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iban delante caminaron por la montaña tan apresura- su hermano, don Berenguer de Entenza y don Simon damente, que salieron los primeros media legua léjos de de Moncada, que se señalaron valerosísimamente, y donde el rey iba y los caballeros aquella noche no su- entre los otros es muy loado de Montaner un caballero pieron donde el rey estaba, y cuando el sol salia estan- siciliano mozo, que se decia Palmerio Abad, que aquel do en lo alto de la montaña, reconocieron que iba por dia, segun este autor dice, igualó á las grandes bazalo mas bajo, y bajaron á juntarse con él. Como fué ñas que se contaban de los caballeros aventureros. dia claro encontráronse á caso los caballeros que iban Quedando los franceses á su parecer vencedores, no por la montaña abajo para juntarse con el rey, con la osaron pasar adelante, y hiciéronse un escuadron y escaballería francesa que iba en su busca, y se tornaba tuvieron en él firmes, temiendo recibir daño de los alal real, y los almogáraves cuando los descubrieron no mogáraves, que se habian ayuntado con la gente de entendieron que eran franceses, ántes pensaron que caballo del rey, por la aspereza de la montaña, y el eran compañías de gente de caballo, que venian por lo rey con los suyos anduvo reconociendo el campo, y alto por el camino de Vich para juntarse con el rey, ó quiso sacar dél un doncel, que vió entrelos muertos, que era la gente de caballo que Asberto de Mediona te- que era de su casa y le amaba mucho, que se decia nia en Besalú, y un caballero que se decia Guillen de Ramon Durfort, y era de Barcelona, que estaba tendiEscriba que era de Játiva y se halló mas cerca é iba do debajo de su escudo y aun no habia espirado, y por en una yegua á la gineta, saliólos á reconocer y dió salvarle, se vió el rey en grande peligro, por tener coral arma, y los almogáraves fueron á herir en los ene- tadas las riendas de su caballo, y apeóse para aderemigos, y los hicieron recoger á una mota desviada del zarlas un caballero, que se decia Tomás de Vernet. Encamino, y despues caminaron en su escuadron muy tonces se recogió el rey con los caballeros que le quecerrado, su paso a paso y dejaron á los almo- daban, y se subió por un recuesto arriba, camino de gáraves arrojar sus lanzas y dardos, y cuando los vie- la sierra adonde le estaba esperando su caballería, y ron que no tenian armas arremetieron contra ellos de fuése á comer á Santapau y los franceses quedaron resuerte que los desbarataron y se pusieron en huida, conociendo el campo como señores dél. Fué esta batapor acogerse á la montaña. Siendo avisado el rey por lla dia de nuestra Señora de agosto y una de las muy un caballero de la orden de Calatrava del rebato que famosas que hubo en aquellos tiempos, porque se hase dió á los que iban delante,y que si no los socorrian llaron en ella la flor de la nobleza y caballería de Franeran perdidos, mandó adelantar á don Pedro de Mon- cia y la mas escogida que el rey tenia de los barones y cada, para que los recogiese, y con ochenta de caballo caballeros de Cataluña y Aragon. Entre los autores expasó adelante para socorrer á los almogáraves, pero tranjeros, el que mas particularmente cuenta el suya eran desbaratados y dió aviso al rey para que apreceso della, es Vilano Florentin, que concurrió en aquel surase, y el rey mandó á don Ramon de Moncada señor tiempo, y éste escribe que los capitanes de la cabade Fraga que fuése con sesenta de caballo á juntarsellería francesa eran Juan Ancurt, condestable del rey con don Pedro, y recogiendo la otra gente de caballo siguió trás él, y comenzóse á trabar una muy sangrienta batalla, en la cuál fué de los primeros herido don Pedro de Moncada, y fueron á tierra hasta sesenta caballeros franceses. El rey y los que con él estaban movieron contra el estandarte de los enemigos que era de campo rojo con una faja blanca, é hirió el rey al caballero que lo llevaba, de tal encuentro, que dió con él en tierra muerto; y luego levantaron los franceses tres pendones y peleaban muy valerosamente, y los unos y los otros hacian grandes hechos en armas, entre los cuales un caballero que Aclot dice que era navarro, y Montaner escribe ser elconde de Nivers, viendo lo que el rey don Pedro por su persona hacia, y que se poniaal mayor peligro peleando con gran valentía con su maza, de la cual heria mejor que otro caballero de sus reinos, y que acosaba á los contrarios animando y ordenando los suyos, siguió trás él, y arrojóle una azcona montera con tanta furia, que con ella le atravesó el arzon delantero sin berirle ni hacerle daño. Volvió el rey contra aquel caballero, y lanzóle tierra de un golpe de maza y mandó el rey á Guillen Escriba que se apease y le matase, y por quitarle la espada, quedó tambien con él en el campo muerto. Es cierto que aquel dia se señaló el rey entre todos como uno de los mejores caballeros que hubo en sus tiempos, y anduvo animando y esforzando á los suyos, haciendo maravillas, y entre otros mató al señor de Claramonte. Duró de ambas partes la batalla por gran espacio de tiempo y recelando los nuestros, que no acudiese socorro del ejército de Francia, se fueron recogiendo á la montaña y quedó el rey, como Aclot dice, con solos veinte y dos caballeros, entre los cuales se hallaron don Pedro señor de Ayerve

