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y subiéronse a lo alto. Eran las ovejas (1) del Sol, ca tenían los templos, cada uno en su tierra, grandes rebaños dellas. Y nadie las podía matar, so pena de sacrilegio, salvo el rey en tiempo de guerra y caza. Inventaron esto los reyes del Cuzco para tener siempre bastimento de carne en las continuas guerras que hacían. Llegados que fueron los nuestros a Sant Miguel, despachó Alvarado a Garci Holguín a Puerto Viejo a entregar los navíos de su flota a Diego de Mora, capitán de Almagro, el cual entonces hizo grandes dádivas y socorros en dineros, armas y caballos a los suyos y a los de Alvarado. Fundó luego a Trujillo, como Pizarro escribió. Dejó por teniente a Miguel de Astete, y vínose a Pachacama, donde Francisco Pizarro recibió muy bien a Pedro de Alvarado y le pagó de contado los cien mil pesos de oro que Almagro prometió por la flota. No faltaron ruines que dijesen a Pizarro prendiese a Alvarado por haber entrado con mano armada en su juridición y lo enviase a España, y que no le pagase; e ya que pagar le quisiese, no le diese sino cincuenta mil pesos, pues más no valían los navíos, dos de los cuales eran suyos. Pizarro no lo quiso hacer, antes le dió otras muchas cosas y lo dejó ir libremente, como supo estar las naos en Sant Miguel y en poder de Diego de Mora. Fuese Alvarado a Cuauhtemallán casi solo, y quedaron en el Perú los suyos, que como eran nobles y valientes, y aun bravosos, llegaron a ser después muy principales en aquella tierra.

(1) Los españoles llamaron <ovejas del Perú» a las llamas, pacas y vicuñas. (Nota D).

CXXX

Nuevas capitulaciones entre Pizarro y Almagro.

Francisco Pizarro pobló tras esto la ciudad de Los Reyes, a la ribera de Lima, río fresco y apacible, cuatro leguas de Pachacama, y cerca de la mar. Pasó a ella los vecinos de Jauja, que no era tan buena vivienda. Envió al Cuzco a Diego de Almagro con muchos españoles a regir la ciudad. Y él fuése a Trujillo a repartir la tierra e indios entre los pobladores. Tuvo nueva y cartas Almagro, estando en el Cuzco, de cómo el emperador le había hecho mariscal del Perú y gobernador de cien leguas de tierra más adelante que Pizarro gobernaba; y quiso serlo luego y antes de tener la provisión. Y como el Cuzco no entraba en la gobernación de Pizarro y había de caer en la suya, comenzó a repartir la tierra y mandar y vedar por sí, dejando los poderes del compañero y amigo; y le faltaron para ello favor y consejo de muchos, entre los cuales era Hernando de Soto. Envió corriendo Pizarro a Verdugo con poder para Juan Pizarro y revocación de Almagro. Contradijéronle reciamente Juan y Gonzalo Pizarro y los más del regimiento; y así no salió con su intento. Llegó Pizarro en esto por la posta, y apaciguólo todo amigablemente. Juraron de nuevo sobre la hostia consagrada Pizarro y Almagro su vieja compañía y amistad, y concertaron que Almagro fuese a descubrir la costa y tierra de hacia el estrecho de Magallanes, porque decían los indios ser muy rica tierra el Chili, que por aquella parte estaba; y que si buena y rica tierra hallase, que pedirían la gobernación della para él, y si no, que partirían la de Pizarro, como la demás hacienda, entre sí; harto buen concierto era, si engañoso no fuera. Juraron, empero, entrambos de

nunca ser el uno contra el otro, por bien ni mal que les fuese, y aun afirman muchos que dijo Almagro, cuando juraba, que Dios le confundiese cuerpo y alma si lo quebrantaba ni entraba con treinta leguas en el Cuzco, aunque el emperador se lo diese. Otros, que dijo: Dios le confunda el cuerpo y alma al que lo que

brantare.»

CXXXI

La entrada que Diego de Almagro hizo al Chili.

