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mercaderes que eran sus súbditos, con sus bienes y mercaderías, y se les hiciese enmienda de los daños que habian recibido, pues debajo de su fé y seguridad residian, y contrataban en aquellas partes: y dióles el rey poder para asentar nueva amistad con el soldan, y envióle á pedir le enviase el cuerpo de santa Bárbara, que habia entendido que estaba en Egipto, porque tenia gran devocion en aquella santa. Fueron estos embajadores bien recibidos y tratados: y luego mandó el soldan poner en libertad á los catalanes, y volvieron como primero á su contratacion; pero en

aunque despues, un gran privado del soldan, que se decia Urgi Huseifi, y era su almirante mayor, envió á decir al rey que él procuraria que el soldan le enviase el cuerpo santo: y con esta esperanza, instando el rey siempre en su devocion, en el año de mil trescientos setenta y tres, envió un gran presente al soldan, y con él fué un ciudadano de Barcelona que se decia Francés Zaclosa, y entre otras cosas que allá eran apreciadas, llevó cuatro atabales de plata muy grandes, y alcones girifaltes y de otros reales, y alanos y lebreles con muy ricos collares. Éste halló al soldan en el Cairo, y respondió que aquel cuerpo estaba sepultado en una de las casas que los cristianos tenian en Egipto, que de muy antiguo residian en ellas y estaban debajo de su fé y amparo, y eran sus tributarios: y sabiendo la causa destas embajadas, se habian ajuntado para no consentir que aquel cuerpo santo fuese trasladado del lugar á donde estaba, por la gran devocion que en él se tenia en toda aquella tierra, y que esto ya antiguamente se habia pedido por los reyes de los francos, y no se pudo acabar. Con esta respuesta fué despedido aquel emba

manía, y en todo el imperio de Constantinopla, y en las regiones de Siria y Egipto, señaladamente en las ciudades de Damasco, y en el Cairo y Alejandría, y era muy ordinaria la navegacion de los mercaderes de Barcelona para aquellas partes de levante. Eran los reyes de Bugía, Constantina y Túnez, tributarios al rey de Aragon, y por causa de las guerras pasadas con el rey de Castilla, habian dejado los moros de pagarlo. Este tributo se solía dar á los reyes de Mallorca en tiempo de Bucar, rey de Túnez, y pagaban en Bugía el rediezmo de todos los derechos que los mercaderes del reino de Túnez solian pagar, y este reconoci-lo del cuerpo santo, no se pudo acabar que se diese, miento se hizo por el mismo Bucar, con consentimiento de sus hijos, que eran señores de Constantina y Bugía porque el rey le envió su armada en socorro contra los abdualetes, que le tenian cercada á Bugía. Fué despues aquel rediezmo quitado y reducido á cierto tributo y porque Boabdalla, rey de Bugía, que era nieto de Bucar, no habia pagado el tributo algunos años, envió el rey á requerirle con Guillen Roig que lo pagase, y dióle poder para asentar con él nueva tregua. Éste llevó tambien comision para cobrar de Buzacar Bulabes, rey de Constantina, los derechos que se acostumbraban pagar en sus aduanas al rey de Aragon: y fué tambien á Muley Abrahin, rey de Túnez, para recibir el rediezmo que el rey Bucar y los reyes de Túnez, que despues dél habian reinado, pagaban á los reyes de Mallorca y al rey, desde que sucedió en aquel reino. Pero era muy mayor el provecho que redundaba de la contratacion que los catalanes tenian en Egipto y Siria: y era por este mismo tiempo soldan de Babilonia, Cacin Abuhalmahali Zahaben, que se intitulaba con un soberbio título, Alejandro de su tiempo, y príncipe de los alárabes y dejador, y con él envió el soldan al rey buena cantidad los aljaentes y turcos, y señor de los dos mares, y de los reyes y príncipes, y emperador de los moros y tenia con él guerra Pedro de Lusiñano, rey de Jerusalen y Chipre, y salió de su reino con gran número de galeras y navíos de su armada suyos y del rey de Francia, y fué à correr las costas de Egipto y echando la gente á tierra en Alejandría, acometiéronla tan de rebato, que entraron en ella, y parte fué saqueada, y trujeron muchos prisioneros, é hicieron gran daño en toda su comarca. Por causa desta invasion y guerra, el soldan mandó prender á todos los cristianos que estaban en su reinos, que por nombre llamaban los francos: y fueron embargados entre ellos, y detenidos todos los mercaderes súbditos y naturales del rey de Aragon, así los catalanes que residian allá en sus compañías, como los que nuevamente habian pasado à levante, y otros que estaban poblados en Sicilia, Romanía, Chipre y Túnez: y fuéronles ocupadas todas sus mercaderías y bienes, creyendo el soldan que el rey de Aragon habia dado favor para esta guerra, y que gentes destos reinos se habian hallado en aquella invasion, y sacó de Alejandría por el deudo que el rey tenia con el rey de Chipre, que estaba casado con su prima hermana, la renia doña Leonor, hija del infante don Pedro: y envió á requerir al rey, que le avisase si era participe en esta guerra, y si se hacia con su consejo. Llegó á Zaragoza el embajador del soldan, estando el rey en ella por el mes de junio deste año: y determinó el rey de enviar sus embajadores para mayor escusacion suya: y fuéron, Omberto de Fenollar, alguacil del rey, y Jazpert de Camplonch, teniente de tesorero, para que procurasen que mandase poner en libertad á todos los