de Francia, y el conde de la Marcha y Rul de Ras, que era un muy valiente caballero, y afirma que fué el rey de Aragon vencido, y que le hirieron en la vista de un encuentro de lanza, y que le asieron por las riendas del caballo, pero él aunque estaba muy mal herido cortó las riendas con su espada, y se escapó de la batalla, y que quedaron en el campo muertos hasta cien caballeros aragoneses y catalanes, y que no curando el rey de su berida murió dentro de breves dias. Á este autor siguieron todos los extranjeros, y entre ellos uno de los sicilianos, y afirman que murió el rey de la herida, que hubo en esta batalla, pero en esto recibieron muy gran engaño, porque es cierto que salió della sin ninguna herida, y vivió despues casi tres meses, y en todo este tiempo por su persona entendió siempre en las cosas de la guerra.

CAP. LXVI. De los combates que los franceses dieron á los de Girona, y como se trató de rendir la ciudad á partido.

Estaba firme el ejército francés sobre Girona combatiendo la ciudad muy a menudo, y el rey de Francia con grande porfía persistia en el cerco, esperando que se le rendiria, porque la tenían en grande aprieto, y la habian diversas veces combatido, y tuvieron aviso, que habia dentro grande falta de bastimentos. Pero visto que no aprovechaba combatirla, ni hacia daño la batería, despues de muchos combates que se le dieron á lanza y escudo, que era cuando se combatia una fuerza á escala vista, sin batería de máquinas, labraron una mina debajo del muro, para derrocar algun lienzo dél, y eligieron un lugar, que les pareció mas oportuno para poder minarlo, y los gastadores hicieron una mina muy honda y larga, y pusieron en cuen

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tos el muro. Mas el vizconde de Cardona, que enten-
dió el peligro, mandó por la parte de dentro labrar
un muy ancho muro bien trabado de gruesa cantería,
les
de suerte, que aunque se derribó parte del muro,
salió aquel afan en vacío. Tentaron despues desto con
los ingenios que llamaban gatas, que eran de gruesa
madera embarbotados y encorados, de llegar al muro,
para sacar una trinchea, y salió el vizconde con qui-
nientos hombres y pegaron fuego en ellas y no se pudo
apagar ni remediar, que no fuesen quemadas. La ba-
llestería que habia dentro, que era catalana y muy es-
cogida, y los moros del reino de Valencia, hacian mu-
cho daño en la gente francesa, que estaba en los casti-
llos que se habian armado para combatir la ciudad, é
hicieron tan estraños tiros, que fueron muertas por
ellos muy principales personas y hubo diversos inge-
nios y artificios, con que los de la ciudad y del real se
procuraban ofender, que eran propios de la guerra
que entonces se usaba. Muchas veces intentaron los
franceses entrar en la ciudad á escala vista, y siempre
fueron rebatidos con grande daño, en que hubo mu-
chos heridos y muertos, y comenzó la gente francesa
á sentir mucha fatiga, así por los rebatos ordinarios,
que tenian de la gente que estaba dentro y de las fron-
teras de Besalú y Hostalrich, como de la falta que pa-
decian de bastimentos, y recreciendo muchas aguas,
comenzaron á padecer grandes necesidades y miserias.
Tras esto se recreció tan grande corrupcion, que no
fué sola una especie de enfermedad la que vino en los
franceses, antes les crecieron muchas y muy diversas,
y gran mortandad y pestilencia, y murió gran parte
de la gente, especialmente de los barones y gente mas
regalada. Llegaron las cosas á tan estrecha necesidad,
que ya el rey de Francia trataba de levantar su real
por la pestilencia grande que en él habia, pero enten-
diendo la necesidad y falta de bastimentos que pade-
cian los cercados, procuró por medio del conde de Fox
que el vizconde de Cardona le rindiese aquella plaza á
partido, pues no se le podia muchos dias defender,
é hiciese con él concierto que mas honesto y con-
veniente le pareciese. Tomó plazo el vizconde de
seis dias para deliberar con los suyos sobre ello, y
entretanto envió al rey de Aragon, avisando del estre-
cho en que estaban y de la hambre que padecian, para
que viese si le estaria bien que se tratase de algun hones-
to partido, pues no se podia hacer otra cosa, ofreciendo
que cuando otro deliberase él haria su deber, aunque
no le quedase esperanza de ser socorrido. A esto le en-
vió á decir el rey que hiciese aquel concierto que pu-
diese, solamente se reservase término de veinte dias,
porque dentro dellos procuraria de le proveer de bas-
timentos, ó le socorrería, y sabida la voluntad del rey,
el vizconde hizo su partido con el conde de Fox, en
nombre del rey de Francia, con tal condicion, que si
dentro de veinte dias no fuese socorrida Girona se rin-
diese, y aquellos pasados, dentro de otros seis, nin-
guna gente francesa entrase dentro, porque en aquel
término se pudiesen salir libremente él y los caballeros,
y gente que en la ciudad estaban, con sus armas, y
aderezos y bienes, sin embargo ni ofensa alguna, de
tal manera, que si dentro de aquellos dias el rey de
Aragon ó sus gentes pudiesen proveer y bastecer la
ciudad mal grado de los franceses, aquello no tuviese
valor ni firmeza alguna. De aquel dia adelante los
franceses cesaron de combatir la ciudad, y tan sola-
mente atendian á guardar que ninguno pudiese entrar
ni meter bastimentos dentro.

