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ma que era dudoso para muchos propietarios, y en su consecuencia la suscricion se adelanta entónces se hará la disminucion proyectada.

La Comision esponente se propone un proyecto que someterá á la resolucion de este Cuerpo para que si lo adopta y el Escmo. Sr. Presidente se sirve aprobarlo, pueda darse un grado de estabilidad constante al establecimiento de maquinaria.

Las bases de dicho proyecto consistirán en que se declare la calidad de Normal al de que nos ocupamos: que del año que viene en adelante á ningun maquinista estrangero se le consienta acomodo, sin que antes haga constar en la Escuela Normal su capacidad y demas circunstancias, y sin que contribuya por su permiso con un derecho á favor de los fondos de la clase, con la condicion, ademas, de que todos los Sres. hacendados que tienen máquina, lleven precisamente á sus fincas durante las zafras, un discípulo de esta escuela para que practique en ella, al lado del maquinista, que tendrá obligacion de auxiliar á dicho alumno en la espresada práctica. Ya este ensayo se ha empezado con unos pocos discipulos que llevan algunos Sres. hacendados para esta zafra, y que volverán á la Escuela despues, á continuar su aprendizage hasta obtener el título de maestros, que de cierto, no serán escasos en fin del siguiente año. Así piensa, con la Comision el profesor encargado de la escuela D. Teodoro Vaurigaud, de quien están satisfechos los que hablan por su saber y constancia en la enseñanza.

Tal es Sres. el resultado, hasta hoy, de la comision que nos fué encomendada. La hemos desempeñado no omitiendo por nuestra parte diligencia de ninguna clase. Uno de nosotros se dedicó esclusivamente á formar la suscricion con la penosa eficacia que siempre produce la necesidad de pedir, aunque sea para un objeto tan laudable: el otro se ha ocupado sin interrupcion en el cuidado interior de la escuela en que no le han faltado quehaceres diarios. Creemos haber correspondido á la honra y confianza en nosotros depositadas. En tal persuacion hemos estendido este informe para conocimiento de la Sociedad, que con la Escuela de maquinaria ha adquirido un nuevo título á la gratitud del vecindario. Habana y Diciembre 9 de 1845

El M. de E.-J. A de F.

SEÑORES SUSCRITORES DE LA ESCUELA DE MAQUINARIA,

Escmo. Sr. Conde de Villanueva.
Escmo. Sr. Marques de San Felipe.
Sr. D. Miguel de Cárdenas y Chaves.
Sr. D. José María Morales.
Escmo. Sr. D. Manuel Pastor.
Sr. Marques del Real Socorro.
Escmo. Sr. Conde de Peñalver,
Escmo. Sr. Marques de Arcos.
Sr. D. Alejandro Morales.
Sr. Marques de Campo Florida.
Sr. D. Martin Pedroso.

Sr. D. Joaquin de Ayestarán,
Escmo. Sr. Conde de Q-Reilly.
Sr. D. Florentino de Armenteros.
Sr. D. Manuel Pedroso.

Sr. D. José Perez de Urría.

Sr. D. Francisco de Armenteros.
Sr. Conde de Romero.

Sr. D. Francisco de la Luz.

Sr. Marques de la Real Proclamacion.

Sr. Marques de Villalba.

Sr. D José Guerrero.
Sr. D. Julian Zulueta.

Sr. D. Lorenzo de Larrazabal.
Sr. D. Francisco Diaz.

Sr. Conde de Mopox y de Jaruco.
Sr. D. Francisco José de Calderon,
Sr. D. Ramon Morales.

Escmo. Sr. Conde de Fernandina.

Sr. D. José María de Cárdenas y Chacon.

Sr. D. Pedro Diago.

Sr. D. Ambrosio Romero.

Sr. D. Francisco Diago.
Sr. D. Francisco Ventosa.
Sr. D. Gregorio Menendez.
Sr. D. Joaquin de Peñalver.

Sr. D. Agustin Encinoso de Abreu.
Sr. D. Jorge Urtétegui.

Sr. D. José Matienzo.

Escmo. Sr. Conde de Baynoa,

Sr. D. Ignacio Herrera.

