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Pedro: y mandóle poner sobre un caballo, en el cual le volvia un escudero por el camino de Burbaguena, y murió antes que allá llegase. Partióse de allí el rey para Daroca, llevando consigo el cuerpo de don Pedro en un ataud, y fué enterrado en la iglesia de Santa María de aquella villa: y al mismo tiempo que el rey se salia, hubo algun alboroto entre los de su casa que iban en su seguimiento y los de la villa, porque les dijeron algunos denuestos deshonrándolos: y fué allí herido un escudero del rey, pariente de Pelegrin de Bolas. Era don Pedro Ahones, sin ser de linaje de ricos hombres, de los mas grandes y mas poderosos del reino, y tenia la villa de Bolea y todo Sobrarbe, que el rey don Pedro le habia empeñado y estaba apoderado, no solo de las fuerzas y castillos de la montaña, pero de algunas otras, y luego partió el rey con su gente para la villa de Bolea por cobrarla: mas cuando allá llegó, se habian puesto dentro el infante don Fernando y don Pedro Cornel, con hasta ochenta de caballo, y los de la villa tenian su voz, y estaba el castillo bien fornecido de municion y gente y vituallas, para se poder defender: y por esto el rey no se detuvo, y pasó adelante. En la fiesta de la Anunciacion del año mil doscientos veinte y cinco se comenzó á fundar la iglesia del monasterio de Roda, siendo abad Martino, que despues lo fué del monasterio de Gemundo, y habia residido en el monasterio de Junquera.

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fué combatido, y dende á tres dias que se dió batería al castillo, un escudero que estaba dentro, movió partido al rey, que se le rendiria á cierto término, si no le venia socorro; y fué asentado, que si dentro de ocho dias no llegaba, le hubiese de rendir al rey; y con este concierto se sobreseyó el combate del castillo. Estaban con el rey sobre las Cellas, Ramon Folch, don Rodrigo de Lizana, don Atho de Foces, don Pedro de Pomar y don Ladron, principales en su consejo y gobierno; y el dia que se cumplia el plazo, fuése el rey á Pertusa, y mandó que para otro día siguiente estuviesen á punto con sus armas y fuésen sobre las Cellas, y lo mismo mandó á los de Berbegal y Barbastro. Estando proveyendo esto en Pertusa, vieron venir por el camino de Huesca, dos caballeros al galope muy largo con sus lanzas y escudos, y conocieron que eran don Pelegrin de Atrosillo y don Gil su hermano; y aguardólos el rey en la iglesia de Santa María, y dieron aviso que el infante y don Pedro Cornel con sus gentes, y con los consejos de Zaragoza y Huesca, iban á socorrer las Cellas, y que los habian dejado, que emparejaban con Vililla, y se daban prisa por llegar aquel dia. Mandó luego el rey ensillar, no estando con él, sino solos cuatro caballeros, y dejó mandado al consejo de Pertusa, que le siguiesen, y lo mismo se proveyó con los de Berbegal y Barbastro. Llegando á las Cellas, halló allí á Ramon Folch y á don Guillen de Cardona su hermano, y á don Rodrigo de Lizana; y estos ricos hombres con luga-los caballeros del rey, eran hasta ochenta de cabalio, y mandólos el rey armar y estar á punto de batalla; y don Pedro de Pomar, que era caballero anciano de la casa del rey, y principal en su consejo, visto la poca gente que tenia, y que no eran parte para resistir á las gentes del infante, dijo al rey, que tomase lo alto de un cerro muy enriscado que allí habia, donde se pudiese defender, hasta que llegasen á socorrerle las compañías de algunas villas que esperaba. Mas el rey le respondió con gran ánimo, diciendo: don Pedro yo soy rey de Aragon, y estos que son mis súbditos y na

CAP. LXXXI.-De la guerra que el rey hizo en los
res que tenian la voz del infante don Fernando.
Entretanto que el rey iba contra los lugares de So-
Brarbe y Ribagorza, que se tenian por don Pedro Aho-
nes, levantáronse las ciudades y villas de Aragon, to-
mando la voz del infante don Fernando y de don Pe-
dro Cornel con su parcialidad, sino fué la villa de Ca-
latayud; y enviaron por don Guillen de Moncada, y
vino á Aragon con toda la gente que pudo juntar. Por
esta causa, ante todas cosas convino al rey, que ba-
jase de la montaña, y vínose para Almudevar, á donde

