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otra. En la ciudad de Los Reyes hay otra chancillería para todas las provincias del Perú, donde preside el virrey don Antonio de Mendoza, que también fué virrey de Méjico. Hay también gobernadores en muchas partes, como en el Boriquén, Panamá, Cartagena y Venezuela, y adelantados que gobiernan, como Francisco de Montejo en Yucatán. Hay sin esto alcaldes ordinarios en cada pueblo y corregidores en los grandes, que proveen los virreyes en su jurisdicción. Los obispos administran justicia en lo eclesiástico, y son muchos. Santo Domingo es arzobispado, y tiene por sufraganos a los obispos de Cuba, Boriquén, Honduras, Panamá, Cartagena y Santa Marta. Méjico es arzobispado, y acuden a él los obispos de Jalisco, Mechuacán, Guajaca, Tascala, Guatimala, Chiapa y Nicaragua. La ciudad de Los Reyes, en el Perú, es arzobispado, cuyos sufraganos son los obispados del Cuzco, Quito y Charcas. Es patrón de todos los obispados, dignidades y beneficios el rey de Castilla; y así, los provee y presenta; por manera que es señor absoluto de las Indias, que son tanta tierra como habemos mostrado; por lo cual podemos afirmar ser el rey de España el mayor rey del mundo.

CCXIX

Un dicho de Séneca acerca del Nuevo Mundo, que paresce adevinanza.

Decir lo que ha de ser mucho antes que sea es adevinar, y adevino llaman al que acierta lo porvenir, y muchas veces aciertan los que hablan por conjetura y por instinto y razón natural, que los que hablan por revelación y por espíritu de Dios profetas son, de los cuales creo enteramente cuanto escribieron. A los de

más no creo, ni se han de creer, por más apariencia, semejanza, razones ni demostración que tengan, aunque mucho es de maravillar cómo aciertan alguna vez; pero, como dicen, quien mucho habla, en algo acierta. Todo esto digo considerando lo que dijo Séneca, el x poeta, en la tragedia Medea, acerca del Nuevo Mundo, que llaman Indias, ca me paresce cuadrar puntualmente con el descubrimiento de las Indias, y que nuestros españoles y Cristóbal Colón lo han sacado verdadero. Dice, pues:

«Vernán siglos de aquí a muchos años que afloje las ataduras de cosas el Océano, y que aparezca gran tierra, y descubra Tifis, que es la navegación, nuevos mundos, y no será Tile la postrera de las Tierras.» Y en latín:

Venient annis

Saecula seris, quibus Oceanus,
Vincula rerum laxet, é ingens
Pateat tellus, Tiphisque novos
Detegat orbes.

Nec sit terris ultima Thile.

CCXX

De la isla que Platón llama Atlántide.

Platón cuenta, en los diálogos Timeo y Cricia, que hubo antigüísimamente en el mar Atlántico y Océano grandes tierras, y una isla dicha Atlántide, mayor que Africa y Asia, afirmando ser aquellas tierras de allí verdaderamente firmes y grandes, y que los reyes de aquella isla señorearon mucha parte de Africa y de Europa. Empero que con un gran terremoto y lluvia se hundió la isla, sorbiendo los hombres, y quedó tanto cieno, que no se pudo navegar más aquel mar Atlántico. Algunos tienen esto por fábula, y muchos

por historia verdadera; y Próculo, según Marsilio dice, alega ciertas historias de los de Etiopía, que hizo un Marcelo, donde se confirma. Pero no hay para qué disputar ni dudar de la isla Atlántide, pues el descubrimiento y conquistas de las Indias aclaran llanamente lo que Platón escribió de aquellas tierras, y en Méjico llaman a la agua atl, vocablo que parece, ya que no sea, al de la isla. Así que podemos decir cómo las Indias son la isla y tierra firme de Platón, y no las Hespérides, ni Ofir y Tarsis, como muchos modernos dicen, ca las Hespérides son las islas de Cabo Verde y las Gorgonas, que de allí trujo Hanon monas. Aunque con lo de Solino hay alguna duda, por la navegación de cuarenta días que pone. También puede ser que Cuba, o Haiti, o algunas otras islas de las Indias, sean las que hallaron cartagineses, cuya ida y población vedaron a sus ciudadanos, según cuenta Aristóteles o Teofrasto, en las maravillas de natura no oídas. Ofir y Tarsis no se sabe dónde ni cuáles son, aunque muchos hombres doctos, como dice Sant Augustín, buscaron qué ciudad o tierra fuese Tarsis. Sant Jerónimo, que sabía la lengua hebrea muy bien, dice sobre los profetas, en muchos lugares, que Tarsis quiere decir mar; y así, Jonás echó a huir a Tarsis, como quien dice a la mar, que tiene muchos caminos para huir sin dejar rastro. Tampoco fueron a nuestras Indias las armadas de Salomón, porque para ir a ellas habían de navegar hacia poniente, saliendo del mar Bermejo, y no hacia levante, como navegaron; y porque no hay en nuestras Indias unicornios ni elefantes, ni diamantes, ni otras cosas que traían de la navegación y trato que llevaban.

