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Es probable que las memorias y escritos calificados de auténticos por los mencionados analistas, que en ellos creian encontrar la fe necesaria en este punto, no sean por ventura una genealogía de los dos apellidos de Navarro y Vereterra, que se lée en la Historia del Colegio viejo de San Bartolomé de Salamanca. En ella, y con el empeño que se advierte de que, contra el espíritu del caritativo У benemérito fundador, brillen mas los colegiales por su alcurnia que por sus letras, se cuenta que D. Diego Antonio Navarro de Vereterra, recibido colegial en 8 de diciembre de 1683, era sexto nieto de D. Juan Sanz de Vereterra, hermano tercero de nuestro conde Pedro Navarro. Estos dos hermanos se quiere que fueran hijos de Pedro Suarez de Vereterra, Coronel ó Almirante del valle de Roncal, nietos de Sancho Roncal de Vereterra y biznietos de Pedro Sanz de Vereterra y de Doña Catalina Lopez Urriqui, que por los años de 1271 vivian en el lugar de Garde en Roncal; y como si ya tanta antigüedad no bastára para ennoblecer no digamos á un colegial que comenzaba su carrera ni aun á nuestro conde, cuyo esfuerzo fué tan grande, sino á muchos magnates y Príncipes; todavía el genealogista y el crédulo historiador del colegio remontaron la ascendencia del colegial hasta Garci Sanchez de Vereterra, que acaudillando á la gente roncalesa hácia el año de 785, venció en Olast al Rey moro de Córdoba Abderraman, que trataba de penetrar en la Galia gótica, y perdió en la tentatival su cabeza (1).

(1) Historia del Colegio viejo de San Bartolomé por D. Fiancisco Ruiz de Vergara, aumentada por el marqués de Alventos. Madrid, 1766, tomo 2.o, núm. 100, pág. 519 y 524.

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Para ser ilustre la familia de los marqueses de Gaztañaga, á la que parece pertenecer esta genealogía, no necesita mendigar falsos timbres tan antiguos, cuando los tiene muy propios y muy seguros. Nada dirémos de su poco justificado enlace con el conde Pedro Navarro, porque no es posible justificarle cuando el mismo conde y su padre le rechazan. Ni aun el menor indicio apareció hasta el dia de que hubiesen usado alguna vez del apellido de Vereterra; y lo que el genealogista añade acerca de que Garci Sanchez de Vereterra despues del suceso de Olast agregó á los dos pinos sobre dos rocas de sus armas una cabeza alusiva á la de Abderraman, al paso que sirve para probar la falsedad de la genealogía con la falsedad de los sucesos y de las circunstancias en que se apoya, nos sirve tambien de prueba de que Pedro Navarro no tuvo el apellido de Vereterra, pues desconoció enteramente sus armas. Aun cuando la batalla de Olast sucediera, que ni está probado ni es tampoco fácil de asegurar que en el siglo VIII y en Roncal, ó sea en lo mas áspero y encrespado de los Pirineos navarros, ocurriera una batalla, fué sin duda muy posterior al tiempo en que se supone. Tan doctamente como acostumbra lo demostró el Mtro. Risco en su Vasconia contra el P. Moret (1), á quien sigue el genealogista; y no habiéndose comenzado á usar en Navarra las armas y los blasones, segun el mismo analista, sino unos quinientos años antes de que él escribiera sus Investigaciones históricas, en que lo indica (2); ya el suceso de Olast fuera en 785 como pre

(1) España sagrada, tomo 32, cap. 16, pág. 364 y sig. (2) En el lib. 3, cap. 9, § 2, habiendo sido impresas en el año de 1665.

tende, ó bien en 961 como señala el Mtro. Risco, en ninguno de los dos casos aparece que se usáran armas en Navarra. En cuanto á nuestro conde, referirémos mas adelante que por no conocerlas ni tenerlas, pidió á Paulo Jovio que le arreglára y compusiera una empresa ó divisa alusiva á sus hazañas.

No habiendo mar en Roncal y creyendo tal vez los escritores que refutamos, que el oficio de marinero, y marinero en Vizcaya, país tan noble como Roncal (1), no era tan honroso como el de labriego en aquel valle, cuentan que cansado Pedro Navarro de labrar sus propias heredades y conducir sus ganados como lo practicaban los demás roncaleses, todo lo abandonó para mejorar de suerte. El viaje sin embargo no fué largo ni á ningun estado ó gran metrópoli ocasionada á enriquecerse con el tráfico ó con el ingenio, sino á la modesta villa y hoy ciudad de Sangüesa, cabeza de la merindad á que tambien pertenecia Roncal. Un dia en que por no haber hallado ocupacion, se paseaba ocioso por su puente, refieren los mismos escritores, que encontrándole unos mercaderes genoveses, que regresaban á su patria, y prendados del buen modo y despejo con que, preguntándole por la posada los guió á ella y sirvió, mientras permanecieron en Sangüesa, le admitieron en su compañía y le llevaron á Génova. Allí siguen, con que, segun unos, sentó plaza de soldado de marina en un corsario, y conociéndole natural de Navarra, comenzaron á llamarle Navarro, y segun otros se hizo merca

(1) Acerca de la infanzonía ó hidalguía que de resultas de la batalla de Olast concedió el rey de Navarra Fortun García á los roncaleses y lo que era la nobleza en aquel reino, véanse los artículos Hidalguia y Roncal del Diccionario de las antigüedades de Navarra del Sr. Yanguas.

der negociando con las presas que tomaba, y en su mayor parte eran, como entónces se usaba, de moros (1).

