Imágenes de página
PDF
ePub

mandaria poner en el castillo de Monzon veinte mil maravedis de oro, para que se empleasen en heredamientos, á voluntad del rey y del vizconde, mas este matrimonio no hubo efecto: y despues doña Guillelma casó con el infante don Pedro, hijo del rey don Pedro de Aragon.

CAP. LXXVIII. ·De la victoria que Carlos rey de Sicilia tuvo de Conradino, y de la sentencia de muerte que se ejecutó contra aquel principe.

Despues que el rey Manfredo fué vencido y muerto en la batalla de Benevento, como se ha referido, Conradino hijo del rey Conrado, que estaba en Alemania siendo favorecido de los príncipes del imperio, propuso de pasar á Italia contra el rey Carlos en prosecucion del derecho que tenia á la sucesion del reino de Sicilia y con diversas embajadas procuró de conmover á los príncipes cristianos pubicando que los sumos pontifices sin considerar el agravio que en ello se hacia al legítimo sucesor, buscaron señor extraño, á quien dieron investidura de lo que no le podia ser quitado. Moviéronse muchos príncipes de Alemania, allende de los gibelinos de Lombardía y Toscana, para seguir á Conradino: y entre otros fué el infante don Enrique, hermano del rey de Castilla que era muy propincuo en sangre á la casa de Suevia, por parte de la reina doña Beatriz su madre, hija de Filipo, tio del emperador Federico. Era el infante de su condicion hombre vario y bullicioso: y el rey de Castilla su hermano tuvo sospecha, que traia algunas pláticas en su deservicio con los ricos hombres del reino y estando en Lebrija envió para prenderle y pasóse á Cádiz, de donde se fué en una nave para el reino de Valencia y no se asegurando del rey don Jaime, ni queriéndole dar lugar, que estuviese en su reino, sin concordarse con el rey de Castilla su hermano, pasóse al reino de Túnez. De allí recelándose dél los moros, y él teniendo poca seguridad en ellos, se fué para Carlos, rey de Sicilia, que era su tio, primo hermano del rey don Fernando su padre, que poco antes se habia apoderado de las provincias de Capua, Pulla y Calabria, y del reino de Sicilia: y le habia becho el papa Clemente vicario del imperio en Toscana, del cual fue muy bien recibido: y con su intercesion y favor alcanzó del pontífice la dignidad de senador de Roma: y con este cargo procuró de ganar la gracia y amor de muchos señores y caballeros romanos. Pero siendo inconstante, y naturalmente maligno, perseveró poco en la amistad del rey Carlos su tio. Despues con cierta ocasion, segun Bernardo Aclot y otros autores extranjeros cuentan, por haberse aprovechado el rey Carlos de gran suma de dinero que le habia prestado para pagar sus deudas, y no se le restituyendo al término señalado, determinó de vengarse dél, y púdolo hacer, confederándose con Conradino. Con esta ocasion el infante solicitaba á los del bando gibelino y á los príncipes alemanes, para que Conradino apresurase su ida á Italia, á donde tenia ganadas las voluntades de muchos príncipes. El cargo de vicario y conservador de la paz de Toscana, que se dió por el papa Clemente al rey Carlos, fué con color de estar vaco el imperio, cuya conservacion decia que tocaba al sumo pontifice para que estuviese en estado pacífico: y como la parte imperial siguiese la causa de Conradino y la defendiese, y le llamasen rey de Sicilia, y se enviasen diversas letras en su nombre, solicitando y conmoviendo los pueblos de Toscana, y todos los rebeldes del reino se re