estuvo tres semanas, de allí se pasó á Pertusa, y lle-turales, vienen como no deben contra su señor sin de→ gó a su servicio Ramon Folch, vizconde de Cardona, con don Guillen de Cardona su hermano, y hasta sesenta de caballo. Allí proveyó el rey, que estuviesen en Alagon, en frontera contra Zaragoza, don Blasco de Alagon y don Artal de Luna; y quedaron con el de Aragon, don Atho de Foces, don Rodrigo de Lizana y don Ladron. En aquella sazon el obispo don Sancho Ahones en venganza de la muerte de su hermano don Pedro, habia ayuntado mucha gente de su parcialidad, y con ella salió de noche de Zaragoza contra la villa de Alcubierre, y tomaron el lugar, y fué puesto por su gente á saco esto era en cuaresma, y el obispo, segun en la historia se escribe, absolvia á su gente á culpa y á pena de los daños que hacian; y dábales licencia que pudiesen comer carne, y concedíales otras indulgencias. Salieron otra vez los de Zaragoza con su hueste, y fuéronse á poner junto al Castellar, pero don Blasco y don Artal de Luna, que estaban en Alagon, salieron contra ellos y pasaron á Ebro, y acometiéronlos muy de sobresalto en la sierra que está junto al Castellar; y fueron los de Zaragoza vencidos, y quedaron entre muertos y presos hasta trescientos en el campo. El rey estando en Pertusa, mandó labrar algunas máquinas y trabucos, movió con Ramon Folch y sus gentes para cercar á Ponzano, y muy en breve fué ganado. De allí partió á las Cellas, junto á Pertusa, y asentándose los trabucos y máquinas contra el lugar,

recho y razon; creed, que no dejaré la villa, sino muriendo en el campo, ó quedando vencedor, y por esta vez no acuerdo de seguir vuestro consejo. Así estuvo con gran corazon animando á los suyos, esperando en el campo al infante y su gente, y no pareciendo aquel dia, se le rindió el castillo de las Cellas. Despues que el rey tomó las Cellas, volvióse á Pertusa, á donde vino Espargo, arzobispo de Tarragona, por reducir al infante y ricos hombres de su parcialidad al servicio del rey, Anduvo este prelado, que tenia gran autoridad, y era muy deudo del rey, tratando entre ellos de algunos medios de paz; pero no se pudo por entonces concluir, porque pedian cosas, que decia el rey ser en gran disminucion de su señorío. Los de Huesca, como fueron ganadas las Cellas, hablaron con Martin de Perexolo, merino del rey en aquella ciudad, y con otros que deseaban su servicio, para que le avisasen, que si allá iba, ó se acercaba á Huesca, obedecerian sus mandamientos; y por esta causa partió sin compañía de hombres de armas, ni gente de guerra, porque no se alterasen dello. Salieron á recibirle hasta veinte de los principales de aquella ciudad, á Santa María de Salas, y habló con ellos, graciosa y amorosamente, diciendo el deseo que tenia de hacerles bien y merced. Suplicáronle, que entrase en la ciudad, porque en ella le servirian como eran obligados á su señor natural. Iban con el rey, de los ricos hombres, don Rodrigo de Li

dieron abrirla los escuderos del rey y estuvo allí esperando toda la gente de caballo que consigo tenia, y tomó el camino de la Isuela abajo y salieron á recibir al

y don Atho de Foces mayordomo del reino, con toda la otra gente, y con ellos se fué el rey á Pertusa. En este año que fué del nacimiento de nuestro Redentor de mil doscientos veinte y seis, por el mes de marzo, murió el papa Honorio y sucedió en su lugar Gregorio noveno, y Luis rey de Francia tuvo cercada la ciudad de Aviñon, que estaba inficionada de la herejía de los albigenses; y habiéndose ganado por combate mandó derribar sus muros, y entonces se acabó de extirpar aquella herejía; y fué muerto el conde Guido de Monforte, hermano del conde Simon de Monforte de una saeta, en un lugar del condado de Tolosa. Volviendo desta guerra el rey de Francia, adoleció en Mompensier, y murió allí de la dolencia, y Luis que era hijo mayor, sucedió en el reino, y don Alonso que despues fué conde de Putiers, casó con única hija de Ramon último conde de Tolosa, y sucedió en aquel estado, y era prima hermana del rey don Jaime, hija de doña Sancha hermana del rey don Pedro su padre. Dejó el rey de Francia otros dos hijos, á Roberto, que fué conde de Ras y Picardía, y á Carlos, que fué duque de Angeus y conde de la Proenza, y el primero de aquella casa, que fué rey de Sicilia, de quien sucedieron los que despues reinaron en Nápoles y los de la casa de Durazo. En Castilla despues de la muerte del rey don Enrique, hubo grandes movimientos de guerra, parte emprendida por los ricos hombres de ella, parte por causa del rey de Leon; y procuraba la reina doña Berenguela, que los ricos hombres y pueblos de Castilla jurasen al infante don Fernando su hijo por rey, y le amparasen contra sus enemigos, y con gran consejo y cordura lo acabó con ellos, y mandó llamar á cortes á los de Estremadura y Castilla, para la villa de Valladolid, á donde fué su hijo jurado por rey, y coro

