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de su piedad y de su amor á las artes, aun alzan por ventura sus mal conservadas naves las iglesias de Santa María de Naranco y San Miguel de Lino, ya que nada existe de su palacio y baños, que allí mismo edificára en los últimos dias de su vida. »

El padre de las gentes, Ordoño, hijo de Ramiro, le sucede: y así su discrecion como su valor y sus virtudes, trasmiten su nombre con justas y merecidas alabanzas á la posteridad. Vencedor de los inquietos vascones como de los moros, acaudillados por el apóstata Muza y auxiliados por los navarros, completó la série de sus triunfos con la toma de Coria y Salamanca, y las batallas ganadas en Lisboa y otros pueblos de Lusitania. Reedificador de Tuy, Astorga, Leon y Amaya, patricio y protector de las iglesias cristianas, á las que hizo largas donaciones, y principalmente á San Salvador de Oviedo, murió dejando su trono y su grandeza á Alfonso el Magno, en breve destituido por Fruela, conde de Galicia. »

«Asesinado el usurpador Fruela por los mismos ciudadanos de Oviedo, bien pronto volvió á ceñir la diadema Alfonso el Magno, y ya triunfando de los mal avenidos á las veces, ya venciendo al valeroso Almondhir en los alrededores de Leon, como en la sangrienta batalla de Zea, ya en la reñida toma de Deza, de Atienza y de Ibrollos, de Coimbra, Oporto, Auca, Viseo y Lamego, y en los combates que sostuvo con los moros de Toledo y con los cordobeses, levantó tan alto el renombre cristiano y la justa fama de su gloria, que ella sola bastaría para justificarla, si no añadiesen á tantas hazañas nuevos timbres, la rota de Zamora contra Almondhir, el triunfo y prision de Abu-Walid, la victoria de los campos de Polvoraria y de Valdemoro, la toma del castillo de Nepza, la batalla del monte Ogifero en Sierra-Morena, y nuevos triunfos mas tarde sobre los ejércitos de Abu-Walid, rescatado á gran precio, cuyo caudillo ofreció á Alfonso, en cambio del hijo que le dejó en rehenés al obtener su libertad, dos príncipes de la familia del renegado Muza, á los que el magnánimo rey envió entre los suyos sin precio alguno. En vano intenta el

despechado Walid acometer el territorio cristiano: Mahomad, asombrado de tantas victorias, pidió encarecidamente la paz, que al fin quedó ajustada con la mediacion del presbítero Dulcidio. El perpétuo dominio para los asturianos reyes, de Zamora, Toro, Simancas y otras poblaciones entre el Pisuerga y Duero, así como el condado de Alava, datan de este monarca, quien no olvidando tampoco prevenir para nuevas hostilidades su territorio, estableció una línea de fortalezas, entre las que son célebres el castillo de Gauzon, palacio al mismo tiempo de recreo de que luego hablaremos; los de Oviedo, Gordon, Alba, Luna, Arbolio, Boides y Cultrocies; religioso campeon, piadoso monarca, y amante tambien de las artes, reedificó con suntuosa fábrica la basílica de Santiago, y envió á Roma los presbíteros Severo y Siderico para pedir al Pontífice autorizacion, á fin de reunir un concilio que consagrase la restaurada basílica, y elevase á dignidad de metropolitana la de Oviedo; y obtenidas ambas súplicas, celebróse dicho concilio en Santiago, é inmediatamente otro en Oviedo, en los que. siguiendo el ceremonial y las costumbres de los godos, tomaron asiento junto á los prelados los condes y magnates; tratándose así de los asuntos de la Iglesia como de los del Estado. Digna y noble acogida prestó el gran rey en su córte asturiana á los prelados que tenian sus sedes en poder de infieles, fijándoles en derredor de Oviedo parroquias que les proporcionasen rentas para su decoroso sostenimiento, cuya medida originando frecuentes reuniones en la metrópoli de aquellos venerables pastores, hizo fuese Oviedo conocida por la ciudad de los Obispos.»

Espléndidas donaciones dejó á su catedral, llegando al estremo de cederla en glorioso maridaje la Cruz de la Victoria que enarboló Pelayo, encerrada en otra riquísima de oro y pedrería, y todo el territorio que siempre vencedor habia conquistado con su espada. Como huellas tambien de su grandeza, erigió en Asturias la iglesia del Salvador; la de Santa María de Cultrocies (hoy Contrueces); la de San Miguel, en Velió; el monasterio de San Adrian y Natalia, en Tuñon, y el de Valdedios, junto á Villaviciosa,

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restaurando al mismo tiempo el célebre de Sahagun, y levantando en Oviedo un magnífico palacio real. »>

