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que

que en ella debian jugar los iban á determinar los intereses contradictorios la sucesion agitaba, y las diversas esperanzas de sacar cada cual el partido mas ventajoso. Apresuróse en todo caso el gobierno español, apenas habia espirado Cárlos II, á hacer conocer á Luis XIV el testamento del Rey difunto, cuyo documento se inserta íntegro en el apendice (1).

Conocida en París de una manera oficial la disposicion testamentaria del Rey de España ya difunto, no dejó de hallarse algun voto en el Consejo de Francia contrario á su aceptacion, prefiriendo á la sucesion del hijo del Delfin, las ventajas de la particion proyectada; pero Luis XIV pensó de otra manera, y escribió en 14 de noviembre de 1700 desde Fontainebleau á la Reina viuda de España y á su gobierno aceptando la herencia por el duque de Anjou su nieto, que tomó el nombre de Felipe V, teniendo á la sazon 17 años de edad, conteniendo dicha comunicacion estas notabilísimas palabras:

“Harémos partir inmediatamente al duque de Anjou para dar lo mas pronto posible á los vasallos leales el consuelo de recibir un Rey íntimamente persuadido, de que al llamarle Dios al trono, es su primer deber hacer reinar con él la justicia y la religion, y que debe aplicarse principalmente á hacer sus pueblos felices, à enaltecer y sostener el esplendor de una monarquía tan poderosa; que está en la obligacion de conocer perfectamente, y de recompensar el

(1) V. documento 3.°

mérito de los que encuentre (en un pueblo tan valeroso como ilustrado) aptos para servirle en sus consejos, en sus ejércitos y en los diferentes empleos de la Iglesia y del Estado,"

No fueron menos notables las palabras solemnes dirigidas por el ilustre Luis XIV á su nieto, en el acto de presentarle á su córte como Rey de España: << Sed buen español, le dijo, pero acordaos que na«< cisteis francés para fomentar la union de las dos << naciones; pues es el medio de hacer dichosas á las << dos, y conservar la paz de la Europa." Ellas reasumen toda la política del gran Rey.

Mas si Luis XIV y el gabinete francés lograron un triunfo completo en el testamento de Cárlos II, la designacion de sucesor á la corona de España en el nieto de Luis XIV debia producir, y produjo en efecto, un sentimiento ardiente á resistirlo, no solo de parte del Austria, que fué la mas directamente perjudicada y ofendida, sino tambien por parte de la Inglaterra y la Holanda, viendo con exageracion calorosa en esta sucesion un principio práctico del pensamiento de la monarquía universal atribuido á Luis XIV. En efecto, apenas el gobierno francés hubo comunicado á las otras potencias el testamento del Rey de España, un sentimiento general de indignacion se apoderó de todas. En Lóndres Guillermo III acusaba á Luis XIV de haberle engañado; la Inglaterra y la Holanda quejábanse agriamente de que despues que Luis XIV habia firmado un tratado de particion, se separaba de su cumplimiento,

aceptando el testamento de Cárlos II: cesaron, pues, de concurrir á Versalles los embajadores de Holanda é Inglaterra por no encontrarse con el nuevo Rey de España, al que sus cortes no se hallaban dispuestas á reconocer. Pero si el disgusto de estas dos potencias fué grande, todavía lo fué mil veces mayor el de la corte de Viena, la que menospreciando el medio hasta cierto punto conciliatorio que el testamento de Cárlos II aceptaba, exhortando en su cláusula 12 al duque de Anjou á que contrajese matrimonio con María Josefa hija del Emperador Leopoldo, se decidió desde luego á un rompimiento decisivo, y á recurrir á las armas, procurando crear una coalicion contra la Francia. Mas esta no era fácil de realizar tan brevemente, pues los intereses ofendidos del Austria no podian ser comparados á los que se decian lastimados de Holanda é Inglaterra. El Austria sufria un golpe político, y su dinastía quedaba altamente perjudicada; la Holanda y la Inglaterra no tenian mas idea, que la de evitar el desquilibrio que debia producir la union de las coronas de Francia y España; pero á este peligro atendia ya el testamento hasta cierto punto, prohibiendo terminantemente en su cláusula 13 la reunion de las dos coronas. En efecto, los pasos dados por los agentes diplomáticos franceses en Londres y el Haya, calmaron por de pronto la irritacion de los ingleses y holandeses, no sucediendo otro tanto en Viena, donde no era fácil conciliar intereses tan directa y positivamente ofendidos. Contentáronse por

tanto las dos potencias con una simple protesta contra la sucesion, considerando sin embargo á Feli

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V como Rey de hecho. No así el Austria, que se decidió desde luego á romper las hostilidades.

Siendo esta la situacion de los negocios diplomáticos de Europa, era mas que probable que ni la Inglaterra ni Holanda se habian de lanzar tan pronto á vias de hecho contra la Francia y la España, como estaba decidida á verificarlo el Austria; y que solo limitarian su accion á lograr tuviese exacto cumplimiento el testamento de Cárlos II en la parte relativa al precepto expreso de que no se pudiesen reunir en una misma cabeza las dos coronas de Francia y España. Mas ni Felipe V, ni Luis XIV estaban entonces dispuestos á renunciar, si el caso llegase, á los derechos eventuales del duque de Anjou á la corona de Francia, renovando esta eventualidad los mismos peligros de acumulacion de dos reinos tan poderosos; y de consiguiente el mismo desquilibrio que la Europa habia deseado evitar siempre, y no haciéndose otra cosa, si este caso llegaba, que sustituir la Francia al Austria, en lo que nada mejoraba el pensamiento de contrapeso intentado por la Europa. Pero no solo no estaba dispuesto entonces Luis XIV á hacer que su nieto renunciase á su derecho eventual á la corona de Francia, con lo que acaso la guerra de sucesion se habria cortado, quedando sola el Austria, sino que expidió en París á 1.o de febrero de 1700, y ante el Parlamento, letras patentes, habilitando expresamente al Rey

Felipe V y sus descendientes á suceder á la corona de Francia (1).

Este acto no pudo dejar de ser un guante arrojado á la Europa, que no podia dejar de recoger y aceptar el reto, encendiéndose una empeñada guerra de sucesion en que la España y la Francia unidas debian hacer frente al resto de la Europa coligada. Para ello el primer paso era, afianzar Felipe V la corona; que una vez jurado Rey de España, les sobraba esfuerzo y decision á sus naturales para defenderle. El 4 de diciembre de 1700 dejó Felipe V á Versalles con direccion á Madrid despues de escuchar de su ilustre abuelo advertencias que debe recoger la historia de España. "Amad á << los españoles, le dijo, y á todos vuestros súbditos <«< adictos á vuestra corona y á vuestra persona; no << deis preferencia á los que mas os lisonjéen; esti<< mad mucho á los que con intencion honrada se << atrevan á contradeciros; estos son vuestros mejo<«<res y mas verdaderos amigos. Haced la felicidad « de vuestros súbditos, y para ello no hagais guer<< ra sino cuando no sea posible evitarla, y en todo <«< caso pensadlo antes mucho y discutidlo detenida<< mente en vuestro Consejo. Procurad arreglar la << hacienda; velad por las Indias y por la armada; << pensad en favorecer mucho el comercio. Vivid en grande union con la Francia; nada es igualmente ventajoso á nuestras dos coronas que esta union,

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(1) V. documento 4."

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