CAP. LXVII.-Del trato qué Alaimo de Lentin, maestre
justicier de Sicilia, tuvo con el rey de Francia, y de su
prision.

por

Mientras duró el cerco sobre Girona, refiere uno de los autores antiguos de las cosas del reino de Sicilia, que aconteció un caso muy digno de memoria, de una notable ingratitud de persona muy principal, á quien el rey hizo de los mayores de Sicilia, por haber sido por su consejo principalmente echados los franceses, y dello en nuestras historias no se hace mencion alguna. Este fué Alaimo de Lentin, á quien el rey en reconocimiento de sus servicios dió gran estado en aquel reino, é hizo maestre justicier dél, que es el cargo mas preeminente que hay en la isla. Este caballero por envidia que hubo por no tener cerca del rey el lugar que pensaba haber merecido, ó por descontentamiento del estado á que los negocios despues volvieron, ó por otro despecho comenzó secretamente á tener tratos é inteligencias de amistad con los gobernadores franceses que estaban en las provincias de Pulla y Calabria, y en el principado de Capua, y desto se comenzó á tener algun indicio, cuando el infante por esta sospecha envió á Alaimo á España con achaque de pedir socorro de gente como está referido. Confirmóse esta sospecha por las confesiones de Proracho de Agosta y de Mateo de Escaleta que era cuñado de Alaimo, que siendo inculpados de crímen de lesa magestad, por haber conspirado contra el rey, confesaron el delito, y nombraron por partícipe en él al maestre justicier. Desto resultó, que publicándose por la isla esta infamia, estando él en España, fué presa Machalda su mujer con sus hijos, y mandáron los poner en el castillo de Mecina por el mes de febrero pasado. Despues siendo ya entrado el ejército de Francia en Cataluña, fué tomado un correo con letras de Alaimo, las cuales escribia al rey de Francia, y pedia que se le diese seguro para él y dos sobrinos suyos que allí tenia, llamados Juan de Mazarino, y Dinolfo de Mineo, para que pudiesen seguramente pasarse á su servicio, ofreciendo que con solas diez galeras armadas que le mandase dar reduciria la isla de Sicilia á su obediencia. Cuando tuvo desto noticia el rey usó de una notable clemencia, y mandó llamar ante sí al maestre justicier en su cámara, y estando solos le reveló los avisos que tenia, y le mostró sus letras, y le dijo, que confiaba tanto en las mercedes y beneficios que le habia hecho, que no podia persuadirse, sino que todo aquello era fingido por sus émulos y enemigos, y advirtióle que de allí adelante conservase mas cautamente su fidelidad, sin nota de infamia ni sospecha della. Pasado esto, partiéndose un dia de Barcelona Alaimo, Ramon Marquet, en cuya casa posaba, reconociendo á caso el aposento de su huésped, descubrió en cierta estancia tierra movediza, que de reciente se habia cavado, y mandando reconocer lo que era, hallaron un cuerpo enterrado con sus vestiduras, y averiguóse ser de un secretario del maestre justicier que llamaban Gracian de Nicosia, que fué el ministro que intervino en estos tratos, y el que escribió las cartas que fueron llevadas al rey, y siendo avisado el rey de este caso, mandó prender al justicier y á sus sobrinos y familiares, y preguntado Alaimo donde estaba su secretario, respondió que se habia ido sin su licencia á Sicilia, y puestos los sobrinos á cuestion de tormento, declararon el hecho como pasaba, y mandólos poner el rey en buena custodia, y fué llevado Alaimo al castillo de Siurana.

