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"Pero, dice Warbuston, á mas de esta incapacidad adquirida [V. Supra, p. 341], la preocupacion impide mucho mas aun al antiguo matemático, juzgar de la evidencia moral. El que ha estado tanto tiempo acostumbrado á reunir y comparar las ideas, y ha escogido por precio de su trabajo, la demostracion, que es el mas bello fruto de la verdad especulativa, considera todos los grados inferiores de evidencia, como una simple dependencia de su principado matemático; y por lo comun las trata con tanta arbitrariedad que la ratio ultima matematicorum se ha hecho tan duro insulto al sentido comun, como otras muchas decisiones soberanas.-Me bastaria para probarlo recordar las monstruosas conclusiones que los geómetras han sacado de sus premisas, siempre que se han dignado escribir sobre la historia, la moral ó la teología. Pero el hecho es notorio, y no es un secreto para nadie, que el mas anciano matemático de la Inglaterra es tambien el peor razonador." [1]

"El estudio de las matemáticas, dice M. de Stael, habitúa á la certidumbre é irrita contra todas las opiniones opuestas á la nuestra &c." [2]

"La inclinacion de que se trata, dice Dugald Stewart, es favorecida por otra circunstancia que consiste en la confianza que el matemático dá naturalmente á su juicio y á su raciocinio, que hace que, aunque en sus propias investigaciones, se vea obligado por los absurdos á que le conducirían sus errores, á no separarse del camino recto, es raro sin embargo que se indigne de las absurdas conclusiones en las otras ciencias. Aun en física los matemáticos son inclinados á conformarse con conclusiones que parecen ridículas á hombres de otra profesion." [3] Remitirémos al original para algunos ejemplos cu. riosos é instructivos tomados de Euler, Leibnitz, D. Bernouille, Grandi, Laplace, Leslie, Pitcairn, y Cheyne.

La disposicion opuesta, es decir el escepticismo, tiene por objeto principal entre los matemáticos, el mundo espiritual ó moral. Sus estudios les conducen á él de dos modos: en primer lugar, quitándoles la ocasion y facultad de observar el fenóme no de la libertad moral en el hombre; y en segundo lugar habituándolos á la esclusiva contemplacion de la necesidad mecánica en la naturaleza. Pues la ignorancia de uno de estos órdenes de hechos, y un estenso é íntimo comercio con el otro, casi equivalen á una negacion del que es desconocido; porque como de una parte, creemos naturalmente que solo existe aquello cuya existencia conocemos, y por otra parte, toda ciencia tiende á la unidad, la razon nos prohibe suponer sin nece

(1) Julien, pref. p. 20, Obras, IV, p. 346. De la Alemania, I, c. 18.

(3) Elementos, &c. ... III, p. 272.

sidad la pluralidad de causas, el matematico debe natural y racionalmente estar dispuesto á tomar como absolutamente universal lo que lo es relativamente á su propia esfera de observacion.

Solo para esplicar el fenómeno del libre albedrío, es por lo que principal, sino esclusivamente, estamos autorizados á admitir una segunda sustancia hyper-física, un principio inmaterial del pensamiento. Solo en la suposicion de la libertad moral del hombre podemos sostener como verdades la existencia de un órden moral y de un gobierno moral en el universo. En la hipótesis de que tenemos una alma interior, podemos únicamente afirmar la realidad de un Dios superior á nosotros: Nullus in microcosmo spiritus, nullus in macrocosmo Deus.

En manos de los materialistas ó del necesario físico, todo argumento en favor de la existencia de Dios, ó es nulo, ó se transforma en una demostracion de ateismo. En sus manos con el mérito moral del hombre, desaparece tambien el director moral que es la consecuencia. En sus manos el argumento en favor de una causa primera libre é inteligente, sacado de la apropiacion de los medios al fin que se ve en todas partes del universo, establece por el contrario, de hecho, como causas primeras, la necesidad y la materia, porque como este argumento no es sino una aplicacion por analogía, de un hecho observado en el hombre al universo, si en el hombre la prevision y la inteligencia no son sino fenómenos de la materia y un reflejo de la organizacion, se sigue, estendiendo esta esplicacion al resto de las cosas, que á la materia es á quien pertenece la absoluta prioridad de la inteligencia; lo cual destruye la condicion fundamental de la Divinidad. Así es como nuestra teología está necesariamente fundada sobre nuestra psycología, y que necesitamos desde luego encontrar á Dios en nuestro propio espíritu, ántes de poderlo descubrir en la naturaleza.

