspondió esta dama al afecto de D. Enrique siendo por espacio de mucho tiempo reina de su corazon, al paso que de las justas y torneos: resultaron de estos amores dos niños, el famoso D. Alfonso que despues fué conde de Gijon, y doña Juana, madre del célebre marqués de Villena: puede gloriarse por lo tanto nuestra villa, de

(1) Crónica del rey D. Pedro, por D. Pedro Lopez de Ayala.

haber sido tronco de estas nobilísimas familias, que alguna superior á su siglo habia de ser escarnio de los contemporáneos, para que como siempre la posteridad hiciera justicia á sus méritos y conocimientos. (1)

No por eso distraia D. Enrique sus ócios en fútiles fiestas, que á las noticias de que su hermano se disponia á pasar á Asturias con crecida hueste á fin de rendirle, procuró granjearse el favor y amistad de los caballeros asturianos, tentando otra vez la fidelidad del único vasallo de las tierras de su señorío de Gijon, que reusára prestarle homenaje; Diego Menendez Valdés el Valiente, que desde su fortísima torre de San Cucado, respondió al enviado del conde, Alvaro Carreño, que si en su poder cayera el infante, le colgaría de una almena. Así este noble capitan que jurára fidelidad á D. Pedro, para mejor corroborarla mas tarde

(1) El Sr. Jovellanos, ocupándose en una de sus cartas dirigidas al Sr. Posada de esclarecer este punto histórico, hace entre otras las reflexiones siguientes:

«Que pues D. Enrique de Aragon fué hijo de doña Juana Enriquez, hija natural de D. Enrique II, habida en doña Elvira Iñiguez de la Vega, es claro que siendo aquella hermana de padre y madre del famoso conde de Gijon D. Alonso Enriquez, fué el sobrino carnal de este conde. Yo no sé si me atreva á añadir aquí una conjetura que calle en mis apuntamientos, porque no se atribuyese à vanidad ó ligereza, pero que bullia mucha ya en mi cabeza. Redúcese á que la tal doña Elvira Iñiguez de la Vega, era de la casa de este nombre, de donde derivan los Garcilasos, cuyo solar, situado en las montañas de Santander, reconocí y veneré yo en uno de mis viajes en 1797, precisamente á tiempo que se estaba derribando la famosa torre de la Vega, que dió nombre á la familia y á la villa inmediata de Torre de la Vega, (Haciase esta demolicion de órden del actual duque del Infantado, señor de esta villa, para estender una fabrica provisional de algodon). Ahora bien: es muy sabido que el condado de Gijon vino á D. Enrique por muerte de D. Rodrigo Alvarez de Asturias, su ayo y padre adoptivo, y que Gijon era el primer punto de su retirada en las revueltas que tuvo con el rey D. Pedro, su hermano. A Gijon probablemente fué retirado tambien, aunque la crónica dice solo á Asturias, el niño Garcilaso de la Vega, cuando aquel rey cruel estrenó sus estrangulaciones, con la insidiosa muerte dada á su padre. ¿No podria ser, pues, que la tal doña Elvira, pues era de la casa de la Vega, fuese

se puso al frente del partido real en Asturias, organizando una confederacion de nobles asturianos segun veremos en los capítulos próximos; que ahora vamos á cerrar el presente, aun anticipando los sucesos, con la narracion del último período de la vida de este ilustre asturiano.

Muchos años transcurrieran. Enrique de Trastamara llevaba dignamente la corona, que con la cabeza habia quitado á su feroz hermano, y Castilla respiraba la benéfica áura de la paz. Hallábase la córte en Valladolid cuando se dejaron ver ciertos campeones franceses, que fijaron un arrogante cartel de reto á cuantos paladines españoles quisieran combatir con ellos. Acudieron varios que alcanzáran nombradía en las lides, mas todos fueron sucesivamente vencidos por los presuntuosos aventureros. El nuevo conde de Trastamara, Lemos y Sarria, primo del rey, vino á la sazon á Valladolid desde Galicia con varios caballeros de aquel reino. Uno de ellos, que sin duda por algun voto religioso no se alzaba nunca là visera, salió al palenque, y

hija de algun Iñigo Laso de la Vega, parienta del niño Garcilaso, y que con él se hubiese retirado allí, y que allí hubiese tenido el conde D. Enrique sus amores con esta señora, y que allí hubiesen nacido el famoso conde y su hermana Juana, la madre del marqués de Villena? ¡Soberbia pretension, dirá usted! Tal la creo yo. Pero ¿qué aventuro en proponerla al juicio de Vd., que como tan buen huron de noticias recónditas, podrá fácilmente confirmarla ó desvanecerla?»> No encontramos nosotros soberbia esta pretension, que con tal modestia se adjudica el ilustre escritor; antes bien, nos parece exacta, y la version que dá perfectamente ajustada á la verdad; mas tampoco siguiendo á Jovellanos, formulariamos nuestra opinion en absoluto, que esto seria temeridad ridícula, si antes de consignarla en el testo, no hubiéramos rebuscado varios autores antiguos, entre ellos Carballo, que en sus Antigüedades, determina bien esplicitamente la venida á Gijon de Garcilaso, y la estancia en este punto de doña Elvira Iñiguez de la Vega, sus amores con el conde yel nacimiento antes de partir para Castilla de D. Alonso y doña Juana, que si asi no fuera habria dejado para mas adelante. Carballo.-Antigüedades de Asturias, tomo II, título 40, pár

rafo VIII.

Obras coleccionadas por Nocedal; tomo II, página 218

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