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merece recordarse por la singularidad de su autor, la que compuso el célebre terrorista francés Collot d'Herbois con el título de El vi llano Magistrado.

Es una de las piezas de nuestro antiguo teatro que han quedado en el repertorio con menos cambios y alteraciones. La refundición que solemos ver en las tablas fué hecha por el insigne poeta dramático D. Adelardo López de Ayala, con singular amor y respeto al texto de Calderón, y en general con acierto.

Entre los críticos que han apreciado esta comedia merecen especial aprecio los alemanes Schmidt y Klein, y el francés Viel-Castel.

TIRSO DE MOLINA

TIRSO DE MOLINA

INVESTIGACIONES BIOGRÁFICAS Y BIBLIOGRÁFICAS.

NO de los ejemplos más insignes de nuestra desidia literaria y del olvido en que tenemos la investigación y depuración de nuestros más altos títulos de gloria nacional, es sin duda la ignorancia que todavía universalmente reina sobre los puntos capitales de la biografía del Maestro Tirso de Molina; contrastando este descuido con la grandeza cada día creciente de la figura poética del egregio Mercenario, á quien (pasada ya, aun en Alemania, la fiebre calderoniana) (1), pocos niegan el segundo lugar entre los maes

(1) En este punto Grillparzer, el más profundo conocedor y ardiente panegirista de Lope, ha dado á la reacción su fórmula definitiva: «Calderón es el más grande de los artistas amanerados.»

tros de nuestra escena, y aun son muchos los que resueltamente le otorgan el primero y el más próximo á Shakespeare; como sin duda lo merece, ya que no por el poder de la invención, en que nadie aventajó á Lope (que es por sí solo una literatura), á lo menos por la intensidad de vida poética, por la fuerza creadora de caracteres, y por el primor insuperable de los detalles.

Tan altas cualidades, que le ponen al nivel de los más grandes artistas de todos tiempos y naciones, no bastaron, sin embargo, para salvarle de aquella especie de obscuridad en queyacieron sus obras por espacio de siglo y medio, comenzando á contar desde los días inmediatos á su muerte. La generación literaria que vino en pos de él pareció olvidar su nombre, aunque entrase á saco por sus obras. Desde los más ilustres, como Calderón y Moreto, hasta los más obscuros, como Matos Fragoso, convirtieron en botín propio la rica herencia del fraile de la Merced; y mientras que se aplaudían Los Cabellos de Absalón, La Ocasión hace al ladrón, El Convidado de Piedra, refundiciones casi siempre inferiores á sus originales, borrábanse enteramente de la memoria de nuestro público aquellos sus admirables prototipos, La Ven

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