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vez en bandos ó facciones interiores afiliadas á las de güelfos y gibelinos, que era el nombre de las principales,. en nada sus insensatos hijos seguian ni se asemejaban á los antiguos romanos sus progenitores, sino en llamar bárbaros á los que no eran italianos. En todo pensaban enmedio de sus adelantamientos en las artes y en las letras, menos en que así como la república romana dominó con la union y el patriotismo al mundo, y los extraños y bárbaros acabaron con el imperio desunido, así tambien sucumbirian ellos, pasándose siglos como ha sucedido y todavia sucede en España, ántes de que el poder de la naturaleza, no obstante la superioridad de su fuerza sobre el de la política, los restituya á la uninacionalidad que con los montes y los mares les tiene señalada.

En aquella confusion, y al tiempo de morir el cardenal de Aragon, se distinguian en Italia por la cruda guerra que se hacian en la Lunigiana ó campos de Luca las dos repúblicas de Florencia y Génova. Habia comenzado en el año de 1484 por disputarse ambas repúblicas la posesion de la ciudad de Serezana, que sin razon ni motivo fundado habia vendido á los florentines Agustin Fulgosio, genovės (1). Pero lo que con mas ardor se disputaba era el castillo de Serezanello, que para sujetar á los de Serezana habia en otro tiempo levantado sobre una peña muy inmediata á la ciudad el famoso Castruccio Castracani que, pasando de mancebo de mercader á soldado, llegó

(1) Uberti Folietæ Genuensium Historia etc. inter Antiquitatum Italia scriptores, lib. XI, pag. 561. Eo anno qui fuit hujus sæculi octogesimus quartus..... bellum inter Genuenses et Florentinos in agro Lunensi ortum est.... causa quæ hoc bellum conflavit Sergiana urbs fuit quam Augustinus Fulgosius, inconsulta ratione florentinis vendiderat.

con su valor y diligencia á ser Príncipe de Luca y de la Lunigiana (1).

1486.-Inocencio VIII que, como sus predecesores en el pontificado, aspiraba á dominar la Italia, mediando entre las dos repúblicas en 1486, logró introducir la paz en ellas. Las bases fueron, que los florentines entregarian Serezana y Serezanello á los genoveses en cambio de Pietra santa que estos les habian tomado. En cuanto á la restitucion de Serezana ningun reparo opusieron los florentines mostráronse por lo contrario muy eficaces en cumplirla, empleando para la de Serezanello tanta astucia y lentitud que al fin paró en resistencia. Atribuyóla alguno á sugestion del papa Inocencio, altamente ofendido de los genoveses, por el subido interes á que, desconfiando de él, le prestaron cierta cantidad que le urjía (2); pero parece mas cierto, y los sucesos así lo probaron, que los florentines no querian desprenderse del castillo, esperanzados en que desde él no tardarian en recobrar á Serezana.

1487.-Aprestaron con este fin y desde principios de 1487 cuanto juzgaban necesario. Los genoveses que lo supieron, ordenaron á Juan Luis Fiesco y á su gente que pusieran cerco á Serezanello. Sin descuidarse los florentines trataron de disputarlo; y tan resuelto y afortunado anduvo el conde de Pitigliano, su general, que encontrando en 15 de abril á los genoveses, los venció en batalla campal, prendió á su general Fiesco, y descercaron á Serezanello amedrentados con lo cual los que defendian á Serezana, al ver que los florentines se preparaban para

(1) Jovio en las Historias de su tiempo y en el elogio de Castruccio. Nicolas Machiavelli en su vida que Jovio dice haber escrito con poca exactitud.

(2) Ubertus Folicta ibi.

un asalto general, enarbolaron bandera blanca el 22 de junio, y entregaron por capitulacion la plaza (1).

Hemos entrado en estos pormenores porque en esa guerra de Luca ó Lunigiana y en las empresas de Serezana y Serezanello convienen los italianos mas fidedignos en que militó Pedro Navarro como simple peon ó soldado de infantería, aunque difieren en las banderas que siguió. Paulo Jovio su amigo, y por eso muy digno de fe, da por sentado que estuvo con los florentines, cuyo general Pedro Montano ó del Monte no le dió al principo mas de treinta reales mensuales, hasta que viendo cuanto excedia á los demás soldados en capacidad y en las obras de ingenio que ejecutaba, especialmente abriendo minas y henchiéndolas de pólvora, le dobló al cabo de algunos meses la paga (2). Guicciardini por lo contrario asegura que seguia á los genoveses, y que con ellos militaba como infante particular, segun algunos le afirmaron al cercar en 1487 la peña de Serezanello guardada por los florentines; contra la cual, aunque aplicó sus minas, que por primera vez se usaron entónces en Italia, apenas produjo efecto la explosion por no haberse excavado lo suficiente en la peña para llegar hasta debajo de las murallas, y quedó por lo tanto abandonada esa invencion hasta mas adelante (3).

les

(1) Muratori, ibi, pág. 553 y 555.

