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do cayendo ó levantando proseguir estos negocios, sin haberles hecho falta una sola hora, con haberme hallado algunas veces con gota, y con tercianas, y con mal de pecho, todo juntamente; pero ya no me bastan las fuerzas á poder pasar adelante, y si la hacienda fuera mia, hobiera muchos dias que lo hobiera dejado, y con que no hay dias que no caigan enfermos quince ó veinte personas de los que entienden en esta fábrica ; en fin tienen libertad de irse á curar á donde quieren; solo yo no he salido desta casa por mucho que me haya aquejado la dolencia, ni me he podido curar; lo cual me ha traido á los términos que agora estoy, y es que me dicen los médicos que si no me curo muy de asiento, peligraré, por lo cual me he determinado á suplicar á V. M. me haga merced de darme licencia por dos meses para irme á curar á mi casa, y entender de camino en poner cobro en mi hacienda, que la tengo perdida con la larga absencia, y hacer otras cosas que me importan mucho, y que no puedo dejar de hallarme presente á ellas: si sanare, y V. M. entendiere que cumple á su servicio mi vuelta aqui, mandándomelo, yo haré lo que suelo, que es servir á V. M., y si hobiere otro que lo acierte á hacer mejor que yo, quedarme he sirviendo mi oficio. Sabe Dios la pena que yo tengo de desamparar este negocio en tiempo de tanta necesidad; pero como sea por falta de salud, á mí me hago grandísimo daño, é ya no puedo hacer provecho en esta hacienda; y aunque muriera en ella no la desamparára sino fuera estando aqui don Francisco de Mendoza, que poruá en ella el remedio que conviene durante mi absencia, ó por el término que V. M. fuere servido; y ansi quedo esperando que se me haga esta merced con brevedad, en méritos de los trabajos que he pasado aqui sirviendo á V. M. en negocio de tanta importancia, cuya Real persona nuestro Señor guarde con acrescentamiento de mas reinos y señoríos. De las minas nueve de agosto de mil quinientos cincuenta y seis. S. C. R. M. — Humil criado de V. M. que sus reales manos y pies beso. Agustin de Zárate.

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En virtud de la comision general que don Francisco de

Mendoza tenia para la visita de las minas del reino, encargó á Diego Delgado, clérigo, vecino de Madrid, y á Pedro de Aguilar, vecino de Castronuño, que pasasen á Zalamea la vieja, á reconocer las cuevas y escoriales antiguos de las inmediaciones de Riotinto, y lo verificaron, segun consta del siguiente documento, que es muy notable por las particularidades que comprende, y se imprime como dependiente de la comision del mismo don Francisco de Mendoza,

Relacion de las minas de Zalamea la vieja, 6 sean de Riotinto.

Secretaría de hacienda, núm. 28.

15 de agosto de 1556.

RELACION fecha en la villa de Aracena á quince dias del mes de agosto de mil y quinientos y cincuenta y seis años, por mí Diego Delgado, clérigo, vecino de Madrid, de las venas que por el señor don Francisco de Mendoza nos fue dada comision á Pero de Aguilar conmigo, vecino de Castronuño, para las ver y mirarlas en los términos comarcantes de Zalamea la vieja, y ansimismo á otros términos; en el cual término de Zalamea, visto por el señor don Francisco de Mendoza haber grandes labores y edificios y dispusiciones, y cuevas y pozos antiguamente labrados, y grandes escuriales de las fundiciones y labores antiguos; visto la dispusicion de la tierra, y tierras, y términos, y haber muchas venas, nos fue cometido á nos Diego Delgado y Pero de Aguilar, para que particularmente tornásemos á certificar, y ver, y tentar, y buscar, y descubrir, ansi venas, como los metales que los antiguos labraban y se aprovechaban, para que, vistos los metales, el señor don Francisco de Mendoza mande lo que mas convenga al servicio de S. M.

Y luego nos los sobredichos Diego Delgado y Pero de Aguilar, en cumplimiento de la dicha provision, nos partimos en fin de julio de mil quinientos cincuenta y seis años,

al dicho término de Zalamea, y nos recogimos en un monte á unas casas que dicen nuestra Señora de Riotinto, que habrá poco mas de un cuarto de legua á las cuevas y pozos que los antiguos hicieron : á otro dia como llegamos nos fuimos á una de las cuevas, la cual se dice del Salitre, y entramos en ella. Esta cueva tiene desde la entrada hasta la frontera setenta pasos, y de traviesa ochenta y mas; su altura como una iglesia, y ansi está como una bóveda, y en la cual cueva hay grandes concavidades y lumbreras que salen á muchas partes, y salen á lo alto del cerro; á nuestro parecer serán de alto algunas lumbreras de mas de quince estados en alto; y por estas lumbreras rescibian luz para sus labores; ansimismo hay dentro en estas cuevas ciertos pozos que van abajo: entré yo el dicho Diego Delgado en uno para sentir у descubrir el fin que tuvieron los antiguos, y para qué efecto: dentro en el pozo hallé una vena cubierta con tierra echada por mano, la cual aparté, y descubrí la vena, y unos huecos que van por ella, y de aquella vena y huecos saqué hasta una arroba de metal en espacio de seis credos; sentí que por alli seguian los antiguos su obra.

