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CAP. LXXXII-Que el rey de Sicilia mandó salir de su reino á don Bernardo de Cabrera y le remitió al rey su padre.

de cardenal. Entró Benedicto en el puerto de Génova recogiese dentro, y se salió de Zaragoza un caballero un sábado á diez y seis del mes de mayo, y fué recibi- que tenia cargo de la gente de don Pedro Jimenez de do por el arzobispo y clero y por el gobernador Bosi- Urrea, que era de su casa y se llamaba Juan de Lucaudo y por los ancianos y principales de la ciudad jan. En el reino de Valencia se trataba lo de los bandos con muy solemne fiesta, y fué con procesion á la igle- como guerra abierta, de manera que los de la parciasia de San Lorenzo, y de allí le acompañaron al mo- lidad de los Soleres, que eran enemigos de los Centenasterio de los frailes menores, que estaba cerca del llas, entraron dentro de la ciudad de Valencia á quincastillo. Desde Génova comenzó Benedicto á requerir ce del mes de diciembre, y otro dia salió á pelear con con sus letras al emperador Venceslao y á los princi- ellos á la plaza don Gilabert de Centellas con toda su parpes de su obediencia, que le diesen favor y ayuda, é cialidad, estando de parte de los Soleres don Pedro de invocó su auxilio contra su adversario y sus secuaces Vilaragut, don Berenguer Arnaldo de Centellas y don como perturbadores de la paz de la Iglesia, é impe- Pedro de Cervellon, y otros caballeros, y se peleó entre didores de la union della; y á cinco del mes de julio ellos muy fieramente. celebró una consagracion general, y fueron en ella consagrados dos arzobispos y nueve obispos y treinta y ocho abades, entre los cuales se consagró don Pedro de Luna arzobispo de Toledo su sobrino. Fué por este tiempo á Génova fray Vicente Ferrer de la órden de los frailes predicadores, que era natural de la ciudad de Valencia, y habia sido confesor del papa, cuya religion y santa vida fué muy venerada en todos los reinos y tierras de la cristiandad, y fué por la gracia de nuestro Señor confirmada con diversos milagros. Celebraba cada dia misa cantada en el monasterio de los predicadores de aquella ciudad, y era tan grande el concurso de las gentes que iban á oirla, que fué necesario que se hiciese un cadalso en el claustro del monasterio, porque la gente le queria ver, y acabada la misa salia á predicar, adonde se congregaba una infinita multitud de gente. Fué muy constante y notorio, que predicando en su lengua valenciana, era su elocuencia tan estraña, que parecia mas divina que humana, porque movia á los extranjeros de diversas lenguas, como si predicara á cada uno en la suya, y como sucedió en los apóstoles, y así lo confesaban ingleses, alemanes, húngaros, griegos, y á ciertas horas ponia las manos sobre los enfermos y los curaba de diversas dolencias y lisiones incurables, y muchos endemoniados fueron librados; y por estas señales y maravillas que nuestro Señor obraba por los méritos de aquel su siervo, era llamado santo de todas las gentes. Volvióse el papa á Sahona á ocho de octubre, porque comenzaron á morir en Génova de pestilencia, y faHecieron el cardenal de Catania y Juan de Romani cubiculario del papa. Parece por memoria deste tiempo, enviada por Guillen Fenollet al rey de Castilla, que en este año en principio del mes de noviembre se lle varon a Barcelona en una galera de Benedicto las cabezas de san Valero, y san Lorente, y san Vicente y de santa Engracia de muy rica labor de plata y joyas muy preciosas y ricas, y de obra y artificio muy excelente, para que se trujesen á Zaragoza, y pusiesen en ella las reliquias destos gloriosos santos, como hoy se ven, en la devocion y reverencia debida, a cuya proteccion, amparo y tutela como de sus santos especiales patrones esta ciudad se humilla y celebra solemnes procesiones y fiestas, así en las adversidades y peligros, como en todos los buenos y prósperos sucesos. Por este tiempo estaban en gran bando y guerra don Pedro Jimenez de Urrea y don Antonio de Luna, y todos los principales caballeros del reino hacian sus apercibimientos, y juntaban sus gentes para valer á la una ó á la otra parte, y el reino estaba revuelto y puesto en armas, y por esta causa los jurados de Zaragoza pusieron en buena defensa la ciudad, y mandaron guardar las puertas, y no se dió lugar que gente armada de ninguna de las partes ó de sus valedores se

