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Casa editorial, 1906 - 315 páginas
 

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Pasajes populares

Página 179 - ¡Una mujer! Deslizase en el cielo Allá en la noche desprendida estrella, Si aroma el aire recogió en el suelo, Es el aroma que le presta ella.
Página 125 - Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad, mi ley la fuerza y el viento, mi única patria la mar.
Página 124 - DEL PIRATA Con diez cañones por banda, Viento en popa a toda vela No corta el mar, sino vuela Un velero bergantín: Bajel pirata que llaman Por su bravura el Temido, En todo mar conocido Del uno al otro confín. La luna en el mar riela, En la lona gime el viento, Y alza en blando movimiento Olas de plata y azul...
Página 175 - ... medroso velo ; la ansiada cita que en llegar se tarda al impaciente y amoroso anhelo, la mujer y la voz de su dulzura, que inspira al alma celestial ternura : a un tiempo mismo en rápida tormenta...
Página 147 - Ven, y tu ardiente cabeza Entre mis brazos reposa ; Tu sueño, madre amorosa, Eterno regalaré : Ven, y yace para siempre En blanda cama mullida, Donde el silencio convida Al reposo y al no ser. Deja que inquieten al hombre, Que loco al mundo se lanza, Mentiras de la esperanza, Recuerdos del bien que huyó : Mentira son sus amores, Mentira son sus victorias, Y son mentira sus glorias, Y mentira su ilusion.
Página 130 - De su espada y su valor. Corazón gastado, mofa De la mujer que corteja Y hoy despreciándola deja La que ayer se le rindió.
Página 213 - ¡Pobre Teresa! Cuando ya tus ojos áridos ni una lágrima brotaban; cuando ya su color tus labios rojos en cárdenos matices...
Página 213 - ¡Y tan joven, y ya tan desgraciada! Espíritu indomable, alma violenta, en ti, mezquina sociedad, lanzada a romper tus barreras turbulenta; nave contra las rocas quebrantada, allá vaga, a merced de la tormenta, en las olas tal vez náufraga tabla, que sólo ya de sus grandezas habla.
Página 142 - Es Dios tal vez el Dios de la venganza Y hierve el rayo en su irritada mano, Y la angustia, el dolor, la muerte lanza Al inocente que le implora en vano?
Página 215 - Gocemos, sí; la cristalina esfera Gira bañada en luz: ¡bella es la vida! ¿Quién a parar alcanza la carrera Del mundo hermoso que al placer convida? Brilla radiante el sol, la primavera Los campos pinta en la estación florida: Truéqúese en risa mi dolor profundo... Que haya un cadáver más, ¿qué importa al [mundo?

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