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voradora sed que le atormenta; el apreciable maguey, la vid del país de Anáhuac, de enormes y largas hojas acanaladas, de cuatro piés de largo, de donde se extrae en aquellas regiones el blanco y estomacal vino llamado pulde que, y cuya planta se servian á la vez los antiguos aztecas para formar el papel de su escrito-pintura ; la nudosa planta del pimiento llamada allí chile, ostentando once especies diferentes, de cuyo fruto hacian uso los mejicanos en todas sus comidas; la chia, de tallo derecho y cuadrangular, de cuya diminuta semilla se valian para proporcionarse bebidas refrigerantes; y por donde quiera que se dirigia la vista, pintorescos sembrados de maíz de diversas especies y colores, y vistosas heredades cubiertas de la planta de la nutritiva alubia, llamada allí frijol, y que formaba la principal legumbre de los mejicanos.

El ejército, olvidando las penas pasadas y animado con la vista del risueño aspecto del país en que habia entrado, cuya temperatura era terplada, caminaba contento, esperando llegar muy en breve á alguna poblacion en que poder mitigar el hambre y descansar. La vista de una hermosa ciudad se presentó al fin á sus ojos, llenando de regocijo el corazon de los soldados. Cortés envió á dos nobles cempoaltecas para que avisaran al cacique de la poblacion su próxima llegada y ordenase que se le dispusiese cómodo alojamiento.

La agradable ciudad que se presentaba como término de las fatigas de aquel dia, era Xocotla, (1) á la que los

(1) Bernal Diaz llama á este pueblo Cocotlan y Solís Zocothlan. Acaso el pronunciar la última sílaba la harian algunos aguda, diciendo Jocotlá, viniendo de aquí la alteracion sufrida.

y

españoles llamaron en aquel instante Castilblanco, por la semejanza que, segun uno de los soldados que era portugués, dijo que tenia con ella. Los edificios eran de cal piedra, y superiores en comodidad y belleza á los de Cempoala. Sobresalian entre ellos por la vasta capacidad de sus salones, de sus patios y de sus jardines, el palacio de su poderoso cacique y los de los nobles de la provincia.

Trece sólidos templos se levantaban en los puntos principales de la poblacion, en cuyos remates se encontraban los adoratorios de las falsas divinidades. Gobernaba su señor, llamado Olintetl, veinte mil vasallos, y era tributario del emperador Moctezuma. Una guarnicion de cinco mil guerreros mejicanos, que mantenia á los habitantes en la obediencia hácia su conquistador, ocupaba el centro de la ciudad.

¿Serian bien recibidos los mensajeros de Cortés, ó encontraria hostilidad el ejército castellano?

El general español habia indicado á los últimos embajadores mejicanos que se dirigiria á la corte de Moctezu– ma, donde le explicaria la conducta que habia observado con los caciques totonacos; pero se ignoraba si el emperador de Méjico estaba dispuesto á recibirle.

Acaso cuando esperaba encontrar en la ciudad que tenia á la vista, víveres y descanso, le aguardaban escasez y fatigas.

Este pensamiento cruzó por la mente de los soldados. Los acontecimientos nos darán á conocer si se realizó.

CAPÍTULO XXIV.

El cacique de Xocotla recibe benévolamente á Cortés.-El jefe español le pide un presente que indique su adhesion al rey de España.-Digna contestacion del cacique.-Número de cráneos de víctimas humanas que habia en uno de de los teocallis.-Visitan dos caciques de otros pueblos á Cortés y le llevan un presente.-Cortés, llevado de su celo religioso, pretende dejar en Xocotla una cruz.-El padre Olmedo le presenta lo inconveniente que seria hacerlo, y Cortés desiste.-Sale Cortés de Xocotla.-Llega á Iztacmaxtillan, donde es bien recibido.-Marcha hácia la república de Tlaxcala, y envia mensajeros cempoaltecas al senado pidiendo permiso para pasar á Méjico.-Discusion en el senado.—Se resuelve no admitir á los españoles, y se nombra á Jicotencatl general, para que se oponga á su paso en caso de que intenten penetrar por fuerza.

Entre tanto que las tropas españolas y sus aliadas las cempoaltecas se dirigian hácia la ciudad, los enviados totonacos habian desempeñado fielmente la comision que les habia confiado Hernan Cortés. El cacique Olintetl, acompañado de los principales personajes de la nobleza, se dispuso á recibir al jefe castellano, aunque sin saber si su

TOMO II.

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disposicion desagradaria al monarca de Méjico. Sabia que Moctezuma, agradecido á la accion de haber salvado de la muerte á sus empleados, le habia enviado ricos presentes y manifestado su buena voluntad hácia los extranjeros, y temia que si no obsequiaba á los huéspedes, desaprobase su conducta. Para obrar de una manera acertada, consultó con el jefe que mandaba la guarnicion mejicana y con los empleados del emperador, los cuales, no habiendo recibido órdenes para manifestarse hostiles á los expedicionarios, indicaron que se les recibiese bondadosamente.

Poco tardaron los españoles en aproximarse á los suburbios de la poblacion. El cacique Olintetl, seguido de los nobles, salió á recibir á Cortés á las puertas de la ciudad. La recepcion fué afectuosa; pero se notaba en ella mas política que voluntad: mas necesidad de cumplir con un deber, que espontáneidad. El ejército fué aposentado en vastos y cómodos edificios; pero poco atendido respecto de alimentos, de que se hallaba imperiosamente necesitado. (1)

Despues de la comida, el cacique hizo una visita á Cortés, que le recibió con la amabilidad acostumbrada. El jefe español, por medio de sus intérpretes Marina y Gerónimo de Aguilar, le hizo saber que era el enviado de uno de los mas poderosos monarcas del mundo, llamado Cárlos V, para tratar con el soberano de Méjico, de asuntos importantes respecto de religion y del buen gobierno de las provincias que su mision era la de alcanzar que no se

(1) «Y nos dieron de comer poca cosa y de mala voluntad.»-Bernal Diaz del Castillo.

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