Pues las ciencias matemáticas, por una parte, dejando sin ejercicio, la reflexion filosófica, impiden al espíritu que se eleve á la conciencia clara de estos hechos fundamentales que prueban la libertad moral; y por otra, acostumbrándole á la contemplacion esclusiva de las leyes de la necesidad física, les dan mucha repugnancia para admitir una suposicion tan estraordiǹaria, y una anomalía tan indemostrable como las de un órden moral, de una libertad hyper-fisica, y de un sujeto inmaterial.

Siempre se ha admitido esta tendencia de los estudios matemáticos; y por esto [para no citar sino los tres padres contemporáneos] dice San Agustin "que ellas alejan de Dios;"- San Gerónimo: "que no son ciencias de piedad:" [1] y San Ambro

(1) Véase Agripp. de vanit. scient, c. XI.

sio declara que "cultivar la astronomía y la geometría, es abandonar la causa de la salvacion, y seguir la del error." [1]

Aun podemos recordar aquí el testimonio del Sr. Kenelni Digby, anteriormente citado [p. 316.]

"Las matemáticas [dice Poiret, que aunque místico en religion, era uno de los mas profundos pensadores de su siglo] tienen por efecto comun, si no se cuida de ello, introducir las mas perniciosas disposiciones en el entendimiento de los que se dedican esclusivamente á ellas; les infestan de materialismo, de insensibilidad moral, de incredulidad, de brutalidad y de una incorregible presuneion.-Cuando en efecto, manejando sus números, sus figuras y sus máquinas, ven que cada cosa sigue á la otra como si estuviesen arregladas por la fatalidad, y sin la menor libertad, se acostumbran de tal suerte á solo la consideracion de la conexion necesaria que rechazan enteramente el libre albedrío de la naturaleza y del gobierno de las cosas espirituales, y en todas partes ven la accion universal de una necesidad fatal: en sí propios contra la voz de la conciencia, y en el mismo Dios, lo que es renegarle." [2]

No puede dejar de admitirse, dice Bayle, que no sea raro ver una gran devocion en las personas, que han llegado á gustar el estudio de las matemáticas, y que han hecho en estas ciencias un progreso estraordinario." [3]

"El que se dedica, (dice Gundling) con demasiado ardor á las ciencias físicas y matemáticas puede caer con facilidad en el ateismo; así vemos que los mas antiguos filósofos fueron todos ateos, porque se habian dedicado muy esclusivamente á las meditaciones físicas y matemáticas." (4) sy

Berkeley, que era un matemático distinguido, pregunta "si la filosofia corpuscular, esperimental y matemática, tan cultivada en el último siglo, no ha absorbido demasiado la atencion de los hombres de quienes hubiera podido ocupar una parte? si, por esta y otras causas concomitantes, el entendimienlo de los hombres especulativos no se ha abatido, y envilecido y paralizado las facultades mas elevadas? y si no podria esplicarse por este hecho la estrechez y gazmoñería de muchas personas que pasan por hombres sabios, su incapacidad para las cosas morales, intelectuales ó teológicas, y su disposicion para apreciar todas las verdades por los sentidos y esperiencia de la vida fisica?" (5)

El Dr. John Gregory, en cuya familia parece innato el genio de las matemáticas, y uno de los mas distinguidos fundares de la escuela de medicina de Edimburgo, despues de ha(1) Officiorum, lib. 1, 26.

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ber confesado en sus "Lecciones sobre los Deberes y Cualidades del médico," que desconfiaba de su propio juicio respecto de las matemáticas, temiendo su parcialidad en favor de una ciencia, que consideraba con inclinacion ingénita y hereditaria, y que habia sido á la vez la ocupacion y el placer de sus juveniles años, añade: "Desearia tambien que evitáseis dejaros arrastrar de este estudio al escepticismo y á la suspension del juicio en los asuntos que no admiten la evidencia matemática." (1)

"Los que han estudiado mucho las matemáticas, y no otra cosa, dice el lord Monboddo, están dispuestos á inficionarse á punto de creer que no hay certidumbre alguna en las otras ciencias, y que no hay mas axiomas que los de Eclide." (2)

