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THE CITY OF NEW YORK.

HISTORIA GENERAL

DE ESPAÑA

DESDE LOS TIEMPOS PRIMITIVOS HASTA LA MUERTE DE FERNANDO VII

POR

DON MODESTO LAFUENTE

CONTINUADA DESDE DICHA ÉPOCA HASTA NUESTROS DÍAS POR

DON JUAN VALERA

CON LA COLABORACIÓN DE D. ANDRÉS BORREGO Y D. ANTONIO PIRALA

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MONTANER Y SIMÓN, EDITORES

CALLE DE ARAGON, NUMS. 309-311

New

York Public

1888

Library,

Jackson Square Branch:

251 WEST 3THSTRE

CIRCI

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PUBLIC LIBRARY

599954

ASTOR, LENOX AND TILDEN FOUNDATIONS. R 1913 L

ES PROPIEDAD DE LOS EDITORES

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LOS MORISCOS. EL MARQUÉS DE MONDÉJAR Y EL DE LOS VÉLEZ.-1569 Primeras operaciones de campaña del marqués de Mondéjar.-Paso del puente de Tablate.-Atrevida resolución de un fraile franciscano.-Fuga de los moriscos.Sitio y socorro de Orgiba.-Los cristianos en Pitres, Poqueira y Jubiles.-Gran degüello de mujeres moriscas.-Diego López Abén Aboo.-Discordia entre el rey Abén Humeya y sus parientes.-Tratos de paz.-Acción de Paterna.-El marqués de Mondéjar en Andarax'y Ujijar.-Su política con los rendidos.-Expedición del de Mondéjar á las Guájaras.-Conquista del Peñón.-Fuga y suplicio de el Zamar.— Crueldad del marqués con los vencidos.-Reducción de los lugares de la Alpujarra. -El marqués de los Vélez en la sierra de Filabres y en la de Gador.-Sus triunfos sobre los moriscos en Huécija y Filix.-Indisciplina de sus tropas.-Atrevida expedición de don Francisco de Córdoba.-El marqués de los Vélez en Ohanez.-Escenas trágicas.-Pacificación de la Alpujarra.-Riesgo que corrió Abén Humeya de ser cogido.-Sálvase mañosamente.-Acusaciones é intrigas en Granada y en la corte contra el marqués de Mondéjar.-Da el rey á don Juan de Austria la dirección de la guerra.-Don Juan de Austria en Granada.

De índole completamente diversa y nada parecida á la guerra de Flandes era la de los moriscos insurrectos del reino de Granada, que al apuntar el año 1569, dejamos como anunciada al final de nuestro capítulo VIII. Producidas ambas por motivos semejantes, por no querer sujetarse, así flamencos como moriscos, al rigor con que Felipe II se empeñaba en establecer la unidad religiosa en todos sus dominios, y por sacudir el peso de los onerosos tributos con que los oprimía, el carácter de la rebelión y de las guerras de cada uno de estos dos pueblos tenía que ser de todo punto distinto, por la diferente condición de los naturales de cada país y por las circunstancias de localidad.

Habitando los moriscos la parte más montañosa y áspera del reino de Granada, rústicos é inciviles los más, divididos en grupos de pequeños pueblos llamados tahas, sin una ciudad ni plaza fuerte, sin ejército organizado, tan valientes y feroces como fanáticos por los ritos de su antiguo culto, irritados como los leones en sus cuevas con la opresión y los malos

tratamientos de los cristianos, la guerra que estos hombres hicieran necesariamente había de ser, como lo fué, una lucha de esfuerzos parciales, de asaltos y sorpresas, de rústicos é improvisados atrincheramientos, de acometidas y defensas heroicas y feroces, de incendio, de saqueo y de asesinato, guerra, en fin, de montaña, y lo que en nuestra vecina nación llamarían de brigandage, como lo había empezado á ser. Mas no por eso dejó de ser fecunda y variada en notables accidentes, que los historiadores de aquel tiempo y que se hallaron en ella nos han transmitido, á los cuales nosotros no podemos seguir por no ser de nuestro objeto, en sus diarios lances y pormenores, bien que en ellos figuraran personajes y generales de gran cuenta, algunos de los cuales ganaron no poca reputación y lauro, y fué el principio de sus grandes glorias militares.

Dejamos en el final del precitado capítulo al marqués de Mondéjar en el Padul, dando principio á la campaña contra los rebeldes moriscos, con la gente que había podido recoger en Granada, más fuerte por el valor y la decisión que por el número y la disciplina, que aquél era bien escaso para sujetar un pueblo insurrecto, y ésta no era para elogiada, en especial la de la gente concejil, que iba movida del deseo y la esperanza del pillaje; así como se distinguían por su lucido y aun lujoso porte los aventureros y gente noble que por afición á pelear acompañaban al capitán general de Granada. La estación era la más cruda del año (principio de enero, 1569), y más en un país erizado de altos riscos y nevadas sierras. Y sin embargo, no se interrumpieron un punto, antes menudeaban maravillosamente los combates y los movimientos y operaciones de la guerra. Ya desde el Padul tuvo que rechazar un grueso pelotón de moriscos mandados por Miguel de Granada el Jabá, que en una acometida nocturna había sorprendido su vanguardia en Durcal, y herido de un flechazo al capitán Lorenzo Dávila. Y aquí se comenzó á ver también el carácter religioso que se dió á esta guerra. Cuatro frailes de San Francisco y cuatro jesuítas pelearon en este reencuentro en favor de los cristianos. Uno de los primeros arengaba con un Crucifijo en la mano á los suyos, cuando una piedra lanzada por un moro vino á herirle fuertemente en el brazo dando en tierra con la sagrada insignia, cosa que irritó tanto al capitán Gonzalo de Alcántara, que embravecido como una fiera, y no contento con haber arrancado la vida al perpetrador de aquel sacrilegio, arremetió furioso con su espada jurando degollar á cuantos descreídos se le pusieran por delante. Sin embargo, hubiéranlo pasado mal aquella noche los cristianos, si un ardid del marqués de Mondéjar no hubiera ahuyentado á los audaces moriscos.

Rechazado el Jabá, y reforzado el marqués con las milicias de Úbeda, Baeza, Porcuna y otras villas (que á esta guerra concurrían, como en lo antiguo, los señores con sus vasallos, los concejos con sus pendones), sometiéronsele los moriscos de las Albuñuelas, temerosos de que descargara sobre ellos toda la furia de los cristianos. Abastecíale de mantenimientos desde Granada su hijo el conde de Tendilla, que dividiendo en siete partidos los lugares de la Vega, hacía que cada uno en un día de la semana llevase diez mil panes de á dos libras al campo del marqués su

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