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6o-Las espediciones de buques pequeños son las mas útiles prontas para el comercio.

y

Las espediciones en buques grandes siempre son muy costosas por las muchas plazas de oficiales de mar, mucha marinería que ocupan ranchos y carnes. Por el contrario: estamos viendo en este puerto que la mayor parte del comercio libre se hace con paquebotes, goletas, bergantines y saetías de ciento cincuenta y doscientas toneladas. Las tripulaciones que traen no pasan de quince á veinte hombres, sus ranchos son limitados y poco costosos: viven á bordo los oficiales y sobre-cargos, sin tomar casa en tierra: mientras se descarga la embarcacion, si no necesita una carena de firme, se le recorren las costuras y cubierta: se le da fuego y sebo: toma su carga de azúcar ó tabaco, comprada y á flete, y sale del puerto á los veinte dias, al mes, ó á los dos meses cuando mas: hay embarcaciones que en un año han completado dos viages que llaman redondos: y hay individuo que trafica con Cataluña, que confesándome la ganancia de diez y ocho mil pesos en un viage por las ventas y fletes de su embarcacion, se ha retirado muy contento y en ánimo de no perder un instante para volver á cargar y regresar á la Habana.

Si este género de comercio nunca interrumpido se pudiera estender y establecer en todos ó los mas puertos y costas de América para que nunca faltasen los efectos de España y á precios acomodados se cerraria la puerta á los estrangeros y acortaríamos su trato ilícito en una buena parte.

7-Costos é inconvenientes que resultan de las espediciones en buques grandes. (*)

Pero vemos que lo comun de nuestras espediciones de España á cualquiera puerto de América es hacerlas en embarcaciones mayores que no salen de Cádiz sino despues de unos gastos sumamente crecidos. A proporcion de ellos, de la marinería que necesitan y de sus ranchos, crecen los fletes de la carga, llegan á los puertos y se eternizan en ellos, porque el retorno no se verifica sino al cabo de uno ó dos años. La broma de

(*) Nosotros no hemos querido impugnar ninguno de los principios equivocados que contiene este documento, pues nuestra idea solo es presentar el estado de nuestro comercio en aquella época y el sistema á que estaba reducido; pero al leer este punto nos ocurre manifestar que en nuestros dias se calcula de otro modo: los buques pequeños en largas navegaciones nunca ofrecen las ganancias que los buques mayores.

que abundan tanto los puertos de América, pasa á las embarcaciones y obliga á nuevos gastos y carenas. Los cargamentos de frutos se juntan con mayor dificultad; las demoras son casi inevitables y por estas demoras se pierden las buenas estaciones del año para navegar y los vientos favorables

los puertos.

para salir de

Sería proceder al infinito dar ejemplos en confirmacion. De navíos de flotas he visto regresar algunos sin carga, despues de haber estado consumiéndose cinco ó seis meses en Veracruz: vienen bajo de bandera de guerra y no pueden regresar si no es cuando se les permite: de navíos sueltos con destino á determinados puertos he visto lo mismo: actualmente quedan en la Habana el Vigilante y San Nicolas de Bari que regresan del golfo de Honduras para Cádiz. El primero salió de España el dia 24 de Julio de 1765: ha tenido que carenarse en Omoa y salir al mar en muy mal estado por nuevas demoras que tuvo; volver de arribada á Omoa; venir á este puerto para descargar, y ponerse en carena de firme: haber buscado antes de salir del golfo socorro de pertrechos y de marina entre los mismos ingleses que hacen corte de palo y contrabando en su establecimiento de Bacalar sobre nuestra costa: traer gastados mas de tres años y cincuenta mil pesos en estas andanzas y composturas.

El segundo salió de Cádiz en 2 de Noviembre de 1766 y ha sido algo mas feliz en despachar, pero viene con la misma necesidad de carenarse: queda descargando, y es preciso que cuando uno y otro lleguen á salir para Cádiz dejen gastados todas las utilidades de los fletes y acaso mucho mas de su carga.

Es una consecuencia casi precisa el demorarse las espediciones de buques de tanto porte; porque su carga es mucha, y las ventas son dilatadas. La carga de frutos para el retorno baja con dificultad á los puertos; y en tanto las embarcaciones perecen por la broma y por otras mil causas.

