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bajo el aspecto de ningun interés exclusivo, sino de un espíritu de conciliacion como una cuestion de humanidad que reclama con justicia la solicitud de todas las potencias, el Emperador no rehusa tomar parte en tal deliberacion, en cualquier punto que se juzgue conveniente establecer la discusion. El que suscribe ruega á S. E. el marqués de Clanricarde se sirva dar conocimiento á su corte de la presente comunicacion. El que suscribe se creerá dichoso si el gobierno inglés ve en esto el deseo sincero del Emperador de secundar, hasta el punto que de él dependa, los esfuerzos hechos por S. M. B. para pacificar un pais que toda la Europa se halla afligida de ver tanto tiempo hace sumergido en los horrores de una guerra sin fin y sin espetanza. Firmado.-Neselrode."

Esta nota es verdad fué contestacion á otra del gabinete inglés, pero no por esto deja de ser una prueba clara de que el gobierno ruso en aquella época deseaba intervenir en los negocios de España, y que hubiera estado entonces pronto á tomar una parte mas o menos activa en ellos, sin la repulsa de Lord Palmerston. No diré que esto sea una razon bastante para mudar de opinion acerca de la política anterior de las potencias de Ultra-Rhin respecto á España; pero es evidente que resulta una notable contradiccion entre el contesto de la nota del conde de Neselrode y los deseos en ella manifestados, con el entero abandono en que las potencias Ultra-Rhinianas dejaron desde 1833 á la España, entregada á las solas influencias rivales de Francia é Inglaterra. Mas aunque este abandono pudiese ser conse

cuencia del pensamiento de minar la alianza anglofrancesa, el resultado que se apetecia debia ser lento; en todo caso para conocer si en efecto fué tal su designio, ningun otro medio puede ser mas á propósito que examinar la conducta que siguiesen las potencias de Ultra-Rhin al verificarse las primeras disidencias de alguna importancia que entre Inglaterra y Francia debian surgir, y surgieron realmente, antes de mucho, derivadas siempre de la permanente y profunda rivalidad entre los intereses anglogalos, ya en Europa, ya en España.

Verificóse en efecto la primera diferencia notable entre estos dos poderosos gabinetes en 1840 por la cuestion de Oriente, y la segunda en 1846 con motivo de los matrimonios españoles. Estas graves ocasiones de disidencias fueron aprovechadas con mucha destreza por las otras grandes potencias ; la primera para dar el golpe de gracia á la nacionalidad polaca, y la segunda para hacer austriaca la república independiente de Cracovia, acabando ambos actos de una manera definitiva con los principios de equilibrio establecidos en el congreso de Viena; los cuales habian á la verdad sido ya conmovidos antes en sus fundamentos á impulso de la revolucion de Francia de 1830, y de la anómala de Bélgica ocurrida en el mismo año.

En vista de estos sucesos, lícito parece suponer, que la política expectante de las grandes potencias respecto á España, terreno donde la rivalidad anglofrancesa se debia chocar con mas frecuencia, y se

estaba chocando en efecto todos los dias, pudo envolver el designio de aprovechar en propio beneficio los elementos que parecia haberse querido juntar para su daño.

Sea ó no esta suposicion exacta, notarse debe, pues es una de las grandes claves de todos los sucesos, la diferencia esencialísima entre la política de la Inglaterra y de la Francia respecto á España en los diversos períodos históricos transcurridos desde 1833 hasta hoy; esta explicacion la juzgo grandemente necesaria para aclarar todos los acontecimientos diplomáticos que me he propuesto reunir y someter al juicio de la Europa al escribir el Juicio imparcial.

La Inglaterra, al firmar el tratado de la cuadruple alianza, aceptó mas decidida y francamente que la Francia todas sus consecuencias; pero no podia convenirle que la accion peculiar de la Francia en el cumplimiento de aquel tratado, fuese de naturaleza tal,

, que por sí sola pudiese crear en su favor un influjo superior en España, al que ella aspiraba á adquirir y desenvolver para sí con tan favorable coyuntura. A fin, pues, de conseguirlo plenamente, reservóse en los artículos adicionales al tratado una accion mas desembarazada que la que se fijó á la Francia en la misma estipulacion. Mas valga la verdad, el gobierno francés al suscribir el tratado cuadruple debió sin duda atender mas por el pronto á explotar los efectos morales en Europa de su alianza con la Inglaterra, España y Portugal, la cual debia servir para fortalecer su existencia é importancia na

ciente con potencias de primer órden, que á procurar en España por el momento un influjo preferente, ni aun rival, al de la Inglaterra. Si el designio de parte del gabinete francés en abril de 1834, en que el cuadruple tratado se firmó, y mucho tiempo despues, hubiese sido tan decidido y explícito para asegurarse supremacía de poder en nuestro pais, como lo fué algunos años mas tarde, ciertamente que hubiera la Inglaterra sentido los precisos efectos de la natural ventaja que habria podido tener sobre ella la Francia, sin mas que haberse prestado á una cooperacion armada en España durante la guerra de sucesion, á la que tan repetidas veces fué excitada, y que siempre rehusó la circunspeccion del Rey de los franceses.

Mas la política del gobierno francés en 1834 y la de 1846 no tienen punto ninguno de semejanza. Casi naciente en abril de 1834 la nueva monarquía de julio tenia la debilidad natural de la infancia. Ansiaba, pues, vivamente estrechar las relaciones con España, harto tibias en verdad durante la vida de Fernando VII, y por eso el tratado de la cuadruple alianza llenaba en el momento todos sus deseos, y lisonjeaba al ministerio francés, sirviendo aquel acto de testimonio solemne de su nueva union diplomática con la Inglaterra y la España; pero al mismo tiempo no entraba, ni remotamente, en el ánimo del Rey de los franceses, al menos por entonces, correr ninguna especie de aventura peligrosa que pudiese perturbar la paz general de Europa: paz que era ya,

y continúa siendo, la condicion esencial de la sólida posicion que este gran monarca habia sabido ya entonces crearse, y ha afianzado despues; satisfaciendo así la gran necesidad de su situacion política peculiar y de su dinastía, habiendo subido al trono de San Luis por el peligroso camino de una revolucion como la de julio de 1830, cuya solidez debia lograrse tan solo por la accion del tiempo y la circunspeccion, y por las vias pacíficas que la época reclamaba. En suma, al tratado de la cuadruple alianza, atendidas las circunstancias particulares en que las cuatro partes contratantes se hallaban, considerados los momentos en que se otorgó y la posicion de supremacía que por él adquiria la Inglaterra, podia habérsele dado entonces sin grande exageracion el nombre de protectorado. He aquí explicado el grande enigma de la conducta vacilante del gobierno francés desde 1834 hasta mayo de 1839, en que cayó el ministerio del conde de Molé á manos de la coalicion política que lo derribara; pero desde cuya época el nuevo que formó y presidió el mariscal Soult, hubo de cambiar, y cambió en efecto, hasta cierto punto su anterior política en España, empezando á mostrarse menos tímido aliado de la causa de la Reina Isabel, debiendo naturalmente desde aquel momento comenzar á despertar tambien de nuevo recelos y desconfianzas al gabinete inglés, cuyo influjo preferente, y cuya accion desembarazada hasta entonces en la península era la consecuencia natural de la ventaja que debia dar, y habia dado en efecto, á la Inglaterra

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