Al tiempo que el rey de Sicilia estuvo en Cataluña, cuando se pensó que se ponia remedio en los bandos y diferencias que habia entre los barones de aquel reino y entre los que trataban las cosas del estado, que estaban entre sí muy discordes y divisos, señaladamente entre don Bernardo de Cabrera conde de Módica de una parte, y don Sancho Ruiz de Libori y los de su bando, se movió nueva discordia y contienda entre ellos, porque el conde era tan principal, y tenia tan gran estado, que no podia buenamente sufrir compañero en el consejo, y lo queria gobernar absolutamente, habiendo él sido tan principal ministro, para que aquel reino se redujese á la obediencia del rey, y se castigasen los rebeldes. Por otra parte don Sancho Ruiz de Lihori era muy favorecido del rey de Sicilia, y seguíanle los mas barones del reino, que eran enemigos del conde de Módica, y siendo vuelto el rey de Sicilia á su reino, queriendo el conde defender la jurisdiccion del estado y cámara que tenia la reina doña Blanca en Sicilia contra parecer de los del consejo del rey, pasaron malas palabras entre él y don Sancho Ruiz de Libori en presencia del rey, y sin esperar lo que el rey proveeria en ello, hizo grande ayuntamiento de gente de armas catalanes y sicilianos, y de diversos barones, y tambien se apercibieron de su parte algunas ciudades y villas, y las cosas se pusieron en tan gran rompimiento, que estuvo por esta causa aquel reino y la persona del rey en peligro de recibir un notable daño, y con dificultad se pudo remediar que no sucediese alguna gran novedad. Entonces mandó el rey salir de su casa y córte à don Sancho y á don Juan Fernandez de Heredia, y al arzobispo de Palermo, y despues que se hubieron salido, mandó tambien al conde que sajiese de su corte, y hubo harto qué hacer en acabarlo con él, y siendo el rey de Sicilia informado, que se movian algunas cosas por el conde en gran deservicio suyo, y que serian ocasion de perturbar la paz que tenia con el rey Ladislao, estando en Catania, á diez del mes de marzo del año de la Natividad de nuestro Señor de mil y cuatrocientos y seis, envió á mandar al conde que saliese de su reino por todo el mes de marzo, y se viniese á presentar ante el rey su padre, y el conde obedeciósu mandamiento, y el rey le envióen una galera de Angelo de Balsamo, y la trujeron al reino de Valencia, adonde el rey fué por mar por apaciguar los bandos, y mudó los jurados é hízose justicia de al

gunas personas.

CAP. LXXXIII-Que la universidad de Paris se apartó
otra vez de la obediencia de Benedicto, y de la muerte
del papa Inocencio, y que fue creado en su lugar
gorio XII, y Benedicto volvió á Marsella.

lla isla, y despues se pasó á Tolon, adonde se detuvo muchos dias, y allí llegó la nueva de la muerte de Inocencio. Eligieron los cardenales de su obediencia al Gre-cardenal de Venecia, que se llamaba Angelo Corrario, que habia sido patriarca de Constantinopla, y era habido por muy buen varon, y de gran doctrina, y mostró procurar en tiempo del papa Bonifacio con gran solicitud la union de la Iglesia, y llamóse Gregorio duodécimo. Antes que se procediese á la eleccion de los cardenales de aquella obediencia, en la fiesta de san Clemente, estando en su cónclave, se juntaron en la capilla de San Nicolás, y todos en conformidad prometieron y juraron, que si alguno dellos era asumpto á la dignidad del sumo apostolado, renunciaria con efecto por el bien universal de la Iglesia católica pura y sencillamente, si el antipapa que entonces era, ú otro que le sucediese renunciase á su derecho; y en caso que los anticardenales quisiesen juntarse con su colegio, se concordarian para que se siguiese la elec cion canónica del sumo pontifice. Obligáronse, que dentro de un mes despues de la entronizacion, el que fuese elegido diese sus letras para el emperador, y al antipapa y su colegio y á los príncipes de la cristiandad, y á los prelados y pueblos, en que se notificase esta obligacion por medio de procuradores solemnes, para que eligiesen el lugar que pareciese seguro. Por esta causa luego que fué (asumpto al pontificado, envió sus letras á Benedicto, y á su colegio, en que certificaba, que estaba aparejado de renunciar pura y sencillamente en un lugar que fueseindiferente y seguro, si Benedicto quisiese hacer lo mismo. Tambien se ofrecia por parte de Gregorio, como se habia tratado por los cardenales de su obediencia ántes de su eleccion, que durante el tratado de la concordia no crearia ningun cardenal, sino tan solamente para igualar en el número con los cardenales que concurriesen de parte de Benedicto, porque siendo iguales de entrambos colegios pudiesen proceder a eleccion canónica de romano pontifice, y que así determinaba de no crear cardenal ninguno, sino en caso que por su parte cesase de dar conclusion á esta concordia dentro de un año y tres meses, y que él lo cumpliria si Be nedicto guardase la misma órden, el cual se pasó de Tolon á Marsella, y entró en aquella ciudad á cuatro del mes de diciembre. En este año por el mes de marzo don Carlos rey de Navarra se vió con el rey en Lérida, y se concertó el matrimonio de la infanta doña Isabel hermana del rey, con don Jaime de Aragon hijo mayor del conde de Urgel, y el rey de Navarra volvió por Zaragoza, y se le hizo muy solemne recibimiento y fiesta por el deudo que tenia en la casa de Aragon; y en el mismo año hubo gran diluvio en los reinos de Va

