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El conde de Castrillo. Que se conforma en que al conde de Peñaranda se le avise el recibo desta carta y se le apruebe lo que discurre en ella con ocasion de la intercepta que cita.

El marqués de Villafranca. Se cite, se le apruebe el recibo desta carta; en cuanto á lo que conviene é dársele, sin desconfiarle en otra ninguna manera, porque no le parece tiempo de hacerlo.

El marqués de Castel-Rodrigo. Se conforma con el marqués de Leganés en lo que se ha de escribir al conde de Peñaranda.

En lo que toca al duque de Lorena, se ha votado esta mañana con ocasion de otra carta del Conde que remitió Galarreta, en que habla de estas mismas sospechas, y segun la experiencia de otros años, en que las han puesto más adelante, se ha visto al cabo que el Duque y sus tropas han obrado bien; que siempre ha creido que Mazarini tenia alguna causa particular para no ajustarse con Lorena, conociendo cuán gran conveniencia fuera de la Francia sacar de allí aquellas tropas, mayormente no habiéndose descubierto medio para suplir aquella falta, aunque para este efecto se gastaron con Lamboy más de cuatrocientos mil escudos, y por el mismo efecto procuró el Marqués la venida del Sr. Archiduque, trayendo tropas; que no duda que el Duque habrá hecho decir á sueceses todo cuanto se refiere en esta carta, porque lo ha hecho otras cien veces, mas que tras eso ve que al mismo tiempo avisa el Conde que dan franceses al Príncipe de Condé ciudades del duque de Lorena, con fin, á su parecer, de asegurar al Príncipe en la contradiccion de la restitucion de equella Provincia, y consiguientemente en conservar la paz, y tambien la division que el Conde dice que se hace de Lorena, con que se quieren quedar; que no son medios de ajustarse con el Duque, al cual ha visto siempre muy puesto en no soltar nada, como tambien lo dice el Conde en otras cartas, y en desear que Vuestra Majestad continúe la guerra con Francia, por estar él tanto más adelantado, viendo á Vuestra Majestad en disposicion de poderlo hacer más desembarazadamente, y en razon de esto ha visto cartas que ha escrito á Alemania furiosísimas, y lo que más le asegura es verle prestar

50.000 ducados á Vuestra Majestad para reforzar nuestro ejército; que no era buen camino de querer quisiese seguir el partido contrario; mas con todo es muy conveniente estar con mucha atencion en la conformidad que se ha votado esta mañana.

El marqués de Valparaíso se conforma con lo que viene votado.

El marqués de Velada dijo lo mismo, y le parece que fuera del punto del duque de Lorena que contiene esta carta intercepta, y sobre él se ha discurrido, debe Vuestra Majestad advertirse de los demás designios del enemigo que la carta insinúa, para atravesarlos con todas las negociaciones posibles.

Vuestra Majestad mandará, etc.

Real decreto en la carpeta.-Está bien lo que parece, y lo que toca al de Lorena, lo he resuelto en otra consulta de fecha..... 1-Rúbrica.

AL REY

SOBRE LA NEGOCIACION CON HOLANDESES Y FRANCESES; COPIA DE LO QUE LE PASÓ Á BRUN CON LOS PRIMEROS ESTE DIA.

MUNSTER 2 DE ENERO DE 1648.

(Biblioteca Nacional.-Sala de Manuscritos.-E. 193.) ?

SEÑOR.

No sólo está ajustado todo el Tratado con holandeses enteramente, pero aprobada la forma de la ratificacion que desean,

4 En blanco en el original.

2 El Códice E.-193, de la Biblioteca Nacional, de donde hemos copiado estas cartas y todas las que llevan la misma signatura, es un volúmen en fólio, de 347 hojas, encuadernado en pergamino, y tiene el título de Minulas de despachos de D. Gaspar de Bracamonte y Guzman, conde de Peñaranda, mi señor, escritos al Rey Don Felipe IV, nuestro Señor; al señor D. Luis de Haro, privado de Su Majestad. y á otros Ministros, desde el mes de Enero hasta Junio de 1648, tiempo en que Su Excelencia estuvo en el Congreso de Munster, y despues en Bruselas con título de primer Plenipotenciario para el Tratado de la paz general, y Embajador extraordinario al Señor Emperador.