cogiesen en aquella provincia, el rey Carlos envió diversas compañías de gente de armas en defensa de los pueblos que seguían su opinion: y á su pedimiento el papa le dió poder de general pacificador y conservador de aquella provincia, que los mantuviese en paz y justicia, con esta condicion, que si aconteciese reinar emperador y rey de romanos, aprobado por la sede apostólica, dentro de un mes dejase el oficio, so pena de excomunion que promulgó contra su persona, y de entredicho en todas las tierras de su señorio. Este poder se le dió por el .papa, estando en Viterbo, á cuatro dias del mes de junio del tercer año de su pontificado: y ya antes le habian recibido pacíficamente todos los florentines y poco despues se pusieron en su obediencia todas las ciudades de Luca, Pistoya y Prado y otros pueblos, y con esta ocasion el rey Carlos se entremetió en las cosas de Toscana, que estaba sujeta al imperio, y se le dió comision para entender en algunos cargos de Lombardía, y se hizo protector de la parte que no era de la aficion del imperio. Cuyo ejemplo siguieron los reyes de Nápoles sus sucesores: y fué esto un gran estorbo para la empresa de Conradino: y en gran ofensa y diminucion de la parte imperial de aquellas provincias de Lombardía y Toscana. Entré Conradino en Italia, llevando consigo al duque de Austria su primo: y con el favor de veroneses pasó á la ribera de Génova, y con la armada de pisanos que tuvo en su ayuda, se fué à Pisa, á donde se ajuntaron con él gran número de gentes de Romanía y Lombardía, y el conde Guido de Montefieltro. Por otra parte el infante don Fadrique, hermano del infante don Enrique, pasó á Sicilia con una buena armada: y brevemente fué aquella isla por él reducida á la voluntad y opinion de Conradino, excepto las ciudades de Palermo, Zaragoza y Mecina: y esto no fué muy difícil de acabar, porque naturalmente aborrecian los sicilianos el señorío de los franceses. Poco antes de la ida del infante, un caballero napolitano llamado Conrado de Capici, criado del rey Manfredo, habia pasado á Sicilia; y con algunos capitanes de la opinion de los gibelinos, que huian del señorío de Carlos, cobró muchos lugares y túvolos por Conradino. En este medio el ejército que Conradino llevaba, pasó á Sena, y de allí fué por el llano de Viterbo, no curando de las amonestaciones del papa, que le exhortaba, que so pena de excomunion desistiese de aquella empresa. Estaba la mayor parte de Roma puesta en armas, y casi toda Toscana en favor de Conradino, y ya el papa por esta novedad antes desta entrada, con color, como está dicho, que estaba el imperio vacante, y que tocaba á la sede apostólica procurar la paz universal de Italia, nombró por conservador general della á Carlos, en todos los lugares sujetos al imperio: porque los mas se habian declarado por Conradino, y le llamaban rey de Sicilia. En la misma sazon se rebeló contra Carlos la mayor parte de Pulla, Basilicata y Capitanata, tomando muchos barones del reino la voz de Conradino. Entonces salió Carlos á los campos de Pelenta contra sus enemigos: y estuvieron ambos ejércitos junto à un rio que los partia: y al segundo dia hubo entre ellos una muy fiera y sangrienta batalla, en la cual murieron la mayor parte de los tudescos, y volviendo las espaldas los que quedaron en el campo, fueron seguidos por los bosques y montes circunvecinos: é hízose gran estrago en ellos, con mayor pérdida y daño que se recibió en la batalla de Benevento. Esta batalla fué á veinte y tres de agosto, del año de mil

[ocr errors]

CAP. LXXIX. De la muerte de Juana condesa de Tolosa.

Estuvo el rey, por lo mas fuerte del estío del año de mil doscientos y setenta y uno en Torrellas, lugar de gran deleite y frescura á las faldas de Moncayo, y con algunos pocos caballeros de su casa, que eran Oliver de Turmen, Guillen de Pueyo, Armengol Durg, Bernardo Guillen de Entenza, Jofre de Cruillas atendia á cosas de su deporte, viéndose mas desembarazado y libre de novedades, aunque no pasaron1 muchos dias que se movió gran disension y contienda entre sus mismos hijos. En este tiempo fray Andrés de Albalate, obispo de Valencia, que era natural deste reino, y muy notable prelado, fundó en su diócesi á vista de aquella ciudad, en el término que decían de Luyllen, un monasterio de la orden de Cartuja, que florecia en gran devocion en toda la cristiandad, y llamose aquel convento Porta Celi, y es de los mas antiguos que se fundaron en estas partes. Por el mes de agosto del mismo año del nacimiento de Jesucristo de mil doscientos y setenta y uno fallecieron don Alonso conde de Tolosa, y de Putiers, hermano del santorey Luis de Francia, y la condesa Juana su mujer sin dejar hijos, y el condado de Tolosa y otros estados quedaron al rey Filipo de Francia, en virtud de la concordia que se tomó entre el rey Luis, y el conde don Ramon de Tolosa, padre de doña Juana, de que arriba se hace mencion. Mandose enterrar la condesa en un monasterio de monjas de Santa María de Garfius, en la diócesi de París, de la órden de san Agustin, de los frailes de San Victor, que ella y el conde su marido habian fundado. Dejó á Galceranda hija de Amalrico, vizconde de Narbona su primo, el castillo y villa de la isla de Navefin, y á otra hija del vizconde, que se Hamaba Margarita, que habia sido mujer de Arnaldo Aton vizconde de Leomania, la ciudad de Cavillon para ella y sus sucesores, y á otro hijo clérigo del vizconde de Narbona otro castillo, y á Carlos rey de Sicilia y conde de la Proenza y de Angeus, y á sus hijos, y de la reina doña Beatriz su prima, hija de don Ramon Berenguer conde de la Proenza, toda la tierra y condado de Venejini, que es el estado y señorío de Aviñon. En todos los otros estados y tierras, de que podia disponer, que eran los obispados Agennense, Cahors, Albi y Rodes, instituyó por heredera universal á Filipa su sobrina, hija del vizconde Ar