Estando Benedicto en Sahona, envió por legado á Francia al cardenal de Chalant, porque tuvo aviso que aquel reino no estaba bien firme en su obediencia, y andaba vacilando, y tambien fueron enviados al rey de Sicilia, Martin de Alpartil camarero de la iglesia de Tortosa, y fray Iñigo de Alfaro comendador de la órden de San Juan. A Benedicto acudia gente de guerra destos reinos, por la cual vino el arzobispo de Mallorca, porque su fin era de pasar á Roma, y la ciudad de Zaragoza le envió una compañía de gente de caballo para la guarda de su persona, y fué con ella por capitan Antonio de Palomar. Despues por el mes de junio la universidad de París trató públicamente de apartarse otra vez de la obediencia de Benedicto, y creyóse que se hizo por mandado del rey de Francia y de su consejo, porque todos los príncipes que concurrian en este tiempo, tenian mas fin á sus respetos particulares, que al bien y union de la Iglesia católica, y de allí adelante se permitió en Francia, que se acudiese al papa con los derechos y emolumentos de la cámara apostó lica. Salió Benedicto de Sahona á veinte y seis de junio deste año, porque comenzaban á morir de pestilencia, y fuése por tierra á la ciudad de Noli y de allí se pasó al castillo de Finar, que era del marqués de Carreto, sobrino del cardenal de Flisco, y esperó allí sus galeras, y porque morian tambien en Niza, se pasó á Monago, y allí se detuvo algunos dias, y murió en aquel lugar el cardenal de Pamplona á veinte y cuatro de agosto, y fue llevado su cuerpo á sepultar al monasterio de los frailes menores de Niza. Pero como tambien morian en Monago de pestilencia, el papa se pasó á Niza, y estuvo en el castillo hasta el mes de noviembre, y cinco del mismo falleció en Roma el papa Inocencio. Entónces fueron enviados á Niza el arzobispo de Aux, que era hermano del conde de Armeñaque, y el señor de Montjoya de parte del rey de Francia, y suplicaron en su nombre à Benedicto que tuviese en bien de volverse á Marsella, ó á Aviñon, por el buen estado de la Iglesia, y de su persona, amenazando, que si no lo hacia, estaban determinados los de París y otras ciudades de Francia de no obedecerle, porque sentian por muy grave, que hubiese llevado á Génova la curia romana, lo cual habia ordenado el papa por cumplir con el deseo de los potentados de Italia, por cuya parte se le habia prometido muchas veces, que si pasaba | allá se dispondrian mejor los negocios de la union de la Iglesia. Pero como el rey de Francia y los grandes de su reino le faltasen en la gente que le habian prome-lencia y Mallorca, y á veinte y cuatro del mes de noviemtido para pasar á Roma, cuyo general se habia ya nombrado el duque de Borbon, tambien le hubiese hecho gran falta el rey Luis, que se habia ofrecido por muy principal para esta empresa, y se le hubiesen ocupado los bienes de la cámara apostólica en todo el reino de Francia, y los italianos no acudiesen á procurar la union, como se confiaba despues que estuvo en Génova, por estas causas fué forzado que condescendiese à los ruegos de los embajadores de Francia y del cardenal Vivariense, que hacia muy gran instancia para que el papa volviese á Marsella. Salió de Niza á trece del mes de noviembre de este año de mil y cuatro cientos y seis, y vínose á la isla de San Honorato, y reposó algunos dias en el castillo del monasterio de aque

bre deste año de mil cuatrocientos y seis murió la reina doña Sibila, el dia siguiente, y fué enterrada en e! monasterio de los frailes menores de la ciudad de Barcelona.

