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co, obligándose á fijar toda su atencion en hacer guardar de tal modo estas prohibiciones, que ninguno será osado á conculcarlas. S. M. tiene á bien consentir ademas en que lo monarquía de España, ni parte alguna de ella, haya de unirse jamás y por pretexto alguno á la monarquía de Francia, y en que ningun Príncipe de la casa de Francia pueda reinar ni adquirir parte alguna del territorio en toda la estension de la monarquía española, sea el que quiera el tí-' tulo que para ello se pretendiera hacer valer. Las Indias españolas serán comprendidas en cuanto se diga y estipule respecto á la monarquía de España, como parte inherente de ella, y el Rey prometerá que ningun bajel con bandera francesa irá á las Indias, bajo cualquier pretexto que sea."

Ellas demuestran palpablemente que, ó sea por circunstancias mas fuertes que el poderío del gran Rey, ora por la opinion pública de Francia fatigada del espíritu guerrero de Luis XIV, ora en fin, por cualquier otra causa, la Francia se decidió á abandonar á la España á sus propios medios; y no solo el ilustre abuelo de Felipe V dudaba seriamente de su posibilidad de contrarestar y vencer la coalicion formada contra su nieto por la adquisicion de la corona de Castilla, sino que se allanaba á reconocer al archiduque ó sea á Cárlos III, como Rey de España. Y como siempre haya sido inherente á la naturaleza del hombre, cuando se considera mas fuerte, exigir hasta la exageracion, los aliados no contentos con las concesiones que Luis XIV se resignaba á hacerles de abandonar á la España y al Rey su nieto á sus propios y solos medios, llegaron á pedir á Luis XIV

no solo que reconociese al Archiduque, sino que se obligase á lanzar á su nieto del trono de España. A tan exagerada pretension no podia ceder Luis XIV sin mengua y vilipendio de su anterior renombre, y prefirió proseguir la guerra antes de convenir en su afrenta; y con esfuerzo magnánimo, y aun en medio del pesar que le causara la muerte del Delfin y del duque de Borgoña, que acababan de morir casi repentinamente, y con los enemigos sobre L'Oise, se decidió á continuar la guerra hasta el último extremo, no renunciando sin embargo á negociar, á lo que no dejaba de prestarse en aquellos momentos la situacion diplomática de las cortes de Londres Ꭹ de la Haya, y mas tarde la coincidencia importantísima de la muerte del Emperador José, hijo y heredero del Emperador Leopoldo, acaecida en 17 de abril de 1711 sin dejar sucesion, por lo cual pasó la corona al Archiduque, que tomó como Emperador de Austria el nombre de Cárlos VI, reconocido antes por la coalicion como Rey de España, bajo la denominacion de Cárlos III, cuyo suceso hacia renacer de hecho la monarquía de Cárlos V, y con esto la eventualidad que mas calorosamente habia deseado antes evitar la Inglaterra y la Holanda, quedando por consiguiente desnaturalizados y conmovidos todos los intereses y todos los fundamentos de que naciera la coalicion.

Por otra parte, las luchas ya entonces existentes y muy importantes en Inglaterra entre los partidos políticos Tory y Whig, presentaban sus faces; y el

principio guerrero que el partido Whig representaba ya entonces, á cuya cabeza se hallaba el un tiempo afortunado general Malborough, fué modificado por el cambio ministerial hecho por la Reina Ana de un gabinete Tory favorable á la paz, que se habia hecho á la sazon popular en Inglaterra, fatigada ya de tan larga guerra. Luis XIV por su parte venciendo su repugnancia personal contra la Reina Ana, y poco satisfecho al mismo tiempo del pretendiente á la corona, residente en Francia, se decidió á dar pasos directos de avenimiento con dicha soberana, escribiéndola una carta autógrafa así concebida:

"Mi hermana y señora: Como me habeis indicado tener entera confianza en M. Prior, he creido que nadie mejor que él podia informaros de las nuevas pruebas que estoy pronto á daros de las consideraciones particulares que por vos tengo, así bien como el deseo que siento de terminar sin dilacion, y de acuerdo con vos, las negociaciones de la paz. Parte á Inglaterra para daros cuenta de las nuevas ventajas que he tenido á bien otorgar para facilitar la conclusion de esta obra. Anhelo sinceramente que considereis lo que hago en esta coyuntura decisiva, como una nueva y sincera demostracion de mi amistad, y tened la bondad de reconocerlo interesándoos conmigo en favor del elector de Baviera. Nada os diré de los lazos de parentesco que á él os unen, como á mí, y ninguna mencion haré de los demas motivos que deben haceros compadecer el estado en que se encuentra, basta que sepais el interés que tomo en cuanto le concierne, para persuadirme de que este será

el motivo principal que os inclinará á obrar en su favor. Aguardo con impaciencia la vuelta de M. Prior, cuyo proceder me es sumamente agradable; y como él os hará conocer mis sentimientos, añadiré únicamente que no acertaria á expresar por mi parte la estimacion y sincera amistad que os profesa, señora, vuestro buen hermano LUIS."

Notarse debe que en aquella época en que las formas estaban identificadas, y eran una cosa misma que los principios, el título que Luis XIV daba á la Reina Ana de Señora mi hermana, significaba clarísimamente el designio y deliberacion de reconocerla por soberana, y con ella la sucesion en la línea protestante, lo que no habia consentido verificar anteriormente, pues tenia como reconocido de hecho á Jacobo III por Rey de Inglaterra. Muy bien debió parecer á la Reina de la Gran Bretaña este paso del Rey de Francia, cuando se apresuró á contestarle amabilísimamente en carta concebida en estos términos:

"Mi hermano y señor: He recibido con el mas sincero placer la agradable noticia que M. Prior me ha traido. Como vuestra consumada sabiduría ha tomado la resolucion mas á propósito para fijar las consideraciones de la paz, debeis estar persuadido de que no perderé un momento en apresurar por mi parte su conclusion: os aseguro que la gran facilidad con que teneis á bien inclinaros á otorgar concesiones en mi obsequio, servirá para hacerme dedicar sin descanso á restablecer la tranquilidad pública como mútuamente lo deseamos. Por las órdenes que he dado á mis mi- '

vez,

nistros plenipotenciarios en Utrech se evidenciará que he hecho cuanto me era posible en la actualidad á favor de un Príncipe, cuyos intereses estan sostenidos por vuestra generosidad. No dudo que él se hallará plenamente convencido de esto y que así se opinará en general. Repito otra mi señor hermano, que la consideracion de la amistad que le profesais, será un motivo poderoso para proteger con mayor ahinco sus intereses y los de su familia, cuando haya ocasion. Por lo demas, M. Prior vuelve de mi órden á Versalles, y él continuando comportándose del modo que os ha sido tan grato, no hará mas que ejecutar á la letra las instrucciones que le he comunicado, toda vez que no acertaria á darme otra prueba mayor de su adhesion y celo por mi servicio que la de no desperdiciar ocasion alguna de reiterar los testimonios del aprecio y consideracion que os profeso y del deseo que me anima de vivir con vos en sincera y perpetua amistad.= ANA R."

No era posible que tan amistosa correspondencia entre soberanos tan poderosos, nacida de la necesidad reconocida por ambos de venir á vias pacíficas para librar sus estados de las calamidades de tan cruda y larga guerra, dejasen de producir un resultado trascendental y decisivo, y en efecto lo produjo á tal punto, que ambos se decidieron á tratar solos, prescindiendo hasta cierto punto del Austria y de la Holanda y demas coligados, sin dejar el diestro gabinete de Luis XIV de verificarlo al mismo tiem¬ po por su lado con estas dos naciones, pero á decir verdad, de una manera secundaria. Mas, inde

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