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al rey, ni entrar en posesion de sus bienes patrimoniales, se mantuvo sucesivamente al servicio de Don Ramon conde de Barcelona, de Don García rey de Navarra, de Navarra, y de Abengaman príncipe de los sarracenos en Valencia, hasta que dándole estos una bebida que le ocasionó una lepra, regresó á continuar sus servicios militares en Jerusalen, donde permaneció hasta su muerte (1). Por el mismo tiempo pasó tambien en dos ocasiones á la conquista de la tierra santa el conde Don Fernando de Galicia, hijo del conde Don Pedro de Trava, ayo del emperador Don Alonso VII : caballero tan señalado en armas como en virtud, y que sin duda exercitó allí su valor, puesto que databa como época muy señalada la de su regreso de Jerusalen segun se observa en la donacion que hizo al monasterio de Sobrado de la orden de San Benito, el dia primero de Mayo del año de 1153 añadiendo: Anno quo ego comes Ferrandus, secundo Hierosolyman perrexi (2).

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9. Nuestra historia de ultramar refiere, que caminando en una ocasion el exército de los cristianos tan fatigado de la sed, como acosado de los turcos, que no le perdian de vista, se consolaban aquellos con la próxîma esperanza de descansar en Damasco, quando supiéron que los enemigos estaban ya en posesion de esta ciudad. Desanimados con tal noticia, resolviéron la retirada creyéndose perdidos, y para salvar al rey le aconsejáron, que tomando la cruz en la mano cabalgase en el caballo de Juan Gomez, que era muy bueno; y de este modo consiguiéron libertarse combatiendo con tanto valor y acierto, que causó suma admiracion y terror á los mismos enemigos (3). Durante el cerco de Antioquía, teatro de lucidos y gloriosos hechos de nuestros cruzados, se fabricó un puente de barcas en el rio que mediaba entre la ciudad y el exército. Fuéronle á ver concluido los hombres honrados de la hueste, y entre ellos Golfer de las Torres, que le pasó corriendo en un hermoso caballo

(1) Berganza Antig. de Esp. tom. II. Apénd. Secc. 2, §. 119, pag. 598. Florez Esp. sagr. tom XXI. Apénd. pag. 338. Sandoval, Cron. del Emper. D. Alonso VII, cap. XXXII, pag. 76. y sig.

(2) Sandoval, Cron. del Emp. D. Alonso VII, cap. LIX, p. 159. (3) La gran conq. de ultramar, lib. III, cap. 291.

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llevando la lanza sobre el brazo; y luego que estuvo á la otra parte se encontró con cinco turcos que venian á todo correr á incomodar á los cristianos que pasasen. El denso polvo que levantáron en su carrera no les dexó ver al español que los esperaba, hasta que estuviéron junto á él. Entónces » hirió de la » lanza al primero que halló, sobre un escudo que traia, tan de "recio por los pechos, que gela sacó bien un cobdo á la otra par»te de las espaldas: é despues sacó la lanza sana é hirió al otro á » sobre mano de una tan gran herida que amos los costados le fal" só é desta manera los mató á amos á dos. E los otros tres » turcos quando viéron sus compañeros muertos comenzáron á » huir; é él como iba cerca dellos hirió al primero de la lanza "por las espaldas cabe el pescuezo de tan gran herida, que ge» la sacó por los pechos así que luego cayó muerto en tierra. »E los otros dos quando esto viéron desamparáron los caballos »é metiéronse á pie por un postigo (en la ciudad ): é Golfer de »las Torres acogió los cinco caballos ante sí, é comenzólos á traer » contra la puente por do pasara, é veniase con ellos lo mas paso que "él podia, porque no perdiese alguno dellos; pero traia el caballo » herido de quatro saetadas. Viendo esto saliéron los moros de la ciudad y corriéron en pos de él para alcanzarle, y los de la hueste hicieron lo mismo para defenderle; empeñándose así por ámbas partes una batalla muy sangrienta, en que vencidos los moros y encerrados en la ciudad, dexáron en el campo mas de mil muertos, entre ellos quatrocientos de á caballo y dos almirantes, y otros muchos de los mas valientes y principales (1). En la batalla que tuvo el conde de Tolosa con un almirante, hijo del soldan de Niquea, llegó á verse aquel caudillo en el mayor apuro, lleno de heridas maltratado el caballo que apenas podia sostenerle, perdidas las armas propias para su defensa, y sin remedio pereciera sino llegaran á socorrerle dos caballeros, de los quales fué el primero Golfer de las Torres que mató á uno de los almirantes y otros soldados enemigos, libertando así al conde, á quien halláron entre quince moros que yacian en derredor suyo muertos por sus manos. Tambien se distinguió en aquella faccion Juan