CAP. LXXXIV.-De la muerte de la reina doña Maria de Aragon, y don Enrique de Castilla.

Murió la reina doña María mujer del rey don Martin á veinte y nueve del mes de diciembre, que fué en el principio del año de la Navidad de nuestro Señor do mil y cuatrocientos y siete en Villareal, junto à la ciudad de Valencia ; y fué llevado su cuerpo á sepultar a1 monasterio de Poblete. Fué escelente princesa, y mus devota y caritativa, y no dejó otro hijo sino al rey de

Sicilia. Tambien murió un sábado, primer día de Navidad deste año, el rey don Enrique de Castilla en la ciudad de Toledo y aunque vivió muy doliente, y en su condicion se mostraba muy áspero y esquivo, fué muy temido de los suyos; y tuvo gran cuenta con acrecentar sus rentas reales, y así tuvo su reino en paz, y allegó gran tesoro, y dejó un solo hijo, que fué el infante don Juan, príncipe de Asturias, que era tan niño, que no tenia sino veinte y dos meses, y á la infanta doña María, que fué reina de Aragon, y habia nacido en Segovia á catorce de noviembre del año de mil y cuatrocientos uno, y á la infanta doña Catalina, que nació pocos dias antes que su padre muriese. Habia sido requerido el infante don Fernando su hermano en su vida por algunos grandes del reino de Castilla, que pues el rey don Enrique su hermano, por su contioua dolencia, y por el impedimento y flaqueza grande de su persona no podia cómodamente regir sus reinos, él se encargase de la gobernacion dellos; y aunque el rey le trataba con mucha aspereza y sospecha, él le fué tan obediente y humilde, que no quiso dar lugar á sus consejos. Pero en la muerte del rey, aquellos grandes, y casi todos creyeron que el infante que era muy valeroso, tomara á su cargo el gobierno de aquellos reinos, y reinara en ellos. Pues no era cosa nueva, y en el reino antiguo de los reyes de Leon, don Fruela fué preferido á los infantes don Alonso y don Ramiro sus sobrinos, hijos del rey don Ordoño su hermano, y despues el infante don Sancho á don Alonso y don Fernando hijos del infante don Hernando su hermano, que era el primogénito, y parecia ser consejo forzoso que se hiciese así, y teniendo consideracion al beneficio universal, no tenia esto por muy torcido, mayor mente acordándose que el rey don Enrique su abuelo tan pocos dias antes fundó su sucesion en la costumbre antigua que hubo en los tiempos de los reyes godos, cuando el rey no se daba por eleccion. Movia á estos, cuanto yo creo, otra consideracion, que el príncipe don Juan no había sido jurado por rey para despues de los dias de su padre, como era costumbre jurarla los infantes primogénitos y sucesores del reino, y siendo de tan tierna edad; y habiéndose rompido la guerra con el rey de Granada, que era un mal vecino, y no se teniendo seguridad de la paz que tenian con el rey de Portugal, representábaseles que se podian seguir mayores inconvenientes y males, rigiéndose el reino por tutores, que reinando un tal príncipe como el infante don Fernando, á quien amaban por sus escelentes virtudes los grandes y menores. Esto llegó á tales términos, que se afirma, que juntándose en aquella ciudad los prelados y ricos hombres y caballeros, y los procuradores de las ciudades y villas del reino; y habiéndose de alzar los pendones por nuevo rey, uno de los mayores grandes que allí estaba, enderezando sus palabras al infante, le preguntó que ¿por quién alzarian la voz de rey de Castilla? queriendo dar á entender que estaba en su mano, y podia ordenar á su voluntad; y sin otra consulta como muy católico príncipe, y mostrando por obra el amor y aficion que tenia á su sobrino, y la gran lealtad que en él habia respondido, que ¿por quién se habia de alzar la voz en Castilla, salvo por el rey don Juan, hijo primogénito del rey don Enrique? al cual luego tomó en los brazos y besó la mano. Desta manera hallo que pasó aquella hazaña tan singular, y de tan raro ejemplo, en una instruccion que el rey don Juan de Navarra su hijo dió á ciertos embajadores que enviaba al rey de Castilla en

