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Obño de 1792, á fines de Octubre - Temporal de aguas

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Fueron con tal esceso las lluvias en los últimos dias de Octubre y á principios de Noviembre que se derribaron muchas casas dentro de la ciudad y quedaron otras amenazando ruina y sostenidas con puntales, resultando de la investigacion que se hizo por disposicion del gobierno un número considerable de ruinas en lo interior de la Isla de donde llegaban los clamores. Acontecieron seis naufragios y dos de ellos cerca del Batabanó fueron de buques pertenecientes á la Real Hacienda que conducian caobas de Puerto-Príncipe para las obras del Palacio Real. Otros dos venian cargados de tabaco para la Real Factoría, pereciendo cinco hombres en uno de ellos. Los Molinos de Tabaco situados en el valle de la Chorrera, distante una legua de la Habana quedaron enteramente arruinados y anegada toda aquella parte. Los granos, las legumbres, las cosechas casi todas fueron perdidas, sin esperanzas de nuevas siembras con motivo de la proximidad del invierno.

Año de 1793.—Marzo 15.—Incendio en la ciudad de Trinidad.

Carecemos de todos los pormenores de esa horrorosa calamidad en un pueblo tan naciente como lo estaria Trinidad en la época á que se refiere, pues el único documento fidedigno que tenemos á la vista es la copia de la contestacion dada por una de nuestras autoridades de aquel tiempo, al Teniente de gobernador de aquella ciudad. Por él vemos que aquel horrible incendio arruinó 183 casas, algunas de conocido valor intrínseco y otras por los objetos que contenian, regulando la pérdida en 500,000 pesos. Este acontecimiento es demasiado grave é importante para que no se conserve memoria de él en los archivos de Trinidad, y acaso podrémos en otra ocasion dar sus pormenores si se nos favoreciese con alguna noticia de un orígen tan auténtico como el que nos ha ofrecido esta breve nota.

Año de 1794. — Agosto 27.-Huracan.

En la noche del mencionado dia y en todo el siguiente se esperimentó en esta ciudad y gran parte de la Isla un furio

so huracan que hizo los mayores estragos, perdiéndose numerosos buques que se hallaban en esta bahía de la Habana haciendo grandes estragos en los frutos territoriales. A consecuencia de este desgraciado acontecimiento llegó á escasear considerablemente la sal pues se destruyeron las salinas de la Isla que abastecian por entónces gran parte del consumo, circunstancia que se hizo mas agravante con motivo de no haber llegado los buques que se esperaban de Campeche con este artículo, ó bien porque fueron apresados por los corsarios franceses, con quienes estábamos en guerra, ó bien por naufragios ocasionados por el mismo temporal. El documento de donde tomamos esta noticia no contiene otros pormenores sobre la mencionada catástrofe.

Oño de 1796.—Octubre 2.-Temporal de viento

agua.

y

Leemos esta noticia en la copia de una comunicacion hecha al gobierno, si bien de la manera mas sucinta. Dicese solo en ella que se esperimentó en toda la noche un terrible temporal de viento y agua que consternó á todos los habitantes; que en la bahía se ahogaron várias personas; que perecieron cinco buques y que habian llegado partes de grandes estragos en los campos. Pero esta comunicacion nos revela en el transcurso de cinco años y meses han acontecido cuatro calamidades del mismo género, por lo cual venimos en conocimiento de que hemos dejado de insertar en la relacion de estos desastres uno de ellos por lo menos, pues referente á dicho período de cinco años no hemos insertado aquí mas que tres de estos accidentes, y esto si se incluye el de 1792.

Año de 1796-Setiembre 24 Incendio.

que

No fué ciertamente una gran calamidad pública la que se esperimentó este dia, pero sí una pérdida y una consternacion. Quedaron destruidos cinco de los barracones que se construyeron en el Campo de Marte para acuartelar la tropa en el tiempo de la guerra con la Gran-Bretaña. Estos edificios ofrecian poca importancia, puesto que eran de construccion provisional, techados de guano, y formados con horconaduras, cujes y embarrado, circunstancia que daba pábulo á las llamas y aumentaba los peligros.

