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donde no hay otra agua sino la que destilla un árbol cuando está cubierto de niebla, y cúbrese cada día por las mañanas; extrañeza de natura admirable. Vivían todos los de aquellas islas en cuevas y chozas, y la cueva de los reyes de Galdar estaba cavada en vivas peñas, y toda chapada de tablones del corazón de pino, que dicen teda, madera perpetua. Andaban desnudos o, cuando mucho, con cada dos cueros de cabras, peludos. Ensebábanse mucho para endurescer el cuero, majando el sebo de cabras con zumo de yerbas; comían cebada como trigo, que no lo tenían; comían cruda la carne por falta de lumbre, a lo que cen; mas yo no creo que caresciesen de lumbre, cosa tan necesaria para la vida y tan fácil de haber y conservar. No tenían hierro, que también era gran falta; y así, labraban la tierra con cuernos: cada isla hablaba su lenguaje, y así no se entendían unos a otros; eran en la guerra esforzados y cuidadosos; en la paz, flojos desolutos; usaban ballestas de palo, dardos y lanzones con cuernos por yerros; tiraban una piedra con la mano tan cierta como una saeta con la ballesta; escaramuzaban de noche por engañar los enemigos; pintábanse de muchas colores para la guerra y para bailar las fiestas; casaban con muchas mujeres, y los señores y capitanes rompían las novias por honra o por tiranía; adoraban ídolos, cada uno al que quería; aparescíaseles mucho el diablo, padre de la idolatría; algunos se despeñaban en vida a la eleción del señor, con gran pompa y atención del pueblo, por ganar fama y hacienda para los suyos, de un gran peñasco, que llaman Ayatirma; bañaban los muertos en la mar, y secábanlos a la sombra, y liábanlos después con correas pequeñitas de cabras, y así duraban mucho sin corromperse. Es mucho de maravillar que, estando tan cerca de Africa, fuesen de diferentes costumbres, traje, color y religión que los de aquella tierra; no sé si en lengua, porque Gomera, Telde y otros vocablos

y

así hay en el reino de Fez y de Benamarín, y que caresciesen de fuego, hierro, letras y bestias de cargo; lo cual todo es señal de no haber entrado allí cristianos hasta que nuestros españoles y Betancurt fueron allá; después que son de Castilla son cristianos y visten como en España, donde vienen con las apelaciones y tributos; tienen mucho azúcar, que antes no tenían, y que les enriquesce la tierra; entre otras cosas que después acá tienen son peras, de las cuales se hacen en la Palma tan grandes que pesan a libra, y alguna pesa dos libras. Dos cosas andan por el mundo que ennoblescen estas islas: los pájaros canarios, tan estimados por su canto, que no hay en otra ninguna parte, a cuanto afirman, y el canario, baile gentil y artificioso.

CCXXIV

Loor de españoles.

Tanta tierra como dicho tengo han descubierto, andado y convertido nuestros españoles en sesenta años de conquista. Nunca jamás rey ni gente anduvo y sujetó tanto en tan breve tiempo como la nuestra, ni ha hecho ni merescido lo que ella, así en armas y navegación como en la predicación del santo Evangelio y conversión de idólatras; por lo cual son españoles dignísimos de alabanza en todas las partes del mundo. Bendito Dios, que les dió tal gracia y poder! Buena loa y gloria es de nuestros reyes y hombres de España que hayan hecho a los indios tomar y tener un Dios, una fe y un baptismo, y quitádoles la idolatría, los sacrificios de hombres, el comer carne humana, la sodomía y otros grandes y malos pecados, que nuestro buen Dios mucho aborresce y castiga. Hanles también quitado la muchedumbre de mujeres, envejecida cos

tumbre y deleite entre todos aquellos hombres carnales; hanles mostrado letras, que sin ellas son los hombres como animales, y el uso del hierro, que tan necesario es a hombre; asimismo les han mostrado muchas buenas costumbres, artes y policía para mejor pasar la vida; lo cual todo, y aun cada cosa por sí, vale, sin duda ninguna, mucho más que la pluma ni las perlas ni la plata ni el oro que les han tomado, mayormente que no se servían destos metales en moneda, que es su proprio uso y provecho, aunque fuera mejor no les haber tomado nada, sino contentarse con lo que sacaban de las minas y rios y sepulturas. No tiene cuenta el oro y plata, ca pasan de sesenta millones, ni las perlas y esmeraldas que han sacado de so la tierra y agua; en comparación de lo cual es muy poco el oro y plata que los indios tenían. El mal que hay en ello es haber hecho trabajar demasiadamente a los indios en las minas, en la pesquería de perlas y en las cargas. Oso decir sobresto que todos cuantos han hecho morir indios así, que han sido muchos, casi todos han acabado mal. En lo al, parésceme que Dios ha castigado sus gravísimos pecados por aquella via. Yo escribo sola y brevemente la conquista de Indias. Quien quisiere ver la justificación della, lea al doctor Sepúlveda, coronista del emperador, que la escribió en latín doctísimamente; y así quedará satisfecho del todo.

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FIN DEL TOMO SEGUNDO Y ÚLTIMO

BARCE

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