«Pero cual si el dedo de Dios le hubiera señalado para purificarle con el sufrimiento, ni su grandeza de soberano, ni su valor de guerrero, ni su piedad de católico, libráronle de sufrir los envenenados tiros de indignas conspiraciones, que no tanto molestaban su vigoroso brazo como derramaban amargo desengaño en su generoso corazon. Si á poco de sentarse en el trono de Asturias ahoga la conjura, cuya bandera levantaba el conde alavés Silon; si con mayor empeño sus traidores hermanos Fruela, Nuño, Veremundo y Odoario intentan quitarle la vida, no consiguiendo sino perder la vista y la libertad; si Haro. magnate de Galicia, atenta asimismo contra la existencia del rey, pagando con la luz de sus ojos, su eterna prision y sus bienes para la catedral de Santiago por el proyectado regicidio; si en Galicia tambien se alza Hermenegildo, cuya muerte no impidió á su esposa Iberia seguir acaudillando la rebelion para sufrir mas tarde la misma suerte; si Sarracino, y su mujer Sandina, y Witiza, y el esclavo Adanino acosan con inquieta perfidia al desgraciado monarca, todavía reservaba el cielo á su magnánimo corazon el golpe mas cruel que puede recibir un padre y un rey. Auxiliado su hijo primogénito García por sus hermanos Fruela, Ordoño y Gonzalo, y a misma reina Jimena, que aprovechándose de la bondad de su esposo, colmaba sin cesar de exigencias y de padecimientos á los pueblos, haciendo cundir el descontento para esplotarlo en contra de su mismo marido, é instigado á la vez el ambicioso príncipe por su suegro Nuño Fernandez, poderoso conde de la tierra de los castillos, tendió la oşada mano á la gloriosa corona de Asturias. En vano, descubierta su inícua trama, Alfonso, llorando sangre su corazon de padre, no respirando enojos su altivez de soberano, alejó de su lado á D. García guardándole en el castillo de Gauzon, mientras sus otros desleales hijos, levantando bandera traidora y parricida, encendieron la civil guerra y se apoderaron de las fortalezas de Alba, Luna, Gordon, Arbolio y Cultrocies; guerra que, dilatada por es

pacio de de dos años, terminó con un gran rasgo digno del Magno Alfonso. Querido de sus pueblos, con un poderoso ejército acostumbrado siempre á vencer, siéndole tan fácil ahogar la infame rebelion como aprisionar á sus traidores hijos, posponiendo su orgullo al amor de sus pueblos y al de los mismos á quienes habia dado vida, retirado en su palacio de Boides, abdicó solemnemente la corona, cuyo vasto territorio se repartieron, tomando García las tierras de Leon, Ordoño las de Galicia y Lusitania, y Fruela las de Asturias. »

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Todavía no contento el generoso rey con tanta abnegacion, como si el recuerdo de la necesaria severidad que usó con sus hermanos, atormentase su generoso pecho, vistió el tosco traje de los peregrinos para dirigirse humilde y contrito á orar ante el sepulcro de Santiago; y como si tuviera remordimientos de permanecer inactivo depuesta su soberanía, el ofendido padre, el ultrajado monarca, vino á demandar licencia á su hijo y rey D. García para combatir contra los sarracenos. »

Y ¡bien lo hizo por Dios! Al frente de sus antiguos soldados invadió las tierras de los Walíes, emancipados del califa, y triunfante como siempre, volvió á Zamora victorioso, cubriendo sus nobles canas, ya que no el cerco de oro de su real corona, rica guirnalda de laurel glorioso. Pero á tantos dolores como su corazon habia sufrido, era preciso que sucumbiera. Su último triunfo fué el postrer dia de la vida de un héroe: ardiente fiebre le acometió en Zamora á poco de su glorioso regreso, y el grande y desgraciado rey, asistido por el santo obispo de Astorga Genadio, durmióse en paz á la hora de media noche el 20 de Diciembre de 910.»

El nuevo rey de Asturias, hijo degenerado de Alfonso el Magno, ninguna guerra emprendió, nada hizo que realzase su memoria, permaneciendo ocioso en tanto que sus hermanos los de Leon y Galicia procuraban que los pueblos, con la fama de sus proezas, olvidasen el crímen que les dió el trono. Una bellísima arca de piedras ágatas, que en union de su esposa Nunilo-Gimena dió á la catedral de

Oviedo en 911; el instrumento de otra riquísima donacion de iglesias, monasterios y heredades que hizo al mismo templo en el año siguiente, y la apertura en 922 de una vía pública por la comarca mas fragosa de Asturias cuando estaba ya desposado con su segunda consorte llamada Urraca, son los únicos recuerdos que legó Fruela II á aquel país.

Con este rey termina la série de los monarcas asturianos, pues como veremos mas adelante, á la muerte de Fruela, su hermano y heredero D. Ordoño II trasladó la córte á Leon. (1)

(1) Para la redaccion de los sucesos que abraza este capítulo, se han tenido presentes las obras de los Sres. Carballo, Trelles, Mariana y Lafuente, y seguido muchos párrafos de una obra publi cada recientemente, por el Sr. Rada y Delgado.

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