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Muerto en abril de 1498 Cárlos VIII de Francia, que tan mal parado saliera en el año anterior de su empresa sobre Nápoles, Luis XII que le sucedió, aunque le sobrepasaba en el ansia de conquistar aquel reino y de dominar á Italia, aparentó al Rey Católico deseos de llevar á cabo la concordia y paz que Cárlos su antecesor habia comenzado á negociar. Ambicioso sin embargo y dando oidos á los lisonjeros de su corte, tardó poco en titularse Rey de Jerusalen y de una y otra Sicilia, y mostrando desden por el Rey Católico y sus aliados, penetró en Italia en 1499 de concierto con los florentines, los venecianos y el Papa Alejandro VI (1).

La poca resistencia que encontró en Génova y en Milan, le persuadió de que con igual facilidad llegaria á Nápoles y se apoderaria de aquel reino. Sosteníale en su ilusion contemplarle por un lado desapercibido para la defensa, y privado por otro de la pericia y denuedo del Gran Gonzalo de Córdoba, que en junio del año anterior habia regresado á España. Todo en realidad era propicio á sus proyectos, y no hubiera tardado en realizarlos á no habérselos frustrado la sagacidad del Rey Católico, primero con negociaciones en que con destreza le insinuó los derechos de la casa de Aragon á Nápoles, y proponiéndole despues el repartimiento de aquel reino (2).

Para salir el Rey Católico adelante en su proyecto interesó al señor de Larius, gran favorito de Luis XII, ofreciéndole con el titulo de marqués la ciudad de Cotron, que aun retenian los españoles en Calabria. Con tal secreto se negoció, que hasta que los Reyes de España en

(1) Bernaldez.-Cura de los Palacios, cap. 168.-Guicciardini al principio del lib. 4.-Zurita, lib. 3, cap. 19, 21, 25 y 26. (2) Zurita, ibi, cap. 27, 39 y 40.

noviembre de 1500 le ratificaron en Granada, nadie tuvo noticia de un tratado (1), del que resultó, segun con gracia escribia Pedro Mártir, que el Rey D. Fadrique de Nápoles, desgraciado cachorrillo metido entre dos leones hambrientos, se quedase sin su reino, falto de medios para resistirlos (2).

Antes de publicarse el tratado el Rey Católico siempre previsor apoyándose en lo convenido, y so pretexto de auxiliar á los venecianos acosados de los turcos, habia mandado salir de Málaga para Sicilia una numerosa armada. Iba en ella de general el Gran Gonzalo de Córdoba, que tanta fama habia adquirido en su primera expedicion & Nápoles. Aunque los escritores varian así en el dia de su salida como en el número y clase de buques que la componian, habiendo algunos que la suponen hasta de sesenta velas entre naos, carabelas y fustas. Los mas convienen en que llevaban trescientos hombres de armas y otros tantos ginetes ó caballos ligeros, y treinta piezas de artillería, variando igualmente en el número de peones, que unos cuentan de siete mil, otros de cuatro mil, agregando algunos otros cuatro mil mas de mar (3).

(1) Zurita, lib. 4, cap. 22.-Guicciardini, lib. 5.-Zurita dice que el tratado se firmó un dia ántes de que partiera de Granada la Reina de Portugal Doña María, segunda muger del Rey D. Manuel, que fué á 23 de septiembre; pero Giannone, mejor informado, cuentat en su Istoria civile del regno di Napoli que fué en 11 de noviembre de 1500: lib. 29, cap. 3, pág. 459.

(2) Epistolarum, lib. 14, epistola escrita á 16 de febrero de 1501..... Facile factum puto ut infelix Federicus regno spolietur. Catellus namque solus, duobus famelicis leonibus, haudquaquam potis erit obsistere.

(3) El canónigo Pedro de Torres en sus Apuntes, pág. 12, y el Cura de los Palacios, cap. 174, en su historia, aquellos y esta MM. SS. dicen que la armada salió de Málaga el 4 de julio de 1500.

1500.-Entre los caballeros y soldados de fama que en busca de honra y fortuna acompañaban al Gran Gonzalo en aquella expedicion, cuenta la Historia á D. Diego Lopez de Mendoza, hijo del Gran Cardenal de España, á Zamudio, Villalba, Pizarro el padre, Diego García de Paredes, Luis de Herrera, mosen Peñalosa, el comendador Mendoza, mosen Foces, y al giboso Pedro Paz que iba con la compañía de D. Juan Manuel, y se señaló en aquellas guerras tanto por la exigüidad de su persona como por su extraordinario valor (1). A tan ilustre cuadrilla verémos muy luego asociado á nuestro Pedro Navarro, sobresaliendo en unas ocasiones por su arrojo y en otras por su serenidad, y principalmente por su industria y astucia.

