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nacional que llevan por título Genealogia de los comediantes de España. Los actores que figuran en el registro del Sr. Cotarelo son, por este orden: Amarilis (María de Córdoba), Cristóbal de Avendaño, Roque de Figueroa, Alonso y Tomás de Heredia, Melchor de León, Alonso de Olmedo, Cristóbal Santiago Ortiz, Baltasar de Pinedo, Antonio de Prado, Sánchez, Pedro de Valdés, los Valencianos, Manuel Álvarez Vallejo.

Tal es el libro del Sr. Cotarelo. Pocas veces se han visto 221 páginas tan aprovechadas. El autor de tal estudio merece bien de las letras, y es ya mucho más que una esperanza para la erudición española. Sabemos que muy pronto dará á luz un libro sobre la vida y obras de D. Enrique de Villena, y no dudamos que en él se han de ver más y más confirmados nuestros pronósticos.

1893.

DE LOS HISTORIADORES DE COLÓN

DE LOS HISTORIADORES DE COLÓN

á sentirse

I.

A proximidad del centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo empieza por la extraordinaria abundancia con que cada día salen á luz discursos, libros, memorias y conferencias, encaminados á celebrar tan único y memorable acontecimiento (1). Mucho habrá, sin duda, entre tales publicaciones, condenado á irremediable muerte tras de vida efímera y sin gloria; pero ya puede aventurarse el pronóstico de que bastantes cosas han de sobrevivir al entusiasmo del momento; siendo quizá el fruto más positivo de ésta y

(1) Apenas es necesario advertir, porque de su contexto se deduce, que este artículo fué escrito y publicado en los meses de Julio y Agosto de 1892, y que hoy se reproduce sin ningún cambio substancial, omitiendo todo juicio favorable ó adverso sobre los trabajos posteriores á aquella fecha.

otras tales solemnes conmemoraciones de glorias pasadas el convertir la atención, no sólo de los indiferentes y distraídos, sino aun de los más doctos, á la averiguación de puntos obscuros, y al más exacto y cabal conocimiento de lo que tradicionalmente venía reputándose como verdadero por no ahondar gran cosa en la depuración crítica de cada uno de los particulares que integran y constituyen la narración histórica. Es cierto que en tales casos el anhelo de novedad, el amor á la paradoja, el deseo quizá de hacerse notable y famoso entre las gentes tomando rumbos opuestos á los que lleva el sentir común, suelen ocasionar exageradas y peligrosas reacciones, en que la verdad de la historia experimenta nuevo naufragio; pero aun de tales extremos pueden sacar utilidad los precavidos y discretos (vir sapiens in omnibus metuet), abriendo los ojos á nuevos puntos de vista, y aceptando el planteamiento de nuevas cuestiones, aunque la solución no les contente. La crítica histórica tiene mucho de juicio contradictorio, y sólo oyendo sin pasión á todos, puede tenerse alguna esperanza de equidad en el fallo, dados los límites que alcanza la fe del testimonio humano, en que la historia estriba. No ha de censurarse, por tanto,

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