y doscientos y sesenta y ocho, de la cual se escapó el infante don Enrique, y se recogió á Montecasino, donde le tuvieron algunos dias encubierto: y el abad despues lo entregó á Carlos, y por su mandado fué llevado á Canosa, donde estuvo mucho tiempo en prision. Conradino y el duque de Austria, con algunos caballeros que salieron de la batalla, siguieron la ribera del mar junto al bosque de Austra, y queriendose meter en una barca para ir á Sena, fueron por sospecha presos, y por mandado del señor de aquel lugar se llevaron á poder de sus enemigos. A cabo de algunos dias fué condenado á muerte Conradino por cruel y fiera sentencia que mandó pronunciar el rey Carlos contra él, y fué degollado en la plaza de la ciudad de Nápoles con público pregon, por haber turbado la paz de la Iglesia, y usurpado el titulo de rey, y haber querido ocupar el reino. Ejecutóse la misma justicia en la persona del duque de | Austria, siendo ambos mozos é inocentes; y con ellos, segun Vilano escribe, fueron degollados el conde Galvan, y el conde Gerardo de Donoratico de Pisa, y otros señores. Escribe el papa Pio una cosa bien extraña, que pronunciada la sentencia, y las causas de la pronunciacion, dijo Conradino, hablando en latin, que él no habia querido ofender á la Iglesia, salvo cobrar el reino que le pertenecia, que injusta y tiránicamente se le habia usurpado, y que confiaba, que alguno de su linaje y sangre no dejaria de vengar su muerte; y dichas estas palabras sacó un guante de la mano, y lo arrojó al pueblo, como en señal de investidura, diciendo, que dejaba heredero á don Fadrique de Castilla, hijo de su tia, y que aquel guante, fué á poder de un caballero, que despues lo dió al rey don Pedro de Aragon, que fué el gran vengador de aquellas injurias. Habida la victoria de Conradino envió luego Carlos al conde Guido de Monforte, y á Filipo de Monforte su hermano, y á Guillen de Belmonte y Guillen Estendardo, con sus galeras y armada y con la mejor parte de su ejército á Sicilia, para cobrar los lugares que se le habian rebelado. A la hora que aquella armada llegó á Sicilia, sabida la nueva que los franceses quedaron vencedores, y Conradino preso, todas las ciudades y castillos se rindieron; y quedó toda la isla debajo del yugo francés, sin contradiccion alguna, y todo lo restante del reino, en tierra firme, pacíficamente sujeto al rey Carlos, el cual dió grandes estados á los que en su conquista le sirvieron; entre los cuales se señalaron cuatro caballeros, á quien dió título de condes. Estos, fuerou Gualtet de Brena, condenaldo Aton, y de Margarita su mujer que estaba casade Lechia, Roger de Sanseverino conde de Marzano, muy señalado y valiente caballero, Pedro Ruso conde de Catanzaro, y Beltran de Baucio, conde de Avellino. Este desastrado fin tuvo Conradino, en el cual se acabó la casa y linaje de Suevia, que descendía de los Clodoveos, y Carlos de Francia, y de los emperadores de la casa de Baviera. Mas parecia esta venganza que Carlos tomó de Conradino, á todas las naciones, de hombre bárbaro y fiero, y fue muy condenada de todas gentes; acordándose, que los enemigos de la fé habian usado con él y con el rey de Francia su hermano, cuando estuvieron presos en Egipto, de gran piedad y clemencia, poniéndoles en su libertad; y así permitió nuestro Señor, que perdiosa gran parte del reino, con la isla de Sicilia, y viese á su hijo primogénito en poder de sus enemigos.

TOMO IV.