(2) Paulo Jovio en su Elogio y Baeza en la traduccion pone realiliatis denariis.

por

(3) Guicciardini, Istoria d'Italia, edicion de 1563 en Venecia, lib. 6, pág. 150, tratando de las minas que Navarro empleó en 1503 contra los castillos de Nápoles; la quale specie d'espugnatione era stata la prima volta usata in Italia da Genovesi co'i quali secondo che affermano alcuni, militava per fante privato Pietro Navarra quando l'anno 1487 s'accamparono alla Rocca de Serczanello

Sin decirnos de donde lo tomaron los analistas de Navarra, sostienen que nuestro conde andaba con los genoveses, á quienes acompañó en el socorro que enviaron á los florentines en la guerra que tenian con los pisanos. En el sitio que entonces pusieron á Pisa, refieren, haber sido en donde observando Navarro el poco tino con que dirigian las minas, que entonces comenzaban á usarse, el ingeniero encargado de ellas, se ofreció á preparar otras que hicieran mayor estrago, y habiéndolo conseguido muy pronto, mereció su obra tanta admiracion como aplauso. La brecha que de la esplosion resultó concluyen con que fué tan capaz y practicable para el asalto, que los sitiados al ver que todo estaba ordenado para él se rindieron por capitulacion (1); mas como la guerra entre florentines y pisanos, á que parece que aluden, y el sitio consiguiente á ella solo tuvieron lugar en los años de 1496 Ꭹ 1499, cuando Navarro, como verémos, andaba en empresas de otro carácter, no merece tomarse en cuenta la relacion de los que se tenian por sus paisanos (2).

Mas grave sin duda alguna en lo que concierne á nuestro minador, es la autoridad de su contemporáneo Hernando del Pulgar. En el año de 1487 y casi en los mismos dias en que, segun los italianos poco há citados, vencieron los florentines á los genoveses y se apoderaron

tenuta da i Fiorentini, ove con una cava in simil modo apersono parte de la muraglia, ma non conquistando la rocca per essere la mina penetrata tanto sotto i fondamenti del muro, quanto era neccessario, non fu sequitato per allora le essempio di questa cosa.

(1) Aleson, Annales de Navarra, tom. 5, parte 2, lib. 46, cap. 5,

núm. 2.

0

(2) Muratori, Annali d'Italia, ibi, pág. 587, an. de 1496, y pág. 597, an. de 1499, en cuyo dia 1. de agosto dice que el general florentin puso sitio á Fisa.

luego de Serezana, nos cuenta aquel testigo de vista y distinguido cronista de los Reyes Católicos, que se rindió á estos en 27 de abril la ciudad de Velez-Málaga, y algunos dias despues el fuerte castillo de Bentomiz, en que pusieron por alcaide à Pedro Navarro (1). Y para confirmarnos el diligente historiador Esteban de Garibay en que fué el mismo aventurero Navarro, cuya vida escribimos, al referir el mismo acontecimiento que Pulgar, le da el título de capitan, y añade que de pobre mozo que se platicaba por tradicion haber sido marinero, aunque hidalgo, vino despues á señalarse tanto que subió á Conde (2).

Si llama la atencion que un escritor tan entendido en las cosas de Navarra como lo fué Garibay, y que debió si no alcanzar, á lo menos oir y tratar á los que alcanzaron y trataron á Navarro, no solo le tenga por guipuzcoano ó vizcaino, sino que le represente como Pulgar, peleando contra los moros de Granada; no la llama menos, que dos muy esclarecidos críticos y académicos, en este siglo y en el pasado, ninguna mencion hicieran de acontecimien to tan notable. Ni el Sr. Clemencin en su magnífico Elogio de la reina Doña Isabel, se acuerda de Navarro ni de sus minas, no obstante haber consagrado una Ilustracion entera de su Elogio á señalar los adelantamientos del arte militar en aquel reinado (3); ni el Sr. D. Vicente de los Rios en su precioso Discurso sobre los ilustres artilleros españoles desde los Reyes Católicos á su tiempo, aunque

(1) Crónica de los Reyes Católicos etc. Zaragoza, 1567. Parte 3, cap. 70 y 73.

(2) Garibay, Compendio historial, Amberes, 1571, tom. 2, capitulo 31, pág. 1434 y lib. 19, cap. 16, pág. 1245.

(3) Memorias de la Acadenia de la Historia, tomo 6, Ilustracion 6, pág. 167.

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