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y ganó de aquella vez de los infieles la villa de Al-↑ cántara, junto à las riberas de Tajo, la cual dió despues á la órden de Calatrava, y por el mes de julio año de mil doscientos catorce fué aquella grande y sangrienta batalla entre Otho, que habia sido privado del imperio, y Felipe rey de Francia, junto á Tornay, en la cual los alemanes y flamencos quedaron todos vencidos, y fué en ella preso don Fernando conde de Flandes, habiendo muerto infinita gente de ambas partes. Fué este conde de Flandes primo hermano del rey don Pedro de Aragon, y era hijo de don Sancho rey de Portugal, y de la reina doña Dulce hija del príncipe don Ramon Berenguer y de la reina doña Petronila, y casó con Juana condesa de Flandes, hija de Balduino emperador de Constantinopla.

CAP. LXVII.-Que el conde don Sancho fué recibido por procurador general de Aragon y Cataluña y el conde don Ramon de Tolosa fué privado de su estado en el concilio lateranense, y de la contradiccion que hubo sobre la primacia de España, que se pretendia por el arzobispo de Toledo.

En el año siguiente de mil doscientos quince, el conde don Sancho que se intitulaba conde de la Proenza, é insistia en apoderarse de la persona del rey, fué recibido por procurador general del reino de Aragon y Cataluña, y en principio del mes de setiembre deste año se tuvo congregacion y parlamento general de los aragoneses en la ciudad de Huesca, en el cual se determinó de enviar al papa Inocencio á Roma embajada, para suplicar por el remedio en muchas cosas muy arduas é importantes al pacífico estado de la tierra y beneficio del rey. Fueron nombrados por embajadores don Gui- | llen de Cervera y don Pedro Ahones, y para esta embajada dió don Jimeno Cornel tres mil y quinientos maravedís alfonsis, por los cuales obligó el conde don Sancho las villas y castillos de Murillo, Luesia, Tahuste y Pina, tanta era la pobreza y necesidad de aqueIlos tiempos. Fué por el inismo tiempo privado el conde de Tolosa de su estado en el concilio lateranense, que tuvo el papa Inocencio por el mès de noviembre deste año, y halláronse en este concilio los patriarcas de Constantinopla y Jerusalen, y cuatrocientos obispos, setenta arzobispos y once generales de órdenes, y ochocientos abades y priores, y los embajadores de los emperadores de Alemania y Constantinopla, y de todos los reyes y príncipes cristianos, y fué de los mas célebres que en la Iglesia haya habido. Estuvieron tambien presentes don Ramon conde de Tolosa y don Ramon su hijo, el conde de Fox, y Pedro Bernardo, por razon de su mujer, que era hija primogénita del conde de Tolosa. Fué adjudicado el condado de Tolosa en aquel concilio por determinacion de todo él, al conde de Monforte, y diósele para él y sus sucesores con toda la tierra que se habia ganado de los herejes del condado de Tolosa, y prestó juramento de fidelidad y homenaje al rey de Francia, por las tierras que eran feudales como su feudatario. Fué jurado y recibido por señor en Beses, y mandó á los vecinos de Carcasona, Tolosa y Narbona, que dentro de cierto término derribasen los muros destas ciudades. Por esto y por los grandes pechos y tributos que comenzó á imponer sobre todo el condado, se tornó á alterar contra él la tierra, y tuvo ocasion el conde don Ramon de Tolosa, que estaba en Cataluña, de volver á continuar la guerra, con el socorro que de acá llevó, porque luego que se vino del concilio, don Ramon su hijo cenfederándose con los

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de Aviñon, ocupó todos los lugares que están desta parte del Ródano, y el castillo de Belcaire, que está junto al rio en el reino de Francia, y era del conde su padre. Juntó Guido de Monforte hermano del conde Simon de Monforte su ejército, y con Aimerico, que era hijo mayor del conde, se opusieron á resistir al hijo del conde de Tolosa, pero no obstante esto comenzó á prevalecer el partido del conde de Tolosa, y los vecinos de aquella ciudad buscaban ocasion para levantarse contra Simon de Monforte, como despues lo hicieron. Fué á este concilio el arzobispo de Toledo don Rodrigo, aquel notable prelado, de quien en esta obra se hace tantas veces mencion, y teniendo licencia del papa propuso en público consistorio la querella que tenia de los arzobispos de Braga, Compostela, Tarragona y Narbona, porque no querian prestar la obediencia que debian á su primacía, y para probar que era primado de las Españas, presentó diversos privilegios de los pontífices pasados, Honorio, Gelasio, Lucio Adriano, y del mismo Inocencio. Allende desto leyóse allí una sentencia del cardenal Jacinto, legado de la sede apostólica, que se dió en Nájara año mil ciento cincuenta y cinco en el primer año del pontificado de Adriano tercero, contra el arzobispo de Braga, si no obedeciese al arzobispo de Toledo, como á su primado y juntamente con ella unas letras ejecutoriales del mismo Jacinto, que se dieron contra los sufragáneos de la iglesia de Compostela, por las cuales se les mandaba que diesen la obediencia, y prestasen debida reverencia al arzobispo de Toledo, como á su primado. Entonces el arzobispo de Braga, que habia sido citado por esta causa, y se hallaba presente en el concilio, en presencia del papa respondió á lo que el arzobispo de Toledo propuso contestando la lite, y algunos se escusaron que no eran llamados por esta razon, y el obispo de Vich, en nombre del arzobispo de Tarragona, que estaba ausente, respondió por sí y por los otros sufragáneos de Tarragona, negando que el arzobispo de Toledo fuese su primado, y alegaba que no tenian obligacion de obedecerle en cosa alguna, y no hubo declaracion sobre este negocio.

CAP. LXVIII. De la division que hubo en el reino, y co. mo fué sacado el rey del castillo de Monzon por los ricos hombres, que con consejo de don Jimeno Cornel, se confederaron de servirle.

Teniendo el maestre del Temple al rey en Monzon, estaba el reino muy alterado y dividido en bandos, y el patrimonio real era tan consumido, que no habia con que pudiese sustentarse lo muy necesario, porque las rentas y derechos reales estaban empeñadas en poder de judíos y moros, desde el tiempo del rey don Pedro, con los lugares que eran de la corona, y se daban en feudo de honor á los ricos hombres, y las caballerías que hubo en el reino, en tiempo de los reyes pasados, se habian dado y vendido por el rey don Pedro, que como dicho es, no quedaron sino ciento y treinta. Con esto todos los ricos hombres y caballeros estaban divididos en parcialidad y bando, y unos seguian al conde don Sancho, y otros al infante don Fernando, que pretendian suceder en el reino. La opinion del conde principalmente la sustentaban don Pedro Ahones, don Atorella, don Jimeno de Urrea, don Arnaldo Palacin, don Bernardo de Benavente, y don Blasco Maza. Del bando del infante eran, don Pedro Fernandez de Azagra señor de Albarrazin, don Pedro Ferriz de Lizana,

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