zana y don Blasco Maza; y de los caballeros mesnaderos de su casa, don Asalido de Gudal, y don Pelegrin de Bolas, que hacía el oficio de mayordomo por don Atho de Foces y Sancho Perez de Pomar. Aquel dia fuérey el vizconde de Cardona y don Guillen su hermano, recibido en son de fiesta, y regocijo de la gente popular; pero la noche siguiente se pusieron en armas, y fueron alborotando el pueblo, y llegaron ante las puertas de palacio hasta cien hombres armados, y estuvieron haciendo la guarda toda la noche, y aunque el rey lo entendió de un su portero, que se llamaba Guillen de Dacan, no se curó dello. Otro dia de mañana, por aquel alboroto mandó el rey que se ayuntase el consejo de la ciudad delante del palacio y de las casas de Montaragon, á donde concurrió mucha gente; y estando á caballo les dijo, que bien sabian que era su rey y señor natural, y estos dos señoríos de rey y naturaleza le pertenecian legitimamente. El reino por posesion y poderío real, y la naturaleza por derecha sucesion heredada de sus mayores, y decia que esta era tan antigua, que con él habian reinado en Aragon catorce reyes, de quien él descendia desde el rey Iñigo Arista, que fué el primero que fundó el reino en las montañas de Aragon y Sobrarbe; y que cuanto de mas antiguo dependia la naturaleza entre él y sus súbditos, tanto mas les obligaba á este reconocimiento, que era mas estrecho vínculo que parentesco, pues este por tiempo se deshace y la naturaleza por mayor discurso. de siglos obliga mas y tiene mayores fuerzas. Por esto decia, que deseaba el sosiego y buen estado del reino y que fuesen mejorados en los fueros y costumbres que sus predecesores les habian concedido, y no debian andar en asonadas ni en armas, ni era razon que él se hubiese de recelar dellos, pues confiando de su fidelidad, se vino á aquella ciudad, porque tenia voluntad de la conservar y tener en su amor y servicio. A esto respondieron que le agradecian mucho lo que les habia dicho y que el consejo habria su acuerdo, y entráronse en las casas de Montarangon, y estuvieron dentro por gran espacio. Estando deliberando lo que le responde-nado en la iglesia de Santa María, siendo de edad de rian con maña de los que procuraban estorbar el servicio del rey y el sosiego de aquella ciudad, publicaron que Ramon Folch, y las gentes del rey, que estaban en el campo, venian á gran furia contra la ciudad y queriéndose levantar, fueron asegurados por el rey y tornaron á su acuerdo; pero estando sus ánimos muy al- | terados, no tomaron resolucion de responderle, y partiéronse todos de aquel consejo y entróse el rey en palacio, y con él don Rodrigo de Lizana, don Blasco Maza, don Asalido de Gudal, y Rabaza, que era su secretario. Esto era por el mes de marzo y fueron entónces á Huesca don Bernardo Guillen tio del rey, y don Ramon de Mompeller su hermano, y Lope Jimenez de Luesia y comenzóse entónces otra vez à alterar el pueblo y poner en armas para detener al rey, y pusieron cadenas por las calles y mandaron cerrar las puertas de la ciudad; y el rey que entendió el furor y alteracion de la gente popular, por mas asegurarlos, que no pensaba partirse, ordenó que se hiciese mayor provision de la que solía, porque entendiesen que derminaba comer en la ciudad, y entretanto mandó que le trujesen su caballo, y vistióse su loriga y perpunte y sus armas, y púsose á caballo, é iban con él don Rodrigo y don Blasco, y no eran sino cinco de caballo y bajaron hácia la puerta, por donde se sale á la Isuela, camino de Bolea, y hallaron cerrada la puerta de la ciudad; pero fué tan repentinamente, que no habiendo llegado gente á la guarda, amenazando el rey al portero, pu

diez y ocho años; y comenzó á prevalecer la voz y par-
tido del rey don Fernando, y fué casado con doña Bea⚫
triz, hija del emperador Filipo, hermano del empera-
dor Enrico, que fué muerto por el conde Palatino, y
de María Irene su mujer, que fué hija del emperador
Isacio Angelo, que sucedió en el imperio de Constan-
tinopla á Andrónico Comneno. Habia sido casada pri-
mero esta María Irene, segun parece por las historias
de Sicilia, con un hijo del rey Tancredo ; la cual en la
historia del arzobispo don Rodrigo se llamó María; y
estando esta princesa con el emperador Federico su
primo, rey de Sicilia, la envió muy acompañada á
Castilla, y celebraron sus bodas en Burgos.

