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CCVII

Cuauhtemallán.

Entretanto que Gil González de Avila estuvo rescatando y convertiendo en tierra de Nicaragua, según se dijo de suso, corrió el piloto Andrés Niño la costa hasta Tecoantepec, a lo que contaba, buscando estrecho, el año de 1522. Fernando Cortés la pobló y conquistó luego por capitanes que desde Méjico envió; el cual, como tuvo en su poder a Motezuma, procuró de saber de la mar del Sur para poblar en ella, pensando haber por allí grandes riquezas, así en especias como en oro, plata, perlas; mas no pudo poblar tan presto por la guerra y cerco de Méjico. Empero, como ganó aquella ciudad y otras, lo hizo, ca envió a buscarla cuatro españoles con guías de indios por dos caminos; los cuales llegaron a ella, tomaron posesión y volvieron con hombres de aquella costa y con muestra de oro, plata y otras riquezas. Cortés trató muy bien aquellos indios, dióles cosillas de rescate, rogóles que hiciesen con los señores de su tierra fuesen amigos de cristianos, que habrían por ellos mucho bien, y o viniesen a Méjico o recibiesen allá españoles. El señor de Tecoantepec aceptó la embajada y amistad. Envió docientos caballeros y criados con un presente a Cortés, y dende a poco envió a pedirle socorro contra los de Tututepec, diciendo que le hacían guerra por haberse dado por amigo de cristianos. Cortés entonces envió allá a Pedro de Alvarado con docientos españoles a pie y cuarenta de caballo, y con dos tirillos de campo. Entró Alvarado en Tututepec por marzo del año de 1523. Halló alguna resistencia; mas luego fué recebido en la ciudad, donde hubo algún oro, plata, perlas y ropa y un hijo del señor. Envió a Cuauhtemallán

dos españoles que hablasen con el señor y le ofresciesen su amistad y religión, el cual preguntó si eran de Malinge, que así llamaban a Cortés, dios caído del cielo, de quien ya tenía noticia; si venían por mar o por tierra, y si dirían verdad en todo lo que hablasen. Ellos respondieron que siempre hablaban verdad, y que iban a pie por tierra, y que eran de Cortés, capitán invencible del emperador del mundo, hombre mortal y no dios; pero que venían a mostrar el camino de la inmortalidad. Preguntóles si traía su capitán unos grandes monstruos marinos que habían pasado por aquella costa el año antes; y decíalo por las naos de Andrés Niño. Ellos dijeron que sí, y aun mayores; y el uno, que se llamaba Treviño y era carpintero de naos, debujó una carraca con seis mástiles en un gran patio. Los indios se maravillaron mucho de la grandeza, velas, jarcia, gavias y aparato de tal navío. Preguntóles asimesmo cómo eran los españoles tan valientes que nadie los vencía, no siendo mayores que otros hombres. Respondieron que vencían con ayuda de Dios del cielo, cuya santísima ley publicaban por aquellas partes, y con unos animales en que cabalgaban; y pintaron luego allí un caballo grandísimo con un hombre armado encima, que puso espanto en todos los indios que a verlo venían. El señor entonces dijo que quería ser amigo de tales hombres, y darles cincuenta mil soldados para que conquistasen unos sus vecinos que le destruían la tierra. A esto dijeron los dos españoles que lo harían saber a Pedro de Alvarado, capitán de Cortés, para que viniese. Y con tanto se despidieron, y él les dió cinco mil hombres cargados de ropa, cacao, maíz, ají, aves y otras cosas de comer, y veinte mil pesos de oro en vasos y joyas, que fué alegría para entrambos, aunque mala para el uno, porque hurtó no sé cuantas piezas de oro y fué por ello azotado y desterrado de la Nueva España. Esta fué la primera entrada y noticia de Cuauhtemallán. Entendien