juntarse con la armada del rey de Aragon, y dieron nueva al almirante de las galeras de Francia y juntándose con las galeras de Cataluña por la órden que el rey les dió, mandó el almirante que diez y ocho galeras tomasen la parte de la tierra. Halláronse juntas á la primera guarda las dos armadas, y apellidando los nuestros Aragon, acometieron las galeras de Francia, y comenzándose entre ellos la batalla, los franceses con ardid, por desordenar á los nuestros, y que no fuesen conocidos, tomaron el mismo apellido, y cuando

apellidaban Aragon, de suerte que siendo de noche todo estaba lleno de muy confuso tumulto, y no se podia distinguir cuáles fuesen las galeras del rey de Aragon, ó las francesas. El almirante habia mandado encender un farol en cada galera, y los franceses hicieron en las suyas aquello mismo, y hallándose entremezclados los unos entre los otros, comenzóse entre ellos á herir la batalla muy bravamente. La galera del almirante embistió por el costado una galera proenzal, y llevóle todos los remos de una banda, y no quedó balleste ro ni galeote que no fuese á la mar, y como era muy conocida la ventaja que los nuestros tenian, y las galeras del almirante hubiesen aferrado con las de los enemigos, los franceses fueron perdiendo del todo el ánimo por el grande daño que en ellos hacia la ballestería. Al principio de la batalla, doce de las galeras francesas de las que tenia Enrique, por la oscuridad de la noche se salieron de la batalla, y siguieron la via de Rosas, y las otras trece fueron ganadas por los nuestros y en ellas quedó preso el almirante Juan de Escoto y murieron mas de cuatro mil hombres segun parece en una carta que el rey escribe desta jornada. Reconociendo el almirante, que se le habian escapado las doce galeras, quiso seguirlas, mas como era de noche, detúvose hasta otro dia, y mandó pasar las armas y gente de sus galeras, á las que habia ganado, que eran mas nuevas que las suyas y mandó llevar las que él dejó á Barcelona, y por gran fortuna y temporal que se levantó, faltó poco de perderse en aquella playa, y algunas se escaparon al cabo de Llobregat, y las otras corrieron al puerto de Salou. Otro dia el almirante con gran ira, mandó ejecutar en los enemigos, en venganza de las crueldades que los franceses hicieron en la entrada de Rosellon y Cataluña, nuevos géneros de tormentos, mas crueles y terribles que la misma muerte, y mandó sacar los ojos á doscientos y sesenta hombres, que no estaban heridos, y enviólos al real del rey de Francia, y fué esta fiereza muy notada en este capitan. Estuvo nuestra armada en aquel lugar donde fué la batalla aquel dia, y de allí corrió la costa hasta el Grao de Narbona, en seguimiento de las doce