CAP. LXXXII.-De la concordia que el rey trató entre
Ramon Folch, vizconde de Cardona y los de su bando,
y don Guillen de Moncada, vizconde de Bearne,
tre el infante don Fernando y don Nuño Sanchez.

y en

Procuró el rey, para remediar las alteraciones del reino, y reducir al infante don Fernando á su servicio, y á los ricos hombres de Aragon y Cataluña, que seguian su parcialidad, de concordar las diferencias que don Ramon Folch, vizconde de Cardona, y los de su bando traian con don Guillen de Moncada, vizconde de Bearne, y los de la otra parte, porque sin esto parecia imposible que se apaciguasen las cosas de Aragon, y la contienda que habia entre el infante don Fernando y don Nuño Sanchez. Entendieron en concor→

don Fernando, y sosegar las alteraciones del reino. CAP. LXXXIII.-De la confederacion que entre si hicieron las ciudades de Zaragoza, Jaca y Huesca.

Estaba todo el reino por este tiempo en tanta turbacion y escándalo, que no había mas justicia en él, de cuanto prevalecian la armas siguiendo unos la parte del rey, y otros la del infante don Fernando, que se favorecia de las ciudades de Zaragoza, Huesca y Jaca. Con esta ocasion de tanta rotura, los consejos y vecinos destas ciudades, hicieron entre sí muy estrecha confederacion, atendida la turbacion grande del reino, y los daños y robos y homicidios y otros muy grandes insultos que se cometian; y para evitar tanto mal, porque pudiesen vivir en alguna seguridad y pacíficamente, trataron de unirse y confederarse en una perpetua amistad y paz. Juntáronse en Jaca los procuradores destas ciudades, y á trece del mes de noviembre deste año de mil doscientos veinte y seis, determinaron de unirse y valerse con todo su poder, contra cualesquiera personas, salvando en todo el derecho y fidelidad que debian al rey y á la reina, obligándose con juramentos y homenajes, que no se pudiesen apartar desta amistad, ni absolverse de aquella jura por ninguna causa, ántes se conservase siempre entre ellos esta concordia y union, y entre sus sucesores; y juraron de lo cumplir todos los vecinos, desde siete años arriba, so pena de perjuros y traidores á fuero de Aragon, y declarando que no pudiesen salvar su fé en corte, ni fuera della. Por esto dió el rey gran priesa en poner en orden sus gentes, entendiendo, que aque› lla confederacion se hacia por la parte que seguia al infante, y que no solo se conjuraban para su defensa, sino para poder ofender.