Aderezóse Almagro para ir al descubrimiento de Chili, como estaba concertado. Dió y emprestó muchos dineros a los que iban con él, porque llevasen buenas armas y caballos, y así junto quinientos y treinta españoles muy lucidos y que de buena gana querían ir tan lejos por su liberalidad y por la gran fama de oro y plata de aquellas tierras. Muchos también hubo que dejaron su casa y repartimientos por ir con él, pensando mejorarlos. Almagro, pues, dejó allí en el Cuzco a Juan de Rada, criado suyo, haciendo más gente. Envió delante a Juan de Saavedra, de Sevilla, con ciento, y él partióse luego con los otros cuatrocientos y treinta, y con Paulo y Villaoma, gran sacerdote, Filipillo y otros muchos indios honrados y de servicio y carga. Topó Saavedra en los Charcas ciertos chileses, que traían al Cuzco, no sabiendo lo que pasaba, su tributo en tejuelas de oro fino, que pesaron ciento y cincuenta mil pesos. Fué principio de jornada, si tal fin tuviera. Quiso prender allí al capitán Grabiel de Rojas, que por Pizarro estaba. Mas él se guardó y se volvió al Cuzco por otro camino con su gente. De los Charcas al Chile pasó Almagro mucho trabajo, hambre y frío, ca peleó con grandes hombres de cuerpo, y diestros flecheros. Heláronsele muchos

GÓMARA: HISTORIA DE LAS INDIAS.-T II.

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hombres y caballos, pasando unas grandes sierras nevadas, donde también perdió su fardaje. Halló ríos que corren de día y no de noche, a causa que las nieves se derriten con el Sol y se hielan con la Luna. Visten los de Chile cueros de lobos marinos; son altos y hermosos; usan arcos en la guerra y caza; es la tierra bien poblada y del temple que nuestra Andalucía, sino que allá es noche cuando acá día, y su verano cuando nuestro invierno. En fin, podemos decir que son antípodes nuestros. Hay muchas ovejas, como en el Cuzco, y muchos avestruces. Españoles los mataban a caballo, poniéndose en paradas; que un caballo no corre tanto como trota un avestruz (1).

CXXXII

Vuelta de Fernando Pizarro al Perú.

Poco después que Almagro se partió a Chili, llegó Fernando Pizarro a Lima, ciudad de Los Reyes. Llevó a Francisco Pizarro título de marqués de los Atavillos, y a Diego de Almagro la gobernación del nuevo reino de Toledo, cien leguas de tierra contadas de la raya de la Nueva Castilla, juridición y distrito de Pizarro, hacia el sur y levante. Pidió servicio a los conquistadores para el emperador, que decía pertenescerle, como a rey, todo el rescate de Atabaliba, que también era rey. Ellos respondieron que ya le habían dado su quinto, que le venia de derecho, y aína hubiera motin, porque los motejaban de villanos en España y Corte, y no merecedores de tanta parte y riquezas; y no digo

(1) Para detalles de la conquista del Perú y exploración de Chile, léase Cieza de León (P.), La Crónica del Perú, en la colección de Viajes clásicos, editada por CALPE.

entonces, pero antes y después lo acostumbran decir acá los que no van a Indias; hombres que por ventura merescen menos lo que tienen, y que no se habían de escuchar. Francisco Pizarro los aplacó diciendo que merescían aquello por su esfuerzo y virtud, y tantas franquezas y preeminencias como los que ayudaron al rey Don Pelayo y a los otros reyes a ganar a España de los moros. Dijo a su hermano que buscase otra manera para cumplir lo que había prometido, pues ninguno quería dar nada, ni él les tomaría lo que les dió. Fernando Pizarro entonces tomaba un tanto por ciento de lo que hundían, por lo cual incurrió en gran odio de todos; mas él no alzó la mano de aquello, antes se fué al Cuzco a otro tanto, y trabajó de ganar la voluntad a Mango, inga, para sacarle alguna gran cuantía de oro para el emperador (1), que muy gastado estaba con las jornadas de su coronación, del turco en Viena y de Túnez; y para sí también.

CXXXIII

La rebelión de Mango, inga, contra españoles.

Mango, hijo de Guaynacapa, a quien Francisco Pizarro dió la borla en Vilcas, se mostró bullicioso y hombre de valor, por lo cual fué metido en la fortaleza del Cuzco en prisiones de hierro. Mas desde allí, y aun antes que le prendiesen, tramó de matar los españoles y hacerse rey como su padre fué. Hizo hacer muchas armas de secreto y grandes sementeras para tener el pan abasto en las guerras y cercos que poner esperaba. Concertó con su hermano Paulo, con Villaoma y Filipillo, que matasen a Diego de Almagro

(1) El emperador Carlos V.

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