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yerno Don Alonso el sabio, ni las instancias y lágrimas de sus hijos. Viéndole pues tan resuelto y obstinado prometió ayudarle Don Alonso con 1000 maravedis de oro y con 100 caballos, y se ofreciéron á servirle tambien en esta jornada Don Pelay Perez Correa maestre de Santiago con 100 caballeros de su órden, y Don Gonzalo Pereyra lugar-teniente general de la de San Juan en los reynos de España (1). La ciudad de Barcelona contribuyó para los gastos con 800 sueldos barceloneses (2), y los naturales de Mallorca con 500 sueldos de plata, habiendo pasado el rey Don Jayme á aquella isla con solo una galera y un bergantin, así para proveer lo conveniente á su gobierno y defensa, como para recoger las naos y otras provisiones con que le sirviéron los isleños en esta ocasion (3).

34. Desde el mes de Mayo habia celebrado en Barcelona varias contratas con muchos caballeros y otros particulares para que á mediados de Agosto se presentasen allí unos con los soldados, caballos y armas á que respectivamente se comprometiéron, y otros con las embarcaciones armadas y equipadas que se necesitaban para la expedicion (4). Componiase la esquadra de 30 naves gruesas y 12 galeras todas catalanas, ademas de muchos bergantines y fragatas; y se embarcáron 800 hombres de armas con tres caballos para cada uno, los almugávares tambien de á caballo y la demas gente de á pie, en número segun fué fama de 200 infantes. Embarcóse tambien el rey y dió la vela de la rada de Barcelona el 4 de Setiembre; pero hallándose sobre Menorca sobrevino tan furiosa tempestad que dispersó el convoy de manera que una parte corrió hasta la Siria, parte arribó á Cerdeña con pérdida de algunos buques, y parte aportó á las costas del Languedoc muy maltratada con gran peligro de aquel soberano. Este desembarcó en el puerto de Aguas muertas, y dirigiéndose á Mom

(1) Zurita, Anal. lib. III, cap. 74. Gomez Miedes, Hist. de Don'Jayme, lib. XVII, cap. 18 y sig. Mondéjar, Mem. de Don Alonso el Sabio, lib. IV, cap. 35 y 36. (2) Véase el apéndice núm. XIII.

(3) Gomez Miedes, Hist. de Don Jayme, lib. XVIII, cap. 2.

(4) Estos convenios ó contratas se hallan en el arch. gen. de la cor. de Arag. y copias en la colec. de Sans, art. I, núm. 11 y sig.

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peller regresó por tierra á Cataluña (1). Las naves que llegáron á Acre pudiéron animar y abastecer de víveres á los cristianos, que acababan de tener grandes pérdidas y padecian suma carestía; pero viendo al cabo de algun tiempo que ni parecia el rey ni las tropas de sus aliados los emperadores de la Tartaria y de Constantinopla, regresáron á Barcelona, tocando ántes en las islas de Creta y de Sicilia y habiendo dexado en Acre muchos militares de á caballo y otros ballesteros y hombres de armas, con las provisiones y caudales necesarios para su socorro y el de los embaxadores aliados que habian transportado para que regresasen á su pais (2).

(1) Gomez Miédes, Hist. del rey Don Jayme, lib. XVIII, cap. III y sig. Zurita, Anal. lib. 3, cap. 74. Jauna, Hist. gen. de Jerusalen, lib. XII, cap. 6, art. 4.

(2) Los historiadores extrangeros como Maimbourg, (Hist. des Crois. lib. XII, tom. 4, P. 374,) y Jauna (Hist. gen. de Jerus. lib. XII, cap. 6, art. 4,) dicen que estos buques que arribáron á Tolemaida ó Acre regresáron muy pronto sin haber hecho cosa alguna de utilidad ó ventajosa á los cruzados. Para desvanecer este concepto falso ó equivocado nos parece muy oportuno citar los documentos que exîsten en los registros del archivo general de la corona de Aragon (Reg. 10, Jacob. I, de 1265 ad 1275 en varios folios) de donde los copió nuestro académico el Sr. Sans y cuyo resúmen bastará para dar idea de los socorros que aquellas naves suministráron á los cristianos que se hallaban en situacion muy crítica y apurada.

