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cho cuanto mis fuerzas alcanzaron, por cumplir un deber que me impone el suelo en que nací. Acaso no seria tanta mi desventaja, si mi pluma no encontrase ningun tropiezo en el campo que tiene que recorrer; pero queriendo el Cuerpo Patriótico decidir con imparcialidad acerca del mérito de las Memorias que se le presenten, encarga que no aparezca en ellas el nombre de sus autores; y como este aun sin estamparlo podria descubrirse por algunos indicios; heme aquí en la necesidad de omitir varios hechos y referencias, que dando por una parte mas peso á mis razones, servirían por otra á desahogar los sentimientos de gratitud que abriga mi corazon. Así, pues, pasando en silencio todo cuanto pueda oponerse é las rectas intenciones de la Sociedad, volveré esclusivamente mi atencion al programa que me va á ocupar.

Entre los catorce publicados en el Diario del Gobierno de la Habana el 10 de Abril del presente año, ninguno está á mi entender tan íntimamente enlazado con todos los ramos que constituyen la riqueza cubana, como el marcado con el número 8, y cuyo tenor es el siguiente: "Se presentarán en una Memoria sobre caminos, las causas generales de sus descomposiciones y las particulares de esta Isla, y al presentar el método conveniente para conservarlos en buen estado, se dará un proyecto de mejorarlos y mantenerlos siempre buenos con ménos dispendios y mas pública conveniencia.”

La simple lectura de este programa claramente me indica que debo dividir mi Memoria en cuatro partes principales. Primera.: causas generales de la descomposicion de los caminos, y particulares de la isla de Cuba. Segunda: modo de mejorarlos. Tercera: modo de mantenerlos siempre en buen estado. Cuarto: lograr estos fines, esto es, su construccion y conservacion con ménos dispendio y mas pública conveniencia. Pero mejorar los caminos supone que ya existen, y dicha sea la verdad, entre nosotros aun están por hacerse. Así, permítaseme sustituir la palabra construirlos á la de mejorarlos, y convertir la segunda parte en la siguiente; Modo de construir los caminos. De esta manera me parece que doy mas ampliacion al program a, y sin mutilar ninguna de sus partes, puedo entrar mas de lleno en las grandes miras del Cuerpo Ilustre que lo propone.

PARTE PRIMERA.

Causas generales de la descomposicion de los caminos, y particulares de la isla de Cuba.

Su mala construcvion debe contarse como la primera causa general. Sea cual fuere el grado de policía con que se quieren conservar; sea cual fuere la influencia ó variedad de los climas, los caminos siempre cederán mas ó ménos pronto al impulso de esa causa irresistible. Que así debe suceder cosa es tan clara que no necesita de pruebas ni demostraciones: no lo es empero, que todos la consideren como causa general, pues que su accion no se estiende á todos los paises, ni tampoco á todos los caminos. Mas si prescindiendo de abstracciones pasamos á observar las cosas, no como puede representarlas un espíritu sutilizador, sino como realmente son, muy luego se conocerá que tengo algun fundamento; porque todos los caminos están espuestos al descuido ó ignorancia de sus constructores; porque su deterioro en todas partes mas ha provenido de esta que de las demas causas; y porque siempre que se construyen mal, su descomposicion será un efecto necesario. Esto basta para que se numere entre las causas generales; y lo único que podrá decirse es, que su accion no es constante, porque cuando los caminos estuvieren bien construidos, ya no tendrá lugar. Pero de aquí nada se puede inferir contra su generalidad, porque una causa bien puede ser general, siendo inconstante, ó ser constante siendo particular. Ulteriores esplicaciones sobre mateteria tan clara, lastimarian sin duda la delicadeza del Cuerpo respetable á quien tengo el honor de dirigirme.