[ocr errors]

da con Archimbaudo conde de Pieregorc, y diole todo el derecho que pretendía en lo que ella el conde de Tolosa su padre habian adquirido. Pero el infante don Pedro fue requerido por los de Tolosa, que se apoderase del señorío de aquel condado, y él hizo un gran apercebimiento para esta empresa. Tenia ya á punto la mayor parte de la caballería deste reino, y la mas escogida gente de guerra dél, y habia deliberado ir de manera, que aunque el rey de Francia saliese en persona á la defensa de aquel estado, le pudiese salir á dar la batalla con confianza de la gente de la tierra, y una de las principales causas que parecia incitarle á un hecho tan grande como este, era por tener en su amparo aquel estado, cuyos señores en lo antiguo fueron tan aliados y deudos de los reyes de Aragon, y por cuya defensa habia sido muerto el rey don Pedro su abuelo, que fué uno de los mas valerosos príncipes que hubo en sus tiempos. Estando ya para hacer su entrada en Francia el rey le mandó, que desistise de

25

aquella empresa, afirmando, que si él entendiera que aquel viaje habia de ser para su honra, y provecho, él le favoreceria en él, pero porque veia, que no se podria efectuar aquello, por esta causa le desplacía, y le era muy grave, que se emprendiese tal cosa. Persistiendo el infante en su propósito, estando el rey en Zaragoza á quince del mes de octubre deste año, requirió á los ricos hombres del reino, que no fuésen con él, ni le valiesen en aquella jornada, y así le dejaron don Fernan Sanchez, y don Pedro Fernandez sus hermanos, y los ricos hombres de quien hacia mayor confianza, que eran don García Ortiz de Azagra, don Bernardo Guillen de Entenza, don Jimeno de Urrea, don Ferriz de Lizana, don Pedro Martinez de Luna, don Atho de Foces, don Fortuño de Vergua de Pueyo, y M. Guillen de Pueyo, don García Romeu, don Blasco de Alagon, don Lope Ferrenche de Luna, y Artal Duerta. Lo mismo se mandó á las ciudades y villas del reino, y á Pelegrin Baldovin, Blasco Perez de Azlor, Blasco Jimenez de Ayerve, y á otros caballeros. Así fué forzado al infante desistir de la empresa de Tolosa.

[ocr errors]

goneses que todavía proseguian su querella, pretendiendo que el rey los tenia desaforados, y los habia desheredado ocupándoles los lugares que tenian en honor, y sobre esto recibieron homenajes los unos de los otros, y se comenzaron de alborotar en forma de guerra. Cuando pasó aquel caso en Burriana, don Fernan Sanchez dió aviso al rey suplicándole que le defendiese de toda injuria, y le asegurase del peligro de la muerte, pues lo podia hacer, mandando castigar á los ministros de aquel delito, porque si su enemigo sucediese en el reino en vida de su padre, como de→ cia don Fernan Sanchez que lo procuraba, no seria despues poderoso de vengar su muerte, y ninguna esperanza le quedaba, si otra persona que no fuese la suya hubiese de conocer de aquel hecho, en el cual, aunque su hermano en amor le fuese preferido, no lo debia ser con tanto peligro de su vida, y que considerase lo que habia de ser despues que le hubiese sucedido en el reino, cuando entonces mostraba que no podia ser su odio mitigado, sino con derramar su sangre. Pues era príncipe justo y clemente, mandase hacer castigo ejemplar de tan grave CAP. LXXX.-De la guerra que se movió entre el infan- insulto, como se habia contra él cometido en su prete don Pedro y don Fernan Sanchez su hermano. sencia. Entendiendo el rey la discordia que entre sus En Zaragoza á veinte del mes de octubre deste año hijos habia, y la division de los ricos hombres, de mil doscientos setenta y uno, mandó ayuntar el rey que se esperaba grande alteracion y escándalo en su á los ricos hombres de Aragon y Cataluña para cua- reino, partió de Murviedro para Aragon y mandó al tro dias despues de la Pascua de Resurreccion, en la infante y á los ricos hombres, que fuésen á Ejea á ciudad de Huesca, por razon de los feudos que tenian, las cortes que por esta causa mandó juntar, y estando porque queria ir en persona contra don Artal de Luen aquella villa el primero del mes de marzo del año na, y comenzaron á removerse grandes novedades en de la navidad de nuestro Señor de mil doscientos setenAragon y Cataluña. La causa principal della, fué la ta y dos, hizo prohibicion al conde de Pallás y genediscordia y gran disension que hubo entre el infante ralmente á todos los barones de Cataluña, que no don Pedro y don Fernan Sanchez su hermano, contra el diesen favor ni ayuda al conde de Fox en la guerra cual el infante concibió tanto ódio, despues que volvió que en este tiempo tenía con el rey de Francia, porde la Tierra Santa, que diversas veces tentó de hacer- que con esta ocasion todos andaban puestos en arle matar. Sucedió que estando don Fernan Sauchez mas. Estando en Ejea teniendo cortes, privó de la en Burriana, le combatieron y entraron en la casa procuracion general al infante de que hasta allí habia donde moraba, hallándose el infante presente, y le an- usado, lo cual proveyó con consejo de los ricos homduvieron buscando por toda ella con las espadas ar- bres, siendo justicia de Aragon Rodrigo de Castellerancadas, y le hubieran muerto, si antes no se hu-zuelo. Antes desto, siendo citado don Artal de Luna biera salido con doña Aldonza de Urrea su mujer. Tuvo principio su enemistad, allende que don Fernan Sanchez en las alteraciones pasadas habia seguido la opinion y querella de los ricos hombres del reino contra el rey su padre, porque se dió á entender al infante, que su hermano tenia puesta grande amistad con Carlos rey de Sicilia su capital enemigo, y que de su mano habia recibido la órden de caballería, para mas obligarse en su ofensa, y refiere Aclot, autor antiguo que escribe las cosas de aquellos tiempos, que le fué persuadido que tenian trato de matarle 6 echarle de la tierra con promesa que Carlos habia hecho, que ayudaria y daria favor a don Fernan Sanchez, para que sucediese en el reino. Despues de ha-Lope Ortiz de Sentia, Jimeno de Ahe, Diego de Guerber declarado el infante su ánimo contra su hermano y que le procuraba la muerte, don Fernan Sanchez se confederó con algunos barones de Cataluña que se tenian por maltratados y agraviados del infante, porque siendo lugarteniente general, habia procedido rigurosamente contra algunas personas principales, que traian alterada la tierra y hacian mucho daño y estrago en ella, y habia mandado anegar á Guillen Ramon de Odena, hombre de gran linaje, y con el favor de don Jimeno de Urrea, suegro de don Fernan Sanchez, que era muy poderoso, siguieron á don Fernan Sanchez algunos ricos hombres y caballeros Ara.