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Noticias registradas del dia en que respectivamente entráron en el puerto de Acre las naves de Rehedor, otra cuyo dueño se ignora, de Guillermo Ros, de N. Costa, de Pedro Ris que conduxo al embaxador del emperador de Constantinopla, de Pascual Muntobru, de N. Pintor, de Berenguer Cuc, de Gillermo Dalmau, de Bernardo Saporta, de N. Mollet, con expresion de los sugetos ó gentes de guerra y de los caballeros armados que transportáron, del dinero que se entregó á cada uno por cuenta de racion, y de lo que importó todo. Del registro de la nave de Muntobru se deduce que el cabo principal de guerra que llegó á Acre fué Pedro Ferrandiz.

2.

Dos relaciones de los granos que se recibieron en el puerto de Acre á cuenta del rey Don Jayme de Aragon de las naves que habian llegado allí de Barcelona. 3 Relacion de las cosas ó efectos que se recibieron en el puerto de Acre de varias naves y sugetos que se expresan, cuyo valor ascendió á 50569 bezantes.

4.

Noticia registrada de los caudales que por equivalente á racion se suministráron en Acre á los Ricos-hombres, caballeros y demas gente de guerra con sus caballos, que de dicho puerto se volviéron á Barcelona.

5. Noticia registrada de los ballesteros que quedáron en Acre y de los caudales que se les suministráron por cuenta de racion. Segun este registro y el siguiente á los que quedáron en Acre se les socorrió con tres meses de su sueldo y raciones.

6 Noticia registrada de los caudales que en lugar de racion se suministráron en Acre á los caballeros que con caballos armados se quedáron en aquel puerto y de lo que se suministró al embaxador del emperador griego y al del emperador de Trapisonda.

Estos documentos, que cada uno forma un registro separado muy expresivo, indican bastantemente los socorros que recibieron los cristianos en la Palestina de las

35. Tal fué el éxito desgraciado de esta expedicion, pero léxos de desmayar por esto el papa Gregorio X procuró pocos años despues fomentar y dar vigor á la guerra de la tierra santa, con cuyo objeto y el de unir la iglesia griega con la latina juntó concilio en Leon de Francia año de 1274, y allí trató con el rey de Aragon de los aprestos que serian necesarios contra el soldan y para defender las fortalezas que conservaban los cristianos en Asia. Ofrecia el papa ir personalmente á esta jornada, y Don Jayme despues de dar su voto y manifestar su opinion, añadió que acompañaria tambien con su persona á la del sumo pontífice en esta expedicion sin embargo de su vejez, siguiéndole con un buen exército: y que en el caso de que no fuese su Santidad enviaria 10 caballos muy escogidos, pagados por todo el tiempo que durase la guerra. Expuso tambien los servicios que habia hecho á la religion cristiana, conquistando tres reynos de moros é introduciendo en ellos la fe católica en cuya consideracion pedia que su Santidad le coronase por su mano con las ceremonias acostumbradas en tales casos; pero negándose á ello el papa si primero no renovaba la promesa de pagarle el censo en que su padre habia gravado su reyno á favor de la santa sede, no solo se excusó Don Jayme de contestar á esta demanda, prefiriendo su propio honor y el bien de su pueblo á una satisfaccion tan estéril, sino que se despidió del pontífice con mucha sequedad, perdiendo este entonces por su falta de condescendencia los socorros que habia procurado y consentido reunir para la jornada de ultramar (1). Apénas murió Gregorio X quando su sucesor Inocencio V á causa de la guerra promovida por el rey de Fez y Marruecos, que ayudaba á los moros de Murcia y Granada contra el rey Don Jayme, mandó al arzobispo de Sevilla Don Raymundo Losana en el año de 1276 pasase al reyno de Aragon á pu

naves del rey de Aragon, así de tropas y caballos, como de armas, víveres y caudales. Segun nuestro historiador Feliú (tom. II, lib. 11, cap. 12,) solo con la fama de la ida del rey Don Jayme, que con tanta justicia y gloria se habia grangeado el epiteto de Conquistador, se retiró el exército turco y dexó libres por entónces á los cristianos.

(1) Zurita, Anal. lib. III, cap. 87. Gomez Miédes, Hist. de Don Jayme, lib. XIX, cap. 7.

blicar la cruzada contra infieles, por la plena confianza que tenia de su virtud y de la pureza de su fe (1).