CAP. LXVIII. De la batalla que tuvo por mar el almi- | siguieron, hasta que fué de noche, y pasaron hasta rante Roger de Lauria, con la armada mayor del rey de Francia, en la cual fueron vencidos los franceses. Estuvo el almirante Roger de Lauria sobre la ciudad de Taranto, y en la conquista de aquel principado, que restaba de reducirse en la provincia de Calabria, con cuarenta galeras hasta el mes de junio deste año, y púsola en tan gran estrecho, y combatiola tan bravamente, que los de dentro fueron vencidos y entrados por fuerza de armas à quince de junio. Fué puesta la ciudad á saco, y dejó en ella guarnicion, con la cual redujo á la obediencia del rey la mayor parte de aquellos catalanes decian el suyo, los proenzales tras ellos principado que solo restaba de la provincia de Calabria. Salió el almirante del puerto de Taranto despues de la fiesta de la Asuncion con treinta y seis galeras, y navegando la via de Berbería, discurrió por toda aquella costa, é hizo su viaje para Cataluña con tan buen tiempo, que arribó á la playa de Barcelona á veinte y siete de setiembre. Sabida por el rey su llegada, dejando todos los otros hechos y negocios de la frontera, con grande priesa y diligencia caminando todo el dia y la noche, se vino á Barcelona con solos tres caballeros por comunicar con el almirante, lo que se debia hacer, y despues de haber tomado refresco, reparando la chusma y reforzándose de soldados y marineros, tuvo aviso que la armada de Francia venia la via de Barcelona. Fué así, que Juan Escoto almirante de la armada francesa, y Enrique de Mar genovés, y tambien almirante de aquella armada, que era de cincuenta y cinco galeras, tomaron las cuarenta con propósito de venir la vuelta de Barcelona, á donde el reyFilipo pensaba pasar por tierra con su ejército, cuando fuese entregada Girona, para reducir á su obediencia todo el resto del principado de Cataluña, y las otras quince galeras de la armada francesa, quedaban en Rosas en guarda y defensa de aquella costa, y de los lugares del Ampurdan. Cuando el almirante arribó en la playa de Barcelona, diez galeras de Cataluña habian salido para tomar lengua de los enemigos, y Ramon Marquet, y Berenguer Mayol habian ido con ellas la via de Palamós, y pasando adelante hasta llegar á San Pol cerca del cual estaba la armada francesa, teniendo allí aviso della, se volvieron á Palamós, con propósito de esperar allí, hasta que se les ofreciese tal ocasion, que pudiesen hacer algun buen efecto, porque sus galeras estaban despalmadas y eran muy lijeras y mejor armadas, y no temian á los enemigos, y por toda la costa tenian puestas atalayas, y luego tenian noticia de lo que la armada hacia. Los franceses teniendo aviso destas diez galeras, escogieron veinte y cinco entre las otras armadas de la mejor gente y mas plática, y de buenos marineros, y con ellas hicieron vela la via de San Pol de la marina, no sabiendo cosa alguna de la armada de Sicilia, ni que hubiese arribado á la playa de Bar-galeras que se les habian escapado, y volvióse al puerto celona. Estaba la armada de Francia en el cabo de San de Cadaqués, que era del conde de Ampurias, y estaFeliu el primero de octubre, y el almirante que tuvo ba por el rey de Francia, y los de el castillo se le rinaviso desto, salió con sus galeras aquella noche, ha- | dieron, y tomó allí una nao cargada del duque de ciéndose á lo largo y pasó tan adelante, que dejó la Brabante en la cual se halló gran suma de dinero, que armada de Francia atrás. El dia siguiente que el almi- se traia para la paga del ejército, y fueron tomados rante se hizo a la vela, llegaron cuatro galeras de la ar- otros dos leños, que estaban allí cargados. Estando el mada de Sicilia, que quedaban rezagadas, cuyo capi- almirante en aquel puerto de Cadaqués, el conde de tan era un caballero catalan del linaje de Montoliu, y Fox y Ramon Roger de Pallás por orden del rey de sin dejar salir á ninguno á tierra, teniendo licencia Francia, siendo asegurados, fuéron á tratar que del rey, fué en seguimiento del almirante, y navegan- guardase lo asentado en la tregua, hasta cumplirse los do las cuatro galeras junto á tierra, llegaron al cabo de treinta dias, dentro de los cuales se debia entrar á Giuna montaña, de donde descubrieron las galeras fran- rona, pero el almirante respondió, que no se incluia cesas, y las cuatro galeras se pusieron en huida, y las él en aquella tregua, ni la armada de mar.

TOMO IV.