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CCXXI

El camino para las Indias.

Pues habemos puesto el sitio de las Indias, conveniente cosa es poner el camino por donde van a ellas, para cumplimiento de la obra y para contentamiento de los leyentes, especial extranjeros, que tienen poca noticia dél. Parten los que navegan a Indias de San Lúcar de Barrameda, do entra Guadalquivir en la mar, que está de la línea Equinocial treinta y siete grados, y en ocho días o doce van a una de las islas de Canaria, que caen a veinte y siete grados, y a docientas y cincuenta leguas de España, contando hasta el Hierro, que es la más ocidental. De allí hasta Santo Domingo, que hay al pie de mil leguas, suelen por la mayor parte ir en treinta días. Tocan o ven primero a la Deseada, o alguna otra isla de muchas que hay en aquel paraje. De Santo Domingo, escala general para la ida, navegan seiscientas leguas los que van a la Nueva España y trecientas y cincuenta los que van a Yucatán y a Honduras; docientas y cuarenta los que van al Nombre de Dios, y ciento y cincuenta los que a Santa Marta, por do entran al nuevo reino de Granada. Los que van a Cubagua, donde sacan perlas, toman su camino desde la Deseada a mano izquierda; para ir al río Marañón y al de la Plata y al estrecho de Magallanes, que es cuatro mil leguas de España, se va por Canaria a las islas de Cabo Verde, que están en catorce y quince grados, y cerca de quinientas leguas del estrecho de Gibraltar, y reconoscen tierra firme de Indias en el Cabo Primero o en el cabo de Sant Augustín, o no muy lejos, que, según cuenta de_mareantes, estará casi otras quinientas leguas de Cabo Verde. Quien va al Perú ha de ir al Nombre de Dios,

y de allí a Panamá por tierra, decisiete leguas que hay. En Panamá toman otros navíos, y esperan tiempo, ca no se navega siempre aquel mar del Sur. A la vuelta vienen todos, si no quieren perderse, a la Habana de Cuba, que cae debajo el trópico de Cancro, y desde allí, echando al norte por tener viento, suelen tomar la Bermuda, isla despoblada, aunque no de sátiros, según mienten, y puesta en treinta y tres grados. Tocan luego en alguna isla de los Azores, y en fin, aportan a España, de donde salieron. Desvíanse a la venida, de la derrota que llevaron, trecientas leguas, y aun por ventura cuatrocientas. Hacen tan diferente camino a la vuelta por seguridad y presteza. Segura navegación es toda, por ser la mar larga, aunque pocos navegan que no cuenten de tormentas; lo peor de pasar a la ida es el golfo de las Yeguas, entre Canaria y España, y a la venida, la canal de Bahama, que es junto a la Florida. Ningún hombre que no sea español puede pasar a las Indias sin licencia del rey, y todos los españoles que pasan se tienen de registrar en la casa de la Contratación de Sevilla, con toda la ropa y mercaderías que llevan, so pena de perderlas, y también se han de manifestar a la vuelta en la mesma casa, so la dicha pena, aunque con tiempo forzoso desembarquen en otro cualquier puerto de España, que así lo manda la ley.

CCXXII

Conquista de las islas de Canaria.

Por ser las islas de Canaria camino para las Indias, y nuevamente conquistadas, escribo aquí su conquista. Muy sabidas y loadas fueron siempre las islas de Canaria, según autores griegos, latinos, africanos y otros gentiles escriben. Mas no sé que hayan sido de cris

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