Salidos del dicho pozo, corrimos toda la dicha cueva, y vimos que en ella los antiguos seguian cuatro ó cinco diferencias de metales, todos los cuales venian y salian de una vena madre, que por medio de la dicha cueva iba; y visto que no lo podríamos descubrir el metal por la cueva, por razon de la mucha tierra y piedras que en ella quedó, por donde nos fue forzoso procurar de descubrilla por la mesma cordillera, aunque va muy montuoso y cerrado el monte; lo cual, pasados dias diez de nuestra llegada á la cueva y término de Zalamea, dia de san Lorenzo, tomé yo el dicho Diego Delgado un hombre con un picayo, y me fui á donde unos dias pasados habia reconocido una señal de metal, y alli mandé cavar, y descubrí á dos ó tres golpes luego metal: mandé más ahondar hasta la rodilla, y siempre descubriendo gran cantidad de metal, mandé llevar hasta una arroba al señor don Francisco; y esta vena está de la cueva poco mas de un tiro de arcabuz del cerro. Visto los metales que estaban en la dicha, cueva, y visto el metal que descubrí, hallamos que todos erani unos, de los cuales los antiguo

se aprovechaban, ansi de la cueva como de los pozos; y ansi es todo uno lo que descubrí, y ansi lo responderé al señor don Francisco para que lo mande desaminar, y ver lo que dello se podrá aprovechar.

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Ansimesmo andando en el dicho descubrimiento desta vena como de otras, vimos muy grandes asientos y edificios de fundiciones y escoriales de las venas, y metales que los antiguos labraban y se aprovechaban, los cuales escoriales son tan grandes, que parescen ser muy grandes montañas y cerros: serán estos escoriales que vimos hasta dos leguas en largo, y otras dos en ancho, sin mas de otros que tuvimos noticia que tenian mas de ocho leguas en largo.

lo

Ansimesmo fuimos á ver otra cueva, la cual estaba llena de agua, y salia de debajo della un rio, el cual rio se dice Riotinto: la causa porque se dice Riotinto es porque nace por veneros de caparrosa, que por otras partes se dice aceche, de que sirve para tinta; y ansi todas las orillas deste rio estan llenas de aceche, principalmente en el mes de agosto, y ansi todos los lugares por donde pasa este rio ó cercanos, son obligados cada concejo de enviar sus cuadrillas de mugeres, y mozas é mozos, en todo el mes de agosto, á coger este aceche, y con este aceche pagan al arzobispo de Sevilla ciertos tributos, de los cuales ellos estan obligados: los concejos y otras personas no lo pueden coger en ningun tiempo, porque es suyo del arzobispo, sopena de graves penas.

Acá no sabian qué era la causa porque este rio iba teñido, hasta que se lo dí á sentir y conocer cómo nacia por veneros de caparrosa, aunque hay otro secreto en ello, lo cual no se lo declaré, porque le guardé; y como le vian y ven ir este rio tiñido, no se dice de otra manera sino Riotinto.

En este rio no se cria ningun género de pescado ni cosa viva, ni las gentes la beben, ni las animanias, ni se sirve desta agua en ninguna cosa. Tiene una propiedad esta agua, que cualquier persona que tiene en el cuerpo cosa viva, como beba della se lo mata y lo echa del cuerpo: otra propiedad les dije que tiene, de lo cual ellos se holgaron de saber, y es que ninguna persona que tuviese mal de ojos, que como se lavase con aquella agua, que luego sanaria: y esto

les dí

por medicina en aquella tierra, de lo cual ellos quedaron muy contentos, porque lo vieron luego por experiencia. Tiene otra propiedad, que si le echan un hierro en el agua, en pocos dias se consume: esto yo lo probé; y tomé una rana viva y la eché en el rio, y luego murió sin poder salir del agua. En todo este rio no se halla arena en él, ni cosa suelta, porque todas las piedras que hay, estan presas y pegadas unas á otras; y si echan de fuera una piedra, á pocos dias está pegada al suelo y con las otras.

Andando en la dicha busca de venas hallamos dos grandes cerros; en los cuales hallamos otras maneras de labores de venas y pozos, los cuales pozos eran, los unos para labrar las dichas venas Y darles luz, y otros pozos labrados de otra manera sin llevar metal ninguno, porque, segun hallamos, se hicieron para desaguar las dichas venas que labraban, y estos pozos se contraminaban unos con otros: hallamos mas de cincuenta pozos que iban por un cerro arriba muy grande, para el efecto de desaguar: mandamos entrar en uno de ellos para informarnos mas, el cual pozo tenia quince estados. Junto á este pozo, á ocho pasos, nace otro rio que es el agua acedada, la cual agua probé yo el dicho Diego Delgado, y nómbrase tambien este Riotinto; y otras cosas muchas dejamos de ver por la grande espesura de los montes, teníamos noticia dellas.

é

porque

Ansimesmo andando buscando donde los antiguos tuvieron sus afinaciones de sus fundiciones, para ver si podiamos descubrir alguna que nos diese luz para ver si sacaban plata ú otro cualquier metal, los cuales no podimos descubrir por los montes estar cerrados: recogiéndonos á nuestro cuartel hallamos en un cerro en lo mas alto una señal de edificio; alli mandamos cabar, y mas de un estado hallóse ciertos plomos, por donde conocimos que pues los antiguos tenian y trataban en plomos, que su fin era aprovecharse en plata.

Preguntado á muchas gentes antiguas viejas qué habian oido decir de aquellos edificios tan antiguos, respondieron que habian oido decir que España solia antiguamente dar á los romanos ciertos talentos de plata y oro en tributo, y que de alli lo llevaban, y no sabian mas.

Visto todo lo sobredicho, y informándome en todo lo que

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