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corto número, en las tertulias y salones. No se habian organizado reuniones, ni sociedades en que pudieran ostentar su habilidad; pero hubo tambien una academia de Sta. Cecilia que se debió á los esfuerzos de algunos aficionados instrumentistas que lograron realizar una buena orquesta. Esta sociedad suspendió por algun tiempo sus funciones; pero ella sirvió de base, ό por lo mé nos para la instalacion de otra sociedad del mismo nombre que brilló despues de un gran intervalo de tiempo, y que aun cuando parezca anticipar los hechos, dió orígen al Liceo Artístico y Literario.

Pero tomando el hilo de los acontecimientos para llegar á la época actual, debo decir sin temor de ser desmentido que los verdaderos progresos de la música entre nosotros datan desde que vinieron á esta capital, atraidos por nuestra civilizacion y estado floreciente, los artistas de la Opera italiana. No afirmaré que hasta entonces no habíamos sido visitados por notabilidades y talentos líricos de todo género, pero estas plantas exóticas no germinaron en el pais, nos encantaron con su vigor y lozanía y no nos dejaron semillas fructíferas; hicieron lo que los cometas luminosos; aparecer, ostentar su brillo, causarnos admiracion y ausentarse despues. La verdadera causa del progreso en la música, la causa legítima de la propagacion del gusto á este arte encantador, débese fuera de toda duda á la primera compañía de ópera italiana que logró establecerse en el pais, la mejor que hemos poseido, si no me engañan las primeras impresiones que siempre son las mas fuertes y duraderas, cuando no por el mérito intrínseco de cada una de las partes que la constituian, por lo menos por su conjunto y buena organizacion. Entonces se generalizó la aficion al canto, y bajo el estilo de la escuela italiana comenzaron á desplegarse todos los talentos; y el gusto y entusiasmo por la música llegó hasta nuestras bellas jóvenes, que se han distinguido despues como notabilidades.

Este incentivo, hijo de tan felices circunstancias produjo el deseo de constituir sociedades filarmónicas, que supieron poner en ejecucion los ilustrados esfuerzos, la inteligencia y la actividad de algunos individuos; y de estas elegantes reuniones en que presidian el bello arte y el buen tono, es de donde han partido los progresos de la música, de aquí es de donde ha nacido esa abundancia de habilidades mas ó ménos distinguidas. La antigua Sociedad de Santa Cecilia tiene pues la iniciativa en este noble concurso de la emulacion y del talento; suya es la gloria que dividió despues con la Sociedad Filarmónica y mas tarde con la Sociedad Habanera.

De este modo han ido aumentándose cada vez los progresos hasta llegar á formar un catálogo de señoritas cantantes y otro de instrumentistas, aficionadas, y otro mas reducido del

sexo fuerte, en los que pudieran inscribirse notabilidades que harian honor á paises mas adelantados que el nuestro en las bellas ártes; y en el que se veria designado alguna vez el genio, y siempre el talento artístico, bajo el pudoroso velo de la honestidad y la modestia, entre los encantos de la juventud y la belleza. És preciso pues convenir en que el estado de la música es floreciente hoy entre nosotros.

Allí está ese Liceo, realizado despues de tantos esfuerzos reunidos, si bien favorecido por multitud de circuntancias, siendo la principal la de haber encontrado artistas y aficionados constituidos ya en sociedad numerosa, con los mejores elementos, inclusos los del local, la adquisicion de miembros, muebles, adornos y hasta un pequeño teatro: tan solo bastó el espíritu púbico, la animacion é inteligencia de los individuos de la briIlante sociedad de Sta. Cecilia, que concibieron la idea de elevarla al rango de un Liceo artístico y Literario, que encontraron medios oportunos y fáciles, y que se han coronado con la satisfaccion de haberlo conseguido; el favor y proteccion de numerosos individuos, el prestigio con que se ofrecia el Instituto hizo lo demas. No me detendré pues en referir la parte que el Liceo tiene hoy en los progresos que hace el arte de la música en nuestra capital, porque bastará decir que si bien se debe el primer ensayo á la antigua sociedad de Sta. Cecilia, que dió una prueba inequívoca de que en esta capital se podian poner en escena las mas bellas partituras de los primeros maestros, aquel instituto, ha producido la conviccion de que vale tanto para él arreglar la ejecucion de una ópera como preparar un concierto. Asi es que apénas habia transcurrido un año de su instalacion cuando habia ofrecido por diez veces este brillante espectáculo. Honor y prez á este Instituto que ha perfeccionado los bellos talentos y las delicias de la música, uniéndose á la accion, á la espresion mímica, á las demostraciones artísticas del sentimiento, sin cuyos requisitos no puede haber perfeccion en el canto (*)

