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que él dá para pensar en sus intereses y condicion, obligó al cuidado con que está el Archiduque y estamos todos. Y así me ha parecido representar á Vuestra Majestad en este despacho todo lo que se me ofrece, para que, entendido por Vuestra Majestad, se sirva de resolver lo que tuviere por más conveniente. Supuesto que estando Vuestra Majestad tan firme en la resolucion de continuar la guerra, parece inexcusable servirse de todos los medios que puedan contribuir á algun alivio ó socorro á las armas de Vuestra Majestad. Las órdenes que tengo de Vuestra Majestad se reducen á que no se admita partido ninguno en el Tratado de paz que no sea propuesto por el duque de Lorena ó aprobado por él. Esto es lo mismo que si Vuestra Majestad, por una expresa alteracion, declarase que su Real intenciones no hacer paz mientras viviere el duque de Lorena, por todos los motivos que en diferentes despachos mios he apuntado.

Los Estados y patrimonio del duque de Lorena, segun la plática que se tiene en estos Estados, se reduce á tres miembros, que son el ducado de Lorena, el ducado de Bar y los feudos y dominios que relievan y poseía la casa del Duque en los obispados de Metz, Thul y Verdun. La primera abertura sobre que se empezó á practicar por Enero de este año mediante la interposicion de holandeses, era la de que Francia restituyese ai duque en Lorena, reteniendo los otros dos miembros; y cuando franceses presupieron poder embarazar el Tratado entre Vuestra Majestad y holandeses, parece que se mostraban inclinados á este temperamento, particularmente el duque de Longavila y el conde de Avaux. Pero habiéndose ido estos dos y quedado el Servien solo en Munster. La Tullería, Embajajador de Francia en La Haya, mudó la proposicion, dividiendo la Lorena Vieja y Nueva, como tantas veces se ha avisado, dividiendo esta provincia con la Mosela; y el Cardenal con una sutil consideracion de Estado muy á su propósito, hizo dar al Príncipe de Condé las plazas de Chametz y Steney, que son de la Lorena que llaman Nueva. Con lo cual prendó al Príncipe de Condé en su partido, interesándole en la duracion de la

guerra por parecerle que no admitiria Vuestra Majestad esta oferta siendo menor que la primera que se hizo por Enero de toda la Lorena, y con la circunstancia de haber de demolerse todas las plazas fortificadas que se entregasen al Duque, que tal es la proposicion de la Tullería. Esto es todo lo que tengo en cuanto á las órdenes y lo que se ha platicado en la tratacion. Ahora se ofrece decir que el duque de Lorena, en el modo con que trata con Vuestra Majestad, en ninguna manera es aliado suyo ni merece tal nombre, porque sus tropas se compran y conciertan todos los años, renovándose cada año los tratados de las condiciones y vejaciones que es notorio de que resulta el desamor y áun la desconfianza con que el Duque procede con nosotros y nosotros con él, porque él piensa que cada dia nos hemos de acomodar sin él (no habiendo entre Vuestra Majestad y él algun Tratado que pueda embarazarlo), y ahora lo piensa más con el ejemplo de los alemanes. Y nosotros estamos en contínuo sobresalto, sabiendo al cierto (porque no lo niega el mismo Duque) que él está tratando sin cesar; sobre esta consideracion decia yo que estando Vuestra Majestad resuelto á hacer la guerra, y habiendo quedado solo, sería más á propósito y más del servicio de Vuestra Majestad hacer algun Tratado Real con el Duque con que él se asegurase de nosotros y nosotros nos asegurásemos de él, á lo ménos en la forma que se puede, supuesto que con él no hay seguro. Si Vuestra Majestad lo tuviese por conveniente, podrá ordenar que para esto se remita al Señor Archiduque algun poder especial, enviando juntamente las órdenes, y instrucciones, y advertencias que Vuestra Majestad tuviere por conveniente. Reconozco el peligro de tratar con un Príncipe del humor del Duque y el perjuicio que podria resultar de sujetarse Vuestra Majestad por un Tratado Real á caminar en la paz ó en la guerra, regulando sus intereses por el interés del duque de Lorena, y nunca me atreviera yo á proponer á Vuestra Majestad que sobre semejante presupuesto quisiera hacer la guerra. Pero habiendo de quedarse en guerra así como así, y estando ya empeñado la costumbre y por la necesidad á comprar cada año las

por

tropas del Duque, pienso que por este otro camino se podria. tratar con alguna más utilidad. De todo este discurso no se ha hablado una palabra tan sola con el Duque, porque el intento es dar cuenta á Vuestra Majestad, para que, si lo tiene por bien, envíe este poder al Archiduque, del cual se usará en caso de necesidad y segun las advertencias y órdenes que Vuestra Majestad fuere servido de remitir. Dios guarde, etc.