darlas Espargo arzobispo de Tarragona, y algunos ricos hombres; y finalmente el vizconde de Cardona y don Guillen de Cardona su hermano, don Pedro de Cervera y don Pedro de Granana, Berenguer de Portella, y don Dalmao de Timor, en su nombre, y de don Nuño Sanchez, y de los de su valía, que eran don Guillen de Anglesola y sus hijos, Berenguer de Puchert y sus hijos, Arnaldo de Timor, don Berenguer de Eril, Guerao Alaman, Ponce de Santa Fé, Berenguer de Villafranca, Ramon de Ribellas, y Ramon y Gombal de Ribellas sus hijos, Ugo de Mataplana, Pedro de Berga, Guillen de Guardia, Galcerán de Pinos, Berenguer de Anglesola, y por sus parientes y vasallos remitieron todas las querellas y daños que hasta allí habian recibido en la guerra que tenian con don Guillen de Moncada y con los barones y caballeros de su parcialidad, que eran estos, don Guillen de Cervellon y Guerao de Cervellon su hijo, Guillen de Claramonte, Ramon Alaman, don Guillen de Cervera, Arnaldo de Castelbó, don Ramon de Moncada y don Ramon de Cervera, Ugo conde de Ampurias, Ponce Guillen, Bernardo Ugo de Serralonga, el conde de Pallás, Bernardo de Portella, Guerao de Aguilon, Ramon de Belloc y otros caballeros. Esto fué á veinte y tres del mes de mayo deste año, y el vizconde de Cardona y su hermano, y aquellos caballeros en su nombre, y los de su bando concedieron á la otra parte treguas por diez años continuos, y pusieron en rehenes los castillos y villas de Alcarraz, Momblanc, Tamarit y Terraza y Pontons, que el vizconde de Cardona y su hermano tenian en feudo por el rey, y otros castillos en poder de algunos caballeros de la parte contraria, y cinco rehenes, que fueron Guillen de Berga, Ramon de Cardona, hijo del vizconde de Cardona, Pedro de Queralt, hijo de Arnaldo de Timor, Guerao de Granana, hijo de Pedro de Granana, que habian de estar en poder de don Ramon de Cervera, y el quinto fué Guillen de Anglesola, hijo de don Guillen de Anglesola, que se habia de entregar á don Guillen de Cervera. Pusieron estas rehenes con tal condicion,que guardándole aquella concordia, en fin del primer año restituyesen uno de los Anduvo el rey monteando la mayor parte del inviercastillos, y uno de los caballeros que se ponian en rehe- no, y estando en Alfamen, á trece del mes de diciemnes, y así sucesivamente en el segundo, tercero y cuarto bre deste año, se juntaron con él para acabar de apaaño, y en findel quinto quedaban libres todos los casti- ciguar las diferencias y alteraciones del reino, don llos y rehenes; y en caso que dentro destos cinco años se Blasco de Alagon, don Lope Ferrench de Luna, don contra viniese á lo concordado, y matasen alguno de los García Pardo, Ramon Folch vizconde de Cardona, don caballeros de la parte del vizconde de Bearne, los casti- Guillen de Anglesola, don Guerao Alaman, don Lallos y rehenes eran perdidos de tal manera, que los dron, don Guillen de Cardona, Pedro Perez, justicia castillos que tenían en feudo volvian á la corona real, de Aragon, Pedro Sese, y Pedro de Meitat. Con este exceptuando el feudo de Pontons de Guillen de Odena, acuerdo, se fué el rey á Pertusa, y el infante don Ferque habia de entregarse á don Guillen de Moncada; y nando y don Guillen de Moncada y don Pedro Cornel los castillos que eran de patrimonio se habian de re- que vinieron á Huesca á tratar de reducirse al servipartir entre el vizconde de Bearne, y los barones de cio del rey, enviaron á decirle, que se irian para él, su bando. Entonces se revocaron por el vizconde de Car- | significándole que les pesaba de haberle errado en lo padona, y por los caballeros de su parcialidad, los jura-sado; y concertaron de verse en la sierra, que está sobre mentos y homenajes y posturas que tenian con el rey y con don Nuño, contra don Guillen de Moncada, y los de aquel puesto; y dieron por libres al rey y á don Nuño de las convenciones y pactos que entre sí tenian; y tambien prometió el vizconde de Cardona, que no ayudaria á Berenguer de Puchert en la guerra que tenian con Ramon Alaman, queriendo estar á derecho su adversario sobre la pretension que tenia de Montagudo, y hicieron el vizconde y los otros caballeros de su valía homenaje al rey, segun la costumbre de Cataluña, y a don Guillen de Moncada, por él y los de su bando hicieron homenaje segun fuero de Aragon. Con esto fue mas fácil al rey reducir á su servicio al infante

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CAP. LXXXIV. De las vistas que tuvo el rey con el infante don Fernando y con don Guillen de Moncada, vizconde de Bearne, y como comprometieron sus diferen

cias.

Alcalá, adonde se ordenó, que fuése el rey con siete de los ricos hombres y de su consejo; y de la parte del infante otros seis ó siete, diciendo que bien holgaran de ir ante él á Pertusa, si no se recelaran, que alguna persona no alterase la gente, 6 moviese pelea contra ellos; pero que irian como vasallos debian ir ante su señor, y concertaron las vistas. Fuéron con el rey, Ramon Folch vizconde de Cardona y don Guillen de Cardona su hermano, don Atho de Foces, don Rodrigo de Lizana, don Ladron hijo de don Pedro Ladron, que era segun se escribe en la historia del rey, de gran linaje, don Asalido de Gudal, y otro caballero que no nombra, y don Pelegrin de Bolas. Con el infante don