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entónces dos mil de caballo y cuatro mil peones del
ejército francés de noche con ardid de entrar en Besa-
lú, pero estando muy apercibido Asberto de Mediona
salió contra ellos con ochenta de caballo y con dos
mil peones, y recelando los enemigos de ser encerra-
dos de las gentes de las fronteras, siendo sentidos, se re-
tiraron y recibieron daño de la gente que habia salido
de Besalú al paso de un arroyo que estaba junto de
aquella villa. Entretanto, se iban levantando los fran-
ceses de los lugares en que estaban alojados, é íbanse
recogiendo hácia Castellon de Ampurias, donde el rey
de Francia estaba, y sacáronle en una litera con otros
muchos caballeros que estaban muy dolientes, y los lle-
vaban de aquella suerte en andas. Fuéron de esta guisa
con todo el cuerpo del ejército hasta Vilanova, que
está en la vega de Peralada, y llevaban tanta ansia de
pasar los montes, que iban dejando por todos los luga-
res por donde pasaba el ejército grande fardaje, y toda
la hacienda de mayor precio y valor, no curando sino
de salvar las personas, y detúvose el rey de Francia
en Vilanova algunos dias, por ir enfermo de dolencia
mortal. Escribe Aclot, que fué fama pública, la cual
tambien se confirmaba por uno de los autores antiguos
de las cosas de Sicilia, que el rey de Navarra envió á de-
cir al rey de Aragon su tio, que el rey su padre estaba
para morir, y no podia escapar de aquella dolencia, y
que teniendo deliberacion de salir de Cataluña con toda
su gente, le rogaba y requeria por quien él era y por su
gran cortesía, que no le impidiese el paso, y le asegurase
á él y á todos los suyos, pues le dejaban desembaraza-
da la tierra. A esto dice Aclot, que respondió el rey
como príncipe de gran valor, que él aseguraria á su
sobrino, como á príncipe que merecia ser honrado, y
por su respeto á todos los suyos, por sí y por los caba-
lleros que con él estaban, pero que no seria parte, que
los almogáraves y la otra gente desmandada que esta-
ba por aquella sierra, no hiciesen el mal que pudiesen
y que en aquel caso no le obedecerian, y así se entien-
de que se hizo toda diligencia por ellos por hacer el da-
ño posible á los franceses. Otro dia envió el rey de
Navarra delante cuatro mil de caballo, para asegurar
el paso, y partieron de Vilanova, y repararon en Jun-
quera, y en aquella sazon el rey de Aragon con toda
su gente estaba muy cerca en la sierra á un lado de
los enemigos, y cuando ellos hacian alto, él reparaba
con los suyos. Aquel dia quedó el ejército francés en
Junquera y el rey de Aragon se puso en un cerrillo
muy cerca, donde habló con los suyos, y les hizo un
grande razonamiento, agradeciéndoles los trabajos y
fatigas que en aquella guerra habiau padecido, repre-
sentándoles la perdicion y miseria de sus contrarios,
que poco antes tenian tanta soberbia y estimaban en
tan poco todas las fuerzas que se le podian poner de-
lante, concluyendo su plática, que harta venganza
tenian de sus enemigos, pues iban castigados de su
soberbia, y así les rogaba, que hubiesen misericordia
dellos, como nuestro Señor la habia mostrado en sus
cosas, y porque don Ramon de Moncada, que era
de muy anciana edad, y fué uno de los señalados ca-