(1) La gran conq. de ultramar, lib. II. cap. 34.

de Mesa» é una compañía de caballeros españoles que aí habia, » que aguardaban al conde de Tolosa, de que él ficiera cabdillo á "Don Pero Gonzalez el Romero, que era muy buen caballero » darmas, é era natural de Castilla, é hizo mucho bien aquel dia: »así que tres de los mejores caballeros que habia entre los moros, » mató por sus manos de lanza é de espada. «(1)

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ΙΟ De este valiente caballero vuelve á hacer honorífica mencion nuestra historia de ultramar. Hallábanse los cristianos sobre Antioquía, quando resolviéron los moros quemar de noche una puente de barcas, que aquellos habian fabricado. Apercibiose de ello el conde de Flandes que estaba de guardia, y aunque echó ménos á su escudero que tenia mucha parte de sus armas, picó á su caballo, revolvió un manton en su brazo, sacó la espada, pasó el puente entre las llamas, mató, hirió y persiguió los turcos que le defendian, hasta que viéndole solo al amanecer, cargáron estos con tal ímpetu y en tanto número que le matáron el caballo, rompiéronle el manton de su defensa, hiciéronle muchas heridas é él quedó "de pie ( dice la historia ) defendiéndose con su espada mucho á » manera de bueno, llagando é matando caballeros é caballos, é » haciendo golpes muy maravillosos hasta que le avino el acorro » de la hueste. E los primeros dos caballeros que á él llegáron fué »el uno dellos de España, que habia nombre Don Pero Gonza»lez Romero, é el otro era de Francia é llamábanle Drongo de » Monte Mirante; mas el español que llegó primero, dió tan "gran golpe á un moro por las espaldas, con una lanza que traia »á sobre mano, que gela sacó por los pechos mas de un gran "cobdo é dió con él muerto en tierra: en esto fuéron dando va"gar ya quanto al conde (2). Teniendo Saladino cercada la ciudad de Sur, intimó la rendicion á Conrado el marques que la desechó con gallardía prometiendo defenderla hasta el último trance. Entonces el Saladino haciendo traer de Acre algunas galeras, para que los cristianos no pudiesen ser socorridos por la mar, comenzó á batir la plaza de dia y de noche con catorce inge

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(1) La gran conq. de ultram. lib. II, cap. 49.

(2) Allí mismo, lib. II, cap. 53.

nios, que hacian poco daño por la industria de los sitiados; „é "no pasaba dia (dice la historia) que no saliesen los de la cib"dad fuera á las barreras, dos o tres veces con un caballero de Es»paña que era en la cibdad é traia las armas verdes, é quando "aquel caballero salia fuera todos los turcos de la hueste se al,,borotaban " (1). Es prueba del buen concepto que allí se habian grangeado los españoles la accion de Licoradin soldan de Damasco que prendado del valor y virtud de un caballero de España freyre del temple, le dexó por su muerte encomendados sus hijos y su estado porque vió que los guardaria bien »é lealmente (dice nuestra historia ), que tiempo habia que le » sirviera sin engaño, é mantoviera muy bien su ley como buen "cristiano, salvo en la guerra quando iba contra cristianos «(2).