de bálsamo y ámbar, y almizque, y jaeces de muy estraña labor, y perlas y piedras muy ricas. Por esta misma demanda el rey don Alonso el décimo de Castilla, segun escribe un autor antiguo de Portugal, envió sus embajadores con gran tesoro á allende para que le trujesen el cuerpo desta gloriosa santa, en quien tuvo gran devocion, porque un dia de grandes truenos y terrible tempestad, pensó ser muerto de un rayo que dió en la cama á donde dormia con la reina, lo cual se atribuyó que fué castigo é ira del cielo, porque este príncipe, con gran soberbia y desatino desconociéndose á sí mismo, dijo algunas blasfemias contra la omnipotencia y providencia divina: y no se pudo haber el cuerpo santo.

CAP. LXV.-Que Mariano, juez de Arborea, y Salebros de Oria, comenzaron á hacer guerra en Cerdeña contra los oficiales del rey, y de la armada que el rey mandó hacer para socorrer la isla.

Convino al rey hacer sus treguas con los reyes de Tú. nez y Bugía, y con los de Granada y del Algarve, porque tenia necesidad, que su armada se ocupase solamente en la defensa de la isla de Cerdeña contra Mariano, juez de Arborea, que mucho tiempo habia que con ocasion de las guerras en que el rey estaba revuelto, se alzó con la mayor parte de la tierra, no reconociendo superior: y con falsas sugestiones, habia pervertido á los sardos, y los atrajo á su tiranía. Por esta causa, se fué el rey á Barcelona, y mandó luego que Olfo de Proxita, con las galeras pasase á Cerdeña, y residiese en la guarda y defensa de aquella isla, y llevó trescientos soldados, para que estuviesen en el cabo de Lugodor, que estaba en mucha necesidad, por la gran multitud de

sardos que se habian recogido á los lugares murados: y porque Salebros de Oria habia muerto á un, tio suyo y se junto con el juez de Arborea, y el rey por el mes de octubre deste año, envió á un rico hombre de Cataluña que se decia Ugo de Santapau á Cerdeña con ciento de caballo, y con algunas compañías de soldados, para que se juntase con don Berenguer Carroz, conde de Quirra, y con el gobernador de Lugodor, y con Bratica de Oria, y resistiesen al juez de Arborea, y determinó de enviar por lugarteniente suyo y capitan general, á don Pedro de Luna, que fué suelto de la prision en que estaba en la ciudad de Sevilla, despues que el rey don Pedro se salió huyendo, y habia de pasar con seiscientos de caballo, y con mil soldados, para hacer la guerra contra los rebeldes: y fuéron de Valencia otros doscientos soldados para la defensa del castillo de Caller. Habian vuelto los pisanos á la posesion de algunas villas y lugares de aquella isla, con voluntad y consentimiento del rey, y todos sus vasallos favorecian al juez de Arborea y á sus secuaces, y el rey mandó requerir á Juan del Agnello, que era duque, y á los ancianos y comun de Pisa, para que lo mandasen remediar, y se procuró que el rey de Francia y Aimerique, vizconde de Narbona no diesen lugar que el juez de Arborea armase en las costas de Francia. Púsose Ugo de Santapau con el tercio de Gallura en órden para resistir al juez: y forneció de gente el castillo de la Fava, y puso alcaide, porque era muerto un caballero que estaba en él que se decia Oliver Togores, y don Juan Carroz, que era capitan del Alguer, tambien tenia a punto su gente; pero con todo esto era el juez de Arborea muy superior, y entregósele el castillo de Prades, que está en el cabo de Caller, y hacia muy continua guerra contra los lugares que estaban en la obediencia del rey.

