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requiere para poner en movimiento un liston y por consiguiente una máquina?"

Muy gratas son sin duda esas esperanzas y sin embargo son ilusorias. No pueden sostener la prueba de muchos cálculos sencillos que nuestros amigos no parecen haber meditado.

Mediante la llama del alcohol aplicada á una vasija ådecuada llena de agua hirviendo se pone en movimiento un pequeño carruage del peso de 200 á 300 libras, y se puede elevar á 20 pies un cuerpo que pese de 80 á 100 libras. Los mismos efectos se pueden producir disolviendo una porcion de zinc en un aparato construido al intento. Descubrimiento por cierto asombroso y en sumo grado interesante; pero la cuestion se ha de decidir averiguando cual de estos dos métodos es ménos costoso.

A fin de resolver el problema y juzgar del fundamento de las esperanzas que se han concebido, es preciso tener presente lo que los químicos se han convenido en denominar equivalentes. Estos son una inalterable escala 6 proporcion de efectos que están unos respecto de otro en constante relacion y pueden espresarse por consiguiente en números. Por ejemplo, si para producir un resultado determinado se necesitan 8 libras de peso de oxígeno y queremos producir el mismo efecto por medio de la clorina, es preciso que empleemos 35 libras de esta, ni mas ni ménos. En este seniido 6 libras en peso de carbon de piedra son equivalentes á 32 libras tambien en peso de zinc. Los numeros que representan equivalentes químicos espresan tambien proporciones muy generales de efectos comprensivas en todas las acciones que todos los cuerpos son capaces de operar.

Si el zinc se combina de cierto modo con otro metal, y así combinado se somete á la accion del ácido sulfúrico, diluido en agua, es por este disuelto en forma de óxide y en esta realidad quemado á espensas del oxígeno que el ácido contiene. Una consecuencia de esta accion es la produccion de una corriente de fluido eléctrico, que si se hace pasar por un alambre de hierro convierte á este en hierro magnético. Al verificar así la disolucion de una libra, por ejemplo de zinc, obtenemos una cantidad fija de fuerza bastante para levantar á la altura, digamos, de una pulgada un peso dado, y conservarlo suspendido; y la cantidad de peso que podrá levantar será mayor cuanto mayor sea la rapidez con que se disuelva el zinc,

Interrumpiendo y renovando alternativamente el contacto del zinc con el ácido y por medio de ciertos artificios mecánicos, muy sencillos, logramos comunicar al hierro un movimiento de arriba abajo, ú horizontal, produciendo por consiguiente las condiciones que para hacer andar una máquina se requieren.

Esta fuerza motriz es producida por la oxidacion del zinc y, prescindiendo del nombre que se ha dado á esta fuerza para

nuestro propósito, sabemos que puede producirse de otro modo. Si quemáramos el zinc debajo de la caldera de una máquina de vapor, por consiguiente en el oxígeno del aire en vez de quemarle en la pila galvánica, produciríamos ciertamente vapor, y por medio de este una cierta porcion de fuerza. Si admitiéiamos (lo que sin embargo no está probado) que la cantidad de fuerza es desigual en estos casos, que, por ejemplo, habriamos obtenido doble ó triple en la pila galvánica ó que se padece ménos pérdida por este modo de engendrar fuerza, debemos tener en la memoria los equivalentes del zinc y del carbon, y hacer entrar estos elementos en nuestros cálculos. Segun los esperimentos de Despretz, 6 libras de peso de zinc en su combinacion con el oxígeno no desarrollan mas calor que una libra de carbon: por consiguiente en igualdad de condiciones podemos producir con una libra de carbon seis veces mas fuerza que con una de zinc. Es pues evidente que traeria mas cuenta emplear carbon que zin, aun cuando éste último produjese cuatro tantos mas de fuerza quemado en la pila voltaica, que un peso igual de carbon consumido debajo de una caldera. Y en efecto es muy probable que si quemamos debajo de la caldera de una máquina de vapor la cantidad de carbon que se necesita para estraer de su ganga y reducir el zinc á estado metálico. producirémos mucha mas fuerza que el zinc así obtenido, podria engendrar en aparato alguno de cualquiera forma que sea.