y los caballeros de su casa, que se hallaron en lo de Zuera, como no comparecieron fué declarado por el mismo justicia de Aragon ser contumaces, y mandó que los de Zuera fuesen puestos en la posesion de los bienes de don Artal. Pero despues fué don Artal á Ejea intercediendo por él don Pedro Cornel que era su yerno, y sus amigos que suplicaron al rey que le perdonase, y con consejo de los ricos hombres de Aragon, y de muchos barones de Cataluña que alií se hallaron y de personas de letras, el rey sentenció, que don Artal por tiempo de cinco años continuos estuviese desterrado de las tierras y señoríos del rey, y los caballeros que se hallaron en aquel caso, que eran

rea y Pedro Ortiz estuviesen desterrados por tiempo
de diez años, y don Artal pagase veinte mil sueldos
jaqueses. Esta sentencia se pronunció por el rey, es-
tando en el monasterio de los frailes menores de la
villa de Ejea, á doce del mes de marzo del año de
la Navidad de mil doscientos setenta y dos, estando
presentes don Fernan Sanchez, don Bernardo Guillen
de Entenza, don Jimeno de Urrea, don Ferriz de Li-
zana,
don Pedro Martinez de Luna, don Guillen de
Pueyo, don Guillen Ramon de Moncada, don Pedro
de Moneba, don Gombal de Benavente y don Garci
Perez electo obispo de Huesca.

CAP. LXXXI.—De las cortes que el rey tuvo en la villa de Algecira, por lo acusacion que el infante don Pedro puso contra don Fernan Sanchez su hermano, y que el infante se puso en la obediencia del rey.

