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con que se construyen los cuartos ó aposentos requerian ante s ser unidas con plomo tambien (porque la soldadura de estaño es atacada por el ácido) y esto costaba tanto como las planchas mismas; mas en el dia las planchas se unen por sus bordes con la mayor facilidad, sin necesidad de soldadura por medio de la simple fusion: producida por el soplete y una mezcla de oxihidrógeno.

En cuanto al método, segun la teoría, 100 libras de peso de azufre deben producir 306 de ácido sulfúrico, mas en la práctica solo dan 300. La pérdida es demasiado insignificante para parar en ella la consideracion.

El salitre es indispensable para fabricar ácido sulfúrico. No es pues de estrañar que el precio á que se vendia esta sal influyese en otros tiempos en gran manera sobre el del ácido sulfúrico. Verdad es que solo se necesitan 100 libras de salitre para 1000 de azufre, pero el coste de aquel era cuatro veces mayor que el de este.

Algunos viageros habian observado, cerca del pequeño puerto de Yquiquí, en el distrito de Atacama en el Perú, una eflorescencia que se estendia á grandes distancias y que se reconoció consistir principalmente en nitrate de sosa. De este descubrimiento se sacó inmediatamente partido. Averiguóse que la cantidad de esta apreciable sal era inestinguible porque se encuentra en capas que se dilatan mas de 200 millas cuadradas. Trájose á Inglaterra por ménos de la mitad de lo que costaba solo el flete del salitre de las Indias Orientales (nitrate de potasa:) y como en la fabricacion química, no era ni la sosa ni la potasa las que se necesitaban, sino el ácido nítrico en combinacion con el álcali, el salpetre-sosa de la América del Sur, reemplazó al salpetre-potasa del Oriente. La fabricacion del ácido sulfúrico recibió nuevo impulso, su precio bajó sin perjudicar al fabricante y á escepcion de las fluctuaciones ocasionadas por los obstáculos uestos á la estraccion del azufre de Sicilia, quedó reducido a un precio muy bajo y se conservó en él sin alteracion.

El salitre-potasa solo se emplea, desde entónces en la fabricacion de la pólvora, y para nada mas se busca.

Para formar idea de la cantidad de ácido sulfúrico que se consume basta considerar que una fábrica pequeña hace 50,000 libras, y una grande de 200,000 á 600,000 al año. Esta fabricacion transporta á Sicilia cuantiosísimas sumas todos los años: ha introducido la industria y la riqueza en los áridos distritos de Atacama; nos ha proporcionado el poder estraer de su ganga la platina á un precio moderado, pero que suministra con todo un lucro regular, dado que las tinas ó receptáculos empleados para concentrar este ácido se construyen de aquel metal y cuestan desde 1.000 á 2,000 £: favorece los

dos usos de los ácidos sulfúrico y muriático, del fósforo de la sosa &c.—¿quién será capaz de preveer que nuevos y no imaginados productos químicos que se apliquen á los usos y bienestar del linage humano serán conocidos dentro de los veinte y cinco años sucesivos?

Despues de estas indicaciones no se tendrá por exageracion el que digamos que la cantidad de ácido sulfúrico que un pais consume es un indicio bastante seguro de su prosperidad comercial. Si reflexionamos en la importante influencia que el precio del azufre ejerce en el blanqueo de las telas de algodon, en la fabricacion del jabon, del vídrio &c. y recordamos que Inglaterra provee de estos efectos á muchos paises, cambiándolos por algodon en rama, vinos, pasas, añil &c., comprenderémos por qué el gobierno británico se decidió hasta entrar en guerra con Nápoles para abolir el monopolio de azufre que hace poco intentó establecer esta potencia. Nada podia ser mas perjudicial á los intereses de la Sicilia que ese monopolio, y si hubiera durado algunos años mas, es probable que ese mismo azufre que es en el dia un manantial de riqueza para ella, hubiera cesado de tener valor alguno. La ciencia y la industria tienen un poder al que no se pueden poner trabas sin riesgo. No se necesitaba de grande perspicacia para preveer que el resultado final seria la completa cesacion de la estracciou del azufre de Sicilia. En el corto espacio de tiempo que duró el monopolio del azufre, se sacaron 15 patentes para recojer el ácido sulfúrico empleado en la fabricacion de la sosa. Dando por sentado que estos 15 nuevos métodos hubieran salido fallidos en parte, no puede dudarse que antes de poco se habria logrado lo que se buscaba. En el yeso (sulfate de cal) en el espato pesado (sulfate de barita) poseemos montañas enteras de ácido sulfúrico: en la galena (sulfureto de plomo) y en las piritas de hierro tenemos masas no ménos grandes de azufre. La dificultad está en separar el ácido sulfúrico ó el azufre de estos depósitos naturales. Centenares de míles de libras de ácido sulfúrico se estrajeron de las piritas de hierro, mientras subió el precio del azufre durante el monopolio. Probablemente ántes de mucho habriamos triunfado de todas las dificultades y obtenídole del yeso. El impulso habia principiado, la posibilidad de la operacion se habia demostrado y puede acontecer que antes de muchos años se vea Nápoles privado de su lucrativo comercio en consecuencia de su mal meditado sistema de hacienda. Del mismo modo ha perdido Rusia mucho de resultas de sus reglamentos prohibitivos en su tráfico de sebo y potasa. Un pais compra con dificultad de otro que escluye del mercado sus productos. En vez del sebo y aceite de linaza ruso, Inglaterra usa ahora del aceite de palma y de coco de otros paises. Precisamente análoga es la confabulacion de los operarios contra