El calor, la electricidad y el magnetismo tienen entre sí una relacion semejante á la de los equivalentes químicos del carbon, del zinc y del oxígeno. Por medio de una cierta medida de electricidad producimos una proporcion correspondiente de calor ó de fuerza magnética, y obtenemos esa electricidad por afinidad química, la cual en una forma produce calórico y en otra ya electricidad, ya magnetismo. Una cierta porcion de afinidad produce un equivalente de electricidad del mismo modo que, por otro lado, descomponemos equivalentes de combinaciones químicas, mediante una medida determinada de electricidad. La fuerza magnética de la pila voltaica se limita pues á la estension de la afinidad química, y se consigue en el caso que examinamos por la combinacion del zinc con el ácido sulfórico. En la combustion del carbon el calor es medio por la afinidad del oxígeno de la atmósfera con aquella sustancia.

Verdad es que con muy poco consumo de zinc se puede convertir un alambre de hierro en un iman capaz de sostener un peso de mil libras de hierro; pero no nos dejemos alucinar por este fenómeno. Este iman sin embargo no podria levantar á la altura de dos pulgadas un peso de una libra de hierro, y por consiguiente no puede comunicar movimiento. El iman obra como una roca que mientras está inmóvil ejerce sobre su base

una presion equivalente al peso de muchos miles de libras; es como un lago encajonado sin salida ni cascada. Se dirá, sin embargo, que por medio de ciertos artificios materiales hemos conseguido darle ese desagüe. Es cierto: y el hecho debe considerarse como uno de los mayores triunfos de la mecánica, que por medio de nuevos progresos llegará, creo; á obtener mayor fuerza. Pero suponiendo cuantas ventajas sean imaginables del uso de la mecánica, nadie con todo pondrá en duda que una libra de carbon quemado debajo de la caldera de una máquina de vapor pondrá en movimiento una masa, varios centenares de veces mayor, que una libra de zinc en la pila voltaica.

Con todo, la aplicacion del electro magnetismo como fuerza motriz es demasiado reciente para poder preveer cuales serán los resultados finales de los medios artificiales que al efecto se inventen, y por lo tanto los que á este estudio se han consagrado, no deben desalentarse; dado que seria un importantísimo triunfo el sustituir, por este fluido invisible la máquina de vapor y sustraernos á los riegos de su uso en los caminos de hierro; aunque fuera con un gasto doble del actual.

El profesor Weber de Gottingen ha sugerido la idea que si lográsemos inventar un medio de convertir en el momento deseado las ruedas de los carros en imanes, podriamos bajar y subir cuestas con suma facilidad. Este pensamiento llegará tal vez á realizarse hasta cierto punto.

Sin embargo el uso de la pila de Volta como fuerza motriz, debe depender como cualquier otro medio artificial, de su mayor ó menor costo. Probablemente de aquí á algun tiempo se conseguirá aplicarla con buen éxito en algunas localidades favorables, y se colacará respecto del vapor en la misma proporcion que se encuentran el azúcar de remolacha con respecto al de caña, ó la produccion del gas hidrógeno por medio de los aceites respecto á la estraccion de dicho gas del carbon mineral.

La historia del azúcar de remolacha pone claramente de manifiesto el efecto de los precios sobre las producciones mercantiles. Este ramo de industria parece haber llegado al último grado de perfeccion, al menos respecto á la elaboracion. En el dia se estrae de la remolacha en vez del antiguo azúcar viscoso con el sabor á la raiz un hermoso azúcar blanco y en vez del 3 al 4 por ciento que se obtenia por el método de Achard, doble y aun triple cantidad; y esto no obstante, es muy probable que se abandonará bien pronto esta fabricacion, En los años desde 1824 á 1827 el precio de los productos agrícolas era mas bajo que en la actualidad, mientras que el del azúcar era el mismo. En aquella época un martel (*) de trigo se vendia á

(*) Martel medida que contiene mayor ó menor número de celemines scguu las localidades.

10 chelines y un klafter (*) de leña á 18, al paso que se disminuia el valor de las tierras. Los alimentos y el combustible er in pues baratos é ilimitado el consumo del azúcar y traia por lo tanto ventajas cultivar remolachas y sacar la renta de las tierras en azúcar. Pero estas circunstancias han variado. La medida de trigo cuesta hoy 18 chelines, la de leña de 30 á 36. Los salarios han subido y el azúcar de las colonias ha bajado. Dentro de los límites de la Liga alemana de aduanas, por ejemplo en Franctfort, una libra del azúcar blanco mas refinado se vende á 7 dineros y como el derecho de importacion es 34 d. quedan otros 3 para representar el precio del azúcar. En el año 1827 pues, un malter de trigo era igual á 40 libras de peso de azúcar, mientras que en el dia aquella cantidad de trigo vale 70 libras de azúcar. Si el combustible estuviera al mismo precio que entónces y se pudieran ahora estraer 70 libras de azúcar de la misma cantidad de remolacha que rendia 40, todavía habria ganancia en elaborarla; pero la porcion que hoy se consigue, aun por los métodos mas perfeccionados, es inferior á esta, y como al propio tiempo el combustible y la mano de obra han aumentado el valor, resulta que tiene mas cuenta al presente cultivar trigo y comprar azúcar.

