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para el Sr. D. Juan, y de la que V. E. escribió al Conde sobre aquel sujeto. Como no he visto los pareceres á que se remite el Sr. D. Juan, ni áun sé quiénes son los que le asisten, no puedo formar concepto en la materia. Sólo me parece que los asistentes no han hecho buena suputacion del tiempo, si pensaban acabar la empresa ántes de mutaciones, supuesto que no la han empezado á fin de Junio. Raro destino es el nuestro, y para hablar francamente, raro consejo y raro gobierno de nuestras cosas, pues en un año como este, donde pudiéramos haber sacado tantas ventajas, á 3 de Julio, en que escribo esta, no se sabe que en España ni en Italia, en mar ni en tierra, se haya disparado un arcabuzazo á franceses; con lo cual, el Cardenal, sin más riesgo que el de no querer ganar en Italia ni en España, ha podido arrojar todas las fuerzas por acá, y emprender la mayor conquista á que se haya atrevido en todo el tiempo de la guerra. No sé, delante de Dios, cómo podremos responder honradamente de acciones semejantes.

La última nueva que tengo del campo, etc. 1. Ayer tuve carta del conde de Lumiares, de 16 del pasado, en que nombra las compañías y regimientos que ha concertado para V. E., añadiendo que el dia siguiente tendria las órdenes para empezar la marcha. Tambien me parece imposible que el Señor D. Juan deje de conformarse en todo ó en parte con el parecer del conde de Oñate, suspendiendo la empresa, supuesto que el intentarla en este tiempo sería meter á riesgo conocido infructuosamente toda la Armada.

En la carta dirigida al Secretario Francisco Ugarte, se añade lo siguiente:

<< Algunas cartas de vuestra merced he recibido desde que el señor marqués de la Fuente salió de ahí para acompañar y servir á la Reina nuestra Señora. En la de 18 del pasado me confirma vuestra merced la noticia del feliz suceso que la Armada de esa República tuvo contra la del Turco, que por todas

4 Sigue el capítulo general como en las anteriores.-(Al márgen en el original.)

razones debe ser celebrada. A mí me ha cabido muy gran parte del alborozo, y así debo dar á vuestra merced las gracias por este aviso y por los demás que me ha continuado.

De lo que el Embajador de esa República en Francia ha escrito al Senado, que corresponde bien á lo que por otras muchas partes he entendido del ánimo del Cardenal Mazarini y de su poca inclinacion á la paz, vuestra merced muestra bien el celo y aplicacion con que sirve á Su Majestad. Yo quedo con profunda gratitud de su atencion y cuidado, y siempre desearé muchas ocasiones en que poder manifestar lo mucho que le estimo. En lo demás me remito á lo que escribo al Marqués. Dios, etc.>>

CARTA

Á LOS MINISTROS DE ITALIA Y DE ALEMANIA.
BRUSELAS 5 DE JULIO DE 1649.

(Biblioteca Nacional.-Sala de Manuscritos.-E. 190.)

El dia despues que partió la posta de Italia tuve correo del campo con aviso de que los franceses se levantaban del sito de Cambray. Ya dí aviso á V. E. del socorro que había entrado, y hubiera holgado infinito de que esta segunda nueva llegara á tiempo de poder despachar un alcance; pero era muy tarde, y así ahora doy á V. E. mil enhorabuenas deste feliz suceso, de tanta gloria y reputacion para las armas de Su Majestad, de que debemos muchas gracias á Nuestro Señor, porque eu verdad, el empeño en que se estaba era grande. Por la copia inclusa de la carta que me escribió el Señor coude de Fuentes verá V. E. la forma en que se dispuso esta accion, y remito á Colonia el pliego, con particular deseo de que allí halle forma de llegar cuanto ántes á manos de V. E. por el gusto que tendrá con esta noticia. Dios, etc.

CARTA

Á DON ALONSO DE CÁRDENAS. BRUSELAS 17 DE JULIO DE 1649.

(Biblioteca Nacional.-Sala de Manuscritos.-E. 190.)

