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« á la cual nada, ni nadie podrá resistir; por últi« mo, no tengais nunca favorito, ni primer minis<< tro; no os dejeis jamás gobernar; consultad << cuchad atentamente vuestro Consejo, pero despues << decidid: Dios que os ha hecho Rey, os concederá <<< las luces necesarias, siempre que vuestras inten«ciones sean puras.

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Estos magníficos avisos debian servir de guia al jóven monarca; pero en el fondo se advierte con claridad, la política de Richelieu triunfante, cuando dijo el ilustre cardenal "ya no hay Pirineos." En efecto, el advenimiento al trono de la casa de Borbon, reservaba necesariamente por un largo periódo un gran influjo al gabinete de Versalles sobre el de Madrid, al menos mientras el gran Rey viviese. Mas sea como quiera, este advenimiento que la mayor parte de la España acogió con favor, empezó haciendo un gran bien á la monarquía española, pues evitó su desmembracion, que sin ella, era ya casi inevitable. La monarquía española conservándose unida, su nacionalidad debia sobrevivir: bajo este punto de vista el cambio de dinastía fué un gran

bien.

Apenas Felipe V habia tomado posesion del trono español, el Emperador de Austria se decidió á ponerse á la cabeza de una gran coalicion que procurase readquirir para su familia la herencia de que la habia privado el testamento de Cárlos II, último Rey de la dinastía austriaca. Los representantes diplomáticos de Austria en Versalles, y en Madrid los

condes de Harrach y de Zinzendorff lo declararon así efectivamente en ambas córtes, y la guerra se hizo inevitable. Empezada sola por el Austria no tardó mucho en generalizarse, poniéndose poco despues del lado de aquel reino la Inglaterra y la Ho→ landa, siendo Guillermo III y su acta famosa del 6 de diciembre de 1701, base de todas las coaliciones que se verificaron sucesivamente contra la Francia. Mas la guerra no siguió instantáneamente á aquella acta los aliados fijaron á la Francia el término de dos meses para aceptar las bases de una transacion; y si no las aceptaba, las tres potencias signatarias, Austria, Holanda é Inglaterra se comprometian á declararle la guerra. Pero apenas firmada por las mismas esta importante convencion, murió Guillermo III, sucediéndole la Reina Ana, heredera de su política y de su protestantismo. Receloso su gobierno de que la Francia reconociese por Rey á Jacobo III, príncipe de Gales, inmediato sucesor despues de la muerte de Jacodo II, y apenas apoderado del mando el partido wihg, lo que se verificó luego del advenimiento al trono de la Reina Ana, la Inglaterra declaró la guerra inmediatamente á la Francia, durando con ardor tres años.

No es de mi propósito seguir paso a paso ni la á guerra suscitada por la Europa contra la Francia, ni tampoco engolfarme en los detalles de la que se encendió en España al mismo tiempo, conocida con el nombre de guerra de sucesion, en la cual Castilla sostuvo hasta vencer los efectos legales de la dispo

sicion testamentaria de su último Rey; mas, sin entrar en pormenores, habré de decir que aunque coligados Portugal, Saboya, Austria, Inglaterra, Prusia, Polonia, Dinamarca y Holanda, y proclamado Rey de España por ellas el archiduque Cárlos, bajo la denominacion de Cárlos III; aunque declarada tambien mas tarde por la causa del Archiduque Cataluña, y gran parte de Aragon y Valencia, cuyos esfuerzos pusieron mas de una vez en gran aprieto la causa de Felipe; nada bastó á triunfar de la opinion decidida de Castilla en sostener sus juramentos, los faltaron dolorosamente los aragoneses y catalanes que los habian prestado tambien; pues lo habian verificado los aragoneses en Zaragoza el 16 de setiembre de 1701, jurando al mismo tiempo el Rey Felipe V sus fueros; juramentos que recíprocamente habian prestado así mismo los catalanes y el Rey en los primeros dias de octubre, y mas solemnemente todavía que en Aragon, pues en Barcelona se celebraron Córtes.

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Sin embargo, mas de una vez vióse en grande aprieto la causa de Felipe V, á pesar de la denodada resolucion de los castellanos: dos veces por la suerte de las armas se apoderó el Archiduque de Madrid, donde sus naturales tuvieron la arrogancia de cerrar todas sus ventanas, sin asomarse á verle un solo habitante; y dos veces tambien las armas le hicieron abandonar la capital y la corona, que la divina Providencia tenia reservada á Felipe V.

Pero dejando la guerra que en el interior de Es

paña se verificaba, y volviendo á la que se hacia fuera, en que Luis XIV tuvo que resistir con su solo poder y sus propios recursos contra la gran coalicion del Austria, la Inglaterra y la Holanda, hállase en ello una demostracion evidente, si demostracion fuere necesaria, de que las alianzas y las consideraciones de familia cedieron en todos tiempos ante los intereses peculiares de cada pais. ¿Cómo explicar sino el ver Amadeo, duque de Saboya, hacer parte de la coalicion contra Felipe V su yerno?

Ya he hecho mencion de la cláusula del testamento de Cárlos II en que recomendaba al duque de Anjou casase con María Josefa, hija de! Emperador Leopoldo; pero rotas por él las hostilidades contra Felipe V, creyóse este, y con razon, libre de aquel empeño, y contrajo en 3 de octubre de 1701 en Catatuña de una manera la mas solemne su matrimonio con María Luisa Gabriela, hija del duque de Saboya.

Un documento recientemente publicado por un respetable escritor francés, M. Capefigue, en su interesante opúsculo titulado Diplomacia de la Francia y de la España desde 1698 hasta 1846, es otro comprobante el mas concluyente de aquella verdad. Este historiador francés, cuya autoridad en este punto no puede recusarse, y que debió tener á la vista al escribir su importante obra, los documentos auténticos y oficiales que cita, despues de recorrer el período de la guerra de Luis XIV contra las potencias coligadas, y de hablar de la crítica y apu

rada situacion en que por efecto de ella se hallaba este gran monarca, dice: que en las instrucciones diplomáticas mandadas dar por Luis XIV al abate de Polignac y al mariscal D'Harzelles, que en el Haya debian continuar las negociaciones, pues aun durante las hostilidades no se habian interrumpido del todo, se hallaban las importantísimas frases que inserta, y son las siguientes:

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Respecto á España se otorgará una promesa auténtica en nombre del Rey de reconocer, así que se firme la paz, al archiduque Carlos por Rey de España, y en general á todos los estados dependientes de esta monarquía, tanto en el antiguo como en el nuevo mundo, esceptuándose únicamente los estados y paises, cuya desmembracion han estipulado el Rey de Portugal y el duque de Saboya, en virtud de los tratados ajustados con el Emperador y los aliados, y tambien las plazas que el Archiduque se ha comprometido á dejar á los Estados generales de las provincias unidas de los Paises-Bajos. Igualmente se hará la promesa, no solo de retirar todos los socorros que S. M. ha podido dar al Rey su nieto, sí que tambien de no enviarle en adelante para sostenerle en el trono auxilio alguno de cualquier clase que sea, directo ni indirecto. Y en garantía de esta promesa S. M. confiará á los Estados generales cuatro de sus plazas de Flándes, que ellos mismos escogerán, y de las que se incautarán, manteniendo guarnicion en su recinto hasta que se terminen los asuntos de España, como rehenes y prenda de la palabra empeñada de no interesarse directa ni indirectamente en los negocios de esta monarquía. Tambien prometerá prohibir á sus vasallos, bajo rigurosas penas, alistarse en las tropas del Rey Católi

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