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se el rey, que el infante de allí adelante se podria confiar dél. De la misma manera declararon que el rey honrase y tratase benignamente al obispo de Zaragoza y á sus parientes y recibiese en su amparo su iglesia y obispado, y las cosas que le pertenecian, y le defendiese contra cualesquier personas y le perdonase, y que los castillos y villas que don Pedro Ahones tenia del rey para durante su vida, se restituyesen á la corona dentro de diez dias, y de las que por juro de heredad eran de don Pedro, quedase su derecho á salvo al obispo, y le pagasen las deudas que el rey debía á don Pedro y á don Pedro Jordan. Entraban en el perdon don Pedro Cornel, don Atorella y don Pedro Jordan y los otros caballeros que habian seguido la parcialidad del infante, y pusiéronse en libertad los prisioneros de ambas partes, y restituyéronse los castillos de Castro, San Medir, Angues, Junzano y Santa Olalla y otros que se habian ocupado en esta guerra, reservando el castillo de las Cellas. Tambien declararon estos jueces, que el rey por su parte y jurisdiccion, diese firmes treguas á todos los caballeros del reino de Aragon, hasta un año, y mas por diez dias. Seguian en esta sazon entre otros muy señalados ricos hombres el servicio del rey, don Artal de Luna, que tenia entonces en tercería por los reyes de Aragon y Castilla, la villa de Borja, y dos ricos hombres que el uno se decia don Pedro Garces de Aguilar, de la órden de Calatrava, que se llamaba señor de Alcañiz de la Frontera, y don Garci Perez de Aguilar, señor de Roda de la ribera de Jalon. Teniendo el rey asegurado en su servicio al infante don Fernando su tio, y los ricos hombres que lo seguian, propuso de castigar á los que pusieron en armas las ciudades de Zaragoza, Huesca, y Jaca, y sus consejos, por las confederaciones y juras que entre sí hicieron, siguiendo la voz de! infante, que pretendia el rey haberse hecho en perjuicio del señorío y dignidad real; y deseando estas ciudades someterse á su obediencia, nombró la ciudad de Zaragoza, con poder bastante á Ramon Gascon, Bartolomé Iter, Bruno de Tarba, Aznar Bacher y Bartolomé Tarin jurados, y otras personas en nombre de todo el consejo; y las ciudades de Jaca y Huesca enviaron sus procuradores y prometieron en mano de los mismos Espargo arzobispo de Tarragona, y del obispo de Lérida y del maestre del Temple, debajo de homenajes y sacramentos, que obedecerian y cumplirian lo que el rey de consejo y acuerdo de los tres ordenase; y habido su parecer el primero de abril de mil doscientos veinte y siete se revocaron las confederaciones y juras que habian hecho hasta aquel dia, y fué declarado, que hiciesen homenaje corporal al rey por sí y sus consejos, y perdonasen los daños é injurias que habian recibido de la gente del rey, durante las alteraciones pasadas, y volviesen los prisioneros, y bienes que dellos tenian ocupados, y así lo ofrecieron y juraron, y mandó el rey poner en libertad los prisioneros que estaban en poder de los suyos. Entonces volvió a confirmar el rey los privilegios, fueros, usos y costumbres, que sus predecesores concedieron á estas ciudades, y de allí partió para Lérida. En este año, por el mes de febrero y marzo, hubo muy gran carestía y hambre en la ciudad de Barcelona, y en otros muchos lugares de Cataluña, y llegó á valer la cuartera del trigo á cincuenta y seis sueldos, y padecian la necesidad y trabajo que suelen sostener los lu