36. La última expedicion á la Siria á que concurriéron la marina y tropas de Cataluña fué en el año de 1290, quando conquistada Trípoli por el soldan de Egipto y amenazados los cristianos de ser arrojados enteramente de la Asia, solicitáron estos los auxílios de varias potencias, y el papa promovió una cruzada con el objeto de recobrar aquella plaza. Las repúblicas marítimas de Italia y los soberanos de Europa, envueltos entre sí en guerras y disensiones particulares, no pudiéron acudir á tan urgente necesidad. Solo el rey de Sicilia, instado vivamente del sumo pontífice, despacho 23 naves de guerra en dos divisiones: la una se dirigió al puerto de Acre; y la otra, compuesta de 16 galeras y mandada por el famoso almirante Roger de Lauria, navegó hácia el puerto de Tolometa en África, donde apresadas las naves que habia en él, desembarcó sus tropas, que forzáron las puertas y entráron á viva fuerza en el castillo, siguiéndose el saqueo y destruccion de toda la ciudad (2).

37. Por otra parte el rey de Aragon Don Alonso III habia permitido al maestre de los templarios en sus dominios extraer de ellos quantos caballos, acémilas acémilas, armas y víveres necesitase para socorro de la tierra santa (3); pero ni este ni otros de igual naturaleza y consideracion que pudiéron prestar los venecianos y reunir la solicitud del papa, papa, alcanzáron á evitar que los sarracenos, dueños ya de quantas plazas quantas plazas y fortalezas habian poseido en Asia los cristianos, á excepcion de Tolemaida ó Acre, les obligasen á encerrarse en esta ciudad, cuya pérdida apresuráron estos, mas por su division é imprudencia que por el valor ó la fuerza de los enemigos.

38. Ademas de Enrique rey de Chipre, que debió haber tomado el mando supremo, estaban allí el legado pontificio, el pa

(1) Oderico Raynaldo, año 1276, núm. 20. Ortiz de Zúñiga, Anal. de Sev. lib. II, año 1276, §. 5.

(2) Zurita, Anal. lib. IV, cap. 114. Capmany, Mem. de Barc. part. 1, lib II,

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y

triarca de Jerusalen, el príncipe de Antioquía, el conde de Trípoli, las tres órdenes militares del hospital, del temple y los teutónicos; muchas tropas y naturales de Nápoles, Francia é Inglaterra; los consules y comerciantes de Venecia, Génova y Pisa; los armenios y los tártaros. Todos formaban barrios separados dentro de la misma ciudad; todos exercian sus jurisdicciones particulares; todos tenian sus tribunales, magistrados y oficiales, con la misma autoridad é independencia los unos de los otros qual si fuesen otros tantos soberanos. De aquí nació la discordia entre tantos caudillos llenos todos de vanidad, de envidia y de ambicion: de aquí la falta de gobierno y de justicia: de aquí la corrupcion de las costumbres y la impunidad y tolerancia de los crímenes mas atroces: de aquí que los aventureros y gente perdida que habia concurrido de Europa, quebrantando el juramento la ley de las treguas obtenidas por la generosidad del soldan, no solo acometiesen traidoramente entre las sombras de la noche á los sarracenos confiados en la solemnidad de sus pactos , que venian á comerciar á la plaza, asesinándolos asesinándolos y robando sus habitaciones, sino que aún en medio del dia tuviesen la insolencia de salir en batallones formados á talar los campos como si se estuviera en guerra abierta, sin que ningun gefe, ninguna autoridad procurase contener y castigar tan inauditos como escandalosos excesos. Aún se negáron neciamente á dar al soldan la satisfaccion que por ellos demandaba, y con esto lo irritáron de manera que juntando inmediatamente en Egipto un exército de 600 caballos y de 1600 hombres de infantería, atravesó el desierto y aunque le sobrevino la muerte su hijo y sucesor, cumpliendo con denuedo la última voluntad del padre, puso el sitio y comenzó los ataques el 5 de Abril de 1291, y despues de varios sucesos prósperos y adversos, y de una defensa de quarenta y tres dias bien sostenida, en especial por los caballeros de las ordenes, se hicieron los infieles dueños de la plaza, y los cristianos perdiendo el último asilo que les restaba en unos paises que habian dominado por dos siglos, se embarcáron para trasladarse á Chipre (1).

(1) Jauna, Hist. gen. de Chipre, Jerusalen &c. lib. XIII, caps. 7, 8 y 9.

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