Escma. Sra. Condesa de la Reunion.
Escmo. Sr. D. José Cadaval.

Sr. D. Juan de Dios Gonzalez Larrinaga.
Sr. D. Sebastian Montalvo.

Sr. D. Juan Bautista Erice.
Sr. D. José Tomas Ventosa.
Sra. Marquesa Rendon.

Sr. D. Antonio García Oña.
Sr. D. Lorenzo Pedro,

Sr. D. Cosme de la Torriente.
Sr. D. Juan de la Cruz.

Sr. D. Francisco Valdes Herrera.
Sr. D. Antonio de la Vega y Cáceres,
Sr. D. José Miguel Urzainqui.
Sr. D. Antonio Maria Ventosinos.
Sr. D. Santiago Zuaznávar,

Sr. D. Brode us Albers.

Sr. D. Joaquin Santos Suarez.

Sr. D. Jacinto Gonzalez Larrinaga.
Sr. D. Agustin de Ibarra.
Sr. D. Ignacio Calvo.
Sr. D. Joaquin de Arrieta,

Sr. D. Agustin Morales y Sotolongo.
Sr. D. Francisco Hernandez Morejon,
Sr. D. Francisco Encinoso de Abreu,
Sr. D. José Luis Alfonso.

Sr. D. José Fernandez.

Sr. D. José Perez de Alderete.

Sr. D. José Suarez Argudin.

Sr. Dr. D. Manuel Francisco García,

Sr. D. José Baró.

Sr. D. Pablo Hernandez.

Sr. D. Sebastian Hernandez.

Sr. D. Simon de Jimeno,

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LA ENSEÑANZA.

ARTICULO UII.

De los Maestros.

Muchas precauciones exigen los escritores que han tratado de la Educacion de la Juventud en la eleccion de maestros, y bien pocas las que prácticamente se emplean para tan delicado ministerio. Quintiliano quiere que se escoja una nodriza que hable su lengua con toda pureza, para evitar esa multitud de modismos y de pronunciaciones viciosas que oyen los niños á las personas de que regularmente los rodeamos; siendo esta la causa de esas voces groseras y obscenas que se les oyen con la mayor sorpresa, sin saber de donde las han aprendido. Si esto se necesita para una mera nodriza ¿qué será con respecto á los maestros que han de despertar las primeras centellas de su inteligencia, los primeros sentimientos de su corazon? Pues bien, estos son precisamente, esos dómines, esos preceptores, mirados poco ménos como criados de escalera abajo, esos maestros de escuela, cuya hambre se ha hecho proverbial, cuya pedantería es un testo de mofa para los hombres superficiales que desconocen lo respetable de semejante encargo. Se me dirá que nadie tiene la culpa mas que la ignorancia y la pedantería de los mismos dómines y preceptores; ¡y cómo han de ser otras personas con los conocimientos y moralidad correspondientes, cuando apenas se le suministra un pedazo de pan con que sustentarse, cuando no se les rodea de ninguna consideracion social? Créese vulgarmente que los primeros rudimentos puede trasmitirlo cualquier persona que las primeras ideas y sentimientos ha de escitarlos el que ménos sea capaz de sentimientos ni ideas; pase por los rudimentos, aunque tan importante seria el desarrollar la inteligencia. de los niños cuidadosamente, el ir observando los progresos de su razon y los alcances de su entendimiento; pero las primeras ideas de lo bueno, de lo justo, de lo bello, ¿quién ha de ofrecerlas si no conoce la bondad, si ignora lo que es justicia, si no siente las divinas inspiraciones de la imaginacion? Estra