CAP. LXIX.-Que la ciudad de Girona se entregó al rey de Francia, y se levantó el campo francés, y se volvió á Rosellon, y de la muerte del rey de Francia. Estaba en este tiempo el rey de Francia muy doliente en Castellon de Ampurias, á donde se habia retirado por la infeccion del aire, y entretanto cumplidos los veinte dias de la tregua, dentro de los otros tres dias por orden del vizconde de Cardona, salieron los dolientes que habia en Girona, y todos aquellos que no podian tomar armas. Despues salió él con los suyos bien armados y en órdeu de batalla, con sus pendones tendidos, y vínose á un lugar de la órden de San Juan llamado San Saloni, que está en el camino de Girona, y dista de Barcelona ocho leguas, á donde el rey de Aragon estaba. Tras esto se entregó Girona al rey de Navarra, y entró gran parte del ejército dentro, y usaron contra algunos vecinos que allí habian quedado, de extraños é increibles géneros de crueldades é insolencias, violando y profanando las iglesias y sepulcro desan Narciso, patron de aquella ciudad, en el cual todos los de la tierra tienen gran devocion, y le despojaron las preseas y joyas, y segun cuenta uno de los autores sicilianos antiguos, le arrastraron, y así pareció suceder el castigo éira de Dios, porque murieron en breve tiempo de pestilencia, mas de cuarenta mil franceses. Fué este caso tan estraño y maravilloso, que se tuvo muy cierto y constante, que del sepulcro de aquel glorioso santo se vieron salir innumerables enjambres de tábanos y moscas, de muy diferente talla y figura, que eran tan grandes como una bellota, segun Aclot dice, y herian y emponzoñaban de tal manera los caballos y gente del rey de Francia, que caian luego muertos, y fué tan grande el número de los caballos que desta manera murieron, que afirma el mismo autor ser muertos cuatro mil de precio, y de otros veinte mil, y creo que se limita harto en el número, porque una carta que el rey don Pedro escribió al rey don Sancho, en que le avisa del suceso desta guerra, afirma haber muerto cuarenta mil caballos, de donde se puede conjeturar el poderío y grande número de las gentes que en aquel ejército entraron en Cataluña. Sabido por el rey, que el ejército del rey de Francia se retiraba al Ampurdan, y que se dejaron en la ciudad doscientos de caballo y cinco mil de pié, cuyo general era Eustaquio senescal de Tolosa, á quien se dió cargo de la guarda de aquel lugar, con su gente de caballo y con los almogáraves, y con la otra gente de guerra mas escogida se fué á Darnils, con propósito de ir por la montaña al collado de Panizas, por hacer daño en aquel paso á los enemigos. En Darnils mandó hacer alarde un miércoles á veinte y seis de setiembre, y moviendo de allí, siguió el camino de la montaña para el monasterio de Bañuls, y los vecinos de aquel lugar le entregaron, y fueron allí presos ciento y veinte franceses. Pasando adelante llegó á un lugar de la sierra á tres leguas de la cumbre de Panizas, á donde aguardó la otra parte de su ejército. En este medio iban de cada dia faltando los bastimentos al ejército francés, y las gentes dél estaban en tanta extrema necesidad que les faltaba ya el ánimo, junta-balleros de sus tiempos, por la costumbre de Cataluña mente con las fuerzas, y fue necesario que el rey de Navarra y los capitanes del ejército proveyesen, que por los confines de Rosellon acudiese la gente que allí habia de guerra á tomar los pasos y asegurarlos por aquella parte, y algunas compañías de Narbona y Tolosa se subieron á Montcánigo y se apoderaron de los montes que están entre Rosellon y Cataluña. Llegaron

decia, que debia, siendo él senescal, ir en la avanguarda, en cualquier hecho de armas que hubiese dentro del principado, el rey holgó dello, y pidióle que llevase por compañero un rico hombre de Aragon, porque en aquel trance queria que catalanes y aragoneses fuesen iguales, y holgó dello, aunque por la usanza de Cataluña pretendia que debia ir solo, siendo la guerra dentro della. El

llano del Ampurdan contra Castellon de Ampurias, que estaba por los franceses, y acogiéronle luego dentro y rindiéronle la fuerza y castillo, y él los recibió á su merced, y sin detenerse, se le dieron los de Torrella de Mongriu, y todos los otros lugares del Ampurdan, casi á vista y en presencia de los enemigos. Desde allí envió un rey de armas á Girona, para que requiriese al senescal de Tolosa, que se saliese con los suyos, y le entregase aquella ciudad, y visto el mal aparejo que habia de ser socorrido, concertóse, que si dentro de veinte dias no se le enviase tal socorro, que con él pudiese defender aquella ciudad, pasado el plazo la rindiese con los caballos y armas que dentro habia. Fué aceptado este partido por el rey, y partióse para Barcelona, y entró en ella á doce de octubre, de donde escribió á los reyes y príncipes sus confederados, las victorias que habia alcanzado de sus enemigos, y de su destrozo y estrago, y la pérdida é