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el año de mil y cuatrocientos y treinta, y en la historia que Lorenzo de Vala compuso del reinado deste príncipe, señala que aquel grande fué don Ruy Lopez de Avalos, condestable de Castilla; y por ciertas memorias antiguas se afirma ser el que usó deste ademan. Mas es de maravillar, que siendo este ejemplo tan celebrado en aquellos tiempos, tan encarecido por el mismo Lorenzo de Vala y por Pontano, autores muy graves, y que tuvieron sus relaciones de los privados del rey don Alonso su hijo, no se relate por Alvar García de Santa María, y por Fernan Perez de Guzmau, escribiendo ambos muy estendidamente las cosas de aquel príncipe, y el uno su vida, porque solamente se dice, que sabido el fallecimiento del rey don Enrique, algunos de los medianos y menores pensaron que el infante quisiera tomar título de rey, y que hubo algunos que se lo aconsejaron, pero él por su lealtad y bondad quiso lo que debia querer: y aunque parece que repugna hallarse en aquel tiempo el príncipe don Juan con la reina doña Catalina su madre en el alcázar de Segovia, pudo ser que parte dello sucediese en Segovia: y allí fuese el tomar al príncipe en los brazos delante de todos los grandes. Como quiera que fuese, piadosamente se puede creer, que por una virtud tan heróica como esta, y por las escelentes partes de aquel príncipe, permitió nuestro Señor, que no solamente tuviese el regimiento de aquellos reinos, pero fuese preferido en la sucesion destos, al que tenia mas naturaleza en ellos, y aun mas cierto derecho, segun la comun opinion de las gentes de aquellos tiempos. En este año en la fiesta de san Pedro, se celebraron las bodas de don Jaime de Aragon, hijo del conde de Urgel, y de la infanta doña Isabel, hermana del rey, en el Real de Valencia, y por el mes de agosto siguiente murió un hijo del rey don Martin de Sicilia, y de la reina doña Blanca su mujer, y por el mes de octubre se celebraron en esta ciudad sus exequias con gran aparato, como del primogénito, y en quien paraba la esperanza que habia de suceder en estos leinos, y en el de Sicilia: y el rey estuvo hasta en fin deste año en el monasterio de Val de Cristo de la órden de Cartuja, que él habia fundado, y le dejó el lugar de Altura y las Alcublas. Tambien falleció en este mismo año en la ciudad de Valencia la infanta doña Juana, condesa de Fox, sobrina del rey. A veinte y uno de marzo deste año de mil cuatrocientos siete, en la semana Santa, mataron á Ramon Boil gobernador de Valencia, saliendo del Real, á donde el rey posaba, y entre los delincuentes fué inculpado de su muerte Felipe Boil su hermano, y le cortaron la mano, y á otros degollaron.

CAP. LXXXV.-De lo que se trató entre Benedicto y Gregorio su adversario, para concordarse en la union de la Iglesia, y del concilio que se convocó en Pisa por los cardenales de las dos obediencias.

Estando Benedicto en el monasterio de San Victor en la ciudad de Marsella, el último de enero deste año de mil cuatrocientos siete envió sus letras á Gregorio, que él llamaba intruso en la santa sede apostólica, ofreciendo, que porque se consiguiese la union tan deseada por los fieles católicos en la santa madre Iglesia, él estaba aparejado, y muy pronto de juntarse con su colegio de cardenales en un lugar que fuese idóneo y decente, y seguro con él, y con cualquiera otro intruso su sucesor, con los que se llamaban cardenales en su obediencia para tratar de la union, y conseguirla

Prades condestable de Aragon, y almirante de Sicilia, que pasó de aquella isla en una galera. Aceptó Benedicto lo que se propuso por los nuncios de Gregorio, y dijo que él elegia el lugar de Portovéneris de la ribera de Génova, y envió por sus nuncios á los arzobispos de Roan y Tarragona, y al general de los predicadores, y á Toribio auditor del sacro palacio para concertar con Gregorio el término para cuando se habian de hallar juntos: y de Sahona se pasó á Génova, y entró en aquella ciudad á veinte del mes de diciembre. Tuvo Benedicto la fiesta de la Navidad del año de mil y cuatrocientos y ocho en aquella ciudad, y en el último de diciembre salió con siete galeras la via de Portovéneris, y por ser el tiempo muy tempestuoso se detuvo en Portosi hasta cuatro del mes de enero y aquel dia entró en Portovéneris, habiendo pasado su galera gran naufragio y tormenta. Era capitan general de la armada del papa y de sus gentes don Jaime de Prades, que fué el que le sacó de la opresion en que estaba, cuando le tuvieron encerrado en Aviñon. Por el mismo tiempo habia partido Gregorio de Roma con todo su colegio, y entró en la ciudad de Luca á veinte y siete del mes de enero, y hasta entonces los arzobispos de Roan y Tarragona no pudieron concordar so

