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conducido por Tlaxcala, de Cortés y de los que

adictos.

le eran

Jamás se ha encontrado general ninguno en las difíciles circunstancias en que se encontraba Hernan Cortés en aquellos instantes. Internado en un país enemigo; lejos de la costa; con numerosos ejércitos tlaxcaltecas al frente fuertes guarniciones mejicanas á su espalda, que se manifestarian hostiles en el primer instante oportuno; herida y enferma la mayor parte de su corto ejército; heridos y maltratados los doce caballos que quedaban; enfermo él mismo de calenturas, y establecido el descontento en gran parte de sus soldados, la posicion en que se veia era excesivamente crítica. El hombre de corazon mas esforzado hubiera desistido de la empresa al tocar lo inverosimil del buen éxito.

Cualquiera otro que no hubiera sido Hernan Cortés, habria abandonado un proyecto que presentaba á cada instante obstáculos que la razon los consideraba insuperables.

Para mí tengo que, á no haber sido él quien se hallaba al frente de la expedicion, no se hubiera realizado, al menos con la poca gente de que disponia, el fabuloso provecto de llegar á la poderosa corte de Moctezuma. No es fácil reunir en un solo individuo, como se reunian en Cortés, al político, al guerrero, al capitan afable á la vez que enérgico, y al hombre de Estado.

Con esas dotes que le distinguian, no habia amigo que no estuviese dispuesto á sacrificarse por él, ni enemigo que, al tratarle, no dejase de serlo. Los mismos que se habian retirado de la conferencia maldiciéndole interiormen

te, comprendieron que habian andado desacertados; se arrepintieron de su debilidad; cobraron ánimo, «< y los atraje a mi propósito y á facer lo que yo deseaba,—dice Cortés, que era dar fin en mi demanda comenzada.»>

Operado el cambio favorable en la opinion de los quejosos, manifestó al ejército el buen resultado de la excursion que acababa de hacer; la promesa de paz y de adhesion de los nobles y caciques; la protesta que habian hecho de enviar al campamento los víveres necesarios, y la seguridad que le habian dado de favorecerle en todo lo que fuera posible.

les

El placer se pintó en el semblante de todos al escuchar las nuevas de su general, y el pasado descontento de los que se habian manifestado disidentes, se convirtió en alegría y satisfaccion.

CAPÍTULO XXX.

El senado de Tlaxcala resuelve hacer la paz con los españoles y recibirles como amigos.-Envía sus embajadores á Cortés para arreglarla.-El general Jicotencatl hace volver desde su campamento á los embajadores, desobedeciendo las órdenes del senado.-Dispone otro ataque nocturno al campamento español.-Envía espías á reconocer el real castellano.-Castiga Cortés á los espías cortándoles las manos.-Reflexiones sobre este castigo, inferior al que entonces se aplicaba y se aplica actualmente á los espías.-Marcha cautelosamente el ejército tlaxcalteça al asalto.-Cortés marcha al encuentro de él.

Mientras en el campamento español habia estado dividida la opinion de los soldados respecto de la expedicion, los embajadores enviados por Cortés, habian llegado á la capital de Tlaxcala.

El senado recibió á los mensajeros con notable satisfaccion. El último golpe sufrido, habia causado profunda

sensacion en sus ánimos. Habian acudido á los dioses para que les aconsejaran por medio de sus sacerdotes, y los oráculos se habian engañado al juzgar á los hombres extraordinarios que de dia y de noche, como infatigables Argos, veian todo lo que se disponia, y luchaban siempre que habia que luchar. Sabian que eran mortales; pero sabian tambien que nadie les habia podido vencer; que eran temibles en el combate; pero leales amigos con los que dejaban de hacerles la guerra, como habia sucedido con los habitantes de Tabasco. Los senadores habian hecho todo lo que, como á leales patricios, les correspondia. No habian descuidado medio ninguno para alcanzar la victoria; pero todos sus esfuerzos se habian estrellado ante el poder de unos hombres que parecian invulnerables y respetados por la misma muerte. Despues de una leal y detenida deliberacion, el senado resolvió aceptar las proposiciones del general español. Eligió para desempeñar la embajada, cuatro de los mas distinguidos personajes de la nobleza. La mision que se les confió, fué disculpar á la república de haber luchado contra los castellanos cuando les crayó enemigos suyos; manifestar á Cortés, que se admitia su amistad y sus proposiciones de paz; decirle que podia pasar con su tropa á la capital, donde hallaria benéfica acogida, y franquearle el paso hacia la corte de Moctezuma. Los comisionados de la república debian pasar antes, por donde se hallaba con su ejército, el jóven Jicotencatl; ordenarle, de parte del senado, el fin de toda hostilidad contra los extranjeros, y lejos de manifestarse contrario á ellos, proveerles de los víveres necesarios y dejarles libre la marcha por el territorio de la república.

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