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CAPÍTULO II.

PRIMERA CREACION.

Principio del mundo. La materia no es eterna.-La creacion no es necesaria.-El mundo no es infinito.

Tres cuestiones geológicas: 1.a, ¿Ha habido sucesion de épocas en la formacion del globo?- Diferencias entre estas épocas y los dias de Moisés. - Pretendidas pruebas de estas épocas.—Mr. Cuvier las reduce á una sola.- Inutilidad de su prueba.—2.a, ¿ La tierra fue á primera vista sólida ó flúida?— Mal raciocinio del Anuario de las longitudes. — La figura de la tierra de ningun modo prueba su fluidez primitiva. — Qué nos dicen los Libros santos sobre este estado primitivo.-3.a, ¿La tierra ha nacido en el agua ó en el fuego? 6 -Precipitacion de átomos.-Fuego central.-Lo que sobre este piensa un célebre físico. Ligereza con que se raciocina. - Locura de todos estos sistemas.

Mucho tiempo antes que los filósofos antiguos y modernos hubiesen inventado sus Génesis materialistas ó ateos, Moisés nos habia dado el suyo. Él habia dicho con sencillez y sin todas estas vanas consideraciones, que quizá la ciencia hubiera deseado: «En el principio Dios crió el cielo y la tierra. »

El escritor sagrado, seguro de no hallar ningun incrédulo en un pueblo ilustrado por las verdaderas luces, se remonta desde luego al principio del ser, y absorto en la contemplacion de la operacion divina, de ninguna manera se detiene en preparar los espíritus para las grandes maravillas que va á contarles. Mas en el fondo, ¿qué dificultad podia haber en semejante exposicion? ¿Acaso podia él mismo concebir otra? La existencia del Ser necesario y la nada de los contingentes, ¿no se ofrecen por ventura al pensamiento, siempre que se remonta al origen de las cosas? - La existencia de la criatura revela la existencia del Criador, y por mas repugnancia que haya al presente en ocuparse de la Cau

sa primera, por mas esfuerzos que se hagan para rechazar su idea, ella se presentará siempre en una teoría del mundo.

Sin embargo los sábios del siglo no quieren considerar aquí mas que dos cosas: el elemento material y la fuerza; la fuerza ciega que obra sobre el elemento material. ¿A qué fin, dicen, hablar de lo que es incomprensible? ¿Concebís acaso la nada de la materia? No; pero ¿por ventura vosotros concebís su eternidad? Vosotros no concebís la materia saliendo de la nada; pero ¿acaso la concebís no saliendo de ella? Una causa primera, existente por sí misma asombra vuestra razon; y ¿no deberíais asombraros mas aun de una sucesion infinita de causas dependientes unas de otras, sin llegar jamás á una primera causa independiente? Infinidad de minerales, infinidad de vegetales, infinidad de animales, el infinito en todas partes, en lugar de un solo infinito cuya necesidad demuestra la razon, y el cual lo hace todo comprensible.

La creacion, segun los paganos, se reducia á simples cambios de formas;

In nova fert animus mutatas dicere formas
Corpora1.

No obstante ellos no creian en efectos sin causa. La luz natural no les dejaba dudar de que en la naturaleza todo hubiese tenido un principio: Omne quod gignitur, dice Ciceron, ex aliqua causa gigni necesse est. Con todo eso se confundian de tal manera, que en lugar de dar un principio á la materia y de hacer eternos á sus dioses, daban un orígen á estos dioses, y atribuian la eternidad á la materia. Mas la razon una vez libre de las tinieblas de la idolatría, se elevó fácilmente, subiendo la cadena de los seres hasta el milagro del ser salido de la nada, hasta el milagro de la creacion. Milagro que abruma á nuestra limitada razon, pero que la vista de un simple tallo de yerba nos obliga á confesar «que <haya un solo momento, dice Bossuet, en que nada exista eter«namente, nada existirá;» y este tallo de yerba no existirá, porque no existe necesariamente, y no puede sacar su existencia sino de un ser necesario sin orígen y sin principio.

Ovidio.