con el favor divino, y que para ello estaba dispuesto por la paz y salvacion de las ánimas, y por la union y reintegracion del pueblo cristiano, ceder y renunciar en aquel ajuntamiento personalmente su derecho, que era verisimo, y el sumo pontifice libremente con Gregorio, ó su sucesor, hiciesen lo mismo, y se concordasen entre sí, para que de allí se siguieso única eleccion del romano pontífice, y la union de la santa Iglesia de Dios. Tambien se aceptó por Benedicto, que se cesase de proceder á creacion de cardenales en aquellos casos y envió su salvoconducto para los nuncios que queria enviar Gregorio, para que se concordase con ellos el dia y lugar adonde habian de congregarse. Despues entraron en Marsella el postrero de marzo deste año los nuncios de Gregorio, que eran el obispo de Modon su sobrino, y el obispo de Todi, que era normando, y Antonio de Butrio de Bolonia, que fué uno de los famosos letrados que hubo en aquellos tiempos y el domingo siguiente á cuatro de abril en público consistorio pusieron su embajada, y se comenzó luego á tratar del lugar donde los dos se viesen: y habiéndose nombrado cinco ciudades por cada una de las partes, en ninguna dellas se conformaron. Despues entendiendo el papa, que el cardenal de Tureyo, que era de su obediencia, era muy grato y acepto ábre el lugar adonde se habian de juntar, y por esta aquellos nuncios, cometióle, que con el cardenal Pre- causa fuéron á Luca diversas veces. Sucedió allí otra nestino entendiese con ellos en tomar algun medio: é novedad, que Gregorio procedió á creacion de cardeintervinieron tambien en aquel tratado don Francés nales contra la voluntad de su colegio, y convocando Zagarriga, obispo de Lérida, y Francés de Aranda, los arzobispos que estaban en su córte, creó en cardeque fué en aquellos tiempos un prudentísimo varon, y nal á su sobrino y á su tesorero, y al protonotario, y tuvo gran lugar en el consejo de estado de los reyes á fray Juan Domingo de la órden de los predicadores, don Pedro y don Juan: y despues, dejando el siglo, se y no queriendo hallarse los cardenales de su obedienhizo donado de Cartuja en el monasterio de Portaceli, cia en aquella creacion, publicaron que queria proy lo era ya en este tiempo, y fué un gran siervo de Dios. ceder contra ellos, y todos le dejaron y se pasaron á la Finalmente, á veinte y uno del mes de abril se con- ciudad de Pisa, aunque lo mas cierto fué, que entencordaron en ciertos capítulos, y eligieron la ciudad diendo que Gregorio rehusaba de pasar de Luca, y de de Sahona, adonde se congregasen, que estaba suje- llegar á la conclusion de la concordia, se concertaron ta á la señoría de Génova: y declaróse que se juntasen con los cardenales franceses de la obediencia de Beneen la primera fiesta de san Miguel, y en caso que Gre- dicto, para que los desamparasen, y se juntasen en gorio no pudiese llegar para aquel dia, se prorogó el Pisa para dar órden que se extirpase la cisma que tantérmino para la fiesta de todos Santos, y dióse la ór- to tiempo duraba en la Iglesia de Dios. Habíanse deden que se habia de guardar para la custodia de sus tenido los nuncios de Benedicto en Luca hasta doce del personas y de aquella ciudad y de sus fortalezas. Ha- mes de mayo deste año, que se entendió notoriamente bian de ir con sus colegios, y cón cada veinte y cinco que aquel tratado de procurar la union por aquel caprelados y doce doctores en leyes, y otros tantos mino se habia desbaratado: y Gregorio atendia á demaestros en teología y daba Benedicto seguridad de fenderse en su posesion por las armas, y nombró al los lugares de aquella comarca que estaban en su obe- rey Ladislao vicario del imperio, y senador perpétuo diencia, y todo esto se aprobó por él. Salió Benedicto de la ciudad de Roma: y juntando un muy poderoso del puerto de Marsella á cuatro del mes de agosto para ejército, en que habia, segun Martin de Alpartil esir á Sahona, y detúvose en la isla de San Honorato, cribe, doce mil de caballo, combatió aquella ciudad, y esperando los cardenales que se habian, de juntar con se apoderó della en el mes de abril, dia de San Jorge. él para la fiesta de nuestra Señora. Pero allí tuvo nue- Entónces deliberó Benedicto enviar á Pisa á los cardeva por el patriarca de Alejandría, que fué enviado nales Prenestino, Tureyo y Santangel, y al de Chalant, por el rey de Francia á Roma, que Gregorio no queria y á los arzobispos de Roan, Tolosa y Tarragona y otras venir á Sahona: y á catorce de setiembre se entró en personas muy graves, para que tratasen con ellos sobre el puerto de Villafranca, y allí llegaron dos galeras la union de la Iglesia, y para que procurasen con la muy bien armadas, que le enviaba la ciudad de Bar- señoría de Florencia, que diesen su salvoconducto, celona, y á veinte y cuatro del mes de setiembre des- para que se pudiesen juntar en aquella ciudad él y te año de mil y cuatrocientos y siete entró en Sabona, Gregorio, que llamaba intruso, y salieron estos y esperó conforme á la órden que se habia tomado cardenales en dos galeras á veinte del mes de mayo, hasta la fiesta de todos Santos: y á tres del mes de y detuviéronse mucho tiempo en Liorna, publicando noviembre llegaron á Sahona tres nuncios de Gregorio, que no so les daba salvoconducto por los florentines. que de su parte le escusaron que no podia venir á Sucedió en este medio, que cuatro cardenales de la aquel lugar, porque no le tenia por seguro: y toda la obediencia de Gregorio vinieron á Liorna para tratar ribera de Génova estaba en la obediencia de Benedicto: con los que iban por Benedicto, y se juntaron con ellos y propusieron que se juntasen en los confines de su obe-para ver con qué medios se podria mas brevemente diencia. Por este tiempo llegó á Sahona don Jaime de conseguir la union de la Iglesia católica, y para aque