bres, y trataba de apremiar al infante, hasta que desistiese de la guerra que queria hacer contra su hermano, y andando el rey á caza, pasó el infante por el vado de Segairen con treinta de caballo y entróse en Corbería. Despues se juntaron á cortes el infante don Jaime, don Bernardo de Olivella, arzobispo de Tarragona, y los obispos de Barcelona, Lérida y Valencia, don García Ortiz de Azagra, don Artal de Luna, y los procuradores de los consejos de Zaragoza, Teruel, Calatayud y Lérida y otros lugares. Propuso en estas cortes el rey, el atrevimiento y desacato del infante su hijo, que habia juntado gente de guerra, acaudillándola contra su mandamiento, y bastecido todos los castillos que tenia por él, no queriendo estar á derecho con su hermano en la querella que dél tenia. Fueron por esta causa los prelados y ricos hombres que allí estaban á Corbera, para apartar al infante de la guerra que contra su padre se esperaba queria mover; y quedó con el rey don Artal de Luna, y anduvieron en esto diversos dias, tratando de partidos; pero no pa→ recieron al rey tales, que honestamente se pudiesen aceptar: y dejando buena guarnicion en Algecira, el rey se pasó á Játiva. Mas el obispo de Valencia anduvo procurando la concordia entre el rey y el infante; y finalmente, por su medio, el infante deliberó de ponerse en la merced del rey, un miércoles antes de la fiesta de Navidad, y fué á Játiva con todos sus caballeros y besóle el pié, y dijo palabras de grande arrepentimiento y humildad, y el rey le recogió muy bien, y fué con el infante, el maestre del Hospital, que tenia en su poder preso. Esto se concertó en gran daño y peligro de la persona de don Fernan Sanchez, como despues pareció; y el infante pidió al rey licencia para ir á Valencia, y pasar á Cataluña, á donde era necesaria su presencia, y el rey lo tuvo por bien, y fuése á Tarragona, para hallarse en la consagracion del obispo de Huesca, don Jaime Roca, sacristan de Lérida, y canciller y gran privado del rey. Por este tiempo hizo el rey merced de las alquerías de Rahallo, y Abricatho en el reino de Valencia, á Roger de Lauria, que vino á España con la infanta doña Costanza, y estaba en su servicio, con doña Bella su madre, y fué hijo de un caballero calabrés, señor de Lauria que fué gran privado del rey Manfredo, y murió con él en la batalla de Benevento, y fué este su hijo tan valeroso, que igua

De Ejea partió el rey para el reino de Valencia, y porque el infante no queria estar á juicio con su hermano, como él lo pedia, y por todas vias insistia en le procurar la muerte, en presencia del obispo de Valencia y de Jaime Zarroca sacristan de Lérida, que fué despues obispo de Huesca, y de fray Pedro de Génova religioso de la órden de los frailes menores, y de un letrado que se decia Tomás de Junqueras, le exhortó que perdonase á su hermano, y se concordase con él, pero el infante, por la instancia que en esto se hacia, se salió una noche de Valencia, solo con tres caballeros, sin responder al rey, con deliberado ánimo de proseguir su venganza. Entonces determinó el rey de amparar á don Fernan Sanchez y defenderle de cualquiera fuerza é injuria, y castigar al infante su hijo. En este medio, fué don Fernan Sanchez con don Jimeno de Urrea su suegro, á Valencia, y dió al rey grandes gracias, por haber respondido por él, y volvióse á su casa. Mas el infante envió luego al rey á don Ruy Jimenez de Luna, y á Tomás de Junqueras, con su carta de creencia, y estando con el rey don Bernardo Guillen de Entenza, don Ferriz de Lizana y don Pedro Martinez de Luna, y otros ricos hombres y caballeros en presencia de don Jimeno de Urrea, Tomás de Junqueras refirió que no quisiera el infante su señor decir al rey lo que en el hecho de don Fernan Sanchez pasaba, y que hasta entonces lo habia encubierto, porque era de calidad que á todos sus hermanos quedaria grande infamia, si quedase sin castigo; pero pues tanta voluntad tenia que se publicase, entendiesen y supiesen por cierto que don Fernan Sanchez habia dicho que el rey no debia reinar, y habia procurado que fuesen dados hechizos al infante don Pedro su hermano, y trataba de alzarse con la tierra con algunos ricos hombres y gente de su valía, y que deste consejo eran partícipes algunos ricos hombres, y la mayor parte de Aragon, y que siempre que necesario fuese, estaba aparejado de probarlo en su tiempo y lugar. Habiendo oido el rey una ocasion tan criminosa y grave, como era esta, de la cual no podia dejar de quedar grande nota á su misma sangre, hora fuese el delito cierto, ó falazmente imaginado, apar-ló á los mas excelentes capitanes que hubo jamás por tóse á una parte del palacio, con don Bernardo Guillen de Entenza y con don Jimeno de Urrea y don Ferriz de Lizana, y con don Pedro Martinez de Luna, y dijoles, que á ellos tocaba responder á lo que se oponia en ofensa de su honor y fidelidad, pues eran públicaSucedió en el reino de Navarra, despues de la muermente reptados de caso por el cual valdria ménos su te del rey Tibaldo segundo, que no dejó hijos, Enrique fé. Mas á esto respondió don Jimeno de Urrea, que su hermano, que tenia cargo del regimiento de aquel siendo aquel que lo decia clérigo y persona vil, no reino, y casó con una hija de Roberto, conde de Arera obligado á responderle, y que le daria su igual, y toes, hermano de san Luis rey de Francia. Con este que al infante que habia jurado por su señor natural, príncipe se rompió la guerra en este mismo tiempo, y despues de los dias del rey su padre, no era obligado tenia el rey puesta gente de guarnicion en las fronteras de responder. Entonces dijo á los mensajeros del infan- del reino de Navarra, prosiguiendo el derecho que en te, que mandaria parecer á don Fernan Sanchez á la sucesion dél pretendia tener, como heredero del rey cierto plazo para que salvase su honor, cerca de lo don Sancho, babiendo contravenido à las concordias que se le oponia, y cuando no satisfaciese á ello, le que se habian asentado con la reina doña Margarita, y mandaria dar el castigo que su culpa merecia, y por- despues con su hijo Tibaldo. Mas por las novedades que que no tenian órden del infante de aceptar aquella pro- sucedieron en este reino, por la disension que habia envision, se partieron con esto. Estaba el infante en Altre el rey y el infante don Pedro su hijo, se concordaron gecira, á donde hizo juntar su gente, y determinó el los reyes en una larga tregua, de la forma que se suele rey de partir para aquella villa, y mandó que fuésen dar de un reino á otro para el trato y comercio; pero á cierto dia con él á cortes los prelados y ricos hom-el infante don Pedro, visto esto, procuraba concer-

