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con sus mujeres y sacerdotes, y era para juntar gente y robar los cristianos, despreciando su pequeño escuadrón, y diciendo que no eran más hombres que él. Fué, pues, y volvió muy armado y orgulloso, aunque muy callando, y dió sobre los nuestros una gran grita y arma de improviso, pensando espantarlos y romperlos, y aun comérselos. Gil González estaba muy a punto, siendo avisado por sus corredores, que sintieron los enemigos. Diriangen acometió y peleó animosamente todo casi un día. Tornóse la noche por do vino, con pérdida de muchos suyos, teniendo los barbudos por más que hombres, y comenzó a llamar amigos y comarcanos, injuriado que no venció. Gil González dió muchas gracias al Señor de los ejércitos, que libró tan pocos españoles de tantos indios. Y de miedo, o por guardar el oro que ya tenía, desvióse de aquel cacique e volvióse a la mar por otro camino, en el cual pasó grandes trabajos, hambre y peligro de morir ahogado o comido. Caminó más de docientas leguas andando de pueblo en pueblo. Baptizó treinta y dos mil personas, e hubo docientos mil pesos de oro bajo, dado y tomado. Otros dicen más, e algunos menos. Empero fué mucha riqueza, cual nunca él pensara, y que lo ensoberbeció. Halló en Sant Vicente a Andrés Niño, que, según afirmaba, había navegado trecientas leguas de costas hacia poniente sin hallar estrecho, e volvióse a Panamá, y de allí fué a Santo Domingo a dar cuenta de su viaje y a concertar otras naos para tornar a Nicaragua por Honduras y saber en qué parte de aquella costa era el desaguadero de la laguna. Mas ya en otros cabos está dicho cuándo y en qué fué, y cómo se perdió y le prendió Cristóbal de Ölid.

CCII

Conquista y población de Nicaragua.

Volvieron tan contentos los españoles que fueron con Gil González de la frescura, bondad y riqueza de aquella tierra de Nicaragua, que Pedrarias de Avila pospuso el descubrimiento del Perú, en compañía de Pizarro y Almagro, por poblarla; y así, envió allá con gente a Francisco Hernández, el cual conquistó mucha tierra, hubo hartos dineros y pobló orilla de la laguna a Granada y a León, do está el obispado y chancillería. Otros lugares fundó, pero éstos son los principales. El puerto y trato es en la Posesión. Supo Gil González esto en Honduras o en cabo de Higueras y fué contra Francisco Hernández. Tomóle algún oro y peleó con él tres veces; mas al cabo se quedó el otro allí y se volvió él a sus navíos, donde Cristóbal de Olid lo prendió. Pedrarias, como lo removieron de Castilla de Oro, fuése a Nicaragua, que la tenía en gobernación, y degolló al Francisco Hernández, diciendo que trataba de alzársele con la tierra y gobierno, por tratos que traía con Fernando Cortés; pero fué achaque que tomó. Es cosa notable la laguna de Nicaragua por la grandeza, poblaciones e islas que tiene. Crece y mengua, y estando a tres o cuatro leguas de aquella mar del Sur, vacia su agua en estotra del Norte, cien leguas della, por lo que llaman Desaguadero, según en otro lugar dije, por el cual Melchior Verdugo bajó de Nicaragua al Nombre de Dios

en barcas.

ССІІІ

El volcán de Nicaragua, que llaman Masaya.