(*) Sentimos que una circunstancia imprevista nos haya colocado en la posicion de no poder solicitar en estos momentos de nuestro entendido colaborador la rectificacion de esta idea, que sin duda le ha sugerido su entusiasmo artístico por las representaciones líricas. Tan enemigo como nosotros de los estremos, hubiera conocido en la serenidad de su razon que no es uņa condicioa esencial, un requisito indispensable para la perfeccion del canto, espresar con la accion, los movimientos y las gesticulaciones. Está bien que un actor ó una actraiz necesite de estos medios para ocupar un lugar distinguido en la escena, en donde se ocultan los defectos ó la limitacion del mérito de un cantante supliéndolo todo con la accion y los ademanes, ó bien se engrandecen las facultades con este nuevo mérito; pero es un esclusivismo muy erróneo decir que sin esto no puede haber perfeccion en el canto. ¡Y no serà suficiente para probarlo las veces en que el genio y el talento de alguna aficionada ha llenado de encanto ý admiracion esos mismos salones que hoy constituyen el Liceo, los de la Habenera, los de la actual academia de Santa Cecilia y otros y otros? No está probado suficientemente que una distinguida dilettante colocada en presencia de la orquesta, con

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Pero no solo en la ejecucion de las óperas es donde el instituto desplega todos sus esfuerzos y emplea sus abundantes recursos en progreso del arte: su numerosa seccion de música presenta ejercicios artísticos, y grandes conciertos en que oimos las mas selectas composiciones de distinguidos maestros ejecutadas con toda la propiedad y que producen el mas vivo entusiasmo. Y no solo en las piezas de canto es donde se corona de gloria el instituto artístico; á mas de componer la orquesta numerosos aficionados y profesores que forman parte de él como sócios facultativos, van allí tambien jóvenes de ámbos sexos á demostrar su habilidad y sus progresos como instrumentistas. Seria injusto si no consignase aunque de paso un justo tributo al mérito artístico del Sr. D. José Miró: a él se deben en alguna manera los resultados brillantes de esta seccion; y digo en alguna manera, porque sin los inteligentes esfuerzos, sin la denodada constancia de la comision directiva, sin la cooperacion de los miembros, sin el ardiente entusiasmo que estas circunstancias reunidas han producido en los alumnos, si puede dárseles este nombre, no hubiera conseguido mucho el genio y los talentos del distinguido artista.

Pero no es solo en este instituto, que se honrarian mucho de poseer algunas de las primeras y mas cultas ciudades, donde resplandecen esos progresos de la música: la Sociedad Habanera dió tambien iguales pruebas en sus dias de gloria y bienandanza; diólas en igual grado la antigua Sociedad de Sta. Cecilia en la floreciente época en que nuestro estimable y malogrado D. Mauricio Paique, logró la ejecucion entera de las dos óperas Norma y Elena de Feltre aunque solo en la parte de la modestia hija del mérito, puede dar toda la fuerza, toda la animacion á la pieza que ejecuta, todo el sentimiento, todo el valor de las composiciones? No lo hemos visto mil veces? Si nosotros fuéramos esclusivistas, si no huyéramos de las exageraciones, si en fin, nos dejasemos guiar de ciertas prevenciones, de aquellas que suelen fomentar en nosotros el hábito, ó si se quiere, el dominio de una preocupacion arraigada, diríamos mas bien que la verdadera perfeccion en el canto, no puede ostentarse mejor que cuando se oye sin el ausilio de una rica vestimenta, sin los paseos de un tablado, entre el movimiento de los brazos, la colocacion de las manos, con cuyo ausilio se pueden omitir muchas notas, dar algunas desentonada3 ó chillonas que pasen por esclamaciones, y hacer como aquel tenor que no alcanzando al sol de la escala apuntaba al cielo con el dedo índice de la mano derecha cuando la partitura señala esta nota. Pero no, nosotros decimos, y todo el mundo lo esperimenta que la representacion escénica realza el mérito de un cantante y lo coloca en una esfera superior á la que le corresponde por sus facultades líricas, siempre que haya animacion y propiedad en la escena; este es un poder májico que arrastra y seduce al auditorio; pero no constituye la perfeccion en el canto; y para esto bastara advertir que la música es un arte y la declamacion es otro; que se puede ser mal declamador y buen cantante y vice-versa. Se nos disimulará la estension que hemos dado á esta nota en fuerza del deseo de que no se atribuya á un asentimiento el silencio de nuestra parte: la propagacion de la idea que hemos procurado combatir perjudicaria á nuestro brillante Liceo que cuenta muchas notabilidades, que ostentan sus talentos filarmónicos en sus numerosos actos modestamente titulados ejercicios artísticos sin haberse calzado nunca el coturno. Esperamos que asi se nos interprete. (N. del Director.)

canto, y sin el teatro que mas tarde se formó, cuya primera idea á nadie pertenece con mas justicia que al recomendable artista que no podemos recordar sin dolor, porque pocas veces vemos reunidos tantos talentos, tan fina educacion, tanta amabilidad y tanto mérito. La Sociedad Filarmónica ha solido concurrir tambien con sus útiles esfuerzos. Pero la exactitud me impele y exige la justicia que haga una mencion especial de la nueva Academia de Sta. Cecilia, dirigida por el activo y entendido profesor el Sr. D. Henrique Gonzalez.