CAP. LXVI.-Qué el rey se confederó con el duque de Anjous contra el rey de Navarra, é ingleses y navarros fué

ron sobre Jaca.

Despues que el rey don Pedro de Castilla llegó á Bayona con su tesoro, se concertó con Eduardo, príncipe de Gales, que en las guerras pasadas que el rey de Inglaterra su padre tuvo con el rey de Francia, ganó gran renombre de muy valeroso: y tomó á su cargo la empresa de restituirle en su reino. Comenzáronse á dar grandes socorros á la gente de guerra que habia de pasar á Castilla contra el rey don Enrique, y dábanse á cada uno de los que llamaban banares doscientos florines, y á cada caballero ciento, y á escudero cincuenta, y á flechero cuarenta: y esto sumaba tanto, que no podia durar mucho aquel tesoro que el rey don Pedro llevaba, que con todas sus joyas no se estimaba en mas de trescientos mil florines; pero habia algunas compañías de ingleses que vivian de lo que robaban, y estos habian de servir dos meses á su costa, ó al sueldo del rey de Inglaterra y del príncipe de Gales: y por lo restante del sueldo, y en seguridad de lo que capitulo con el príncipe de Gales, dejó el rey don Pedro en rehenes en Bayona á las infantas sus hijas, que eran doña Beatriz, doña Costanza y doña Isabel, é hizo donacion al príncipe por este socorro, del señorío de Vizcaya: y la infanta doña Beatriz, segun refiere Polidoro Virgilio, murió en Bayona, y sus hermanas quedaron en Guiana en poder de la princesa de Gales, á donde estuvieron hasta que el rey su padre fué muerto, y se llevaron á Inglaterra á donde casaron. Entonces se confederó el rey de Navarra con estos príncipes, y ofreció, no solo de dar paso por su reino á los ingleses, pero de hacer la

guerra contra el rey de Aragon: y el rey, que conocia su inconstancia y poca firmeza en lo que prometia, por esta causa acordó de concertarse con el duque de Anjous, y hacer su liga con él contra el rey de Navarra como estaba tratado: y fueron enviados para firmar la concordia de Barcelona por el mes de agosto deste año, don Roger Bernaldo de Fox, vizconde de Castelbó, y don Francés de Perellós, vizconde de Roda, camarero del rey: y fué firmada la capitulacion por el duque de Tolosa en fin del mes de setiembre. Allí se trató tambien que los reyes de Francia y Aragon y el rey don Enrique, se confederasen contra el rey de Inglaterra y contra el príncipe de Gales, y contra el rey de Navarra, con esta condicion: que el rey de Aragon y el rey don Enrique hiciesen la guerra contra el rey de Navarra y contra el ducado de Guiana, y que en esta guerra les valiese el rey de Francia con mil glavios: y fenecida la guerra de Navarra fuesen obligados á valerle en la guerra de Francia con quinientos de caballo. En el mismo tiempo que se trataba esto, muchas compañías de ingleses, y con ellos don Rodrigo de Oriz, rico hombre y camarero del rey don Carlos de Navarra, y Gil García Dianiz, con mucha gente de Navarra que eran segun publicaban quince mil hombres de guerra, muy bien armados, fuéron á cercar á Jaça y combatiéronla por dos veces; pero los que se hallaron dentro la defendieron tan bien, que murieron muchos de los combatientes, y se hizo gran matanza en ellos, y fué muerto entonces un caballero que era capitan de Jaca que se decia García de Latras. Esto fué, segun parece por algunas memorias, por el mes de setiembre de este año: y no pudiendo salir con su intento, robaron y quemaron algunos lugares de la canal de Jaca, y talaron toda aquella comarca. Esta gente, segun el rey de Navarra decia, eran de los ingleses y gascones que vinieron á servir al rey de Aragon en la guerra de Castilla, y se quisieron salir de España por los puertos de Jaca, por donde habian entrado: y que antes desto don Luis Cornel, con las compañías de gente de caballo que tenia en Tarazona entró en Navarra, y llevaron cierto ganado del lugar de Montagudo, y que por no haber dejado los de Jaca salir aquellas compañías por sus puertos, volvieron á Navarra é hicieron mucho daño en ella: y con esta ocasion comenzaron á declararse al rompimiento de la guerra los reyes de Aragon y Navarra.