rey ordenó la gente de caballo sin moverse de allí, cuanto daba lugar la aspereza del monte, y estuvieron en él aquella noche sin tomar los caballeros ningun refresco, y no se querian mover de allí algunos porque no se les pasasen los franceses sin reencuentro ó algun hecho notable. Otro dia domingo que fué el último del mes de setiembre, los franceses movieron con su ejército, que estaba en el llano bajo de Junquera, y comenzaron á subir algunos el monte de Paniza arriba, y los almogáraves y gente de pié, contra la órden y mandamiento del rey, tomaron lo alto del paso sin que pudiesen ser detenidos. Iba el rey por la sierra con toda su caballería, al lado de los franceses, sin dar lugar que se desmandasen los de caballo, mas los almogáraves, sin querer acaudillarse ni detenerse, dieron en ellos y comenzaron á pelear y hacer daño en los de caballo, que por aquella ladera de monte no podian arremeter ni romper, pero la mayor parte de la almogaravería fué á dar en la retaguar-increible daño que aquel ejército habia padecido. En da para robar el bagaje. Con este rebato, y con otro los detuvieron casi todo el dia, acometiendo por todas partes, de tal suerte, que no pudieron caminar sino | desde la Junquera basta el collado de Panizas, que era camino de media legua, y reparó la mayor parte del ejército, á la subida del collado, porque los que fueron delante por descubrir los pasos, reconocieron, que desde lo mas alto de la montaña, tenian tomado el paso los del rey de Aragon, como se estiende hácia la mar, por donde subió gente de las galeras del almirante, y se apoderaron del monte por toda aquella ladera é hicieron mucho daño en la gente que pasó adelante. Estuvieron aquella noche desta manera, de ambas partes, y al otro dia, que fué el primero de octubre, algunas compañías de caballo desmandadas, acometieron la retaguarda, y como gente vencida, y que dejaba el campo, ballaron en ellos muy poca resistencia. Mas acudiendo á socorrer en aquella necesidad los que habian tomado la delantera, pasó el es cuadron en que iba el rey de Francia, y con él el rey de Navarra, y las andas en que llevaban los enfermos y todo el camino estaba lleno de los heridos y muertos, y fué el despojo que los almogáraves allí hubieron de increible precio. Habiendo pasado desta manera la gente francesa la montaña, entraron en Perpiñan, y otro dia murió en aquella villa el rey de Francia, segun Bernardo Aclot refiere, y con este autor conforman los historiadores italianos y franceses, que escriben haber muerto en Perpiñan, puesto que el mismo Aclot escribe, que algunos dijeron, que murió en Castellon de Ampurias, y otros en Vilanova, junto á Peralada, y otros que falleció en la misma litera en que iba al pasar de la montaña, y tiene por mas verdadera la primera opinion. Montaner dice, que falleció en un albergue de un caballero, que se decia en Sort de Vilanova, que está al pié de Pujamilot, junto á Vilanova, mas en cualquier lugar que fuese, su fin y muerte fué muy miserable, considerando la entrada que hizo con tan poderoso ejército, y la salida.

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aquella misma sazon, don Jimeno de Urrea, don Lope Ferrench de Luna y don Artal, y don Rui Jimenez de Luna, y Diego Perez de Escoron, que estaban, como dicho es, con gente de pié y caballo en la frontera de Albarracin contra don Juan, entraron á correr tierra de Molina, y fueron en busca de don Juan, y de su gente, y hubo entre ellos un gran reencuentro, en el cual la gente de don Juan fué desbaratada y vencida, y él se escapó por gran ventura con harto peligro, y fueron siguiendo el alcance, é hicieron de aquella entrada mucho daño por los lugares de su comarca, que seguian la voz de don Juan. Retrayéndose para Albarracin, como la gente de pié viniese desmandada, y sin orden, ni concierto alguno, los de Molina, y de sus aldeas salieron contra ellos, y mataron muchos, y les tomaron la presa que traían, teniendo todos guerra contra don Juan, y no se recelando de los de Molina, porque la guerra se hacia contra las gentes y vasallos, que estaban en la obediencia de don Juan, y Molina era de doña Blanca, que fué hija del infante don Alonso hermano del rey don Fernando, que casó con la señora de Molina, y esta doña Blanca fué mujer do don Alonso hijo bastardo del rey don Alonso. Por esta causa los consejos de Albarracin, Teruel y Daroca desafiaron á los de Molina, y á los otros lugares de aquellas fronteras.

CAP. LXXI.-De la armada que el rey mandó aparejar, para que se apoderase de la isla de Mallorca, y de lu muerte del rey.

Siendo echados los franceses de Cataluña, de nin-guna cosa tuvo el rey mas principal cuidado que de la venganza y castigo que debia tomar del rey don Jaime su hermano, y propuso de hacerle luego guerra, pues le habia sido rebelde contra el deudo de naturaleza, y en ofensa del señorío que sobre él tenia, habiendo sido el principal instrumento y causa de la entrada de sus enemigos, y del daño que el principado de Cataluña habia recibido, pudiéndose defender ambos reyes en Rosellon, si estuvieran concordes, y amparar aquel condado, que no hubiera recibido con grande parte el daño y estrago de la guerra de los franceses, como se padeció habiéndolos recogido con la paz con que entraron. Por esta causa á la misma sazon que los franceses ocuparon á Rosellon, y se apoderaron de las principales fuerzas dél, envió el rey de Aragon un caballero de su casa, llamado Berenguer de Vilalta á Mallorca, y trató con Ponce Zagardia, que era goberna

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