Últimos escritos de Pedro Antonio de Alarcón

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M. Tello, 1891 - 331 páginas
 

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Página 81 - ... otra y hiere el corazón del hombre con una nueva alegría, y la vista del cielo entonces, y el colorear de las nubes y el descubrirse el aurora (que no sin causa- los poetas la coronan de rosas), y el aparecer la hermosura del sol, es una cosa bellísima.
Página 119 - Dejar su techo, y olvidar su ejido, Por el lucro del mar embravecido, Por el sangriento lauro en las campañas. Mas al recto varón que honró su historia, Sin codiciar fortuna envilecida, Ni envidiar de los Césares la gloria, Un apartado albergue le convida A esperar sin tormento en la memoria La breve muerte de su larga vida.
Página 120 - Gallomagia, y aquí y allá, aun en composiciones más desiguales, trozos arrogantes de descripción poética, como éste que tomo de una poesía de su extrema vejez, quizá la última de todas las suyas, Meditación sobre el Cedro Deodara: ¿En dónde estoy? Un tiempo más remoto, Desde el inculto monte á la llanura Y del estrecho valle á las colinas , El ágil gamo y la velluda fiera , So el pabellón de próvidas encinas Vivieron en la rústica pradera Y tranquilos y en paz aquí vivieron Sin...
Página 112 - A esperar sin tormento en la memoria La breve muerte de su larga vida. RECORDANDO EL ENTIERRO DE ESPRONCEDA. ¡Cayó sin dar un ¡ay! en la primera Y última desventura de su vida! ¡Ya no asusta el cometa sin medida Que se apagó en mitad de la carrera! Y este llanto que moja mi severa Rugosa faz en la vejez sumida, Es ya la última lágrima exprimida De una fuente de amor, que amor no espera. ¡Poeta del pesar! De la clemente Tumba que de los vivos te separa, Rompe la losa con tu férrea mano Canta...
Página 80 - Ante esta verdad, que se toca con las manos, condena aquel vicio, del cual, ya por nuestros pecados o por sus pecados de ellos mismos, hacen honra y estado, y ponen parte de su grandeza en no guardar ni aun en esto el concierto que Dios les pone. Castigaba bien una persona, que yo conocí, esta torpeza, y nombrábala con su merecido vocablo.
Página 118 - Hay junto á la ventana de mi estancia Un laurel de la sombra protegido, En donde guarda un ruiseñor su nido Apenas de mi mano á la distancia: Y entre el verde follaje y la fragancia, Celoso, ufano, amante, requerido, Dice su amor con lánguido quejido Y dulce y elevada consonancia. Las horas de la noche una tras una En sigilosa hilera huyendo el día, Siguen el curso á la encantada luna...
Página 125 - Despierta amorosa el alba, Tímida beldad que en sueños Su amante, el sol, busca y llama: Claros sus ojos azules De luminosas pestañas , Al beber luz en los cielos, La luz al suelo derraman. Salúdala el Santuario Con la voz de la campana, Mientras le dice sus himnos En los aires la calandria ; Y al influjo cariñoso De su espléndida mirada , Se esponja de amor la tierra La vida ríe en las plantas. Ancha clámide de nieve Desprenden de sus espaldas Los cerros, al anunciarse De Abril la augusta...
Página 118 - Más precio en este valle y pobre aldea, Términos de mi vida peregrina, Despertar cuando el aura matutina Las copas de los árboles menea; Y, al volver de mi rústica tarea, Hora, en la tarde, cuando el sol declina, Mirar desde esta fuente cristalina El humo de mi humilde chimenea, Que en la rodante máquina lanzado Cruzar como centella por los montes; Pasar como relámpago el poblado; Robar...
Página 219 - ¿Cuántas doquier la vista No asombran erizadas soledades, Do cultos campos fueron, do ciudades? De muertes, proscripciones, Suplicios, orfandades, ¿Quién contará la pavorosa suma? Saciadas duermen ya de sangre ibera Las sombras de Atahualpa y Motezuma.
Página 79 - Porque ha de entender que su casa es un cuerpo y que ella es el alma dél, y que como los miembros no se mueven si no son movidos del alma, así sus criadas, si no las menea ella y las levanta, y mueve a sus obras, no se sabrán menear. Y cuando las criadas madrugasen por sí, durmiendo su ama y no la teniendo por testigo y por guarda suya, es peor que madruguen ; porque entonces la casa, por aquel espacio de tiempo, es como pueblo sin rey y sin ley y...

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