Así, esta verdad de un ser criador que lo ha hecho todo con un solo acto, y acto libre de su voluntad, podia ser proclamada por Moisés sin preámbulo; y en efecto, nosotros vemos todos los dias que ningun obstáculo halla en estos espíritus sencillos que usan con ingenuidad de la luz que tienen.

Así los sábios como los ignorantes deben decir con el escritor sagrado: «En el principio crió Dios el cielo y la tierra.» Háganse contribuir todas las ciencias; agótense las reflexiones y trabajos; hojéese cuanto se ha escrito, supónganse los mas doctos discursos con los Descartes, Newtons y Bossuets, y nada se hallará que decir sino: «En el principio crió Dios el cielo y la tierra.»>< Y la ciencia no hallará la luz y el reposo sino en estas palabras.

Expresamente hemos dicho que la creacion era un acto libre, porque uno de los errores de los filósofos del dia consiste en enseñar que Dios no es libre en dejar de criar, que ha criado desde toda la eternidad, que la creacion no solamente es posible, sino que aun necesaria. Error grave, al cual no duda Fenelon en calificar de monstruosa impiedad. En efecto, profundizad este defecto de libertad en el Criador, y veréis sus monstruosas consecuencias.

Fué, pues, en el principio, á saber, en el punto señalado en los decretos eternos, cuando Dios salió de su reposo. Creó los espíritus y los cuerpos, las sustancias extensas é inextensas. Fijó un punto en la inmóvil eternidad, desde el que el tiempo, su imágen móvil, empezó su limitada carrera. «Desde toda la eternidad, dice «Bossuet, y antes del principio, nada existia sino Dios. Todo lo «restante no existia; no habia ni tiempo, ni lugar, porque el tiem«po y el lugar son algo: no habia mas que una pura posibilidad « de la criatura, y esta posibilidad no subsistia sino en la Omni<< potencia divina 3.»> >>

Así todo lo que existe deriva su existencia de esta causa primera; mas la imaginacion que no puede sostener el pesado pénsamiento de la nada, se figura que el universo es infinito. Ella pregunta, ¿qué es lo que hay mas allá de este mundo visible?

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Nada: nada criado; una pura posibilidad de la criatura; la inmensidad de Dios. No decimos que el mundo es sin límites, ni que es indefinido, siguiendo la expresion insignificante ó falsa de Descartes. Es finito, pues es criado; es finito, pues es material; y la materia es susceptible de aumento ó disminucion; mientras que el infinito es necesariamente inmutable, y por consiguiente indivisible y simple. Dios solo, espíritu puro, es, pues, infinito. Ya tenemos bastante, parémonos aquí; todo lo restante es incomprensible: ex parte enim cognoscimus. Estos débiles fulgores bastan para guiarnos al rededor de misteriosos abismos.

Vamos ahora á examinar tres cuestiones vivamente agitadas por los geólogos.

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La primera consiste en saber si el universo, ó solamente el globo terrestre fue criado en un instante y como de un solo tiro, ό si su creacion fue dividida en varias épocas.

El Génesis nos dice que el universo fue criado en seis dias: Sex enim diebus fecit Dominus coelum, terram et mare 2; pero nada nos dice sobre la formacion particular del globo.

La ciencia, al contrario, calla sobre el primer punto, y cree poder instruirnos sobre el segundo sin el auxilio de la revelacion. Esto es un error.

La duracion de la creacion solamente dependia de la libre voluntad del Criador, y como comunmente una obra no lleva marcado el tiempo empleado en hacerla, es necesario para conocer este tiempo, ó preguntar á su artífice, ó entregarse á conjeturas llenas de incertidumbres.

Sin embargo los geólogos pretenden hacer distincion de épocas en la formacion del globo terrestre, y aun se esfuerzan en identificarlas con los dias de Moisés. Pero nada comun hay entre estos dias y estas épocas imaginarias.

Los dias, en el Génesis, léjos de servir para expresar el tiempo empleado en la formacion de la tierra, parece que no empiezan, y siguiendo cási á todos los comentadores, realmente no empiezan sino despues de su creacion.

Ellos tienen por objeto otras creaciones diferentes de la del glo

1 San Pablo.

2 Gen.

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