ñamos que los conocimientos sucesivos sean estraviados, corrompidos, separados de todos los nobles instintos de nuestra alma, sin pensar en que los conocimientos primeros que han de ser su base han sido descuidados, debidos á la casualidad, cuando no torcidos por maldad ó ignorancia y muchas veces por estas dos causas á la vez. La educacion se ha comparado en numerosas ocasiones á la tierna planta que se fija y se hace crecer con el riego y el cuidado, y el simil no es impropio: si la descuidamos, se encorva el tronco, arroja un follage vicioso ó estiende lánguidamente sus ramas. Por eso en la segunda parte no he encontrado mas que las menos paternales manos que pueden encargarse de este precioso tesoro; pero si este justo deseo no puede cumplirse enteramente, cuidemos mucho de las que busquemos para sustituir las nuestras, que á lo ménos sean puras, que sean dignas; y por lo tanto démos á esta sustitucion de nuestros deberes, los mas sagrados, toda la importancia que se merece; respetemos á los hombres que van á preparar el entendimiento y los sentimientos de nuestros hijos; y no tengamos la bárbara y doble inconsecuencia de apetecer que esta delicada obra sea perfecta y que la consumen. hombres de quienes nos burlamos y que elegimos sin discernimiento ni atencion.

En los paises en que se considera la enseñanza y la educacion con todo el miramiento que requieren, se ha pensado en formar estos maestros, y de aquí ha nacido una especie de ciencia nueva, la pedagogia; el mismo objeto han tenido las escuelas normales, aunque con la diferencia de que en estas solamente se preparan maestros hábiles, y la pedagogia, segun la han comprendido los alemanes sus inventores, les muestra como se enseña y como se maneja al alumne; ciencia mas dificil de lo que parece á primera vista y que esplica como un hombre muy lleno de conocimientos no puede trasmitirlos á sus discípulos, y como por el contrario, otros ménos doctos consiguen mas felices resultados.

Los métodos de enseñanza han variado segun los progresos que han hecho las ciencias, pues todas y muy particularmente las que tienen una inmediata relacion con las facultades de nuestro entendimiento han debido contribuir á ellos. Por mas que se pretende en el dia que han existido maestros tan estúpidos que no desarrollaban en sus alumnos sino la memoria de las palabras, esto no se ha verificado nunca en semejante sentido, aunque la ignorancia ó las preocupaciones del profesor hayan podido dar mas importancia de la que tiene realmente este estudio mecánico de los signos, sin referirse á las ideas que deben representar. Si así ha sido en verdad que no habrán enseñado cosa alguna los que han querido reducir los niños á la clase de urracas ó cotorras; pero es cierto que el que

LA ENSEÑANZA.

ARTICULO III.

y

De los Maestros.

Muchas precauciones exigen los escritores que han tratado de la Educacion de la Juventud en la eleccion de maestros, bien pocas las que prácticamente se emplean para tan delicado ministerio. Quintiliano quiere que se escoja una nodriza que hable su lengua con toda pureza, para evitar esa multitud de modismos y de pronunciaciones viciosas que oyen los niños á las personas de que regularmente los rodeamos; siendo esta la causa de esas voces groseras y obscenas que se les oyen con la mayor sorpresa, sin saber de donde las han aprendido. Si esto se necesita para una mera nodriza ¿qué será con respecto á los maestros que han de despertar las primeras centellas de su inteligencia, los primeros sentimientos de su corazon? Pues bien, estos son precisamente, esos dómines, esos preceptores, mirados poco menos como criados de escalera abajo, esos maestros de escuela, cuya hambre se ha hecho proverbial, cuya pedantería es un testo de mofa para los hombres superficiales que desconocen lo respetable de semejante encargo. Se me dirá que nadie tiene la culpa mas que la ig norancia y la pedantería de los mismos dómines y preceptores; ¿y cómo han de ser otras personas con los conocimientos y moralidad correspondientes, cuando apenas se le suministra un pedazo de pan con que sustentarse, cuando no se les rodea de ninguna consideracion social? Créese vulgarmente que los primeros rudimentos puede trasmitirlo cualquier persona que las primeras ideas y sentimientos ha de escitarlos el que ménos sea capaz de sentimientos ni ideas; pase por los rudimentos, aunque tan importante seria el desarrollar la inteligencia de los niños cuidadosamente, el ir observando los progresos de su razon y los alcances de su entendimiento; pero las primeras ideas de lo bueno, de lo justo, de lo bello, ¿quién ha de ofrecerlas si no conoce la bondad, si ignora lo que es justicia, si no siente las divinas inspiraciones de la imaginacion? Estra

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