llo concurrieron con ellos doce personas muy señala- | ña, y otros dos cardenales de su obediencia, y así estos

seis, que eran Guido de Maloeso cardenal prenestino, y Nicolás de Brancacis albanense, y el cardenal Pedro Gerardo Tusculano, que eran obispos, y el cardenal don Pedro de Frias, que tenia título de Santa Susana, y era presbítero, y Amadeo de Saluces, cardenal de Santa Maríanova, y el cardenal de Santangelo, que eran diáconos, se pasaron luego á la ciudad de Pisa : y de allí se despacharon las letras de la convocacion del concilio general, en nombre de los dos colegios: porque estos seis cardenales eran la mayor parte del colegio de la obediencia de Benedicto, y concurrieron con todo el colegio de la otra parte. Mas el mismo dia que Benedicto tuvo el consistorio en Portoveneris, se entró en la galera', y otro dia se hizo á la vela, y no le quisieron recoger en Portosi, ni salió á tierra en toda la ribera de Génova, sino en la ciudad de Noli, adonde se detuvo un dia en el monasterio de los frailes menores, que está defuera y de allí navegó á la isla de Albenga, y pasó al puerto de Villafranca, de donde se vino á Marsella. Queriéndose recoger en el monasterio de San Victor, le resistieron y defendieron la en