Fernando, fuéron don Guillen de Moncada, vizconde | cualquier enojo y rencor que contra él tuviese y jurade Bearne, don Pedro Cornel, Hernan Perez de Pina y otros caballeros que no se nombran. Hecha reverencia al rey, toda la plática se resolvió, en pedir perdon de lo pasado, suplicando al rey le recibiese en su merced, pues era su tio, y tenia deseo de le servir; y que asimismo hiciese merced a don Guillen de Moncada; pues ningun rey de España tenia tan principal vasallo. Don Guillen habló al rey con grande humildad, diciendo que ninguno mejor que el rey sabia el deudo que los de su linaje tenian con los condes de Barcelona, que habian fundado su casa, y que él tenia mas que los pasados, pues era señor de la riqueza de Bearne y de Gascuña, que se habia de emplear en su servicio. Que pensaba que el rey entendia que aquello que se habia hecho, era por su servicio y honor; pero pues veian que no se tenia por ello servido, se hallaba engañado, y le pedia perdon de su yerro; y suplicaba perdonase á los caballeros que le habian seguido, y prometió que en ningun tiempo no le moveria guerra, porque le tenia por tan excelente príncipe, que ni á él ni á sus amigos se haria agravio; y cuando le recibiesen, esperaba que con sus servicios se reduciria en su buena gracia y amor, y que esta voluntad le debia ser admitida. Respondió el rey, que tendria sobre ello su consejo, y apartándose con aquellos ricos hombres y caballeros que llevaba consigo, fueron todos de parecer, que los recibiese, en su servicio. Desde entonces se admitieron en la obediencia | del rey, y él se partió para Alcalá, y estuvieron allí con el rey en fin de marzo del año de mil doscientos veinte y siete el arzobispo de Tarragona, el obispo de Lérida y fray Francisco de Mompesat, maestre del Temple, don Rodrigo de Lizana, Vallés de Vergua, el vizconde de Cardona y don Guillen de Cardona, don Guerao Alaman, don Berenguer de Eril, Sancho Duerta y Pedro de Pomar. La diferencia se puso en estos medios, que el rey pretendia que el infante su tio, y don Sancho obispo de Zaragoza, en su nombre y de doña Sancha Perez, mujer de don Pedro Ahones y don Pedro Cornel y don Pedro Jordan y don Atorella, se habian conjurado como no debian, y confederado en su perjuicio y queria que se deshiciesen aquellas juras, y habia gran diferencia sobre los daños que se hicieron de ambas partes, porque se pedia la enmienda y satisfaccion dellos. Tambien habia gran contienda por la restitucion de los castillos que el rey por su autoridad habia tomado despues de la muerte de don Pedro Ahones, y pedia el obispo su hermano, que ante todas cosas se restituyesen, y cierta suma de dinero que él debía á don Pedro, por la cual tenia obligados ciertos castillos. Finalmente por bien de concordia pusieron todas sus diferencias libremente en manos del arzobispo de Tarragona, y del obispo de Lérida y del maestre del Temple; y el rey y aquellos caballeros hicieron pleito homenaje, á lo que los tres en conformidad determinasen, Habido consejo con muchas personas, el último dia de marzo del mismo año revocaron y anularon todas las confederaciones y conjuraciones que se hicieron por esta causa entre caballeros y ciudadanos, y entre caballeros y caballeros; y mandaron que se entregasen al rey los instrumentos y que el infante don Fernando hiciese homenaje al rey y le prestase juramento de fidelidad, y el rey le honrase como á su tio, y le señalase treinta caballerías, y no se las pudiese quitar dentro de un año, haciendo él el servicio que era obligado al rey segun fuero de Aragon, y le perdonase | gares cercados de sus enemigos.

CAP. LXXXV.-De la reconciliacion del conde de Tolosa con la Iglesia, y lo que se ordenó de sus estados.

muerte: y esto se le dejaba, para que tuviese el dominio como verdadero señor, y sucediesen los hijos legítimos del conde, si los hubiese; 6 en su lugar su hija y su marido. Toda la otra tierra y estado, que los condes de Tolosa tenian de la otra parte del Ródano, en ek reino de Francia y cualquier derecho que les competia, lo renunció precisa y absolutamente al legado apostó

metió entonces, que mandaria derribar los muros de la ciudad de Tolosa, y arrasar las cavas y de otras treinta villas y castillos que el legado le señalase: y

rarla á todos sus vasallos, y los absolveria del homenaje y para en seguridad de la Iglesia, y del rey de Francia habia de entregar el castillo Narbonés, y la Peña de Albiges, y otra fuerzas. Acabado esto, se hizo gran fiesta al conde, y fué armado caballero por el rey de Francia y desta manera aquellos estados, que por gran parte eran sujetos al directo dominio de los reyes de Aragon, fueron ó adquiridos 6 usurpados por el rey de Francia, faltando hijos de la hija del conde de Tolosa, y de don Alonso conde de Putiers su marido, hermano del rey de Francia, con quien se concertó que

casase.

CAP. LXXXVI.-De la guerra que el rey hizo contra don Guerao, vizconde de Cabrera, que estaba apoderado del condado de Urgel, y que fué puesta en la posesion dél la condesa Aurembiax, hija del conde Armengol.