CAP. LXVII.-De la muerte del rey don Pedro de Portugal, y que el rey se confederó con el rey don Fernando su hijo que sucedió en aquel reino, y con el rey Mahomad de Granada.

Referido se ha en lo de arriba que el rey envió á Portugal á fray Guillen Conil y á Alonso de Castelnou, para asentar nueva paz y confederacion con el rey don Pedro que estaba ya muy aliado con el rey don Enrique: y antes que la paz se efectuase, murió el rey de Portugal. Sucedióle en el reino el infante don Fernando, su hijo primogénito, que tenia mucho deudo con el rey de Aragon y con la reina doña Juana, mujer del rey don Enrique, por parte de la madre, que fué hija de don Juan Manuel y de la infanta doña Costanza, hija del rey don Jaime el segundo. Por esta causa parecia que seria mas fácil la concordia con este príncipe: y muerto el rey su padre, envió el rey á Portugal á Alonso de Castelnou, para que visitase al rey don Fernando en su nueva sucesion: y estando en unos palacios que decian Alcanhaaes en el término de Santaren, á cuatro del mes de marzo del año de la Natividad de mil y trescientos

sesenta y siete, otorgaron de ser amigos y aliados él y los infantes don Juan y don Dionis sus hermanos, del rey de Aragon, y se confederaron por sí y sus sucesores y reinos. En esta concordia intervinieron don Juan Alonso, conde de Barcelós, y don fray Alvaro Gonzalez, prior del Hospital, y don fray Nuño, maestre de la caballería de la orden de Cristus. Habia mandado el rey convocar cortes á los aragoneses à la villa de Tamarit de Litera para veinte del mes de febrero deste año, y él se vino de Tarragona á Lérida, y allí fué un moro, embajador de Mahomad, rey de Granada, que se decia Abicen Galip Alcapelli, y se concordó paz con el rey de Granada, porque no pudiese valer al rey don Pedro de Castilla. En esta paz se comprehendian todas las islas y costas del rey de Aragon, desde el cabo de Cerver hasta Leocata: y se concertó que sus galeras y navíos se recogiesen en los puertos y marinas de ambos reyes, y se juró por el rey, en presencia de aquel embajador en Lérida, en el castillo del rey á diez del mes de marzo de este año: y envió el rey á Francés Marradas, baile general del reino de Valencia al reino de Granada, para que recibiese el juramento del rey Mahomad.

CAP. LXVIII. De la batalla que hubo entre los reyes don Pedro, y don Enrique junto á Nájara, en la cual fue el rey don Enrique vencido.

Cuando se detuvo el rey en Lérida fué allí Beltran de Claquin para tratar con él de algunas cosas sobre que estaban muy desavenidos, y conveníale al rey que no tuviese este caballero en tal coyuntura desgrado dél por la guerra que se esperaba en la entrada del príncipe de Gales, que venia con grande poder para restituir al rey don Pedro en su reino: y por esta causa como el rey no pudo ir el dia designado á Tamarit de Litera, se prorogaron las córtes para Zaragoza. Habia ofrecido el rey á Beltran de Claquin de darle los valles de Elda y Novelda y otros castillos, y de casar en su reino y dar estado á un hermano suyo, y hacerle satisfaccion de todos los daños que recibiese en la entrada de Castilla con sus compañías: y en pago de todo esto se concertaron que el rey le diese cuarenta mil florines y quedase con las villas de Borja y Magallon con título de condado, con todas sus aldeas y rentas. Allende desto le prometia de darle dos naos gruesas y una galera pagada por seis meses dentro de un año á costa del rey, y otras tantas á costa de Beltran para ir á la guerra de ¦ Ultramar contra los infieles: y con esta armada se ofrecia de pasar por Cerdeña y detenerse allí algunos dias haciendo guerra al juez de Arborea: y dábale el rey todo lo que ganase de las tierras del juez de Arborea, con que no fuesen de las que habia ocupado de la corona real, y exceptuando las ciudades de Bosa y Oristan. Concluido esto, en principio del mes de marzo, teniendo el rey aviso que el rey don Pedro, y el príncipe de Gales, y grandes compañías de ingleses y gascones estaban ya en Navarra, y con ellos venia el infante de Mallorca, que se llamaba rey de Nápoles, que tenia muy grande amistad con el rey de Navarra, porque el infante don Luis su hermano, este mismo año se habia casado con madama Juana, duquesa de Durazo, hija primogénita de Carlos, duque de Durazo, que tenia gran parentesco con la reina Juana, mujer del infante de Mallorca, y entraban con grande poder: y temiendo el rey que no viniesen á combatir la ciudad de Tarazona, que estaba en la frontera, y en el paso de los enemigos, siendo despoblada y muy falta de gente de guerra, y que si se perdiese, como ya otras dos veces