los que los emplean, pues ha conducido á la construccion de muchas máquinas admirables para reemplazar el trabajo de manos. Las imprudencias en el comercio y la industria acarrean consigo su propio castigo: toda restriccion recae inmediata y palpablemente sobre las cabezas de aquellos de quienes

emana.

CARTA CUARTA.

Una de las causas que mas influyen en el benéfico progreso de la condicion social del linage humano es el espíritu de empresa que induce á los capitalistas á adoptar y poner en planta los adelantos en la maquinaria, la creacion de nuevos artículos de comercio ó la produccion á ménos precio de los que estan en demanda; y no es posible dejar de admirar la energía con que algunos de estos hombres consagran sus talentos, su riqueza y su tiempo á hacer efectivos los beneficios que ofrecen los descubrimientos de las ciencias. Pues aun cuando la inviertan en objetos de imposible realizacion, y aun cuando los resultados demuestren que la idea que dió el impulso era completamente impracticable y absurda, generalmente recibe algun bien la sociedad, porque algun resultado útil y acaso inesperado nace directamente ó proviene al fin de los esfuerzos fustrados respecto al principal designio. Lo mismo acontece en las investigaciones puramente científicas. Las teorías conducen á esperimentos y observaciones y el que investiga raras veces deja de hacer descubrimientos. Puede acontecer, es cierto, que la teoría que se quiere establecer no esté fundada en la naturaleza, pero mientras se trata con buen método é inteligencia de hallar una cosa suele inopinadamente presentarse otra de mucho mas valor é importancia que la que se buscaba; recompensando ámpliamente las fatigas del investigador.

En la actualidad el electro magnetismo como fuerza motriz está llamando la atencion, y siendo objeto de serio y constante estudio. Espéranse prodigios de él bajo este punto de vista. Segun las personas que mas animadas se hallan de confianza debemos creer que en breve se empleará para mover toda especie de máquinas y entre otras mil pronosticadas aplicaciones será una la de impulsar los carros de los caminos de hierrc, y con tan insignificante gasto, que no merecerá calcularse. Inglaterra no tardará en perder su importancia como nacion manufacturera, porque sus inmensos depósitos naturales de carbon mineral cesarán de suministrarle una fuerza motriz barata. "Nosotros," dicen los alemanes, “que á este ramo de la ciencia consagran sus vigilias, poseemos grandes depósitos de zinc y ¿qué pequeña no es la porcion de esta sustancia que se

requiere para poner en movimiento un liston y por consiguiente una máquina?"

Muy gratas son sin duda esas esperanzas y sin embargo son ilusorias. No pueden sostener la prueba de muchos cálculos sencillos que nuestros amigos no parecen haber meditado.

Mediante la llama del alcohol aplicada á una vasija ádecuada llena de agua hirviendo se pone en movimiento un pequeño carruage del peso de 200 á 300 libras, y se puede elevar á 20 pies un cuerpo que pese de 80 á 100 libras. Los mismos efectos se pueden producir disolviendo una porcion de zinc en un aparato construido al intento. Descubrimiento por cierto asombroso y en sumo grado interesante; pero la cuestion se ha de decidir averiguando cual de estos dos métodos es ménos costoso.