Tocó la armada en Mallorca en donde el Gran Capitan solemnizó con su presencia la procesion del Corpus. Siguió á Cerdeña, y desde allí por causa de los calores tar

La Crónica del Gran Capitan, impresa en Alcalá en 1584, refiere que fué en 5 de junio, y otros suponen que en mayo. Difieren igualmente en cuanto al dia de su llegada á Mesina, y al número de buques que salieron de Málaga. Paulo Jovio, en su Historia del Gran Capitan, traducida por Blas Torrellas en 1584, lib. 1, pág. 22, cuenta que eran cuatro carracas genovesas bastecidas de toda municion de guerra, y que la mayor dellas llamada la Camila, era la capitana, y allende destas fueron otras treinta y cinco naves de

siete bergantines armados, ocho galeras y cuatro fustas, llevando en ellas cerca de ocho mil infantes escogidos y mil Y doscientos caballos.

(1) Gibber, le llamó Paulo Jovio alguna vez, y Brantome que le coloca entre los grandes capitanes extranjeros, refiere que cuando cabalgaba metido en las grandes sillas usadas en su tiempo, iba tan escondido que con dificultad se le veia, y cuando se preguntaba por él, si iba á caballo, respondian como por risa, que se habia visto pasar un caballo bien ensillado y embridado, pero que nadie iba encima.

dó trece dias en llegar á Mesina, habiendo muerto de sed en el intermedio algunos hombres y muchos caballos (1); indicio cierto de no navegarse entónces ni con la pericia ni con la prevision que despues. Mientras que en Mesina reparaba el Gran Capitan esas y otras faltas de la armada, observando, y era su principal encargo, los movimientos de los franceses en Nápoles, recibió á Francisco Florido, embajador de Venecia, rogándole en nombre de aquella república que cuanto antes la ayudase con su gente y sus navíos á recobrar las islas que en el Adriático le habian tomado los turcos.

Accedió el Gran Gonzalo á la demanda, y reforzado con unos dos mil peones españoles muy escogidos que vagaban por Italia, y entre otras naves con cuatro barcas vizcainas, en las que creemos que estaba Navarro, se dirigió con muy recio temporal á Corfu. Desde aquella isla se trasladó á la de Zante, á la que tambien llegaron dos carracas con ochocientos hombres enviados por el Rey de Francia en auxilio de los venecianos; y á luego de eso la armada de estos mandada por el general ó proveditore Benedicto Pesaro (2).

Presuntuoso y vano en conservar el nombre y autoridad de la república mas de lo que sus fuerzas permitian, pretendió como sus capitanes pasarse sin saludar las ban

(1) Zurita, ibi, cap. 11, dice que llegó la armada á Mesina en 48 de julio; otros que en 1.o de agosto.

(2) El Cura de los Palacios refiere que las dos armadas se juntaron en 28 de octubre, y Zurita por lo contrario, que salió de Mesina la española en 27 de setiembre, llegó á Corfu el 2 de octubre, volvió á salir el 3 y llegó el 7 á Zante, que el llama Jassanto, lib. 4, del Rey D. Fernando, cap. 19, 24 y 25, y Crónica del Gran Capitan, lib. 1, cap. 9.

deras Reales de España al juntarse con nuestra armada. Tanto se alteraron y de tal modo se indignaron los vizcainos que iban en ella, que en muy poco se erró de dar mas ayuda al turco en aquella jornada que á los venecianos mismos (1). Enmendóse el ultraje de modo que los agraviados quedaron del todo satisfechos; y saltando en tierra ambos generales, tuvieron una entrevista en el muelle mismo de Zante. Uno y otro se presentaron acompañados de los principales capitanes de mar y tierra que los acompañaban, y todos con el mayor boato, presentándose, dice Zurita, vestidos á su manera los venecianos con ropas largas de grana y terciopelo carmesi, á guisa de gente de paz, y los nuestros con ropas cortas y capas gallegas á uso de guerra (2).

De la conferencia entre Gonzalo y Pésaro resultó dirigirse las dos armadas á la isla de Cefalonia, cuyo puerto que pasa por uno de los mejores del mundo, pues boja ciento y cincuenta millas, era de mucha mas seguridad que el de Zante. Dominaban los turcos la isla, y

(1) Zurita, ibi.

(2) Zurita, cap. 25. El mismo Zurita cuenta en el capítulo 7 del libro 2, que en la primera expedicion del Gran Capitan á Nápoles, conociendo el Rey Católico ser aquella tierra mas á propósito para peones que para gente de á caballo, mandó embarcar mil y quinientos de aquellos en Asturias y Galicia. Tratando Paulo Jovio de que entonces y en el primer asalto á Rivacandida fué rechazada la infantería, cuenta que eran aquellos infantes gallegos de la última parte de España; los cuales en aquel tiempo usaban en general rodelas grandes y azagayas pequeñas. Algunos traian pequeños broqueles de hierro y largos lanzones y con su necio género de armas daban que reir á todos; pero era tal su ánimo y ligereza de cuerpo que en ninguna manera debian ser menospreciados. Lib. 4 de las Historias, cap. 7, pág. 95, de la traduccion de Baeza, año de 1496.

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