se habia perdido, seria gran daño del reino, escribió á los que se juntaban á las cortes, que entre tanto que él venia, proveyesen á la defensa y guarda de aquela ciudad, y él se vino á asistir á las córtes á trece del mes de marzo. Estaba el rey don Enrique en la ciudad de Burgos, teniendo córtes en principio del mes de febrero deste año, y en ellas confirmaron él, y la reina doña Juana su mujer, la donacion que habian hecho al conde de Ribagorza, de todo el estado que fué de don Juan Manuel, con título de marqués de Villena, en el cual se conprehendieron, allende del marquesado, Cifuentes, Salmeron, Valdolivas, Alcocer, Palazuelos y Escalona, y otros lugares, y se ratificó el matrimonio que estaba tratado entre don Jaime, hijo mayor del conde de Ribagorza, y la infanta doña Leonor, hija del rey don Enrique. Ántes desto, el rey don Enrique, considerando que el príncipe de Gales y sus gentes, que venian en ayuda de su enemigo, no tenian otro paso mas cómodo que por el puerto de Roncesvalles, procuró que el rey de Navarra les resistiese la entrada, y viniéronse ambos reyes de Santa Cruz de Campezo, á donde se confederaron entre sí con grandes juramentos y homenajes, interviniendo entre ellos el arzobispo de Zaragoza, y don Gomez Manrique arzobispo de Toledo, y el conde de Ribagorza, y Beltran de Claquin, y otros: y allí se obligó el rey de Navarra, que resistiria el paso á los ingleses: y que por su persona se hallaria contra ellos, en ayuda del rey don Enrique: y quedó, que daria en rehenes el castillo de la Guardia, para que lo tuviese el arzobispo de Zaragoza, y el castillo de Sanvicente, que se tuviese por Beltran de Claquin, y el de Buradon, por don Juan Ramirez de Arellano: y segun un autor escribe, diéronse allí al rey de Navarra por esta causa, sesenta mil doblas de oro: y allende de esto, le ofreció el rey don Enrique, que le daria la villa de Logroño. Pero como de su condicion era el rey de Navarra astuto y mañoso, y no tenia cuenta sino con su comodidad, en el mismo tiempo traia sus tratos con el rey don Pedro, y con el príncipe de Gales, y les ofreció, que les daria el paso libre por su reino, y seria con ellos en la batalla: y el rey don Pedro le prometió las villas de Logroño y Victoria: pero habiendo entrado las compañías de gente de armas por el puerto de Roncesvalles, no quiso esperarlos en Pamplona, y dejó allí á don Martin Enriquez, señor de la Carra, su alférez mayor, con trescientas lanzas, que siguió al rey don Pedro. Usó este príncipe de otra astucia muy deshonesta, que trató con un caballero breton, que se decia mosen Oliver de Manni, que tenia el castillo de Borja por Beltran de Claquin, que saliese à él, andando á caza en el término de Tudela, y le prendiese, y así se hizo, y fué llevado al castillo de Borja, á donde estuvo, hasta que se dió la batalla, por poderse escusar con cualquiera de los reyes que quedase vencedor. Estando ya para pasar los montes el rey don Pedro y el príncipe de Gales, y el duque de Alencastre con sus gentes, teniendo recelo que vendrian á combatir á Jaca, don Juan Jimenez de Urrea, con algunas compañías de gente de caballo y de pié, se fué á poner dentro, para resistir la entrada de los enemigos, y don Lope de Gurrea, con la compañía de gente de caballo del infante don Martin, se fué á poner en Ejea. Como supo el rey don Enrique la entrada del rey don Pedro y del príncipe, y que estaban ya en la Cuenca de Pamplona, fuése con su ejército á poner en Santo Domingo de la Calzada, á donde hizo alarde de sus gen

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