do Cortés cuán poblada y rica tierra era aquélla, y la mar muy a propósito para descubrir nuevas tierras y islas, envió cuarenta españoles, los más carpenteros e hombres de mar, a labrar navíos en Zacatula, que está cerca de Tututepec o Tuantepec, como dicen otros; y envió luego tras ellos a conquistar y poblar a Colima, riberas de aquel mar. Envió también dos españoles con algunos de Méjico y de Xochnuxco, que ya estaba poblado, a Cuauhtemallán, a convidar con su amistad al rey y vecinos; los cuales recibieron bien la embajada, y enviaron docientos hombres a confirmarla con un razonable presente. Tenían entonces guerra con los de Xochnuxco, y arreciáronla más, pensando que los cristianos, o les ayudarían, o no les contradirían con la nueva amistad. Hicieron sus mensajeros a los españoles que poblaban en Xochnuxco, en desculpa de aquella guerra, diciendo que no eran ellos los que la hacían, sino ciertos bandoleros. Quejáronse los de Xochnuxco a Cortés, y él envió allá a Pedro de Alvarado con cuatrocientos y veinte españoles, que llevaban ciento y setenta caballos, cuatro tiros, mucho rescate, y muchos caballeros y mucha gente mejicana. Partió de Méjico Pedro de Alvarado por deciembre del año de 1523. Anduvo mucho camino, ganó por fuerza a Utlatlán, y entró en Cuauhtemallán pacíficamente a 12 de abril del año siguiente. Salió a conquistar la tierra y costa por hacia Nicaragua, y en volviendo edificó allí la ciudad de Santiago, y después otros lugares, y conquistó mucha tierra, ca siempre Cortés le enviaba españoles, caballos, hierro, ropa, bohonería y cosas semejantes; y le favorescía, porque le había prometido de casarse con Cicilia Vázquez, su prima hermana, y le hizo su teniente en aquella provincia. Pedro de Alvarado vino a España con voluntad de Cortés. Casóse con doña Francisca de la Cueva, de Ubeda, por donde tuvo favor de Cobos, y negoció la gobernación de Cuauhtemallán.

Volvió a la Nueva España con muchos parientes y personas de guerra. Juntó más gente en Méjico, y fuése a Cuauhtemallán, y comenzó a conquistar y a poblar por sí como gobernador y adelantado; y hizo muchas cosas con los indios y aun con españoles, que

a otro costaran caro.

CCVIII

Declaración de este nombre Cuauhtemallán.

Cuauhtemallán, que comúnmente llaman Guatimala, quiere decir árbol podrido, porque cuauh es árbol, y temali, podre. También podrá decir lugar de árboles, porque temi, de donde asimismo se puede componer, es lugar. Está Cuauhtemallán entre dos montes de fuego, que llaman vulcanes. El uno está cerca, y el otro, dos leguas; el cual es un serrejón redondo, alto y con una boca en la cumbre, por do suele rebosar humo, llama, ceniza y piedras grandísimas ardiendo. Tiembla mucho y a menudo, a causa de aquellas sierras; y sin esto, truena y relampaguea por allí demasiadamente. La tierra es sana, fértil, rica y de mucho pasto; y así, hay agora mucho ganado. De una hanega de maíz se cogen ciento y docientas, y aun quinientas en la vega que riegan; la cuales muy vistosa y apacible por los muchos árboles que tiene, de fruta y sin ella. El maíz de allí es de muy gran caña, mazorca y grano. Hay mucho cacao, que es grandísima riqueza, y moneda corriente por toda la Nueva España y por otras muchas tierras. Hay también mucho algodón y muy buen bálsamo, que llaman sierras de betún, y un cierto licor como aceite (1), y de alumbre y de azufre, que, sin afinar, vale por pólvora. Las mujeres son grandes hilanderas y

(1) Alusión al petróleo. (Nota D.)

GÓMARA: HISToria de las IndIAS.—T. II

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buenas hembras; ellos, muy guerreros y diestros flecheros. Comen carne humana, e idolatran a fuer de Méjico. Estuvo esta provincia muy próspera en vida de Pedro de Alvarado, y agora está destruída y con pocos españoles, a causa, según muchos dicen, de haber mudado la gobernación.

CCIX

La desastrada muerte de Pedro de Alvarado.

Estando Pedro de Alvarado muy pacífico y muy próspero en su gobernación de Cuauhtemallán y de Chiapa, la cual hubo de Francisco de Montejo por la de Honduras, procuró licencia del emperador para ir a descubrir y poblar en el Quito del Perú, a fama de sus riquezas, donde no hubiese otros españoles; así que armó el año de 1535 unas cinco naves, en las cuales, y en otras dos que tomó en Nicaragua, llevó quinientos españoles y muchos caballos. Desembarcó en Puerto Viejo, fué al Quito; pasó en el camino grandísimo frío, sed y hambre. Puso en cuidado y aun en miedo a Francisco Pizarro y a Diego de Almagro. Vendióles los navíos y artillería en cien mil castellanos, según muy largo se dijo en las cosas del Perú, y volvióse rico y ufano a Cuauhtemallán. Hizo después diez o doce navíos, una galera y otras fustas de remo, con aquel dinero, para ir a la Especiería o descubrir por la punta de Ballenas, que otros llaman California. Entraron fray Marcos de Niza y otros frailes franciscos por tierra de Culhuacán año de 38. Anduvieron trecientas leguas hacia poniente, más allá de lo que ya tenían descubierto los españoles de Jalisco, y volvieron con grandes nuevas de aquellas tierras, encaresciendo la riqueza y bondad de Sibola y otras ciuda

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