Tres leguas de Granada y diez de León está un serrejón raso y redondo, que llaman Masaya, que echa fuego y es muy de notar, si hay en el mundo. Tiene la boca media legua en redondo, por la cual bajan docientas y cincuenta brazas, y ni dentro ni fuera hay árboles ni yerba. Crían, empero, allí pájaros y otras aves sin estorbo del fuego, que no es poco. Hay otro boquerón como brocal de pozo, ancho cuanto un tiro de arco, del cual hasta el fuego y brasa suele haber ciento y cincuenta estados más o menos, según hierve. Muchas veces se levanta aquella masa de fuego y lanza fuera tanto resplandor, que se devisa veinte leguas y aun treinta. Anda de una parte a otra, y da tan grandes bramidos de cuando en cuando, que pone miedo; mas nunca rebosa ascuas ni ceniza, sino es algún humo y llamas, que causa la claridad susodicha, cosa que no hacen otros volcanes; por lo cual, y porque jamás falta el licor ni cesa de bullir, piensan muchos ser oro derretido. Y así, entraron dentro el primer hueco fray Blas de Iñesta, dominico, y otros dos españoles, guindados en sendos cestos. Metieron un servidor de tiro con una larga cadena de hierro para coger de aquella brasa y saber qué metal fuese. Corrió la soga y cadena ciento y cuarenta brazas, y como llegó al fuego, se derritió el caldero con algunos eslabones de la cadena en tan breve, que se maravillaron; y así, no supieron lo que era. Durmieron aquella noche allá sin necesidad de lumbre ni candela. Salieron en sus cestos con harto temor y trabajo, espantados de tal hondura y extrañeza de volcán. Año de 1551

se dió licencia al licenciado y deán Joan Alvarez para abrir este volcán de Masaya y sacar el metal.

CCIV

Calidad de la tierra de Nicaragua.

La provincia de Nicaragua es grande, y más sana y fértil que rica, aunque tiene algunas perlas y oro de poca ley. Era de muchos jardines y arboledas. Agora no hay tantos. Crescen muchos árboles, y el que llaman ceiba engorda tanto, que quince hombres asidos de las manos no lo pueden abarcar. Hay otros hechura de cruz, e unos que se les seca la hoja si algún hombre la toca, y una yerba con que revientan las bestias, de la cual hay mucha en el Nombre de Dios y por allí. Hay muchos árboles que llevan como ciruelas coloradas, de que hacen vino. También lo hacen de otras frutas y de maíz. Los nuestros lo hacen de miel, que hay mucha, e que los conserva en su buena color. Las calabazas vienen a madurazón en cuarenta días, y es una gruesa mercadería, ca los caminantes no dan paso sin ellas por la falta de aguas, y no llueve mucho. Hay grandes culebras, e tómanse por la boca, como dicen de las víboras. En todas las Indias se han visto y muerto muchas y muy grandes sierpes, empero las mayores son en el Perú, e no eran tan bravas ni ponzoñosas como las nuestras y las africanas. Hay unos puercos con el ombligo en el espinazo (1), que luego hieden en matándolos, si no se lo cortan. Por la costa de Nicaragua suelen andar ballenas y unos mons

(1) Son estos los pecaris, que poseen una glándula dorsal llamada ombligo por nuestros primitivos historiadores de Indias. (Nota D.)

truosos peces, que sacando el medio cuerpo fuera del agua sobrepujan los mástiles de naos: tan grandes son. Tienen la cabeza como un tonel, y los brazos como vigas, de veinte y cinco pies, con que patea y escarba. Hace tanto estruendo y hoyo en la agua, que asombra los mareantes, y no hay quien no tema su fiereza, pensando que ha de hundir o trastornar el navío. Hay también unos peces con escamas, no mayores que bogas, los cuales gruñen como puercos en la sartén, y roncan en la mar, y por eso los llaman roncadores. Á Francisco Bravo y a Diego Daza, soldados de Francisco Hernández, les medio comieron lo suyo cangrejos, andando perdidos en una balsilla, en la cual navegaron o mejor diciendo nadaron nueve días o diez sin beber y sin comer otro que cangrejos, que tomaban en las ingles; y según ellos contaban en Tuenque, do aportaron, no comían ni mordían sino del miembro y sus compañeros.

CCV

Costumbre de Nicaragua.

No son grandes los pueblos, como hay muchos; empero tienen policía en el sitio y edificio, y mucha diferencia en las casas de los señores a las de vasallos. En lugares de behetría, que hay muchos, son iguales. Los palacios y templos tienen grandes plazas, y las plazas están cerradas de las casas de nobles, y tienen en medio della una casa para los plateros, que a maravilla labran y vacian oro. En algunas islas y ríos hacen casas sobre árboles como picazas, donde duermen y guisan de comer. Son de buena estàtura, más blancos que loros, las cabezas a tolondrones, con un hoyo en medio por hermosura y por asiento para carga. Rápanse de medio adelante, y los valientes y bra

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