A fin de resolver el problema y juzgar del fundamento de las esperanzas que se han concebido, es preciso tener presente lo que los químicos se han convenido en denominar equivalentes. Estos son una inalterable escala ó proporcion de efectos que están unos respecto de otro en constante relacion y pueden espresarse por consiguiente en números. Por ejemplo, si para producir un resultado determinado se necesitan 8 libras de peso de oxígeno y queremos producir el mismo efecto por medio de la clorina, es preciso que empleemos 35 libras de esta, ni mas ni ménos. En este seniido 6 libras en peso de carbon de piedra son equivalentes á 32 libras tambien en peso de zinc. Los numeros que representan equivalentes químicos espresan tambien proporciones muy generales de efectos comprensivas en todas las acciones que todos los cuerpos son capaces de operar.

Si el zinc se combina de cierto modo con otro metal, Ꭹ así combinado se somete á la accion del ácido sulfúrico, diluido en agua, es por este disuelto en forma de óxide y en esta realidad quemado á espensas del oxígeno que el ácido contiene. Una consecuencia de esta accion es la produccion de una corriente de fluido eléctrico, que si se hace pasar por un alambre de hierro convierte á este en hierro magnético. Al verificar así la disolucion de una libra, por ejemplo de zinc, obtenemos una cantidad fija de fuerza bastante para levantar á la altura, digamos, de una pulgada un peso dado, y conservarlo suspendido; y la cantidad de peso que podrá levantar será mayor cuanto mayor sea la rapidez con que se disuelva el zinc,

Interrumpiendo y renovando alternativamente el contacto del zinc con el ácido y por medio de ciertos artificios mecánicos, muy sencillos, logramos comunicar al hierro un movimiento de arriba abajo, ú horizontal, produciendo por consiguiente las condiciones que para hacer andar una máquina se requieren.

Esta fuerza motriz es producida por la oxidacion del zinc y, prescindiendo del nombre que se ha dado á esta fuerza para

nuestro propósito, sabemos que puede producirse de otro modo. Si quemáramos el zinc debajo de la caldera de una máquina de vapor, por consiguiente en el oxígeno del aire en vez de quemarle en la pila galvánica, produciríamos ciertamente vapor, y por medio de este una cierta porcion de fuerza. Si admitiéramos (lo que sin embargo no está probado) que la cantidad de fuerza es desigual en estos casos, que, por ejemplo, habriamos obtenido doble ó triple en la pila galvánica ó que se padece ménos pérdida por este modo de engendrar fuerza, debemos tener en la memoria los equivalentes del zinc y del carbon, y hacer entrar estos elementos en nuestros cálculos. Segun los esperimentos de Despretz, 6 libras de peso de zinc en su combinacion con el oxígeno no desarrollan mas calor que una libra de carbon: por consiguiente en igualdad de condiciones podemos producir con una libra de carbon seis veces mas fuerza que con una de zinc. Es pues evidente que traeria mas cuenta emplear carbon que zin, aun cuando éste último produjese cuatro tantos mas de fuerza quemado en la pila voltaica, que un peso igual de carbon consumido debajo de una caldera. Y en efecto es muy probable que si quemamos debajo de la caldera de una máquina de vapor la cantidad de carbon que se necesita para estraer de su ganga y reducir el zinc á estado metálico. producirémos mucha mas fuerza que el zinc así obtenido, podria engendrar en aparato alguno de cualquiera forma que sea.

El calor, la electricidad y el magnetismo tienen entre sí una relacion semejante á la de los equivalentes químicos del carbon, del zinc y del oxígeno. Por medio de una cierta medida de electricidad producimos una proporcion correspondiente de calor ó de fuerza magnética, y obtenemos esa electricidad por afinidad química, la cual en una forma produce calórico y en otra ya electricidad, ya magnetismo. Una cierta porcion de afinidad produce un equivalente de electricidad del mismo modo que, por otro lado, descomponemos equivalentes de combinaciones químicas, mediante una medida determinada de electricidad. La fuerza magnética de la pila voltaica se limita pues á la estension de la afinidad química, y se consigue en el caso que examinamos por la combinacion del zinc con el ácido sulfórico. En la combustion del carbon el calor es medio por la afinidad del oxígeno de la atmósfera con aquella sustancia.

Verdad es que con muy poco consumo de zinc se puede convertír un alambre de hierro en un iman capaz de sostener un peso de mil libras de hierro; pero no nos dejemos alucinar por este fenómeno. Este iman sin embargo no podria levantar á la altura de dos pulgadas un peso de una libra de hierro, y por consiguiente no puede comunicar movimiento. El iman obra como una roca que mientras está inmóvil ejerce sobre su base

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