Imágenes de página
PDF
ePub

DOCUMENTOS

JUSTIFICATIVOS.

Número 1.°

DISCURSO

PRONUNCIADO

POR EL SEÑOR MARQUES DE MIRAFLORES

en la sesion del 19 de setiembre de 1846.

Señores, el Senado conocerá lo embarazoso y difícil de la posicion en que me hallo para tomar parte en un debate para el cual no venia preparado. Pero la muy amistosa alusion que me ha dirigido el Sr. Serrano, igualmente que el Sr. ministro de la Gobernacion, cuando han hablado de la cuadruple alianza, me ha hecho creer convenien

te dirigir algunas palabras al Senado para hacer algunas explicaciones que considero de importancia; y se la doy con tanta mas razon, cuando en otro lugar se ha hecho un uso muy grave del tratado de la cuadruple alianza.

En virtud de estas consideraciones yo debo al Senado algunas indicaciones relativas al célebre acto diplomático de que se trata. Mas antes de verificarlo debo hacer una declaracion prévia, á saber: que hablo desembarazado de toda posicion oficial, que es un simple Senador el que en estos escaños dirige su palabra al Senado. Mi carácter de representante de S. M. la Reina, por el cual tuve la honra de firmarle, como el tratado mismo, son ya un hecho sobre el que han pasado doce años, es decir, que ya pertenece á la jurisdiccion de la historia.

El tratado de la cuadruple alianza que tuve la honra de suscribir por mi carácter de representante del gobierno español en aquella época, y cuya memoria me lisonjea aun cuando no tenga la pretension de aplicarme la gloria de sus resultados; este tratado, señores, fué como todos los tratados de su clase, el resultado de circunstancias momentáneas. Las altas partes contratantes tuvieron á bien unirse por razones que sin dudar eran de muy grande utilidad recíproca.

La España tenia que atender necesariamente á una cuestion de existencia: tenia que romper una bandera que un príncipe de su misma familia levantaba en la frontera contra los derechos de sucesion de la Reina Isabel, á quien daban la preferencia sobre su tio las leyes vigentes del reino en sus derechos al trono, igualmente que la aquiescencia de las córtes del reino que la juraron heredera. Tenia pues la España que romper esa bandera, y para la España era esta una cuestion de existencia; era preciso ir si era nece

sario al territorio donde se desarrollaba esa bandera, romperla y ponerla á los pies de la Reina.

El gobierno español, teniendo en cuenta la gravedad de la cuestion, hizo presente al gobierno inglés las disposiciones que convenia adoptar y el pensamiento que tenia; el gobierno inglés despues de un maduro exámen, y no sin alguna resistencia, se resolvió á tomar parte en esta cuestion, la que para dicho gobierno envolvia la utilidad de conservar su ordinaria influencia en un pais en donde por tantos años la habia ejercido, y en el que el triunfo de Doña María sobre D. Miguel, resultado preciso de unir la España sus medios á los de la causa de D. Pedro, iba á abrir

una nueva era.

La Inglaterra se resolvió, pues, á entrar en esta alianza, y el Portugal no podia menos de hacerlo porque en su territorio se debatia una cuestion de reinado entre Don Miguel y Doña María de la Gloria: el Portugal se asoció, pues, porque á sus intereses convenia por la influencia que el resultado de nuestra cuestion dinástica podria tener en la que en su pais no estaba todavía resuelta.

Réstanos hablar de la Francia. En Francia su ilustrado Rey, á pesar de las mayores simpatías que pudieran existir en su Real ánimo en favor de la ley Sálica que la nueva Pragmática del Rey de España habia derogado, sustituyendo por ella la antigua ley de Partida que arregló por muchos siglos la régia sucesion en España; sin embargo, prescindiendo, repito, de cualquiera que fuese su opinion en esta parte, se decidió sin vacilar y reconoció á la Reina Isabel por Reina de España. En esta situacion era cuando el tratado de la cuadruple alianza se actuaba; pero es imposible dejar de conocer al mismo tiempo que la nueva organizacion y la nueva dinastía que diera á la Fran

cia la revolucion de julio no tenia mas que cuatro años de existencia, y que una alianza escrita con la España y el Portugal, y mucho mas con la Inglaterra, era altamente útil y ventajosa á los intereses franceses. Esta gravísima consideracion no recelo en asegurar que debió influir grandemente en el ánimo del hábil diplomático representante de Francia cerca de la córte de Lóndres para prestar su caloroso apoyo. El pensamiento, pues, del Gobierno español se adoptó.

Esta alianza cuadruple debió de influir muy poderosamente en la decision de la cuestion dinástica española; pero como en casi todas las cosas humanas, al lado de sus ventajas, se hallan siempre algunos inconvenientes.

El Sr. ministro de la Gobernacion nos ha dicho que conceptuaba terminado este tratado, y yo no lo creo así, y deseo no lo crean tampoco las altas partes contratantes, porque aun pudiera suceder que una circunstancia cualquiera pudiese hacerlo útil á los intereses de España: yo lo considero vigente, sin embargo de que con gran dolor mio presencié el rudo golpe que el tratado cuadruple sufriera en los dolorosos acontecimientos diplomáticos entre Inglaterra y Francia cuando la cuestion de Oriente en 1840, en la cual la España fué enteramente agena.

Este tratado sin embargo, que yo reputé siempre como altamente ventajoso á la Reina de España, y como útil á los intereses esenciales del pais, tuvo siempre un inconveniente gravísimo, á saber, haber de traer mas de una vez al terreno de la España el debate de cuestiones é intereses que mas de una vez no serian simplemente españoles, al paso que no pocas serian incompatibles.

Estos intereses mas o menos pronto debian involucrar

se y mezclarse por necesidad en las cuestiones políticas que se debatieran mas tarde dentro y fuera de España.

He aquí el solo inconveniente del tratado; todas las demas eran ventajas. Creo que he dicho bastante respecto al tratado; pero ya que me encuentro haciendo uso de la palabra, haré algunas observaciones acerca de la cuestion del enlace de la Serma. Señora Infanta, pues el de S. M. no ha ofrecido la menor controversia, como debia suceder por su naturaleza de simplemente español, sin mezcla de intereses ni intervencion ninguna extranjera.

Háse recurrido á la historia y buscado en su arsenal armas para apoyar cada cual la opinion que defendia: yo creo, señores, que la historia en este caso es completamente inútil; y que lo es mas todavía el volver la vista al famoso tratado de Utrech.

Gravísimas consideraciones hay para convencerse de la incongruencia de los raciocinios que se fundasen en tan fútiles apoyos, que se han querido hacer valer sin posibilidad de lograrlo.

La revolucion de Francia de 1789 levantó, señores, un muro entre lo pasado y lo presente que no nos es permitido confundir. De la parte de allá quedó un mundo antiguo, una política antigua. De la parte de acá el principio del libre exámen triunfante, creó un mundo nuevo, una política nueva. Pasó el tiempo en que los intereses dinásticos se sobreponian y eran superiores á los intereses de los pueblos. Hoy pasan las cosas al contrario. Si esto es un bien ó un mal, no es del momento analizarlo; pero es un hecho que no se puede poner en duda, que en los paises donde hay un gobierno representativo, cuerpos colegisladores, donde se pronuncian discursos y se debaten cuestiones libremente, en los paises donde hay una imprenta

« AnteriorContinuar »