Año de 1800.-Octubre 14

у

15,-Terremoto

y

racan del 2 de Noviembre en la provincia de Cuba.

Pasamos con demasiada prontitud en esta triste crónica. del siglo pasado al presente, y tenemos motivos para presumir que se hayan escapado á nuestra investigacion algunos de estos acontecimientos. Sin embargo, no nos será dificil volver hacia atras luego que concluyamos esta série. El terremoto que nos ocupa no fué ménos desastroso que el de 1766, y serémos mas estensos en su relacion por la favorable circunstancia de tener en nuestro poder la copia legalizada del espediente á que dió motivo esta calamidad; y como queremos dar una prueba no solo á nuestros corresponsales en los distintos puntos de la Isla de que hacemos el aprecio debido á los documentos que pertenecen á sus respectivos territorios, sino tambien á los suscritores que nos honran en los mismos puntos, deteniéndonos en los asuntos que les interesan, vamos á transcribir aquí parte de la enérgica y sentida representacion que con motivo de esta catástrofe leyó en cabildo el caballero síndico general Sr. José Rodriguez y Gonzalez; ella nos escusará de toda relacion.

"La palabra necesidad presenta, Señores, todas las dificultades de la materia que vamos á tratar, y apénas hay otra que merezca mas miramiento á los ojos de la sociedad. Ojalá que yo logre presentarla á V. SS. en su verdadero punto de vista y conciliar la consideracion debida con el grande objeto de este informe que es el bien del comun, cuyos sagrados derechos pusieron V. SS. en mis débiles fuerzas. Es preciso confesar que esta ciudad entre las muchas que componen las Antillas, es una de las mas populosas, fértiles y abundantes en sus producciones, principalmente de plátanos, maices, yucas y arroz; cuyos artículos estimamos por de primera necesidad, como equivalentes al trigo y demas granos sustanciosos de Europa; pero tambien es preciso confesar con el mayor dolor que su situacion y terreno carga sobre sí la sensible penuria de los terremotos y huracanes, cuyos espantosos metéoros cuando la asaltan, no solo la arruinan en sus fábricas y agriculturas, sino que la despueblan con muchas y desgraciadas muertes, segun lo acreditan las memorias de nuestros antiguos tiempos. Tales han sido los fuertes temblores de tierra que acabamos de esperimentar en los dias 14 y 15 del próximo pasado Octubre en que se han quebrantado tantos edificios en términos de amenazar ruina, segun lo esponen los alarifes públicos en la noticia del reconocimiento que practicaron á mi pedimento y de órden del Sr. Gobernador. Aun esta pena seria ménos sensible si en ella

sola se hubieran contenido nuestras desgracias; pero aun no reposaba nuestro espíritu de aquellas zozofras, cuando en la noche del 2 del corriente (Noviembre) fuimos nuevamente sobresaltados á impulsos del terrible huracan del Sudeste que sopló con imponderable fuerza, cuya duracion continua pasó de seis horas, mezclándose entre tanto asombro de agua y viento otro temblor de sensible emocion; causando estos últimos movimientos, en que parece se empeñaban a competencia los elementos en nuestra absoluta destruccion, la mayor ruina, pues han quedado los campos, segun la conteste esposicion de los agricultores lastimosamente arrasados de todas sus siembras y particularmente de plátanos, yucas, ñames y arroz, comprobándose su fiereza con el hecho de que ni aun las arboledas de los patios, sembradas para la hermosura y recreo, quedaron exentas de su furia, no trayendo ménos estragos la avenida de los rios, que saliendo de sus antiguas márgenes han ahogado crecido número de ganados mayor y menor, y los pocos que quedaron de esta última especie perecerán forzosamente porque las fuertes sacudidas que recibieron del huracan las Palmas, Miges y Macaguas echaron abajo hasta las frutas en flor, quedando las madres injuriadas en sus raices; y de consiguiente sus futuras producciones serán imperfectas ó insustanciales. Esta repeticion de calamidades ha impreso el sello á la necesidad que antes padecíamos de carnes y harinas, y que remediábamos en lo posible con la abundancia de menestras y con las introducciones de víveres que hacian los neutrales."