das y habiendo movido un medio que no convenia para la verdadera union, uno de los cuatro cardenales, que se deputaron por parte de Benedicto, propuso que el verdadero camino y medio, era convocacion de concilio universal de las dos obediencias, y que se colebrase en un lugar: y esto no se contradijo por ninguno. Entonces los cardenales pisanos propusieron que los cardenales de la obediencia de Benedicto se juntasen sin él con ellos, para asistir á la celebracion del concilio general: y respondieron que su intencion era de congregarse en el concilio juntamente con Benedicto, de quien creian que estaba muy dispuesto para aceptar aquel medio de la convocacion del concilio general. El cardenal de Chalant, y los arzobispos que fueron enviados con los cardenales, se salieron de Liorna sin decir ninguna cosa á los tres cardenales de su colegio, y se volvieron en las galeras á Portoveneris: y publicóse que se volvian porque se trató de prenderlos, y tambien á Benedicto: y considerando Benedicto que no podia quedar en aquellas partes sin gran peligro de su persona, y de los negocios de la Iglesia, estando ya toda Italia puesta en armas, porque habién-trada algunas compañías de soldados del rey Luis, que dose apoderado Ladislao de la ciudad de Roma, pasaba con muy poderoso ejército á hacer la guerra en Toscana, deliberó con consejo de los cardenales de Aux, Girona, Flisco y Chalant, de salir de toda la ribera de Génova, y convocar concilio general de su obediencia para la villa de Perpiñan: y publicóse la convocacion del concilio, y la translacion de la curia para Perpiñan en consistorio general, que se tuvo en Portoveneris un viernes á quince del mes de junio. Entendiendo esto los cardenales que quedaban en Liorna, y que aquel concilio de Perpiñan seria particular, y que por él no se podia conseguir la union de la Iglesia, ni estirparse la cisma que tanto tiempo duraba, y que se conformaba con ellos todo el colegio de los cardenales de la obediencia de Gregorio, trataron de proseguir el camino de la convocacion de concilio general de las dos partes, sin consulta ni órden de ninguno de los que competian por el pontificado y sin su permision: pues habia tanta dificultad haber el consentimiento de los dos, y que concordasen en el modo y en el lugar, como se habia entendido por lo pasado: y en esto afirmaban que se conformaron por el bien de la fé y de la Iglesia, fundándose en que aquella necesidad era tan urgente, que no estaba sujeta á ninguna ley ni servitud: y así era muy necesario que concurriesen al concilio general los prelados de las dos partes, pues aquella seria verdadera union, que los cismáticos se juntasen con los católicos, y se condenasen los que per-recho canónico, y a don Juan Martinez de Murillo, abad maneciesen en su pertinacia, y los que andaban errados se redujesen mas fácilmente á la verdad de la Iglesia católica. Por estas causas se determinaron que por aquel camino se convocase concilio general para la ciudad de Pisa, para veinte y cinco del mes de marzo siguiente. Los tres cardenales ántes de salir de Liorna avisaron dello á Benedicto, y le requirieron, que en cuanto en él fuese, prestase su consentimiento á aquella convocacion, y se hallase con ellos en el lugar y término señalado: porque se daria órden que el lugar fuese seguro para todos: y si no compareciese, ó enviase su procurador, procederian con el colegio de la otra odediencia, y con los que se congregasen con ellos á la estirpacion de la cisma. Juntáronse en Liorna con los tres cardenales que eran antes desto de la obediencia de Benedicto, don Pedro de Frias cardenal de Espa

estaban en él, y no le quisieron acoger en ningun puerto ni playa de la Proenza: y llegó á Colibre á dos del mes de julio: y porque el tiempo era muy contra│rio, no pudieron entrar en aquel puerto, y fuéronse á Portvendres: y el mismo día se volvió el papa á Colibre, y entró en la ciudad de Elna á veinte y tres del mes de julio, y la vigilia de Santiago se fué á Perpiñan. Por el mismo tiempo vino el rey de Navarra á este reino, y entró en Zaragoza á veinte y siete de julio y venian con él Jacobo de Borbon, conde de la Marcha, y el bijo del conde de Fox, sus yernos, y traian seiscientos de caballo y aposentose el rey en el palacio del arzobispo y pasó á verse con el rey á Barcelona, y fué á visitar al papa, y entró en Perpiñan á veinte y tres de agosto: y de allí se fué el rey de Navarra á Francia. Falleció entonces en aquella villa á veinte y cinco de agosto, don Jaime de Prades, condestable de Aragon y almirante de Sicilia, que era un muy gran señor de la casa real, y de los señalados caballeros que hubo en sus tiempos y tambien murió en estos dias don Berenguer de Anglesola, cardenal de Girona. Y viendo el papa, que le dejaron los seis cardenales de su colegio, y que no tenia consigo sino á los cardenales de Aux, Flisco y Chalant, un sábado á veinte y dos de setiembre, en las cuatro témporas, creó cardenales á Juan de Armeñaque, arzobispo de Roan, y á Pedro Ravati, arzobispo de Tolosa, que fué muy famoso letrado en el de

de Montaragon, y á don Carlos de Urries, que eran del reino de Aragon : y á don Alonso Carrillo, que fué hijo de Gomez Carrillo de Cuenca, y se llamó despues el cardenal de San Estacio y el cardenal de Roan murió dentro de tres semanas. Congregáronse en Perpiñan al concilio que Benedicto habia convocado de los prelados de su obiencia, don Alonso de Ejea, patriarca de Constantinopla, y administrador de la iglesia de Sevilla, y los arzobispos de Toledo, Zaragoza y Tarragona : y entre todos los prelados que se juntaron de los reinos de Aragon y Castilla, y de los condados de Fox y Armeñaque, y de la Proenza y Saboya, y Lorena, llegaron á ciento y veinte. Al principio del concilio asistieron nueve cardenales, y hasta el fin se hallaron los siete: y habiendo perseverado el cardenal de Chalant en la obediencia de Benedicto hasta la fin del concilio, se

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