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RELACION

AL REY DON FELIPE IV

SOBRE EL ESTADO DE LA MONARQUIA ESPAÑOLA EN 1650,

HECHA POR EL CONDE DE PEÑARANDA.

(Biblioteca Nacional.-Sala de MS.)

RELACIONES

DEL SEÑOR DON GASPAR DE BRACAMONTE, CONDE DE PEÑARANDA Y PRESIDENTE del consejo de órdenes, al REY DON FELIPE IV, SOBRE LO OCURRIDO EN EL CONGRESO DE MUNSTER, AÑO DE 1648. ESTADO EN QUE SE HALLABA LA MONARQUÍA ESPAÑOLA, Y SUCESOS QUE TUVIERON LAS ARMAS ESPAÑOLAS LOS AÑOS DE 1649 Y1650 EN CATALUÑA, ITALIA, FLÁNDES Y FRANCIA.

MADRID 8 DE ENERO DE 1651.

(Biblioteca Nacional.-V. 238 y Cc. 60, f. 151.)

SEÑOR.

Estos cuadernos contienen un resúmen histórico de los sucesos principales que ha tenido la Monarquía desde que franceses, no se sabe si con mayor jactancia ó ambicion, rehusaron la paz que, en nombre de Su Majestad, les ofrecimos en Munster, si bien fuese de incomparable ventaja y reputacion para aquella Corona. Dió motivo al argumento y órden para escribir, D. Luis de Haro; la pluma es mia; el sujeto que se escribe, Vuestra Majestad mismo; y, en verdad, constituido en el mayor conflicto del reinado de Vuestra Majestad, puesto que agitado y combatido por el trascurso de treinta años continuos de violentos y graves y no ordinarios accidentes, ennoblecerá la historia con ejemplos de constancia más aína que de felicidad. No se consagra á Vuestra Majestad este papel para buscar en la grandeza de su Real nombre seguridad y apoyo con que salir en público (vano y vulgar concepto de las dedicatorias), porque no hay libro malo que se haya hecho comendable por la dignidad del Príncipe á quien se dedicó. Mis escritos y mis designios, y el más reservado pensamiento mio, todo está dedicado al siempre augusto esclarecido nombre de Vuestra Majestad; mas con una presuncion de tan subida ley, que, aspirando al honor sumo de llegar á los Reales piés de Vuestra Majestad, pretenden morir

en ellos si no se dignase Vuestra Majestad de hallar alguna utilidad en mandar que se publiquen. Dias há que iba meditando unas Memorias de los negocios principales en que he sido empleado por Vuestra Majestad en España y fuera, compañero en unos y director en otros, campo, si no me engaño, fértil de observaciones y advertimientos políticos y militares; pero habiendo Vuestra Majestad tenido por servicio suyo aumentar tanto mi ocupacion, todo el tiempo hé menester, ó para asistirla, ó para pensar el modo de aligerarla. Ocioso es protestar el deseo y atencion que he tenido en escribir verdad, porque si mi inclinacion no me llevase á hacerlo, me obligaria á seguir precisamente este camino el hablar con Vuestra Majestad y de aquellas cosas que Vuestra Majestad tiene tan presentes en la memoria. Siempre fué peligroso tratar de las acciones de los vivos; más peligroso si fuesen grandes Reyes, porque alabar el Gobierno presente, aunque sea con verdad, llaman adulacion y servitud los mal intencionados, que no suelen ser los ménos. Acusar á los que gobiernan, aunque fuese levantándoles testimonio, es agradable al oido del vulgo, y, aunque ordinariamente se escriba por sola esta ambicion, los que escriben se esfuerzan á darlo nombre de libertad, pero es maligna, insolente é indiscreta. Vuestra Majestad, superior por su generosa condicion, aún más que por su dignidad, á semejantes afectos, aborreciendo cuanto no es una verdad sincera, está mostrando la media senda de oro que deben seguir los escritores; y aunque los acaecimientos no hayan sido tan dichosos que puedan hacer rica la narracion, á lo ménos no hay respeto que obligue á rehusar el hacerla verdadera. Amemos, Señor (amemos con igualdad, ternura y fé la religion y la justicia), dos virtudes, dos polos en que debe apoyarse y afirmarse la Monarquía Católica, que áun espero yo ver, en el reinado de Vuestra Majestad, restituidos los tiempos florecientes de Trajano, tiempos de aquella rara felicidad que permite á cada cual que escriba lo que

4 Las palabras comprendidas entre paréntesis pertenecen al MS. Cc. 60.— (N. de E.)

siente, porque todos sienten lo que quieren y desean escribir. Gran recompensa del trabajo que he puesto sería que Vuestra Majestad se mande leer este papel; no me atreveré yo á pretenderlo, más que á juzgar á Vuestra Majestad ocioso y con sobra de tiempo, pero la Real benignidad y clemencia de Vuestra Majestad me consentirá esperar lo mismo que no me atrevo á pretender. Dios guarde la persona de Vuestra Majestad largos y felices años, como la Cristiandad há menester. Madrid 8 de Enero de 1651. El conde de Peñaranda.

SEÑOR.

Son tantas las condiciones y felicidades de la paz, que sólo pueden medirse con las miserias y calamidades de la guerra, y los grandes sabios y victoriosos Príncipes desearon siempre hacer servir las victorias y la reputacion de sus armas para asegurar una paz de honor, y de ventajas, y de seguridad á su Estado, sin que se halle ejemplo en la historia de alguno que, habiendo rehusado este generoso partido, dejase de arrepentirse con el tiempo.

Prosperaba el Gobierno de la Regencia de Francia, apoyado no ménos en las fuerzas de poderosos aliados, que en la propia virtud y valor de aquella belicosa Nacion; y llegara, sin duda, al postrar punto de felicidad, si los Ministros que dirigen aquel Consejo, quisieran contentarse de concluir la paz más gloriosa, y de mayor honor é interés, de cuantas jamás ha podido conseguir alguna Corona del orbe cristiano. Tales eran las condiciones que los Plenipotenciarios del Rey, nuestro Señor, acordaban, á favor del Rey Cristianísimo, á los Señores sus Plenipotenciarios en Munster, á los principios del año de 648; pero habiendo los Ministros de Francia comenzado esta guerra, no sólo sin causa ni razon, mas contra Religion del juramento, y contra todos los derechos, vínculos y alianzas de tantos y tan apretados parentescos, y estando en pié en los que gobiernan aquel Consejo las mismas máximas del Gobierno precedente (y quizá con mayor y más eficaz aprension), antepusieron el TOMO LXXXIV.

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