COPIA DE CARTA DESCIFRADA

DEL CONDE DE PEÑARANDA Á SU MAJESTAD, FECHA EN BRUSELAS Á 21 DE ENERO DE 1649.

(Archivo general de Simancas.-Secretaría de Estado.-Leg. 2.070.)

SEÑOR.

La persona de Amsterdan que otras veces ha dado avisos muy importantes del servicio de Vuestra Majestad, escribe al Secretario D. Pedro Fernandez del Campo la copia 1 inclusa que me ha parecido remitirla á Vuestra Majestad que mandara estimar la materia y hacer en ella la reflexion que más hallare convenir. Dios, etc.

4 La copia á que se refiere trata del aviso que se daba al conde de Peñaranda sobre el acuerdo que se habia tomado de hacer guerra á Portugal. (Nota en el original.)

COPIA DE CARTA DESCIFRADA

DEL CONDE DE PEÑARANDA Á SU MAJESTAD, FECHA EN BRUSELAS Á 21 DE ENERO DE 1649,

(Archivo general de Simancas.-Secretaría de Estado.-Leg. 2.071.)

SEÑOR.

Su Alteza me dice que ha mandado recoger con particular curiosidad todos los avisos que tenemos de Francia para remitirlos á Vuestra Majestad; es punto innegable que consta por los arrestos impresos del Parlamento, que tambien se remitirán, el grande empeño en que ha entrado aquel Parlamento, y aunque el sobrescrito sea siempre contra el Cardenal Mazarini, cualquiera mediano discurso comprende con facilidad cuán dificultoso será que aquel cuerpo tan grande de aquel Parlamento, que se vé tan empeñado y tan obedecido y respetado, se contente de ceder en todo cuando bien se fuese el Cardenal Mazarini ó le matasen, porque siendo fuerza que en este caso pretenderán el duque de Orliens y el Príncipe de Condé la suprema autoridad de todo, tambien parece evidente que ni el Parlamento querrá despojarse della, ni ménos fiarse destos Príncipes, los cuales hoy se ven tan ofendidos del Parlamento, y tan declarados contra él las armas en la mano en cualquiera caso, que suceda lo que sucediere, á mi entender son ya grandes las ventajas que se siguen al servicio de Vuestra Majestad, y tan grandes, que hasta ver un poco más claro, aunque estuviese en mi mano, yo no me contentara hoy de hacer la paz sin grandísimas ventajas, ni áun creo que con ellas, porque durando las contiendas en Francia, mediante Dios, se nos abrirá camino, no sólo á la recuperacion de lo perdido, mas para pensar otras cosas mayores, y paréceme inexcusable se nos deje de llamar por alguno de los dos partidos, sino es que

nos llamen entrambos, y hallándonos con mediana prevencion y disposicion, podemos obrar dentro y fuera de casa lo que nos conviniere; pensando yo sobre todo esto (porque en verdad dia y noche no se puede pensar en otra cosa) me ha parecido representar á Vuestra Majestad que si la armada de mar no tiene algun muy preciso y señalado empleo en el mar Mediterráneo, sería de grandísima conveniencia en el mar Océano, porque es imposible que los hugonotes quieran estar quedos cuando se les presenta una ocasion tan oportuna para restablecer su partido, y este partido de los hugonotes es del que se debe hacer mayor caudal, supuesto que de sí mismo está formado. Hay gente de la religion, hay armas, hay ánimos irritados, celo y deseo de restituirse en la prístina autoridad, sólo falta cabeza y medios con que levantar cuatro murallas en la Rochela, en Montalban y en otras plazas desta consecuencia, y es harto verosímil que acabándose de asentar las cosas en Inglaterra en cualquiera forma que sea, entrarán de buena gana en aquel empeño los ingleses, por el ódio antiguo que tienen á franceses, renovado con este último tentativo que franceses hicieron sobre Irlanda, y porque si se resuelven á disponer de la persona de aquel Rey (cosa harto deplorable), no solamente de todos los Reyes, pero de todos los hombres de bien del mundo, parece imposible que puedan fiarse nunca de franceses ni dejar de procurar mortificarlos, fomentando la guerra dentro en Francia; y siendo tantos los avisos que Vuestra Majestad ha tenido de la buena disposicion que hay en la Rochela, ocasion de lograr un lance no puede ser mejor; considero además que los reinos de Italia es imposible que sean acometidos de franceses vigorosamente, porque el primer rumor de los descontentos de París y de los movimientos que allí han comenzado, todos los Príncipes de Italia irán abriendo los ojos, y no es verosímil que franceses tengan fuerzas y caudal para acudir á tantos empeños; en fin, Señor, siendo la primera regla de Estado acomodar los consejos al tiempo y á los accidentes que son tan ordinarios en las cosas humanas, Vuestra Majestad se servirá de tener entendido que, mediante Dios, yo me gobernaré si llega

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