El tránsito es la segunda causa que contribuye á la descomposicion de los caminos; mas sus efectos varían segun el método de construirlos y el modo de usarlos, siendo evidente que los animales causan ménos daños que los coches y los carros; y que la carga de estos, el número y anchura de sus ruedas y la rapidez con que corren, influyen notablemente en la descomposicion. Es tan palpable la existencia de este mal, que me parece supérfluo detenerme á presentar sus pruebas; pero no siéndolo el influjo que ejerce cada una de estas circunstancias, reservaré su exámen para lugar mas oportuno.

¿Duda alguno que las aguas ablandan á veces los materíales de que se componen los caminos, que otras los arrancan ó dislocan, y que casi siempre los penetran, aflojando la trabazon que debe existir en todos ellos? Pues ved aquí la tercera causa general de su descomposicion; descomposicion que será tanto mas rápida, cuanto maš activo fuere el tráfico, y cuanto ménos perfecta hubiere sido su construccion.

Pero esta misma agua aun puede producir mayores daños, cuando se congela por la accion del frio; y como este predomina durante un período del año, en la mayor parte de los países del globo, bien puede sin mucha impropiedad considerarse tambien como la cuarta y última de las causas generales. Sucede que por una anomalía tan estraña como sábia, el agua congelada ocupa mayor volúmen que cuando se halla en el estado de liquidez, haciendo tan grandes esfuerzos contra los obstáculos que impiden su espansion; que si con ella se llena un cañon ó bomba de hierro y se tapan perfectamente y se esponen á un frio que pueda helarla, ámbos reventarán. Nace de aquí, que penetrando el agua los caminos por todos los intersticios que dejan los materiales de que se componen, y descendiendo muchas veces hasta el fondo de ellos, allí permanece, ó libre ó mezclada con la tierra, hasta que entrando el invierno, y haciéndola variar de forma disloca los materiales, levantando unos, hundiendo otros, y alterando por todas partes la superficie y estructura del camino.

De todas estas causas, las tres primeras comprenden á la isla de Cuba; pero la última, afortunadamente no estiende hácia ella su perniciosa influencia. ¿Y somos acaso tan felices que solamente aquellos sean los únicos obstáculos que tengamos que vencer? Esto nos induce á preguntarnos.

¿Cuáles son las causas particulares que descomponen los caminos de la isla de Cuba?

Antes de responder á esta pregunta es menester advertir que várias de las causas generales ya espuestas se deben considerar, en virtud de las modificaciones con que operan, como particulares de la isla de Cuba, pues ciertamente producen efectos muy diversos de los que aparecen en otros paises, donde tambien existen. Sentada esta advertencia, ya podré marchar con paso mas libre, y entrando desde luego en materia, reduciré á cuatro las causas que en el estado presente ponen intransitables nuestros caminos en varios meses del año. No hay duda que la mano del hombre hará desaparecer algunas con su industria y constancia; pero otras serán tan durables como el clima de las regiones en que habitamos. A estas pues deben principalmente dirigirse nuestros esfuerzos; y ya que no nos es dado remover su influencia, empeñémonos al ménos en prevenir sus estragos.

He numerado las lluvias entre las causas generales; pero la cantidad y la fuerza con que caen en algunas regiones tropicales, exige que se las considere como particulares de la isla de Cuba. Cantidad y fuerza digo, porque hay paises donde podrá llover tanto ó mas que en ella, sin que por eso se deterioren sus caminos con la prontitud que sucederia entre nosotros. Y la razon es bien clara, porque repartidas las aguas en todo el año, cada vez que llueve, cae ménos cantidad y por consiguiente se disminuye esa causa destructiva. Mas si toda su fuerza se reconcentra para un período del año, y cada aguacero es como un torrente lanzado de las nubes, claro es que entónces los estragos serán mucho mayores; y esto es cabalmente lo que aconteceria en la isla de Cuba. No hay duda que nosotros tenemos que luchar con esta desventaja, pero ella léjos de acobardarnos, debe inspirarnos aliento y osadía. Ni se nos saque el ejemplo de la Francia y de la Gran-Bretaña, diciéndonos que si esta tiene mejores caminos que aquella, débelos tan solo á la menor fuerza con que caen las lluvias; porque en las montañas del principado de Gales y de las regiones septentrionales de Inglaterra, las lluvias son tanto ó mas fuertes que en Francia; y los caminos sin embargo, se conservan en el mismo estado que los demas de aquella nacion. La diferencia pues, solo consiste en el celo y espíritu público del pueblo británico: y tal es el influjo de estas causas, que aunque se trocaran las cir cunstancias lluviosas, Inglaterra siempre estaria en este ramo mas adelantada que su rival. Y pues que los ingleses y otros pueblos luchando con varios obstáculos han sabido proporcionarse un bien tan inestimable, imitemos nosotros su ejemplo, y ya que no podemos vencer la naturaleza, aprendamos á resistirla.