8-Recuerdo de nuestras antiguas navegaciones à la América y otras partes y de lo que floreció nuestra marina.

De nuestros autores españoles consta que en el año de 1586 pasaban de mil navíos los que teniamos en varios puertos de la Península pertenecientes á particulares españoles: que desde Vizcaya navegaban mas de doscientos á Terranova para la pesca del bacalao, y á Flandes para llevar lanas: que en Galicia, Asturias y Montañas habia otros doscientos que hacian viages á Francia, Flandes, Inglaterra y Andalucía con nuestros frutos y mercaderías, y que en los puertos de Andalucía

habia cuatrocientos empleados solamente en la navegacion de Indias y de Canarias. Así navegamos y así teniamos marina en aquel tiempo; pero ya en el año de 1611 en que publicó su arte de fabricar naos el capitan Tomé Cano, estaba tan abandonado este arte y tan cadavérica nuestra nacion y marinería como consta de la historia de aquel tiempo y de muchas desgraciadas espediciones.

Aun estando las costas de América ménos conocidas en el siglo XVI la navegacion se hacia con mayores progresos que ahora. Se pasaba de unos puertos y se llevaban los sobrantes de nuestros frutos, se socorrian mútuamente las necesidades de las provincias y llegamos á crear una marina tan floreciente que fué digna de merecer todo el desvelo de los Sres. Reyes católicos, concediendo privilegios á los naturales que se dedicasen à la construccion, segun consta de sus leyes recopiladas.

Decayó aquel espíritu y se subrogó otro órden de navegacion; pero en vez de prosperar la marina y el comercio se fueron aniquilando. Esta desgracia ha seguido y va siguiendo hasta el punto en que la representan los lamentos del comercio español, sin que por esto veamos que las provincias de América estén mejor socorridas por nosotros.

Sucede muchas veces que nuestros tegidos de seda y lana, nuestros vinos, frutos y comestibles españoles abundan mucho en un puerto, al paso que en otro de la misma costa ó de la de en frente no tienen sus habitantes que comer, que beber ni que vestir; sin embargo, el sobrante del primer puerto no puede pasar al segundo por mano de los españoles ni en sus mismas embarcaciones para socorrer la necesidad despachando sus efectos. Los registros se han de cumplir precisamente en el puerto ó la provincia para donde se sacaron; y mientras que esta sujecion de nuestro comercio límita así sus facultades, las colonias estrangeras celosas siempre del suyo, tienen gran cuidado de aprovecharse de los efectos de esta constitucion y proveer á buenos precios las provincias que nosotros dejamos en una escasez tan urgente.

Esto es tan notorio en toda la América, que seria inútil recurrir á las pruebas. Pues si los daños son ciertos, las leyes, los buenos principios de comercio con las leyes de política es preciso que concurran á combinar los estremos y á desvanecer tantas contradicciones como aparecen.

9.—Graves razones que obligan á pensar en el remedio,

Enemigo irreconciliable de la opresion, el comercio huye siempre de ella para buscar el pais de las franquicias. Todos

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los escritores entran sentando este principio: así lo acredita la historia de todos los tiempos y de todos los pueblos mercantes de la tierra. Pero la política ha favorecido y favorece las leyes peculiares del comercio hasta aquel saludable punto en que los demas intereses del Estado no padezcan: porque si al Estado le faltan las riquezas del comercio y las facultades de dar salida á los productos abundantes de su agriculturan, pierden su fuerza y se acerca con precipitacion á la ruina.

De doscientos años á esta parte ha mudado mucho la constitucion de la América: nosotros casi solos éramos los únicos que sabiamos el camino á ella, y teniamos puertos para asegu rar las naves. Hoy es muy diferente, la mitad de la América pertenece á los estrangeros: todos sus puertos abundan de navíos grandes y pequeños, de efectos y de frutos. Nuestras embarcaciones por su cortisimo número se pueden considerar como estrangeras en su pais; al paso que muchas embarcaciones estrangeras pueblan sus mares, y las vemos acercarse á nuestras costas como naturales de él, y el comercio que no podemos hacer por los embarazos de nuestra constitucion, nos lo usurpan; donde no tienen compañías ocultas de comercio, tienen agentes y prácticos de costa que los aguardan en todos los surgideros y entradas de los rios para conducirlos. Esta es su presente situacion que con respecto á la antigua no hay término de comparacion.