Esta narracion propensa como se vé á atenuar la humilde condicion en que Navarro nació, y sobre todo sus atrocidades, cuando fué mas bien pirata que corsario, no guarda conformidad ni con lo que escribió Gonzalo de Oviedo, ni con lo que el mismo Navarro contó á Paulo Jovio. El primero dice, que desde muchacho sirvió al marqués de Cotron, caballero del reino de Nápoles, y que despues de cogido el marqués por los turcos, anduvo en las correrías que en su lugar referiremos (2); y el segundo refiere que, habiendo algun tiempo navegado por los mares de Vizcaya, enfadado de aquella vida se fué á Italia, en donde pudo acomodarse de mozo de espuela (de palafrenero dicen otros) del Cardenal Juan de Aragon (3).

(1) Aleson, continuador de Moret, en los Annales de Navarra, tomo 6, lib. 35, cap. 12, §. 2, núm. 6.

(2) Quinquagena 1. Estancia 39.

“que

(3) Elogia etc.... ut Joanni Aragonis Cardinali á peditibus serviret. Baeza, ibi, pág. 164. Lope García de Salazar, que escribió sus Biennandanzas y Fortunas hacia el año de 1470, tratando De la Casa é linage de Dávalos é de su crecida é de su caida, dice “ el linaje de Dávalos eran del reino de Navarra é de estos vino en Castilla un fijodalgo mancebo de XVI años que llamaban R. Dávalos, que fué mozo de espuela del rey D. Enrique III de este nombre é despues fué page, é despues camarero.... é fué Condestable." Se vé pues que tan bajo empleo era bien propenso á subir muy alto y tambien à morir en desgracia como le sucedió al Condestable Rui Lopez Dávalos, desterrado en Valencia en 1428.-V. Generaciones y Semblanzas de Fernan Perez de Guzman al fin de la Crónica de Juan II. Segun el mismo Gonzalo Fernandez de Oviedo, citado por el Sr. Clemencin en las Ilustraciones al Elogio de la Reina Doña Isabel, pág. 188, la primera guardia que tuvo el Rey Católico, la juntó el capitan Gonzalo de Ayora, tomándola de los mozos de espuelas de los caballeros cortesanos.

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1485.-Fué este cardenal hijo del Rey D. Fernando I de Nápoles y de Isabel de Claramonte. Murió en Roma con sospechas de envenenado en octubre de 1485, sin tener apenas veinte y un años (1). De sus resultas quedando nues. tro Navarro desocupado, y pareciéndole mal el ocio de aquella corte, prosigue su amigo Jovio, que se fué á tomar partido en la guerra de Luca ó Lunigiana (2): de suerte que, atendida la robustez que necesitaba para acompañar como espuelista, ó ya fuera á pié ó á caballo al cardenal cuando cabalgaba, y el esfuerzo que luego comenzó á mostrar en la guerra Lunigiana, no parece exagerado reputarle entonces como de veinte y cinco años, y que pudo por lo tanto nacer hácia el de 1460.

ó

Si en nuestras provincias Vascongadas, hoy tan pobladas y apacibles, y si en medio de sus pobres y ásperas montañas, los bandos de Gamboa y Onez por mandar en tan corto y miserable recinto, derramaban entonces la sangre á torrentes y combatian en batallas ordenadas, sin que hubiera reunion pública con cualquiera objeto que fuese, o bien de familia y parientes por boda, entierro ó misa nueva, que no acabase en desafío y pelea con los del linaje contrario y su bando, ¿qué no sucederia en aquel siglo y en esa hermosa Italia llamada por la naturaleza á ser políticamente una, y constantemente contrariada por intereses extraños, y lo que es peor, y todavía continúa, por los mismos italianos? Repartida entonces en multitud de pequeños estados y repúblicas, celosos todos unos de otros y aspirando á dominarse; y divididos á su

(1) Muratori, Annali d'Italia, tom. 9, pág. 549, an. 1485. Alphonsi Ciaconii, Vitæ et res gesta Pontificum et Cardinalium ab Augusto Oldoino S. J. recognita. tom. 3, pág. 70.

(2) Jovio y Baeza ibi.

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