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ejército de D. Sancho, hubo de retirarse á Castilla con ánimo sin duda de buscar alli tropas y aliados y hacer la guerra al monarca leonés. Para ventura suya éste lo había previsto ya todo: al venir de Córdoba con el ejército auxiliar árabe, exhortó al rey de Navarra que acordándose de su parentesco y promesas de ayudarle en la recuperación del reino, resolviese por las armas los pleitos que con el conde de Castilla tenia de tiempos atrás sobre división de territorio por la parte de Rioja; asi pensaba quitar á Ordoño toda esperanza de auxilio de parte de sus aliados de Castilla. Y á la verdad no se equivocó en sus cálculos porque de allí á poco ya Fernán González habia caído prisionero del navarro en la refriega; con su desgracia quedaba en peligro la libertad de Castilla; y así no es de maravillar que presentándose en Burgos Ordoño IV, temerosos los castellanos de comprometerse con el monarca leonés, le despidiesen ignominiosamente 19, desterrándole sin compasión y apartándole de su mujer doña Urraca y sus hijos, los cuales se retiraron entonces al palacio de su padre, situado, como hemos visto, en Covarrubias. Ordoño se refugió, como todos los desterrados de aquella época, en país agareno, donde no tardó en sucumbir agobiado por el peso de su desgracia y deshonra, siquiera le agasajaran sus huéspedes con toda clase de comodidades.

Sin embargo, la estancia de D." Urraca en Covarrubias no pasó de cinco años, porque vuelto á Castilla Fernán González y buscando ocasión de afianzar las paces que con el rey de Navarra había concertado, hallóla muy à propósito en el casamiento de su hija, viuda ya por segunda vez, con el hijo mayor y heredero de García, el principe D. Sancho Abarca, en quien tuvo Castilla el más desinteresado y constante aliado y protector, según se vió con ocasión de las guerras del temible Almanzor. 20 Este matrimonio duró cerca

19 Sampiro, núm. 26, (Esp. Sagrada, t. XIV, pág. 455). La Crónica general de España, continuada hasta Alfonso XI, manuscrito de la biblioteca Zabálburu (folio LXXVI) dice que cuando Ordoño IV vino & Castilla el conde Fernán González casó á Urraca con otro marido; e a el con dos fijos que raya consigo echolos de Castilla..

10 Que Da Urraca volvió á casarse, no es posible dudarlo: alio viro se sociavit, dice Sampiro (Obra cit., pág. 456); pero, ¿quién fué su tercer marido? Berganza y Flórez no se atrevieron á resolver la cuestión en

de treinta años 21, en los cuales vemos á Urraca acompañando á Sancho Abarca no sólo en sus frecuentes visitas á S. Millán de la Cogulla, Albelda, San Juan de de la Peña y Leire 22, sino también. en sus expediciones contra los ejércitos árabes y en la defensa del reino de Navarra tanto por la parte lindante con los estados musulmanes de Zaragoza como por las montañas de Soria, á donde solian penetrar en sus correrias las armas del emir de Córdoba. Al morir Sancho Abarca cuando por ventura arreciaba más la tormenta suscitada por Almanzor, D. Urraca, viuda ya por tercera vez, pasó con su hijo Gonzalo á gobernar el reino de Aragón, cuya tutela le había sido encomendada por el difunto monarca; más de allí á pocos años la infortunada reina vió desaparecer á sus dos hijos García y Gonzalo y el cetro de Navarra y Aragón en manos de su

vista de las dificultades que Moret alegaba contra el casamiento de doña Urraca con Sancho de Navarra; (Anales de Navarra, Lib. X, cap. I); el documento de 5 de Abril de 1021, que lleva el número XIII de nuestro Cartulario, parece decidir definitivamente la cuestión: Urraca casó con Sancho Abarca y debió efectuarlo entre 962 y 964, al quedar Fernán González libre del cautiverio en que le tuvo el rey de Navarra. Sancho Abarca comenzó á reinar en 970; desde esta fecha es nombrada D. Urraca en todos los diplomas otorgados por él, según puede verse en Moret, Obra cit., libro X, cap IIII. - Martínez Cisneros, Obra cit., pág. 93, dice no es creible casase D." Urraca tercera vez, como asegura Sampiro, fundándose: 1.o en que su marido Ordoño vivía todavía cuando se señala el tercer casamiento; 2.o en que habiendo pasado casi cuarenta años desde su primer matrimonio, era ya intempestiva la edad para bodas; 3.o en que habiendo sido tan infelices los matrimonios anteriores, no habría deseos de contraer otros. Tengo por cierto, escribe, que se retiró con su sobrina al monasterio de Covarrubias, y allí vivió en servicio de Dios, colmada de desengaños. Sandoval dice que fué sepultada en Santa María de las Viñas porque en el privilegio de fundación se halla la firma con el título de reina, pero engañóse, añade Cisneros, porque también firma con el mismo título el privilegio de S. Millán de Bembibre con sus tres hermanas Fronilda, Munia-donna y Eldonza, siendo así que era monasterio de monjes. Estas razones en contra del matrimonio de doña Urrra con Sancho de Navarra no nos parecen admisibles; la más fundada pudiera ser la de la edad; pero ¿cómo se puede tener en cuenta, si cuando casó con Sancho no tenía doña Urraca treinticinco años?

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Sancho Abarca murió en 995, el mismo año que su cuñado el conde de Castilla Garci Fernández.

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Moret, Obra cit. t. II, páginas 76, 82, 95, etc., de la edición de Tolosa, 1890.

nieto D. Sancho, el mismo que andando el tiempo había de apoderarse del condado de Castilla, por muerte del conde García Sánchez, último heredero directo de Fernán Gonzalez. D.a Urraca ejerció también con el joven soberano los oficios de reina gobernadora 23 hasta que consumida por la vejez falleció hacia 1005, después de ordenar á Sancho llevase sus restos mortales à Castilla, depositándoles en la iglesia de Covarrubias.