Los ingleses, franceses y holandeses son sin duda los mas ilustrados de toda la Europa en el comercio y en la práctica de sus mejores principios, pues vemos que lo hacen con mayores progresos. ¿Cuál es el ejemplo que nos dan?

En sus colonias de América siempre tienen establecidos abundantes depósitos ó almacenes de mercaderías, ya para socorrer mútuamente las necesidades de sus posesiones, y ya para hacer el trato ilícito sobre nuestras costas. La colonia del Nuevo-Boston, capital de la Nueva-Inglaterra, consta por la historia de su comercio y de las demas colonias inglesas en América setentrional, que mantiene seiscientos buques de diferentes tamaños solo para hacer el comercio de Europa, y mas de mil pequeñas embarcaciones para inundar los mares de América, repartiendo el depósito de sus embarcaciones. A proporcion, pues, sucede lo mismo en las demas que rodean nuestras posesiones, y no podemos remediarlo á viva fuerza.

Cuando los ejemplares son buenos y se acreditan como estos con lo infalible de sus efectos, no pueden dejar de tomarse en consideracion. La prudencia escoge de ellos la mejor parte y la mas necesaria, determinando en que puede ser adaptable, y en que nó al pais que trata de remediarse, y tanto mas si faltan otros medios oportunos para conseguirlo.

A mediados del siglo pasado cuando los estrangeros no te nian colonias en América capaces de hacer el trato, porque de las que hoy son tan famosas, las unas empezaban á establecerse y las otras á descubrirse, padecimos los insultos de las piraterías. Un enjambre de foragidos con el nombre de Filibustieres, asaltaron y robaron nuessros puertos, internaron con crueldades y ultrajaron las costumbres en algunas partes, y tomaron nuestras embarcaciones con sus tesoros y carga.

Por Setiembre de 1628 el holandes Pedro Hein atacó delante de Matanzas la flota que conducian el general Bazan y el almirante Laoz ántes de arribar á la Habana. En este solo desgraciado suceso perdimos ocho millones de pesos: cuatro mas que valian los frutos; y diez ó doce navíos de que constaba la flota, vergonzosamente abandonada por el pánico terror que concibieron sus gefes. Y aunque fué degollado en la plaza mayor de Sevilla el almirante Laoz, acusado en la causa por el Sr. Solorzano, famoso fiscal de aquellos tiempos, esto no reparó una pérdida tan grande para el Estado.

Podria dudarse si en aquella época fué mayor la suma de nuestros males que la suma de nuestros bienes relativa á los negocios de América. Por todas partes nos insultaron las barbaridades, los robos y latrocinios. Sin embargo, á pesar de la decadencia del Erario Real, entónces mismo se tomó la saludable providencia de establecer una armada en los puertos del Seno Mejicano para defender el comercio y acompañar á España nuestras flotas.

Precedida consulta del Consejo de Indias y Junta de guerra que se formó, quedó resuelta esta Armada con el nombre de Barlovento, compuesta de doce bajeles de buen porte y dos Pataches. Y para su manutencion se estableció el derecho de armada en todos los puertos de América.

Ya en 1641 salió á navegar por primera vez: su admirable institucion se cumplió á la letra, pues consta que condujo á España con felicidad las flotas de 1743 y 1745, de donde prontamente refrescadas de víveres, volvian á salir para hacer sus campañas en los puertos del Seno Mejicano. Esta armada subsiste hoy con el mismo título y se cobra aquel derecho para mantenerla; pero el servicio que hace no es el mismo ahora que entónces.

La diferencia desde aquel tiempo á este en el transcurso de ciento veinte años consiste en que los piratas se han convertido en contrabandistas. Luego que los comerciantes tuvieron puertos comenzaron el contrabando en que hacen consistir uno de los ramos mas resplandecientes de su comercio. Los almacenes de sus colonias nunca están escasos. Las embarcaciones europeas comercian derechamente con la metrópoli y las embarcaciones mas pequeñas de América hacen trato repartien

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