Hállome con la última carta que V. S. I. se sirvió de escribirme en 9 de Julio, y obedeciendo lo que V. S. I. me manda, remito la copia de dos cartas que escribí al Secretario Navarro, de las cuales comprenderá fácilmente el dictámen que he tenido y tengo en cuanto á los intereses de este Rey mozo, y aunque escribí las cartas ántes de haber visto los despachos de España, en esta razon no tuve más que añadir despues de haberlos visto; pero los ingleses, segun entiendo, no se embarazarán por lo que yo dije al Cotinton y al Residente, ántes el Cotinton queda ya en marcha para caminar á España; y ayer me decia el conónigo Enrique Teller que, á su parecer, el principal intento desta jornada es irse á acabar la vida y comer en España, donde juzga que se lo darán, y si para conseguirlo más facilmente le pareciere medio á propósito el declararse católico, lo ejecutará con poca repugnancia. Suponiendo, pues, que este hombre vá allá, sin que le hayamos podido detener, no sé si será á propósito, ni áun segun la mente ó intencion de Su Majestad, el pasar grandes oficios para detener los que quisiere enviar ese Parlamento á España, porque deseando allá observar neutralidad en la forma que el Rey apunta, que es deteniendo los enviados de una y otra parte, me parece á mí que se podria y debia procurar mantener la misma neutralidad, admitiendo los enviados de los unos y de los otros; y áun para decir á V. S. todo lo que yo alcanzo en la materia, sin reserva ninguna, si me hallara en el Consejo desde luego hubiera consultado á Su Majestad este camino, porque para admitir los enviados deste nuevo Rey, creo que están de su parte poderosísimas razones, á las cuales por ventura no se podria responder, TOMO LXXXIV. 26

salvando la honestidad y decoro; y para admitir los enviados de ese nuevo Estado tiene el Rey de su parte el ejemplo del difunto Rey, el cual fué el primero que admitió los del Tirano de Portugal; y en efecto, el tiempo obliga á procurar no acrecentar enemigos, sobre todas las otras consideraciones. Entre tanto se veria como camina el mundo, y como son admitidos y tratados en otras partes los unos y los otros, confesando que la atrocidad y bestialidad de la muerte del Rey difunto hace abominables á esos hombres creo que en la sentencia de todo el mundo. Bien me parece que V. S. I. en el primer despacho podrá tener alguna más luz de la intencion del Rey, habiéndole representado anticipadamente todo lo que la materia dá de sí, con que he dicho cuanto se me ofrece por vía de discurso y por obedecer á V. S. I.

En cuanto á las cosas de aquí, es campo muy estéril de nuevas. Luego que el enemigo se retiró de Cambray, empezaron á pasar palabras de que queria volver á sitiar á Cambray, y en verdad no faltan hartas pretensiones, fundadas más aína en la soberbia del Cardenal y en la temeridad con que fía de su fortuna, que en alguna razon de guerra. Hállase hoy el ejército de franceses fortificado á Chateau Cambresi. El conde de Garcies, con un trozo de ejército, está fortificado en un puesto cerca de Cambray, y Su Alteza entre Buchain y Valenciennes. Esta noche llegará aquí Su Alteza para asistir mañana á la procesion del Santísimo, siendo Dios servido; y creo que mañana á la noche se volverá, como lo hizo el año pasado.

Habiendo visto el Cardenal Mazarini la carta que últimamente respondí al Nuncio y Embajador de Venecia, me han vuelto á escribir el Nuncio y Embajador la carta cuya es la inclusa copia, enviándomela con un gentil-hombre expreso que llegó ayer. Quedo aguardando á Su Alteza para darle cuenta y conferir sobre lo que se habrá de hacer. Hay harta apariencia de que podria seguir algun abocamiento con el Cardenal, y siempre ha parecido este el medio más proporcionado de llegar á concluir alguna paz, si el Cardenal la quisiere de veras. De lo que siguiere avisaré á V. S. I.

A Lumiares (con igual fecha).

Recibo la carta de V. E. de 30 del pasado con el alborozo que siempre me causan las buenas nuevas de la salud de V. E.

Hallámonos con cartas de España de hasta 26 de Junio. Presupongo que V. E. las tendrá. No hay cosa de nuevo sino continuarse el contagio de Sevilla, de donde escriben grandes lástimas.

En fin, me parece que hicieron saltar á Garay. Díceme el Sr. D. Luis que tendria 10.000 infantes y 3.000 caballos, y habiendo mandado allá toda la armada de mar, bajeles y galeras, podriamos, mediante Dios, esperar algun progreso de consecuencia.

De Caracena tengo carta de 30, sin haber podido salir en campaña, y esperaba con gran impaciencia las tropas de Alemania, porque de Nápoles y de España sabía bien que no tenía que esperar.

(Aquí el capítulo general.)

P. D. Acabo de llegar de Palacio de besar la mano á Su Alteza, quien me ha dicho que en la salva que se le hizo al pasar por Enghien, entró una bala de mosquéte por las vidrieras del coche en que venía; pero que, no obstante esto, Su Alteza se gobernó con tan gran prudencia, que en ningun modo permitió que se hiciese ninguna demostracion ni averiguacion del caso.

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