En ella descansan aún debajo del ara del altar mayor 24, lugar de honor, reservado de antiguo á las personas santas, al cual fueron trasladados durante el segundo tercio del siglo XVIII; las vicisitudes de los tiempos han sido causa de que al lado de doña Urraca veamos también hoy las cenizas de sus padres Fernán González y D. Sancha, guardadas en artísticos cenotáfios de mármol; deshecha la antigua abadía de San Pedro de Arlanza, en ninguna parte convenía estuviesen mejor que en nuestra iglesia, cuyo engrandecimiento procuraron, preparando la fundación de la abadía é infantado de Covarrubias para estado y patrimonio de su nieta la infanta D. Urraca, hija de Garci Fernández.

23 Obra cit., lib. XI, cap. I-V.

34 Véase su epitafio en la Ilustración II.a

CAPÍTULO SEGUNDO

Garci Fernández y sus hijos.-Primeras guerras con los árabes. -Fundación del infantado de Covarrubias.-Almanzor y los castellanos. Los condes Sancho y García Sánchez.-Muerte de la infanta D.a Urraca.

(970-1038).

Al tomar Garci Fernández 1 las riendas del gobierno de Castilla por el año 970, hacía ya algún tiempo que moros y cristianos dejaban de hostilizarse con mútuas escaramuzas y repentinos ataques en las regiones fronterizas del Duero, merced sin duda á las treguas concertadas entre el conde Fernán González y el poderoso emir de Córdoba, Alhaquem II. Apresuróse á ratificarlas el nuevo soberano de Castilla procurando por medio de los embajadores que al efecto envió á la Corte árabe 2 con riquísimos presentes continuar siquiera fuese por algún tiempo en tan buena harmonía y sosiego; uno y otro le eran necesarios no sólo para hacerse pacificamente cargo del gobierno y entender en el perfeccionamiento y legislación de su condado, sino hasta para solucionar algunos asuntos de orden doméstico, y prevenirse á cualquier contingencia y á la guerra que más o menos pronto había de continuar con especial empeño entre castellanos y árabes del Andalucía ó Zaragoza.

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«Desque el conde Ferrando Gonzalez fue muerto, heredó el condado de Castilla en su lugar el buen conde Garci Ferrandez, su hijo, home muy derechero e justiciero e muy buen caballero en armas e que vencio muchas fasciendas de moros, e en algunas le acaescio que fue vencido». (Castigos e documentos del rey D. Sancho, cap. IV).

2 Codera, Embajadores de principes cristianos en Córdoba en los últimos años de Alhaquem II. (Boletín de la R. A. de la Historia, tomo XIII, pág. 453).

Encontró Garci Fernández la soberanía de Castilla en fajas, dice à este propósito un autor 3; y sin duda que para criarla y defenderla de la emulación y apagar el fuego de los malcontentos, que nunca faltan en los nuevos estados, era forzoso que mostrase gran valor y se valiese de industria y arte; porque no sólo había de procurar tener contentos á los propios, sino también estar muy prevenido contra los moros y aún contra los émulos del reino de León. Para aumentar las fuerzas y alentar los ánimos de los vasallos, se aprovechó de la industria de acrecentar la nobleza castellana; dícese que en tiempo del conde Fernán González los caballeros que habían sido armados no pasaban de doscientos; Garci Fernández los acrecentó hasta seiscientos.

Estaba casado el conde, á la sazón de ya pasados treinta años 4, con doña Ava, princesa de la familia imperial de Alemania é hija de uno de los soberanos del mediodía de Francia, con quienes muy desde los principios de la reconquista estuvieron en constante relación los monarcas españoles 5 y hasta se sirvieron de sus tropas en

Berganza, Antig. de España, I, 288.-Las noticias que aquí da Berganza están consignadas en Sumario de los Reyes de España, pág. 15. (Colección de Crónicas de Sancha, Madrid 1781).

• Varios autores dicen que nació hacia 928; no es fácil determinar fecha y más siendo escasas las escrituras de aquel tiempo donde aparezca como testigo este conde.

B Tal es la opinión de Salazar, (Casa de Lara, I, 56), Sandoval, (Historia de los cinco obispos, pág. 25), Yepes (Crónica de San Benito, V, 319) y otros; quizás para explicar este casamiento del conde con una princesa extranjera inventaron los antiguos cronicones la fábula de los amores de Garci Fernández y sus peregrinaciones à Francia. (Cf. Venero, Enchiridion de los tiempos, fol. 84; Garibay, Los cuarenta Libros, cap. XIII; Morales, Crónica.., lib. XVI, cap. XXXIV; Yepes, Obra cit., V, 319 y siguientes).-Tocante á la familia de D.a Ava véase cuanto trae Salazar, Obra cit., I, 56.-El nombre de Ava ó Eva era usado en el mediodía de Francia (Bruel, Chartes de Cluny, t. I, n.o 53) y también, aunque en época posterior, en León y Castilla. (Salazar, Obra cit., I, 99). Los historiadores antiguos la llamaron á veces Oña.-No se sabe cuándo murió esta condesa, si bien debió ser poco después que el conde su marido. (Berganza, Obra cit, I, 295). Fué sepultada en Cardeña; las armas de su sepulcro eran dos águilas.- Débese considerar como fábula que doña Ava quisiera en una ocasión envenenar á su hijo Sancho García, y que descubriese la traición un criado de éste, natural de Espinosa de los Monteros, en cuya remuneración estableció el conde los Monteros de Es

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