Por el mes de abril del año de mi! doscientos veinte y ocho el conde don Ramon de Tolosa, que fué el último señor de aquella casa, se concordó con Luis rey de Francia, y con Romano Diácono, cardenal de Santangel, legado de la sede apostólica, ante el cual faélico, en nombre de la Iglesia perpetuamente: y procon grande humildad y devocion á pedir penitencia, y estando ante el altar mayor de la iglesia de París, desnudo en camisa en presencia del legado, y de otro legado del reino de Inglaterra, fué admitido á reconci-juró en su presencia esta concordia, y que haria juliacion de la santa madre Iglesia, y quedó absuelto de la sentencia de excomunion, en que estaba ligado mucho tiempo habia. Concertose la paz entre el rey y el conde, desta manera, que prometió el conde al legado en nombre de la Iglesia y al rey, que seria fiel á la Iglesia romana de allí adelante, y al rey y á sus sucesores, y que en sus tierras y estado siempre haria | guerra, y perseguiria á los herejes y á sus fautores y secuaces y receptadores, y purgaria la tierra de aquella contagion, y con todas sus fuerzas y poder mandaria hacer inquisicion contra ellos. Para que mejor y mas fácilmente, los que estaban contaminados de aquel error, se pudiesen descubrir, prometió que pagaria dos marcos de plata por tiempo de dos años, y de allí adelante uno perpetuamente, á cualquiera que prendiese algun hereje, y estuviese condenado por el ordinario, 6 por otro juez delegado que tuviese poder, y fué condenado el conde en gran suma de dinero, para fundar rentas de ciertas abadías y monasterios. Despues de la absolucion, recibió la insignia de la cruz del legado, para ir á la guerra contra infieles á ultramar, á la cual habia de ir desde el pasaje del mes de agosto siguiente en un año, y residir en la guerra cinco años continuos. Prometió de tratar benignamente y como amigos á todos aquellos que siguieron en las guerras pasadas á la Iglesia y al rey de Francia y á los condes de Monforte y á sus valedores. Con esto fué concordado, que el conde entregase su hija, que era única, la cual hubo en doña Sancha hermana del rey don Pedro de Aragon, y se llamó Juana, al rey de Francia, y se habia de casar con uno de sus hermanos, con dispensacion de la Iglesia; y dejó el rey al conde todo el obispado de Tolosa, exceptuando la tierra que llaman del mariscal; la cual despues de la muerte del conde de Tolosa, el mariscal y todos sus sucesores la habian de tener por el rey de Francia: y quedaba todo el territorio del obispado de Tolosa al hermano del rey, que casase con Ja hija del conde y de sus hijos y descendientes. Mas en caso que el hermano muriese sin dejar hijos de la hija del conde de Tolosa, aquella ciudad y obispado habia por esta concordia de volver al rey de Francia y á todos sus sucesores: y la hija del conde, ú otros hijos ó herederos, si los tuviese, quedaban excluidos de la sucesion, sin que pudiesen tener recurso por ningun derecho, sino tan solamente los hijos que hubiese el hermano del rey de Francia de la hija del conde y sus descendientes. Quedaban tambien al conde de Tolosa, los obispados Agenense y Rodense, y toda la parte del obispado de Albi, que está de aquella parte del rio Becar, á la parte de Gaillac, reservándose á la corona de Francia la ciudad de Albi, y todo lo que está desta parte del rio en aquel obispado hasta Carcasona. Dejóse tambien al conde el obispado de Cahors, excepto la ciudad y los feudos que tuvo en aquel estado el rey Filipo, abuelo del rey de Francia, al tiempo de su

Con haber reducido el rey á su obediencia al infante don Fernando su tio pudo atender à la pacificacion y bien universal de sus señoríos. Aunque era mozo, tenia seso y prudencia y gran valor, para elegir lo que mas convenia al buen gobierno: pero las disensiones y bandos que entre los ricos hombres habia, y sus ordinarias contiendas eran causa que pravaleciesen las armas. Sucedió en este tiempo, que habiendo el rey dado en feudo á don Guerao, vizconde de Cabrera, el condado de Urgel, con todas las condiciones que se han referido, y reservando en ellas el derecho que pretendia tener á aquel estado Aurembiax, que fué hija del último Armengol conde de Urgel, y vino á su corte por el mes de julio deste año de mil doscientos y veinte y ocho á pedir al rey le mandase favorecer y amparar para proseguir su justicia. Conocida la razon que la condesa tenia, tomó el rey este hecho á su mano: pero primero le hizo donacion la condesa de la ciudad de Lérida, que los condes de Urgel habian tenido, y de todo lo que en ella le pertenecia y le hizo reconocimiento, que recibia todo el condado de Urgel en feudo, declarando, que fuesen ella y sus sucesores obligados de acoger á los reyes de Aragon en paz y guerra en solos nueve castillos, que eran Agramonte, Linerola, Menargues, Balaguer, Albesa, Pons, Uliana, Calasanz, y Albelda: y esto con condicion, que el rey le hiciese restituir y entregar las villas y castillos que le habia usurpado don Ponce de Cabrera, hijo del vizconde don Guerao: y prometió de no casarse sin expresa voluntad del rey. Con esto el rey prometió de valer á la condesa y favorecerla : y lo juró, y hizo pleito homenaje á fuero de Aragon el primero de agosto deste año, en presencia de don Pedro Gonzalez, maestre de la órden de Uclés, y de don Guillen de Cervera, y de Asalido de Gudal, y de Garci Perez de Meitat, y de otros caballeros que favorecian á la condesa. Hecho esto el rey tuvo su acuerdo con los de su consejo, que eran don Berenguer de Eril, obispo de Lérida, don Guillen

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