Ortografia española acomodada á la pronunciacion megicana

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Rafael y Vilá, 1851 - 106 páginas
 

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Pasajes populares

Página 89 - Del monte en la ladera Por mi mano plantado tengo un huerto, Que con la primavera, De bella flor cubierto, Ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Página 99 - El Eolo derecho hinche la vela en popa, y larga entrada por el hercúleo estrecho con la punta acerada el gran padre Neptuno da a la armada : ¡Ay triste!
Página 86 - Luego por las telillas de tus alas te claven al postigo, y se burlen contigo, y al hocico te apliquen candelillas, y se rían con duros corazones de tus gestos y acciones, ya tus tristes querellas ponderadas correspondan con fiesta y carcajadas.
Página 88 - Juan , primero. Que aquel blanco y carmín de Doña Elvira No tiene de ella mas , si bien se mira, Que el haberle, costado su dinero. Pero tambien que me confieses quiero, Que es tanta la beldad de su mentira, Que en vano á competir con ella aspira Belleza igual de rostro verdadero. ¿Mas qué mucho que yo perdido ande Por un engaño tal , pues que sabemos Que nos engaña así naturaleza?
Página 85 - Dios de amor, en tu universo te ame. Todos tus hijos somos : El Tártaro, el Lapon, el Indio rudo, El tostado Africano Es un hombre, es tu imágen, y es mi hermano.
Página 103 - ¡Vaya! (le dijo) no creyera, hermana, Que fueras tan incómoda vecina. Y con toda esa bulla, ¿qué hay de nuevo?" — "Nada, sino anunciar que pongo un huevo..
Página 95 - Sirte se desata horrible tempestad : la luz serena oscurece del sol y enluta el orbe : el rayo brama en la encendida nube , y rasgándole el seno , su rápida carrera sigue el trueno. Las cavernas retumban : los peñascos estallan con fragor : vuelcan los rios embravecidas ondas : las arenas revuelve el mar sobre la adusta playa ; y los tristes humanos alzan al cielo trémulas las manos. Ese terror universal que sienten hombres y fieras , el...
Página 89 - ¡Ay! que ya presurosos suben las largas naves: ¡ay! que tienden los brazos vigorosos a los remos, y encienden las mares espumosas por do hienden.
Página 92 - No tu númen imploro, Moradora profana de Helicona; La que en celeste coro Ciñe de estrellas inmortal corona, Amorosa ya inspira Divino fuego á mi templada lira. Por la anchurosa tierra El eco vuele de mi alegre canto A quien vence sin guerra Y al orco lanza...
Página 96 - Opinan luego al instante, Y nemine discrepante, Que á la nueva compañera La direccion se confiera De cierta gran correria Con que buscar se debia En aquel país tan vasto La provision para el gasto De toda la Mona tropa.

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