Favorecido con numerosos discípulos, concibió la idea de hacer reuniones, que modestamente titulaba de familia, en donde iban á demostrar los progresos de la enseñanza, y fueron sucesivamente aumentándose hasta que se vió precisado á salir de esta limitada esfera, constituyendo una sociedad verdaderamente filarmónica. Las relaciones de este profesor, su delicado tacto y sus conocimientos incuestionables, unidos á cierto espíritu conciliador y contemplativo han hecho de esta Academia el centro y la reunion de las altas notabilidades, logrando siempre una concurrencia abundante y escogida. Así es que con sus numerosos discípulos, con los que dirigen otros profesores y con las mas sobresalientes de las filarmónicas, que no lo serian solo en esta capital, ha conseguido dar las mas escelentes funciones, las mas variadas y amenas, y á donde puede ir todo el que quiera formar una idea así del genio y del talento lírico que posee la Habana, como de los progresos del divino arte.

Recordando ahora los numerosos profesores que difunden por todas partes los conocimientos de la música en las casas particulares, con tan buenos resultados, y que concurren tambien á esas grandes reuniones presentando sus alumnos, acabará de formarse una idea del verdadero estado actual de la música en el país, si no fuese hastante lo que acabo de esponer, y si no concurriese tambien á demostrarlo esa abundancia de pianos que resuenan en casi todas nuestras casas y esas voces dulcísimas y sonoras que por donde quiera nos sorprenden á todas horas, ya en sus estudios ó ejercicios, ya en la demostracion de sus buenos resultados.

Pero no es solo en la primera y mas rica de las poblaciones de la Isla, donde se desarrollan estos progresos. Matanzas nos ha enviado el mas rico de los presentes en una joya filar» mónica de gran valor; allí se ha desplegado tambien el gusto á la música, y así como Santiago de Cuba tiene su Sociedad Filarmónica: no permanece inerte en estos esfuerzos la ciudad de Puerto-Príncipe, y los estudios y la aficion lírica se han propagado hasta en las poblaciones en un órden mas inferior; y parecerá increible que apénas hayan transcurrido veinte años para esta revolucion música, si puede llamarse así, para un pro

greso y adelantamiento, que solo puede concebirse por los que estén en disposicion de establecer comparaciones entre los pasados, aunque no remotos tiempos, y la época presente. en que hasta la moda se ha ostentado filarmónica haciendo de un piano el mueble indispensable de una sala de buen tono, en contraposicion de nuestros abuelos que consideraban como una distincion de alta importancia la posesion de una espineta ó clavicordio, ó el uso de un áspero y disonante clave.

No puede ser muy halagüeña ni dilatada la reseña que se haga del estado de la declamacion considerada artísticamente en el pais. Una mera aficion reducida á un corto número de individuos, sin estudios de ninguna clase y casi siempre sin modelos es lo que hasta casi estos últimos tiempos constituian las señales de la existencia del arte de la declamacion. Estoy muy distante de pensar, ni mucho menos decir que por lo que toca á actores dramáticos, no hemos poseido muy buenas compañias en distintos períodos y en épocas muy distantes de la presente. Hemos tenido actores de primera nota en nuestro teatro que hicieran todavía mas desventajosa la comparacion con los primeros tiempos en que aficionados que se formaban aquí mismo, no eran ni aun medianos, á escepcion de uno que otro, con todo de no ser aquella una época muy adelantada. Pero despues de la venida de D. Andres Prieto, discípulo del inmortal Maiquez, recibió una transformacion nuestro teatro. El Sr. Prieto obtuvo por mucho tiempo y en diversas temporadas teatrales la mayor aceptacion pública, y sin embargo no dejaría de encontrarle hoy defectos la severa crítica, si el escelente actor figurando todavía en el mundo escénico, no hubiese seguido su carrera á la par de lo que se llama la nueva escuela declamatoria y los preconizados progresos del arte, escuela y progresos que sin embargo no son suficientes á formar muchos Maiquez ni aun muchos Prietos. Es innegable que hemos tenido despues buenos actores dramáticos como el Sr. Garay, Avecilla, Hermosilla y Duclós, sin referirme á los de época mas reciente, porque no quiero que les alcance ni mi crítica ni mi insignificante elogio; pero aun esos mismos de que he hecho mencion nominal eran intolerables cuando salian del círculo á que parecia deber circunscribirlos sus facultades, y en el cual brillaban indudablemente. Seamos francos, despues de Prieto no hemos visto un actor que arrancara aplausos puros, espontáneos y un entusiasmo legítimo, así con la blonda cabellera de Apolo como con los blancos cabellos de la ancianidad; sí en el Opresor de su familia y en el Sí de las niñas, como en su nunca olvidado Pelayo y en su inimitable Otelo. Él único aspecto bajo el cual no puede ser considerado hoy este renombrado actor, es en la ejecucion de esos monstruosos dramas de la desaforada escuela romántica, para los cuales se necesitan tambien ac

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