Nos parece que lo dicho suple á toda cualquiera relacion que se hiciese de este desastre. Pero el celoso síndico despues de manifestar documentadamente, á virtud de la visita oficial practicada por el caballero regidor fiel egecutor Don Gaspar de Vetancourt, que no existian mas que 353 barriles de harina y ninguno de arroz ni de carne salada, despues de esponer que la guerra con los Británicos impedia los recursos que el gobierno podria buscar en las colonias vecinas, solicita medios estraordinarios y el permiso de introducir víveres de los Angloamericanos que se hallaban neutrales en aquella guerra.

Son dignos de perpetuarse los esfuerzos desplegados en aquella ocasion por el Sr. coronel Don Sebastian Kindelan Gobernador de aquella ciudad y por los Sres. Regidores concurrentes á los cabildos, cuyas actas tenemos á la vista, no siendo menores los que por su parte ostentaron los Sres. Alcaldes ordinarios. No será inútil que transcribamos aqui el nombre de tan dignos capitulares. Alcaldes ordinarios capitan Don José Felipe Cisneros, Don Félix Correoso, teniente regidor decano Don Francisco Lopez del Castillo, Don Francisco Javier Sanchez de Carmona, Don Rafael de las Cuevas, Don Fran

cisco Antonio Bravo, capitan Don Luis Gonzalez, Don Gaspar Betancourt, Don Antonio Bustamante, repitiendo el nombre del ameritado síndico procurador general Don José Rodriguez Gonzalez.

Año de 1802. — Abril 25.-Incendio.

El barrio de Jesus María estramuros de esta ciudad ha sido con frecuencia el teatro del elemento destructor de las llamas; pero el incendio verificado en 25 de Abril de 1802 formará sin duda época en nuestros anales, pues no solo redujo á cenizas casi todo el barrio de Jesus María, sino que tambien se transmitió al Horcon y al de San Nicolas, destruyendo la iglesia de su nombre que no ha logrado redificarse hasta nuestros dias. Considérese la distancia que existe desde dicha iglesia al enunciado barrio de Jesus María y se formará una idea justa de la estension de semejante catástrofe.

Comenzó el incendio en una de las casas de esta barriada á la una del dia y ya á las cuatro era tan horroroso que ardian los tres barrios á la accion indomable de las llamas ausiliadas por el mas recio y favorable viento, cebándose en tantas y tantas materias combustibles como las que se ofrecian en edificios construidos todos de guano y cujes con embarrado. Se calculó entónces que el número de casas destruidas ascendió á mas de tres mil, pereciendo várias personas y reduciéndose á cenizas casi todos los muebles de las familias, porque harto hacian en procurar salvar la vida en tan inminente peligro. De este modo quedó al desemparo la mayor parte de aquella estensa poblacion en que abundaban personas necesitadas aun sin el acontecimiento de tan horrible calamidad.

El Sr. Marques de Someruelos que gobernaba entónces esta Isla reunió el Ayuntamiento de la ciudad y alli se escogitaron todas las medidas que debian tomarse para alivio de los desgraciados. Numerosos de estos encontraron alojamiento en el resto de la poblacion y eran admitidos con las mas sinceras demostraciones de humanidad y compasion. Contribuyendo al mismo fin pidió el Gobernador al Intendente de ejército y Real Hacienda que se franqueasen los barracones á las familias desamparadas y en efecto se alojaron allí 21 de estas, en donde permanecieron hasta que nuevos recursos les proporcionaron otros medios. Solo la distancia poderosa del tiempo puede minorar el sentimiento doloroso de tanta desolacion y ruina, si bien es una idea consoladora para la generacion presente la que ofrece hoy el aspecto de esas poblaciones en que los repetidos y parciales incendios han servido de provechosa leccion par a no construir las casas con materiales en que tanto se ce

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