la mar.

CAP. LXXXII.-De las treguas que se concertaron entre el rey y el rey don Enrique de Navarra.

tarse con el rey don Enrique, en virtud de la cesion y donacion que el rey su padre le hizo, del derecho que le pertenecia en aquel reino; y tratóse de comprometer aquella diferencia, y fué don Gilabert de Cruillas sobre ello á Navarra, con poder del infante, pero no se tomó ningun medio entre ellos. Antes desto, el infante don Felipe, y don Nuño de Lara, y los otros ricos hombres de Castilla, se desnaturaron del señorfo del rey, y se fuéron al reino de Granada é hicieron guerra contra el rey don Alonso y la reina de Castilla, y el infante don Fernando su hijo, que estaban en Córdoba, trataban de reducirlos al servicio del rey. Por esta causa, envió el rey de Aragon á Granada, al electo de Albarrazin; y en esta misma sazon, el rey de Castilla partió de Ávila, por verse con el rey su suegro y tratar de alguna concordia entre él y el infante don Pedro su hijo, y traia consigo al infante don Sancho arzobispo de Toledo y al infante don Manuel su hermano y á don Sancho hijo de don Alonso señor de Molina; y habia enviado sus mensajeros al infante don Pedro, para que se viesen todos en un lugar; pero no le pudieron entonces persuadir á la concordia, y él se envió á escusar, que no iba ante el rey su padre, por no le dar mas enojo. Los reyes se vieron en Requena, á donde concertaron de valerse y socorrerse contra los moros, por las nuevas que habia, que Abenjucef rey de Marruecos, queria pasar á España; y el rey de Aragon le ofreció, que si viniesen á batalla, se hallaria en persona con el rey su yerno. Dejó entonces el rey las fronteras de Murcia y Castilla, bien proveidas, y partió para la villa de Mompeller, y fuéron con él don Jofre vizconde de Rocaberti, don Bertran de Belpuix, señor de Polop, Armengol Durg, y otros ricos hombres. Este año de mil doscientos setenta y dos á diez y siete del mes de junio, murió en la ciudad de Narbona, doña Berenguela Alonso, hija del infante don Alonso, señor de Molina y Mesa con la cual el rey algun tiempo vivió en pecado: y era tan público, que segun en su historia se dice, le llamaba el pecado de la Berenguela. Enterráronla en el monasterio de los frailes menores de aquella ciudad, y dejó al rey heredero en los heredamientos que tenia en el reino de Galicia, en los lugares de Felgoso y Caldelas, aunque quedaron de ella bijos.

CAP. LXXXIII.—De la guerra que el rey dé Francia hizo al conde de Fox, y de su prision.