como he dicho, y despues el premio que tambien han querido que tenga grado y parte de negocio. En todo se reconoce que la intencion es buena, pero la dificultad de despegarse de franceses grande; y éstos tambien, por ganar el tiempo y ver cómo les sale lo de Nápoles, parece que se relajan en cosas que hasta ahora las habian tratado y estimado por insuperables. A mí me ha parecido dejarme entender con holandeses, de que no teniendo ya que tratar con ellos miéutras no firmaren y concluyeren el Tratado, no fiarlo sujeto para nuevas conferencias, particularmente despues de haberles declarado tantas veces hasta dónde puede llegar la facultad de mis instrucciones en el Tratado con franceses. Ellos me dejan, pero no dejan un punto á Brun; unas veces van todos y otras tres, y otras uno; y esta tarde ha venido Brun á referirme lo que le dijeron hoy. Yo le he pedido que me lo dé por escrito. Envio copia á Vuestra Majestad, y tambien la envío al Señor Archiduque, protestando á Vuestra Majestad que no creo que franceses hagan lo que el papel contiene de ninguna manera. He dicho á Brun que responda á holandeses, que en primer lugar no les perdonaré jamás la poca confianza con que me tratan, deteniendo el firmar el Tratado ajustado con ellos, y en cuanto á franceses, que sin restitucion de Lorena yo no puedo oir nada despues de haber franceses, por la declaracion escrita que de su parte me dieron medianeros (de que envié copia en despacho de 26 del pasado), hecho constar la intencion que tienen en cuanto á este Príncipe, y que supuesto que aquello está por escrito y dado solemnemente de franceses por mano de los medianeros, toda razon pide que tambien me venga por escrito lo que se dijere en contrario; además, que habiendo yo de dar en este punto satisfaccion, no sólo á Vuestra Majestad sino al Señor Emperador, al Señor Archiduque y al mismo duque de Lorena, no quiero quedar sujeto á equivocaciones ni palabras mal entendidas, de que he hecho tanta experiencia en el discurso de esta tratacion. Verdaderamente, si ellos se contentan de ofrecer la restitucion de Lorena con sinceridad, yo entraria en grandísima satisfaccion, porque tengo por imposible que se

dejen reducir á esto, si no es con una incomparable desconfianza de poderse conservar. En cuanto á mí no me atreveré á rehusar el partido, habiendo conseguido en el punto de Portugal y en los otros que están pendientes un razonable cumplimiento de la Real intencion de Vuestra Majestad y de las órdenes que tengo, y además una efectiva promesa de que franceses saquen sus armas y todo género de asistencias de Nápoles. Creo bien, que el duque de Lorena no se agradará pretendiendo el Ducado de Bar, y todos los otros dominios que le pertenecen en los Obispados de Metz, Tul y Verdum; pero en un Tratado como éste, en el cual, tanto Vuestra Majestad como el Señor Emperador, admiten las condiciones que se sabe, el mundo se escandalizaria con razon de que el duque de Lorena rehusase un partido tan aventajado, no habiéndole quedado un pié de tierra, y habiendo gobernado siembre sus intereses con el mal consejo que es notorio; y más se podria escandalizar el mundo de que Vuestra Majestad quisiese quedar en guerra porque el duque de Lorena no se contenta de ser restituido en una provincia tan principal, á instancia de Vuestra Majestad, que ha arrestado enteramente todo el discurso de la tratacion sólo por mantener este punto. Estos son discursos que se vienen á la consideracion de sí mismos, pero resta el cautelarse contra los contratiempos de Lorena y contra lo que podria obrar á daño de las provincias del País-Bajo, ó bien en las mismas Provincias, ó bien uniendo sus fuerzas con franceses ó sueceses; pero yo soy informado que todos estos inconvenientes se podrian. salvar con seguridad si en Flándes hubiese la providencia, prevencion y disposicion que es menester, y aunque las tropas sean del duque de Lorena, he entendido que muchos de sus oficiales principales aman el servicio de Vuestra Majestad, y que no estaria en mano del mismo Duque hacerles servir á daño de Vuestra Majestad ni del Señor Emperador. Vuelvo á decir, Señor, que nunca he vivido más recatado de franceses que estos dias, porque no pudiéndome persuadir á que quieran restituir á Lorena, soy forzado á temer que debajo de esta apariencia encubren algun grande artificio; ni es posible otra cosa, porque

haber gastado millones de ducados en remeter la armada de mar, y obligarla á hacer vela por Diciembre, hallarse ella hoy en Portolongo con que en dos dias podria estar sobre Nápoles, y ofrecer estos Plenipotenciarios tan francamente retirar todas las asistencias de Nápoles, son cosas del todo incompatibles. Yo discurro que estos hombres no van á perder nada en lo que ofrecen y van á ganar mucho embarazando á holandeses, ó bien persuadiéndolos á que rehusando yo partidos tan aventajados descubro que nunca tuve intencion de hacer paz con franceses, y sobre este pié, tanto en La Haya como en las particulares Provincias, pretenderán encender contra nosotros el odio y esforzar con sus amigos y parciales todo género de negociaciones á daño del Tratado presente; pero si yo aceptase las condiciones, se persuadirán á que no aventuran nada, porque estando bien ciertos de que Lorena no se contentará, podrán persuadirse á que le desobligaremos tanto con este partido como si de todo punto le dejásemos excluso, y pasarán á ganarle y darle satisfaccion por mano de sueceses, como apunta la carta intercepta del duque de Terranova que remití en despacho de 30 del pasado, y sacarán de él todas las ventajas que pudieren contra nosotros; y cuando bien hoy nos ajustásemos y firmásemos, primero de ratificarse el tratado han de pasarse siete semanas, en las cuales podrán ver todo lo que de Nápoles pueden esperar; si fuere á su gusto nunca les faltará pretexto ni achaque para romper, y les parecerá que cuando holandeses se pacificasen con Vuestra Majestad les queda bastante recompensa en la guerra de Nápoles. Si aquello les sucediere mal, todavía se persuadirán á que está en su mano la paz con las mismas condiciones que hoy se les ofrece. Todos estos son discursos muy sujetos á engaño. Es menester esperar del tiempo la claridad y realidad del negocio.

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