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II. Tambien concurriéron á la primera cruzada varios personages de alta gerarquía del reyno de Navarra, de los que nos han quedado piadosas y recomendables memorias. Garibay tratando de esta sagrada expedicion dice: » Con todo lo que en » España pasaba, no faltáron algunas personas de cuenta del rey»no de Navarra, que allá pasáron (á Jerusalen ), porque no fal»tan autores que dicen, que el infante Don Ramiro Sanchez, »jo del rey Don Sancho García Don Sancho García, pasó allá quando en el año "de 1096 partiéron por mar y tierra los príncipes occidentales, "cuyas gentes con caballería é infantería pasaba de trescientos ,, mil combatientes, el qual número hay algunos que doblan, y "todos iban poniendo en sus pechos la salutífera señal de la san"ta cruz, por lo qual aquellos católicos soldados se llamáron "cruzados" (3). Moret hablando de uno llamado Don Aznar Garces, que estando de partida para Jerusalen en el año de 1094, dexó toda su hacienda de Oteyza al monasterio de Leyre, si su hijo falleciese sin sucesion legítima, añade que no es de este caballero solo sino de otros y no pocos el exemplar de dexar la guerra sagrada en casa para buscarla léxos de ella (4). De este número fué

(1) La gran conq. de ultram, lib. IV, cap. 157.

(2) Ib. lib. IV, cap. 308.

(3) Garibay, comp. hist. de Esp. lib. XXIII, cap. 3. Briz Martinez, Hist. de S. Juan de la Peña, lib. 4, cap. 1.

I.

(4) Moret, Anal. de Nav. lib. XVI, cap. I, §. 2.

sin duda Saturnino Lasterra, natural de Artajona en la merindad de Olite, donde exîste á corta distancia del pueblo una basílica titulada de Nuestra Señora de Jerusalen, que es muy celebrada y concurrida. La imágen es igual en el tamaño y figura á la del sagrario de Toledo; y en un caxon que forma el asiento de la silla hay una caxita de plata que contiene, segun dicen, una porcion de tierra del santo Sepulcro, y un pergamino escrito, por cuyo contenido (1) se cree comunmente que Saturnino Lasterra, hijo de aquella villa, estuvo en la conquista de Jerusalen como capitan de las tropas de Don Ramiro infante de Navarra, y que Godofredo de Bullon le regalo en premio de sus servicios aquella imágen, la porcion de tierra del santo Sepulcro, y un Lignumcrúcis muy precioso, que se conserva en la iglesia parroquial. En los primeros tiempos se llamó esta imágen Nuestra Señora del Olivo, por estar situado su santuario en un olivar del mismo Saturnino Lasterra, hasta que visitándolo el docto obispo de Pamplona Fr. Prudencio de. Sandoval año de 1614, quiso titularla de Jerusalen en memoria de su orígen: lo que prueba que la antiquísima tradicion que se conservaba en el pueblo le hizo mas fuerza que el carácter de la letra de la citada inscripcion, que ciertamente parece muy posterior al siglo XI (2).

12.

Algun fundamento da á la verdad de este viage el que hizo á la tierra santa el infante Don Ramiro de Navarra por el mismo tiempo; pues aunque Sandoval, Moret y otros historiadores desconfien con bastante razon de la legitimidad de la escritura, que corre con el nombre de testamento de este infante, otorgado en San Pedro de Cardeña á 13 de Noviembre de la era 1 148, que es el año de Jesucristo 1110, y que defienden Berganza y algunos otros (3),

(1) El letrero que contiene el pergamino segun se publicó en el Dicc. hist. geográf. de la Acad. es así: Gutufre bullonii res jerosolimitani dinisimus datum myqui Saturnini Lastter artajonis terra regis jspanie capitanis diletus in conquistan oc figuran marie cum jesus qui feci nicodemus discipuli xpi et terra sepulcrum santi ani U. X. C. IX. in jerosolima. Sandoval le copia con ortografia mas correcta y señalando el año de MCXI en su hist. de los Reyes de Cast. en D. Alonso VI, pag. 80 v. (2) Diccionario hist. geográf. de Navarra y Prov. vascong. por la Real Academia de la Historia, tom. I, pag 111, art. Artajona

(3) Sandoval, Catálogo de los Obispos de Pamplona cap. 20, pag. 69 y sig. Hist.

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