Otros elementos deben entrar en nuestros cálculos; pero todo contribuye á confirmar nuestra asercion de que la fabricacion del azúcar de remolacha, como especulacion mercantil tiene que cesar. Las hojas y el residuo de las raices despues de estraido el jugo se daban á comer al ganado y su valor aumentaba naturalmente cuando aumentaba el del trigo. Por el método que ántes se seguia, 100 libras de raiz rendian 75 de jugo y 5 de azúcar. Por el método de Schuntzenbach, que todos los fabricantes adoptaron, de la misma cantidad de raiz se estraen 8 libras de azúcar; pero á costa de mayores gastos y de la pérdida del residuo para alimento eel ganado. El aumento de gastos por este método proviene de la mayor cantidad de combus. tible que en él se emplea para evaporar el agua, porque en veż de evaporar solo el jugo se hace remojar el agua del residuo; y por consiguiente se requiere combustible suficiente para evaporar 106 libras de fluido en vez de las 75 de ántes, y el residuo solo sirve para abono de los campos. Las 3 libras mas de azúcar se consiguen á espensas de mayor cantidad de combustible y de la pérdida de alimento en el residuo.

Si el valle del Rhin poseyera minas de diamantes tan abundantes como las de Golconda, de Visiapur y el Brasil, es probable que no tuvierá cuenta esplotarlas. En aquellos parages el costo de estraccion es de 28 á 30 ch. por quilate. En Alemania subiría á 2 y aun á 3 veces mas, es decir, á mas de lo que se pa

(*) Klufter, monton de leña de á 6 pies por todos lados.

ga por el diamante. Las arenas del Rhin contienen oro y hay en el gran Ducado de Baden personas que se ocupan en separarlo por el lavado cuando los salarios están bajos; pero en el mcmento que suben cesa esta industria. La fabricacion del azúcar de remolachas dejaba hace 12 ó 15 años ganancias, y ahora no. Así que en lugar de continuarla haciendo, al efecto, sacrificios, seria mas cuerdo y mas económico cultivar otras producciones mas lucrativas y comprar azúcar. En ello ganaria no solo el Estado sino cada uno de los que le componen. Este argumento no se aplicará, tal vez ni á Francia ni á Bohemia en donde los precios del combustible y del azúcar colonial son diferentes de Alemania.

Lo que del azúcar de remolacha, podemos decir los a' manes, de la fabricacion por medio de carbon de piedra y de la misma por medio del aceite y la resina del gas para el alum• brado.

Los materiales con que se fabrica ese gas en Inglaterra están en proporcion directa con el precio de los granos. Allí el sebo y el aceite valen doble que en Alemania; pero el carbon de piedra y el hierro dos terceras partes ménos; y con todo aun en Inglaterra mismo solo tiene cuenta la fabricacion del gas, cuando hay facilidad de vender el coke ó residuo y los demas productos de la destilacion de carbon de piedra.

Uno de los mas provechosos descubrimientos del siglo seria el lograr condensar el gas estraido del carbon mineral en una sustancia blanca, seca, sólida, inodora, fácil de trasportar, y que pudiera colocarse en un candelero y quemarse en una lámpara. La cera, el sebo, el aceite son gases combustibles en forma de sólidos ó fluidos que ofrecen várias circunstancias apreciables para el alumbrado de que carece el gas, dado que dan en lámparas bien construidas tanta luz como aquel, sin los cuantiosos gastos de los aparatos que para hacerle servir se requieren, y son ademas mas económicos. En las ciudades populosas ó en las grandes posadas ó establecimientos, donde se hace mucho uso del carbon, y donde los desperdicios en sebo y aceite han de ser considerables y subido el gasto de espabilar las velas y limpiar las lámparas, el precio mayor del alumbrado por gas es compensado. En donde el gas se puede fabricar de resina, aceite de trementina ú otro barato, como sucede en Francfort, hay en hacerlo así ventaja, siempre que no sea en demasiado estensa escala. Si las grandes ciudades se alumbrasen todas del mismo modo, estos materiales subirían de precio y todos los que en el dia existen bastarían apénas para el alumbrado de Berlin y Munich. Con todo, no se pueden fundar cálculos muy exactos en el precio actual de la resina y de la trementina: que no se producen en grande abundancia.

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