De las fuertes lluvias que caen, nace la segunda causa que consiste en las grandes avenidas de nuestros rios. Verdad es, que sus efectos no son generales á toda la Isla, ni tampoco se reproducen en períodos constantes; pero ni lo uno ni lo otro basta para que dejemos de tomar algunas medidas contra los males que se deben temer. ¿Necesitaré yo probar, que inundados nuestros campos por las aguas de los rios, habrá casos en que sufran detrimento los caminos? Si alguno lo duda, que recuerde la catástrofe causada por los rios de Güines y Calabazal, en los dias memorables 21 y 22 de Junio del año 1790. Y sin subir hasta aquella época, el año de 1810, nos presentó en lo interior de la Isla, otra escena, cuyos estragos fueron semejantes. Sucede á veces en los lugares bajos, que juntándose las aguas de los rios con las que han caido en los campos, estos quedan cubiertos con ellas por algunos dias, llegando hasta el estremo de cortar en ciertos casos la comunicacion de un punto á otro. Que esto debe perjudicar los caminos, cosa es que

no admite duda; pero ese mismo obstáculo es un nuevo motivo que tenemos para darles mas solidez y consistencia, evitando los estragos de esta tercera causa.

Contra la cuarta y última que consiste en el tránsito de los ganados que se llevan de un lugar á otro para abastecer las necesidades del mercado, y en las carretas que conducen los frutos y demas efectos mercantiles, fácil es hallar el remedio. Construidos que sean los caminos, cesarán del todo los perjuicios que causan aquellos, y los que producen estas, se disminuirán considerablemente, adoptando las medidas de que hablaré en el discurso de esta Memoria.

Yo no sé si existe en la isla de Cuba alguna otra causa que no esté comprendida en las que van indicadas. Si así fuere, á espíritus mas sagaces ó á personas mas versadas que yo en la materia, toca advertirla y remediarla. Lo que sí sé es, que aun de esas mismas causas destructivas, á veces se convertirá en un principio conservador de los caminos; la lluvia quiero decir, pues la misma fuerza con que cae, arrancará el polvo de ellos, y los limpiará perfectamente. No se logra esta ventaja, cuando las aguas no son fuertes, porque entónces mojan el polvo, y no pudiendo arrastrarlo, se forma un lodo ligero que si no influye en la mas ó ménos lenta descomposicion de los caminos, retardará algun tanto las prontas comunicaciones.

PARTE SEGUNDA.

Modo de construir los caminos.

Para tratar con acierto esta parte interesante de mi Memoria, dividiréla en dos artículos principales; á saber, configuracion o parte esterna de los caminos, y parte interna ó íntima estructura de ellos. Bajo el primero, comprenderé su longitud, anchura y forma de su superficie. Bajo el segundo, la preparacion del terreno, la naturaleza de los materiales, y el órden en que se deben colocar.

ARTICULO PRIMERO.

CONFIGURACION.

Longitud. La de los caminos se puede considerar ó en la direccion vertical, esto es, siguiendo una línea recta, ó en la horizontal, ya sea que se estienda por una superficie plana, ya por una inclinada.

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