"Las matemáticas, dice Mad. de Stael, inducen á no contar sino con lo que está probado; mientras que las verdades primitivas, las que el sentimiento y el genio descubren, no son susceptibles de demostracion." (3)

Esta tendencia del cultivo demasiado esclusivo de las matemáticas á hacer desconocer todo otro órden que el de la necesidad y de la naturaleza, es comun á las matemáticas, y á las ciencias físicas; de aquí nace, en cuanto á las últimas, el antiguo adagio; Tres medici, duo athei. Sin embargo cuando las dos ciencias se unen y se aplican en la mayor escala posible es cuando su tendencia es mas poderosa y manifiesta; y esto es lo que sucede en astronomía. En el sublime pasage que sigue, Kant, aunque con diferente objeto, esplica muy bien las opuestas influencias de los estudios materiales é intelectuales con relacion á los mas nobles objetos de su contemplacion.

"Hay dos cosas que cuanto mas se las considera, mayor es la admiracion y respeto de que se llena el alma: la bóveda estrellada de los cielos que nos cubre, y la ley moral interna. Para estas dos cosas, no estoy obligado á ponerme á investigar á fin de probar su existencia, como si estuviesen ocultas en la oscuridad, ni concebirlas solo como posibles, en tanto, que están colocadas fuera de la esfera de mis conocimientos. Las veo ambas con claridad en mi presencia, y las uno inmediatamente á la conciencia de mi ser. La una parte del punto que ocupo en el mundo esterior de los sentidos: desenvuelve y prolonga mas allá de los límites de la imaginacion esta relacion de mi ser con mundos que se elevan sobre otros mundos, y sistemas que sin cesar se suceden á otros sistemas, y la estiende hasta épocas mas ilimitable de su movimiento periódico. La otra procede de mi yo invisible, de mi propia personalidad, y me coloca en un mun

(1) Obras, vol. III, p. 107.
(2) Metaph. anc., I. P. 394.
(3) De la Alemania, I. c. 18.

do infinito sin duda, pero cuya infinidad no puede sondearse sino por el entendimiento, y cuya relacion conmigo, á la inversa de la relacion fortuita que sostengo con el mundo sensible, es como estoy obligado á reconocerlo, necesaria y universal. En la primera, la vista de esta innumerable multitud de mundos me anonada sin duda, como criatura animal, que despues de una corta é incomprensible participacion de la vida, está obligado á dar la materia de que está formado el planeta sobre que marcha, y que no es sino un átomo en el universo. El espectáculo del otro, por el contrario levanta mi valor como inteligencia, hasta lo infinito, en virtud de mi personalidad, en la cual la ley moral revela una vida independiente de la animalidad, y aun del mundo material entero (al menos en cuanto puede inferirse del destino de mi ser, conforme á esta ley; pues que me ordena tomar un valor moral como objeto absoluto de mi actividad, de no hacer jamás ceder su voz imperativa á la necesidad de la naturaleza, y de despreciar los límites y condiciones de mi vida actual." (1)

Spirat enim majora animus, seque altius effert
Sideribus, transitque vias et nubila fati,

Et momenta premit pedibus quæcumque putantur
Figere propositam natali tempore sortem. (2)

Agregarémos aquí el testimonio de un profundo filósofo de escuela opuesta, á que sus compatriotas han apellidado el Platon moderno.

"Se llama providencia lo que en oposicion con el destino, hace del principio. regulador del universo un verdadero Dios. En donde no hay prevision, no hay inteligencia, y en donde hay inteligencia, hay tambien providencia. Estos sentimientos que se revelan en nosotros, no existen sino para el alma y por el alma: Admiracion, Veneracion, Amor. Podemos á la verdad, decir si un objeto es bello ó perfecto sin saber de antemano si se ha ejecutado con prevision ó sin ella; pero con respecto al poder que lo ha producido no podriamos admirarle si hubiese operado sin pensamiento y sin plan, conforme á las leyes de una pura necesidad fisica. La gloriosa magestad de los cielos, objeto de supersticiosa adoracion en la infancia del mundo, no subyuga el entendimiento del que comprende la ley mecánica en virtud de la cual se mueven los sistemas planetarios, conservan su movimiento y aun se forman primitivamente. No se

(1) Crit. de la R. prat. Conclusion. (2) Prudent., contra Sym. ii, 479,

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