Hácese mencion en lo de arriba, de la guerra que hacia el rey de Francia contra el conde de Fox, y fué así, que el rey Filipo de Francia determinó de visitar en su nueva sucesion, los estados de Putiers y Tolosa, que nuevamente habia heredado, por muerte de don Alonso conde de Putiers y Tolosa, su tio, y de la condesa Juana su mujer; y procedió contra Roger Bernardo conde de Fox, y contra Guerao, conde de Armeñaque, por ciertas resistencias que habian hecho á los oficiales reales. No queriendo el conde comparecer ante el rey ni en su corte, puso en órden sus castillos, confiando de su fortaleza y en el socorro que le podia ir del vizconde de Bearne su suegro, y de Cataluña ; y por esta causa el rey de Francia se vino á Tolosa, en fin del mes de mayo deste año, y de alli salió con grande ejército contra el conde de Fox, y con gran artillería de máquinas, para combatir los castillos y lugares fuertes, y pasando á cercar á Pamias, lugar principal de aquel estado, salió á él el rey de Aragon su suegro, con el vizconde de Bearne, que iban á procurar, que

|

el rey de Francia desistiese de hacer la guerra al conde y le recibiese en su servicio y quedó tratado, que el conde se fuése á poner en poder del rey de Francia, y así lo hizo; y fué puesto en prision en la torre de Carcasona, y el rey de Francia se fué apoderando de todo su estado. Había algunos castillos, que el conde de Fox tenia en feudo por el rey de Aragon, que eran Lordat, Monreal, Sos, Achos y Merex, y estos se pusieron en poder de don Ramon Folch vizconde de Cardona, para que los tuviese por el rey y por el conde; y porque el rey de Francia no queria poner en libertad al conde, sino que se le entregasen estos castillos, viendose el conde opreso, hacia grande instancia para que se le entregasen, y por su parte requeria al vizconde de Cardona que los diese; pero el vizconde no lo quiso hacer por salvar su honor y fé. porque el rey no queria dar lugar que se entregasen, pues eran de su feudo, ni queria permitir que viniesen en señorío extraño; y estaba muy quejoso, que el rey de Francia por esta causa vejase al conde y le hiciese fanta graveza. Despues estando en Mompeller á veinte y siete del mes de octubre deste año mil doscientos setenta y dos, envió á requerir al rey de Francia con el obispo de Barcelona, y con fray A. de Castelnou, maestre del Temple, y con Guillen de Castelnou, su hermano, que pusiese en libertad al conde, y entretanto en➡ vió á exhortar al vizconde de Cardona, que mandase guardar bien aquellas fuerzas, como dél lo confiaba, pues lo queria por beneficio del mismo conde. Mas el rey de Francia persistió en su porfía, que habian de entregársele todas las fortalezas del conde; y visto que tenia su persona en muy estrecha prision, y que sus cosas se negociarian mejor si estuviese en libertad, proveyó el rey desde Mompeller á ocho del mes de febrero, del año de la navidad de nuestro Señor de mil doscientos setenta y tres, que Guillen Ramon de Josa, que tenia aquellos castillos por el vizconde de Cardona, los entregase á un caballero de su casa que se decia Guillen de Curte, en su nombre, para que los dejase al senescal de Carcasona. Con esto por la intercesion del rey, fué puesto el conde de Fox en su libertad. CAP. LXXXIV.-Del apercebimiento que el rey hizo, para que los ricos hombres y caballeros de Cataluña y Aragon le fuésen á servir en la guerra contra los moros del reino de Granada.

Desde Mompeller, á treinta del mes de enero, del año de la navidad de nuestro Señor de mil doscientos setenta y tres, habia ya enviado el rey sus cartas á todos los ricos hombres de Cataluña y Aragon, y á los mesnaderos que tenian caballerías en honor, mandando, que estuviesen á punto, y á los ricos hombres que estaban en Játiva, que para catorce días despues de la Pascua estuviesen en órden, para servir las caballerías que tenian, con publicacion, que queria ir en persona á socorrer al rey de Castilla en la guerra que le hacian los moros y los ricos hombres de Castilla, que se habian juntado con ellos, porque pensaba que habria batalla, en la cual se queria hallar; y apresuró su partida, dejando encargado á un varon muy principal, que era Veguer de Girona y se llamaba Ugo de Santapau, que ordenase, que la gente de Cataluña moviese luego. Llegando el rey á Lérida, vino á él el vizconde de Cardona y el rey le rogó que le siguiese, para servirle en la guerra que pensaba ha-cer del reino de Valencia contra los moros, en favor del rey de Castilla; y escusándose el vizconde con

« AnteriorContinuar »